CARTA 267

Traductor: Lope Cilleruelo, OSA

Revisión: Pío de Luis, OSA

Fecha: Probablemente en el año 402.

Tema: La amistad no entiende de distancias.

Agustín saluda en el Señor a Fabiola, señora piadosísima y excelentísima e hija digna de alabanza en la caridad de Cristo.

Aunque no hiciste más que contestar, leí la carta de tu Santidad, de manera que me siento obligado a responder. Te lamentas de la peregrinación por la que conseguimos gozar perpetuamente con los santos, y con razón prefieres el deseo de la patria celestial, donde ya no viviremos separados por espacios terrenos, sino que siempre nos regocijaremos en la contemplación del Único. Feliz eres cuando eso piensas conforme a la fe; más feliz cuando lo amas, y por eso serás también felicísima cuando lo consigas. Pero ahora observa con mayor diligencia por qué principalmente se nos dice que estamos distantes: ¿porque no vemos mutuamente nuestros cuerpos, o porque no damos ni recibimos señales de las almas, en lo que consiste el conversar? Yo pienso que aunque nuestros cuerpos estén separados por amplios espacios, si pudiésemos conocer nuestros pensamientos, estaríamos más cerca unos de otros que si estuviésemos sentados y callados uno frente a otro mirándonos, sin dar con la voz ningún signo de nuestro íntimo pensar y sin manifestar nuestra alma con los movimientos del cuerpo. Por donde ya entiendes que cada cual está más presente a sí mismo que unos a otros, porque cada uno se conoce a sí mismo mejor que a otros, y no porque vea su propio rostro, que lleva y se le oculta si no tiene a mano un espejo, sino porque ve su conciencia, aunque sea con los ojos cerrados. ¡Qué poca cosa es esta vida que tenemos por algo grande!