CARTA 240

Fecha: Contemporánea de las anteriores.

Tema: Invitación a un debate público.

Destinatario: Agustín.

Autor: Pascencio.

Había anhelado yo que abandonaras la convicción de tu antiguo error, hermano amadísimo; y me asombra que aún continúes en él, como lo proclama la carta que me has enviado. Tu Dignidad es como un sediento, inflamado por el excesivo calor, que encuentra un agua cenagosa y se abreva. Cuando más tarde halla agua limpia y fresca y la bebe, no obtiene el suficiente provecho, pues tiene el corazón y el alma cubiertos de cieno. Finalmente, permíteme que te lo diga, esa convicción de tu Excelencia es como un árbol encorvado y nudoso, que no tiene trozo recto y daña la mirada de los ojos. Me escribe tu Santidad que el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, pero los tres son un único Dios. ¿Quién de los tres es el único Dios? ¿O es quizá una persona triforme la que lleva ese nombre? Si quisieras y tuvieras confianza en la fe que profesas, te reunirías conmigo con algunos de tus colegas en el episcopado para discutir con ánimo sincero y espíritu pacífico las cosas que atañen a Dios, a la gracia y a la gloria espirituales. ¿Para qué hemos de escribir y responder lo que no nos edifica?