Revisión: Pío de Luis, OSA
Fecha: Año 408-409.
Tema: Bautismo y penitencia.
Agustín, obispo, saluda en el Señor a Seleuciana, sierva de Dios piadosa y digna de ser honrada con el amor de Cristo.
1. Leída la carta, me alegré por tu salud y no diferí el contestar a lo que escribes. Ante todo, me admira que este novaciano diga que Pedro no fue bautizado, siendo así que algo más arriba escribes que, según él, los apóstoles fueron bautizados. No sé por qué ha de parecerle que Pedro no fue bautizado con los demás apóstoles. Te devuelvo una copia de tu carta, por si no la tienes, para que trates de contestar con mayor diligencia a los puntos que señalo en ella. Si el escribiente no captó o escribió algo no conforme a la verdad, no sé qué sentido ha de tener quien afirma que fueron bautizados los apóstoles y niega que fuese bautizado Pedro.
2. Al decir que Pedro hizo penitencia, no creemos que la hizo como la hacen los que en las iglesias se llaman con propiedad penitentes. ¿Quién tolerará que pensemos que hay que contar al primero de los apóstoles entre tales penitentes? Se arrepintió de haber negado a Cristo, y eso indican sus lágrimas, pues escrito está que lloró amargamente1. Aún no estaban los apóstoles confirmados con la resurrección del Señor y con la venida del Espíritu Santo, que apareció el día de Pentecostés, o con aquella inspiración que el Señor después de resucitar de entre los muertos les infundió cuando sopló en su rostro diciendo: Recibid el Espíritu Santo2.
3. Por eso puede decirse rectamente que cuando Pedro negó al Señor aún no estaban bautizados los apóstoles; pero no con agua, sino con el Espíritu Santo. Eso fue lo que les dijo después de resucitar, cuando conversó con ellos: Juan bautizó con agua; pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo, que recibiréis después de no muchos días hasta Pentecostés3. Algunos códices leen: Vosotros comenzaréis a ser bautizados, o empezaréis a ser bautizados. Hay otros códices en que se lee «bautizaréis» o «empezaréis a bautizar»; pero están equivocados, como se ve al momento por los códices griegos. Si decimos que los apóstoles no fueron bautizados con agua, es de temer que cometamos un grave error respecto a ellos, y que demos ocasión a los hombres para desdeñar la autoridad del bautismo. La praxis apostólica nos encarga que no lo desdeñemos desde el momento en que el mismo centurión Cornelio y los que estaban con él fueron bautizados aun después de haber recibido el Espíritu Santo4.
4. Si los justos antiguos no se circuncidaban, no pecaban. Pero después que Dios mandó circuncidar a Abrahán y a su posteridad5, era un grave pecado el no circuncidarse. Pues del mismo modo, antes de que Cristo el Señor (estableciese) en su Iglesia el Sacramento del Nuevo Testamento otorgó el santo bautismo en lugar de la circuncisión de la carne, diciendo claramente: Si alguno no renaciere del agua y del Espíritu Santo, no entrará en el reino de los cielos6, ya no debemos preguntar cuándo fue alguien bautizado. Pero cuando leamos que todos los que forman parte del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia7, pertenecen, al reino de los cielos, debemos entenderlo referido sólo a los bautizados. Se exceptúan aquellos que se vieron sorprendidos por la angustia de la persecución y rehusando negar a Cristo, antes de ser bautizados fueron degollados; porque a éstos su pasión les sirve de bautismo ¿Podremos acaso decir eso de los apóstoles, quienes tuvieron tanto tiempo para bautizarse que hasta se dedicaron a bautizar a otros? No todos los sucesos que acaecieron quedaron escritos, pero por los demás documentos se prueba que acaecieron Está escrito cuando fue bautizado el apóstol Pablo8 y no está escrito cuándo lo fueron los demás apóstoles; pero debemos entender que también ellos fueron bautizados, igual que está escrito cuándo fueron bautizados los fieles de las Iglesias de Jerusalén y Samaría9, y no está escrito cuándo fueron bautizados los otros fieles de los gentiles, a quienes los apóstoles enviaron sus cartas, y, sin embargo, no dudamos de que también ellos fueron bautizados por aquella afirmación del Señor: Si alguien no renaciere del agua y del Espíritu Santo, no entrará en el reino de los cielos10.
