Revisión: Pío de Luis, OSA
Fecha: ¿Antes de junio del 411?
Tema: Actitud frente a los malos.
Agustín saluda en el Señor a Restituto, señor amadísimo, hermano queridísimo con sinceridad llena de honor y colega en el diaconado.
El hermano Deogracias, tan fiel a mí como sabes, me ha indicado los ardores que hablan de la piadosa llama existente en tu corazón, ardores de los que participa él mismo. Lee, pues, a Ticonio, a quien bien conoces, aunque no vas a dar tu aprobación a todo. Bien sabes lo que se ha de evitar en dicho autor, pero me parece que ha tratado y solucionado con valentía ese problema: ¿Cómo hemos de mantener en la Iglesia de Dios el vínculo de la unidad y tolerar los sucesos perversos o aun criminales que no podemos corregir o suprimir En los escritos de Ticonio hay que corregir su intención; también hay que recurrir a las divinas fuentes de las santas Escrituras, para advertir cuán pocos testimonios doctrinales o ejemplos históricos ha anotado para resolver este problema y cómo nadie puede ponerlos todos, si no quiere intercalar al su escrito casi todas las páginas de los Libros santos. Porque casi no hay ninguna en la que no nos amoneste el deber de ser pacíficos1 con aquellos que odian la paz dentro de esta comunión de los sacramentos de que somos imbuidos con vistas a la vida eterna. Así será hasta que con gemidos pase nuestra larga peregrinación, y en la virtud de nuestra eterna madre, Jerusalén, gocemos la paz segurísima, hasta que en sus torres gocemos de la abundancia2 de verdaderos hermanos, cuya escasez gemimos ahora entre los muchos falsos. ¿Y cuál es la fuerza de aquella ciudad sino su Dios, nuestro Dios a la vez? Ya ves en quién radica exclusivamente la paz tanto para los individuos que padecen sin El la guerra interior, aunque exteriormente no se produzca ningún alboroto, como para todos juntos. Aunque en esta vida se amen y estrechen los lazos de una fiel amistad, no pueden unirse suma y perfectamente ni con la presencia corporal ni por el acuerdo entre las almas. Acuérdate de mí y confórtese tu corazón en el Señor.