CARTA 26* [J. Divjak] [297]

Traductor: Pío de Luis, OSA

Fecha: Desconocida.

Tema:l mismo que la ep. 21*.

Agustín saluda en el Señor a Honorio, señor beatísimo, hermano santo justamente venerable y colega en el episcopado.

1. Un cierto Donancio, de Suppa, había comenzado a habitar en nuestro monasterio, pues su padre se hallaba en Hipona y vivía de las limosnas de la Iglesia. Apenas pudo permanecer en él un mínimo de tiempo. Entonces, el anciano Antifo, desconocedor de su situación, se hizo presente de forma inesperada para ordenarle diácono contra lo establecido por los concilios de obispos. Mas cuando este mencionado y venerable anciano se puso al corriente por carta mía, lo removió del lugar y me lo devolvió. Para que su carga no se convirtiese en ejemplo de perdición para los demás, yo me había preocupado en cierto modo de él, haciéndole ostiario junto al templo del santo Teógenes, puesto que no tenía de qué vivir. Pero ni siquiera allí fue capaz de cumplir dignamente su oficio, de modo que en mi ausencia los presbíteros lo expulsaron de allí.

2. Ahora, señor beatísimo y santo hermano, justamente venerable, después de que durante tantos años ha comulgado entre los laicos, en medio del pueblo, sus conciudadanos lo piden como diácono. Por eso, como ellos no saben lo que piden, exhorto a tu santidad, de cuya modestia y vigilancia, don de Dios, estoy seguro, que no le permitas pasar por encima de los concilios de obispos, en detrimento de la disciplina con que hay que gobernar a los siervos de Dios. De este modo, si quiere habitar en su ciudad -cosa que no se la prohíbo-, no decidas que se le confiera ningún cargo más, a no ser tal vez el oficio de lector, que, recordamos, se suele conceder también a los laicos cuando es necesario. Pues si juzgase que debía ser algo más, ciertamente nada tendría que recelar de la educación que recibió de mí o de la Iglesia de Dios. No quiero decir nada de sus costumbres, pues para la causa basta lo que consideré que debía decir. ¡Ojalá viva, por la misericordia de Dios, de tal manera que no haya queja alguna contra él! Ya tiene bastante con alcanzar las promesas de Dios sirviéndole en un puesto humilde, no sea que al pretender uno más elevado adquiera para sí y para aquellos por quienes lo busca una ofensa a Dios, en su intento de quebrantar lo establecido para mantener saludablemente la disciplina.