Fecha: Época de la controversia pelagiana.
Tema: Dos cuestiones.
Agustín saluda en el Señor a Valentiniano, señor beatísimo, hermano venerable, deseable y colega en el episcopado.
1. Me prometes tu presencia y, para justificarla, me envías algunas cuestiones que, como escribes, torturan tu corazón, para que les dé solución. Aunque preferiría tenerte presente, y así podría responderte verbalmente con más facilidad, dado que estás ausente, te respondo por escrito, aun en medio de mis ocupaciones.
2. Tu primera cuestión es ésta: ¿Por qué, nada más recibir el sacramento, los bautizados confiesan en la oración las deudas cuyo perdón solicitan, si ya en el bautismo les han sido perdonadas todas? A nivel personal has resuelto esa cuestión, considerando las apetencias dañinas y los movimientos ilícitos del corazón que se infiltran fácilmente en la debilidad humana. Por eso afirmas que se te ocurrió plantearla a propósito de los niños, que no pueden pensar ni hablar, como si alguien les ordenara o forzara a la regeneración mediante el baño sagrado1. Si éstos se ven impelidos a ser lavados a causa del pecado original, los mayores responden en su nombre algo referente a la oración del Señor, igual que lo hacen con la fe del símbolo, sin la que no pueden ser bautizados en absoluto, y por eso, quienes los presentan responden en su nombre a las preguntas formuladas. Nada hay, pues, que te deba turbar en los niños respecto a las deudas que los bautizados, pensando en aquellas que se infiltran con la facilidad de los pensamientos de los hombres, piden de nuevo que se les perdonen inmediatamente después del baño mismo en que se lo perdonaron todas las pasadas.
3. Preguntas, además, cómo ha de entenderse lo que dijo Dios: «Mi espíritu no permanecerá en estos hombres en el siglo". Nuestros códices leen ese texto de esta otra manea. Mi espíritu no permanecerá en estos hombres nunca jamás2. Si se corrige el error de vuestro o vuestros códices, desaparecerá el problema. Te fatigas en buscar por qué puso «en el siglo», como si se indicase que el castigo en el siglo presente les bastase a los nefandos pecadores, siendo así que les amenazó con el eterno, al decir: Mi espíritu no permanecerá en estos hombres nunca jamás3. La ambigüedad del término griego engañó al traductor que lo tradujo por in saeculo, aunque debería haberlo hecho por in saeculum, no por in saeculo. La expresión griega ??? ????? en latín se puede traducir ya por in saeculum, ya por in aeternum. En tales casos, conviene que el traductor piense en lo que quiere decir la escritura para que no le engañe la ambigüedad del término.
Preguntas también a qué espíritu alude, si al que otorga la vida al cuerpo o al que santifica el alma. Al respecto no hay duda alguna, puesto que oyes decir mi espíritu4. Si hubiera querido que se entendiera el espíritu por el que vive el cuerpo, hubiese dicho: «su espíritu», porque pertenece a la naturaleza del hombre; y se pudo decir rectamente: Mi espíritu no permanecerá en estos hombres5, de aquel que no pertenece a la naturaleza del hombre, pero que habría podido permanecer en ellos si no hubiesen merecido perder el Espíritu Santo, que es el don de Dios6, al ser vencidos por el placer carnal y haberlo abandonado a él. En efecto, si su espíritu por el que eran hombres lo refieres al cuerpo, ¿cómo hubiera podido permanecer en ellos, que alguna vez han de morir? Si, por el contrario, lo refieres a aquel componente por el que el cuerpo está vivo, ¿cómo no va a poder permanecer en ellos, si es el mismo espíritu el que sale del cuerpo en la muerte y es necesario que esté por doquier, para bien o para mal suyo?
Pienso que he respondido con suficiencia a tus preguntas. Si no me hubieses prometido tu presencia corporal, no te la exigiría; pero, ya que la prometiste, te la reclamo como una deuda tuya.