5. Acerca del Señor están escritas ambas cosas, que bautizaba más que Juan y que no bautizaba El, sino sus discípulos, para que entendiésemos que El bautizaba con la presencia de su majestad, pero no con las manos. Suyo era el sacramento del bautismo, pero a los discípulos pertenecía el ministerio de bautizar. Juan el Evangelista dice en su Evangelio: Después salió Jesús con sus discípulos al territorio de Judea y allí moraba con ellos y bautizaba11. Pero, hablando poco después de El, dice: Al saber Jesús que los fariseos habían oído que él tenía muchos discípulos y bautizaba a más gente que Juan, aunque no bautizaba El, sino sus discípulos, abandonó la Judea y se volvió a Galilea12. Luego cuando salió de Jerusalén con sus discípulos al territorio de Judea y moraba allí con sus discípulos, no bautizaba por sí mismo, sino por sus discípulos; entendemos, pues, que ellos habían sido ya bautizados o con el bautismo de Juan o con el bautismo de Cristo, lo que es más creíble. ¿Cómo rehuiría Cristo el ministerio de bautizar a sus siervos, los cuales habían de bautizar a los demás, si no rehuyó el ministerio de aquella memorable humildad cuando les lavó los pies; cuando a Pedro, que le pedía que le lavase no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza, respondió: Quien está lavado no necesita sino lavar los pies, pues está limpio del todo?13 Por donde se entiende que Pedro había sido ya bautizado.
6. No se ve con claridad por qué afirma ése lo que tú pones en tu carta, esto es, que los apóstoles han administrado la penitencia en lugar del bautismo. Si dice «en lugar del bautismo» porque por la penitencia se perdonan los pecados, tiene algo de razón en lo que dice. Pero esa penitencia puede ser útil, después del bautismo, cuando alguien peca. Pero como no niega que después del bautismo haya lugar para la penitencia, cuando dice, como tú has escrito, que sólo hay penitencia antes del bautismo, se da a entender que él dijo que los apóstoles administraron la penitencia en lugar del bautismo, de modo que la otorgaron antes del bautismo y que quienes la recibieron ya no fueron bautizados después, pues la penitencia les sirvió de bautismo. Nunca oí que los novacianos dijeran eso. Infórmate, pues, con diligencia, no sea que se trate de un error de algún otro que finge o cree ser novaciano. Si los novacianos dicen eso, lo ignoro. Lo que sé es que quienquiera que diga eso se aleja de la regla de la fe católica, y de la doctrina de Cristo y de los apóstoles.
7. Antes del bautismo los hombres hacen penitencia por sus pecados. Pero luego son bautizados después, como está escrito en los Hechos de los Apóstoles, cuando Pedro habla y dice a los judíos: Haced penitencia y cada uno de vosotros se bautice en el nombre del Señor Jesucristo; y se os perdonarán vuestros pecados14. También hacen penitencia los hombres si después del bautismo pecan de manera que merezcan ser excomulgados y luego reconciliados, como hacen en todas las iglesias aquellos que reciben con propiedad el nombre de penitentes. De esa penitencia habla el apóstol Pablo cuando dice: No sea que al volverme humille el Señor ante vosotros, y tenga que llorar a muchos de los que antes pecaron y no hicieron penitencia por la inmundicia, lujuria o fornicación que han cometido15. No escribía eso sino los que ya estaban bautizados. También leemos en los Hechos de los Apóstoles que Simón, ya bautizado, quiso comprar con dinero el poder otorgar el Espíritu con la imposición de sus manos, y que Pedro le amonestó a hacer penitencia por ese grave pecado16.
8. Hay también una penitencia casi cotidiana de los fieles buenos y humildes, por la cual golpeamos nuestro pecho diciendo: Perdónanos nuestras deudas, así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores17. Por ella no queremos que se nos perdone lo que no dudamos de que ya se nos perdonó en el bautismo, sino aquellas faltas que se nos deslizan por la fragilidad humana, las cuales, aunque sean leves, son faltas pequeñas frecuentes. Si todas ésas se reunieran contra nosotros, nos abrumarían y oprimirían como un gran pecado. ¿Qué interesa en un naufragio, que la nave sea cubierta y hundida por una gran ola, o que el agua se vaya filtrando poco a poco en las bodegas y que, abandonada y desdeñada el agua por negligencia, llene la nave y la haga hundirse? De eso se cuidan los ayunos, limosnas y oraciones. Cuando en esas prácticas decimos: Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos, manifestamos que tenemos algo que requiere perdón. Con esas palabras humillamos nuestra alma y no cesamos de hacer una penitencia en cierto modo cotidiana. Creo que he contestado breve y suficientemente a los puntos sobre los que me escribiste. Ahora falta que no sea contumaz ese sujeto pensando en cuya conquista creíste que debías remitirme tu carta.