Revisión: Pío de Luis, OSA
Fecha: Entre el 401 y el 426.
Tema: Deseo de encontrarse con Agustín.
Autor: Anónimo.
Habiendo ido hace algún tiempo a la ciudad de Leyes, sufrí una gran decepción al no poder encontrarte allí todo entero. Hallé la mitad de ti o, por así decirlo, una parte de tu alma, al amadísimo Severo, de lo que me alegré en parte. Mi gozo hubiera sido completo si te hubiese hallado a ti entero. Me regocijaba, pues, por esa mitad de ti que me encontré y me contristaba de todos modos por la parte de ti que no veía. Tuve que decir a mi alma: «¿Por qué estás triste y por qué me conturbas? Espera en Dios1, y El te hará presente a ese amigo a quien amas». Confío, pues, en el Señor, y espero que me concederá alegrarme con tu presencia. ¡Oh si el amor pudiera verse con los ojos! Sin duda verías cuán grande es el amor que te tengo. Y, comparando mi amor con el tuyo te aportaría un gozo inmenso, o si resultase ser mayor, te produciría un gran deseo de imitarlo. Y exhorta con tu autoridad eclesiástica a los demás a que amen contigo. En tu carta me pides que rece por ti; lo haría rectamente si estuviese libre de pecados y me fuera lícito rezar por los demás. Te amonesto, pues, a que eleves por mí al Señor las oraciones asiduas de tu alma, a que, acordándote de mi profesión, tengas presente aquel día en que el justo no temerá oír la infausta noticia2; no temerá ese justo, pues no oirá: «Vete al fuego eterno», sino «Ven, bendito de mi Padre, a recibir el reino»3. A eso nos conduzca el que vive por los siglos de los siglos4. Amén.