Fecha: 1 de diciembre del 419 o pocos días después.
Tema: Actividad literaria de Agustín y caso Honorio
Destinatario: Posidio.
1. ... Respecto al hermano Alipio, no he descubierto nada de cierto, sino lo que leí en el informe que envió a Tagaste por el hijo de Severino Longo, que arribó a nuestras costas. De ese modo aconteció que pude leer lo que él traía consigo, causándome extrañeza el que no haya sido portador de ningún escrito para mí. Por el mencionado informe supe que estaban a la espera de que llegase el comes mayor, con la mente puesta en los que se habían refugiado en la iglesia. Porque, en cuanto a los cartagineses, cuya acción nos tenía muy preocupados, decía que el mismo día en que escribía el informe había sido enviado el Silenciario con el indulto, que pudieron conseguir, aun estando ausentes, por carta. Los que llegan de Cartago responden que ignoran si ha llegado y que sólo han oído que el indulto ha sido enviado a Largo, y que están en Roma, adonde fueron enviados.
2. También ha llegado ahora cierto Josías, presbítero de la parroquia de Rusicade. Nos ha contado que el mismo día en que partió de allí, habían salido al encuentro del patricio que ya se acercaba. Pero desde el momento en que se separó de nosotros...
3. Ignoro a qué punto, respecto al dictado de mis opúsculos, me dejaste. Por eso recuento los que he dictado desde que volvimos de Cartago: he contestado a Optato, obispo español, sobre el problema del origen del alma; he contestado a Gaudencio, obispo donatista de Tamugades, que creía haber respondido a lo que antes le había replicado yo a él; he dictado una obra contra los arrianos, en respuesta a la que nuestro Dionisio me había enviado desde la casa de campo de Juliano, y tres sermones para enviarlos a Cartago. Metido en estos escritos, cuando ya me disponía a volver sobre los libros de La ciudad de Dios, recibí de pronto una carta del santo Renato de Cesarea, que me enviaba dos libros de no sé qué Víctor. Este, discípulo en otro tiempo de aquel Vicente a quien tiempo atrás yo le había replicado de donatista o, mejor, de rogatista se había hecho católico. Quiso escribir acerca del alma, reprochándome mi indecisión, pues no me había atrevido a precisar si se transmite a partir de la de los padres o si es insuflada nueva y de modo individual a cada uno de los que nacen, excluyendo él la primera posibilidad y afirmando la segunda. Sus dos libros contenían muchísimas cosas falsas y absurdas y contrarias a la fe católica y como mi amigo antes mencionado me rogó encarecidamente que le refutase, puesto que muchas de sus doctrinas pervertían a muchos por su exquisitez literaria, he escrito un libro sobre el tema, dirigido al mismo queridísimo amigo, y quiero escribir también a Víctor, porque lo creo muy conveniente. Para completar lo que me queda sobre el cuarto evangelio he comenzado ya a dictar algunos comentarios para el pueblo, breves, destinados a Cartago, con la condición de que, si nuestro anciano quiere que le envíe los otros, lo diga; y si lo dice, no difiera el publicarlos. Ya he dictado seis. A ellos exclusivamente he dedicado las noches del sábado y del domingo. De esta manera, desde que volví, es decir, desde el once de septiembre hasta el primero de diciembre, he dictado unas seis mil líneas.
4. Lo que tu santidad me escribe acerca del honorable y para nosotros queridísimo Donaciano deseo vivamente que se lleve a efecto. Quiera el Señor que así sea. Ignoro lo que han añadido los hermanos mismos a ese asunto que no lo hubieran dicho antes y a lo que yo deba responder. Yo lo hubiese incluido en aquella obra, de no haber sido editada ya para los obispos españoles, amadísimos hermanos nuestros; por eso, parece que ha de ser dictado en otra obra. Pero me molesta que esas consultas que me llegan intempestivamente de un lado y de otro para que les dé contestación por escrito, me impidan (continuar) lo que tengo entre manos, y no cesen de llegar ni puedan diferirse. Tan pronto como leí el informe de tu caridad, mandé copiar de inmediato las actas eclesiásticas concernientes a la causa del hermano Maurentio, para poder enviártelas. Asimismo te ruego que, cuando las recibas, también tú te dignes cumplir sin dilación, con la misericordia del Señor, lo que propusiste. En cambio, lo que me han escrito por el presbítero Numenio o no lo recuerdo, o no lo he recibido. Si no me engaño, había enviado a tu veneración una copia de la carta con que el papa Bonifacio respondió a nuestra relación; deseo saber si te ha llegado. Hemos de escribir conjuntamente a nuestros hermanos de Cesarea.
5. El diácono que trajo la carta está aquí con nosotros, desde que llegó de Roma. Yo le he retenido hasta saber quién ha sido ordenado en lugar del hermano Deuterio para servicio de los habitantes de Cesarea. El asunto es de gran importancia, y conviene que se escriba, para que sepamos cómo ha de hacerse. Ciertamente he oído que aquel obispo Honorio lo ambicionaba intensamente para posesionarse de dicha cátedra y se dice -¡admírate!- que muchos corazones se inclinaban por él; pero los obispos no quisieron dar su asentimiento, y para eludir la violencia que les obligase a ello, les respondieron que primero tenían que consultarme a mí o incluso al mismo papa Bonifacio. Tales noticias nos ha traído el rumor. Entretanto, y eso consta, aquella Iglesia se ve agitada con sediciones.
6. Aquí se halla también el obispo Prisciliano. Vino primero de Roma a Cartago, y allí, por primera vez en África, comenzó a estar en comunión con nosotros. Desde allí se dignó dirigirse hacia vosotros, pasando por aquí, pero desde que llegó me plugo que se detuviese hasta saber cómo se ha actuado allí respecto a la ordenación del nuevo obispo, porque a él principalmente le atañe esa causa, sobre la cual también nosotros debemos escribir.