Revisión: Pío de Luis, OSA
Fecha: Posterior al 395.
Tema: Petición de cartas más largas.
Audaz saluda en el Señor a Agustín, señor verdaderamente merecedor de celebridad y padre muy digno de ser acogido y acompañado con toda clase de alabanzas.
Doy gracias a tu Beatitud, pues recibiste con agrado mis balbuceos. Los hijos de buena fe sienten audacia cuando la fuente paternal la riega con su rocío. Si te provoqué, dulce pastor, no fue para contentarme con un ligero sorbo de esa larga vena de tu pensamiento, sino para saciarme a placer en el inmenso río de tu hacienda. Deseaba yo un tesoro de sabiduría, y recibí menos de lo que deseaba, aunque no se considera como poco, sino como un don, lo que ofrece Agustín oráculo de la ley, consagrador de la justicia, instaurador de la gloria espiritual, dispensador de la salvación eterna. También conoces el mundo entero como él te conoce a ti. Y tú le eres tan conocido como estimado. Pido, pues, apacentarme en las flores de la sabiduría y abrevarme en los arroyos de la fuente viva. Brinda a un codicioso lo que aproveche a uno y a otro. Puede todavía reverdecer el roble despojado de su follaje natural, si merece cobrar fuerzas poco a poco con tu riego. Por ende, te prometo, no tanto con la pluma como con el deseo, la presencia de mi humilde persona si, en vez de verte, me llega una carta de tu Veneración. Que la divina Clemencia te ampare durante largos años, señor venerable.
¿Por qué el manantial del orbe destiló para mí breves palabras?
¿Juzgó mi corazón menguado para sus caudales?
Toda mente está abierta a tu linfa y espera la ayuda locuaz de tu Religión;
Otorga la grata lluvia a nuestros sentidos;
La fe plena que pende del tronco de Cristo los espera.