Fecha: Finales del 419.
Tema: El informe de Alipio.
Agustín saluda en el Señor al papa Aurelio, señor beatísimo, santo hermano digno de veneración en la debida caridad y colega en el sacerdocio.
1. Al no haberse presentado ninguna ocasión que ofreciese garantías, te envié dos sermones por nuestro..., uno sobre la Natividad del Señor, y otro sobre la Epifanía, para los que pude hurtar tiempo en medio de mis innumerables ocupaciones, pidiéndote que, al aceptar gratamente el obsequio de mi saludo, persistas en tu oración por mí. Cosa que ciertamente haces, aunque no te lo pida ni te lo recuerde, señor beatísimo y en la debida caridad venerable y santo papa. Te pido que me hagas saber por el portador de esta carta lo que quizá tu santidad ha oído acerca de los hermanos cuyo regreso de la corte esperamos.
2. Por el informe que el hermano Alipio envió a Tagaste, puesto que la misma nave se acercó a nuestra costa, sabemos que ya ha sido enviado el Silenciario con el indulto para los cartagineses. Decía que él mismo lo había conseguido mediante una carta, pues aún no había vuelto de la Galia el varón ilustrísimo en cuyas manos indicó que había quedado asunto tan importante para él, para que desaparezca también el miedo de los que se refugiaron en la Iglesia. Creo que tu veneración ya ha podido saber algo seguro sobre ellos, pues no han faltado aquí mensajeros más recientes que nos comunicaron que el hermano Alipio había enviado por cierto obispo de Numidia, de nombre Renato, una copia del favor que, según decían, ya había sido concedido a nuestro hijo Largo. Pero ignoro si es el mismo que, en su informe a Tagaste, anunciaba que había sido enviado por medio del Silenciario o algún otro que él hubiese conseguido para los refugiados en la Iglesia. Pienso, no obstante, que el mencionado obispo ha podido llegar ya a Cartago.
3. Por eso estamos a la espera de conocer algo cierto de ahí, por una carta que tu beatitud puede dirigirnos por el mismo joven portador de la presente. No dudo, porque él mismo nos lo contó, que tu santidad ha oído de labios de aquel Prisciano, anciano obispo de Cesarea de Mauritania, cómo ha actuado en Roma el venerable papa Bonifacio con los pelagianos y lo que osó hacer con saludable sinceridad. Ignoro por qué no ha llegado la circular de tu beatitud a la región de nuestra Numidia, es decir, a la consular. Me consta que fue enviada cuando yo me hallaba aún en Cartago, a no ser que, tal vez, se considerase que no debía ser enviada al anciano Valentín. Sugiero a tu venerabilidad que lo investigue y, si ha habido alguna negligencia, que se corrija. Dicha carta circular debe llegar también al primado de Numidia, quien ha de enviarla a los hermanos que pertenecen al mismo concilio.