CARTA 208

Traductor: Lope Cilleruelo, OSA

Revisión: Pío de Luis, OSA

Fecha: Después del 411.

Tema: Carta de consolación y exhortación.

Agustín saluda en el Señor a Felicia, señora justamente digna de ser acogida e hija digna de ser honrada entre los miembros de Cristo.

1. No dudo de que se ha turbado tu alma por tu fe y por la debilidad o iniquidad ajenas, dado que el santo Apóstol, lleno de entrañas de caridad, confiesa, diciendo: ¿Quién enferma, que no enferme también yo? ¿Quien se escandaliza, sin que me abrase también yo?1 Porque también yo lo siento, y porque estoy solícito de tu salud, que radica en Cristo, pensé que debía enviar a tu santidad esta carta de consuelo o exhortación. En el Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, que es su Iglesia y la unidad de sus miembros2, te has convertido en una hermana para mí, pues te amo como a miembro honorable en el organismo cristiano y vives conmigo en el santo espíritu de Cristo.

2. Te amonesto a que no te dejes perturbar más de lo normal por estos escándalos. Se nos predijo que vendrían, para; que al llegar recordáramos que estaban anunciados y no nos turbásemos demasiado. El mismo Señor los anunció en el Evangelio: ¡Ay del mundo por los escándalos! Es menester que vengan escándalos, pero ¡ay de aquel hombre por que venga el escándalo!3 ¿Quiénes son esos hombres, sino aquellos de quienes dice el Apóstol: Buscan sus intereses, no los de Jesucristo?4 Hay algunos que ocupan la cátedra de pastor para mirar por la grey de Cristo. Pero hay otros que ocupan para gozar de sus honores temporales y comodidades seculares. Es preciso que en la misma Católica perduren hasta el fin del siglo y hasta el juicio del Señor estos dos linajes de pastores, pues unos nacen mientras otros mueren. Ya en los tiempos apostólicos había algunos falsos hermanos, entre los que gemía el Apóstol, diciendo: Peligros de parte de los falsos hermanos5. Pero no los apartó por soberbia, sino que los soportó con tolerancia. ¿Cuánto más necesario será que los haya en nuestros tiempos, puesto que el Señor, hablando del tiempo presente, que se acerca a su fin, dice claramente: Porque abundará la iniquidad se enfriará la caridad de muchos?6 Pero debe consolarnos y exhortarnos lo que dice a continuación: Quien perseverare hasta el fin, éste será salvo7.

3. Como hay pastores buenos y malos, así también hay buenos y malos en la grey. A los buenos se les llama ovejas; a los malos, cabritos8. Pero pacen juntos y mezclados hasta que llegue el Príncipe de los pastores9, que se llama el único Pastor10, y separe, como él mismo prometió, las ovejas de los cabritos11. A nosotros nos impuso la unión, y El se reservó la separación, pues debe separar el que no puede equivocarse. Los siervos orgullosos que antes del tiempo osaron con ligereza separar lo que el Señor se reservó para sí, quedaron ellos separados de la unidad católica. Si se mancillaron con el cisma, ¿cómo pudieron tener un rebaño limpio?

4. Hemos de permanecer en esa unidad, sin abandonar la era del Señor, ofendidos por el escándalo de la paja, perseverando12 más bien como trigo hasta el fin de la bielda y tolerando con el sólido peso de la caridad la paja triturada. Con ese fin nos amonesta nuestro Pastor en el Evangelio acerca de los buenos pastores13, para que ni aun por sus obras buenas pongamos en ellos nuestra confianza, sino que glorifiquemos al Padre, que está en los cielos14 y que los hizo tales, y le glorifiquemos también por los pastores malos, a quienes quiso indicar con el nombre de escribas y fariseos, porque el bien y hacen el mal15.

5. De los buenos pastores habla así: Vosotros sois la luz del mundo. No puede esconderse la ciudad edificada sobre el monte, ni se enciende la lámpara para ponerla debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos16. Acerca de los malos pastores amonesta a las ovejas, diciendo: Están sentados sobre la cátedra de Moisés. Haced lo que dicen, pero no hagáis lo que hacen, pues dicen y no hacen17. Oyendo esto las ovejas de Cristo, oyen la voz de Cristo aun a través de los doctores perversos, y no abandonan su unidad. Porque el bien que les oyen decir no es de ellos, sino de Cristo Y pacen tranquilas porque se nutren de los pastos del Señor aún bajo los malos pastores. Pero no imitan las malas obras de los pastores, porque esas obras no son de Cristo, sino de ellos A los que ven buenos, no sólo les oyen el bien que dicen sino que les imitan en las buenas obras que hacen. Uno de ellos era el Apóstol, que decía: Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo18. Esa lámpara que estaba encendida en la luz sempiterna, en el mismo Señor Jesucristo, y estaba puesta en el candelero, pues se gloriaba de la cruz de Cristo. Por eso dice: Lejos de mí el gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo19. No buscaba sus intereses, sino los de Cristo20, y por eso, aunque exhorta a que le imiten aquellos a quienes había engendrado por el Evangelio21, sin embargo, reprende gravemente a los que habían provocado cismas utilizando el nombre de los apóstoles. Reprende, pues, a los que decían: Yo soy de Pablo. ¿Acaso Pablo -les dice- ha sido crucificado por vosotros? ¿O habéis sido bautizados en el nombre de Pablo?22

6. Por aquí entendemos que los buenos pastores no buscan sus intereses, sino los de Jesucristo23, y que las buenas ovejas, aunque imiten las obras de los buenos pastores, no ponen su esperanza en aquellos por cuyo ministerio se congregaron, sino más bien en el Señor24, por cuya sangre fueron redimidas, para que cuando se encuentren con los pastores malos, que predican la doctrina de Cristo y ejecutan sus propias acciones malas, hagan lo que ellos dicen, pero no lo que ellos hacen25, ni abandonen los pastos de la unidad por los hijos de la iniquidad. Hay buenos y malos en la Iglesia católica, que se dilata y difunde por todas las naciones, según se le prometió26, no sólo por África, como el partido de Donato, y que, como dice el Apóstol, fructifica y crece por todo el mundo27. Pero nadie puede ser bueno si se separa de ella, mientras piense lo contrario de ella, ya que, aunque alguno pueda parecer bueno por su buena conducta, le hace malo la misma división, ya que dice el Señor: El que no está conmigo; está contra mí, y el que conmigo no recoge, desparrama28.

7. Por eso, te exhorto, señora justamente digna de acogida e hija honorable entre los miembros de Cristo, a mantener con fidelidad lo que el Señor te dio y a que le ames con todo tu corazón, lo mismo que a su Iglesia, pues no permitió que con los perdidos perdieras el fruto de tu virginidad o que pereciese. Si salieras de este inundo apartada de la unidad del Cuerpo de Cristo, nada te serviría el haber conservado la integridad de tu cuerpo. Mas Dios, que es rico en misericordia29, hizo contigo lo que está escrito en el Evangelio. Cuando los invitados a la cena del padre de familia se excusaron, dijo a sus siervos, entre otras cosas: Salid a los caminos y setos y obligad a entrar a los que halléis30. Verdad es que debes amar a los buenos siervos con sinceridad, pues por su ministerio fuiste obligada a entrar. Pero has de poner tu esperanza en aquel que preparó el convite, por el cual tú estás preocupada, pensando en la vida eterna y bienaventurada. Encomendándole a El tu corazón, tu compromiso, tu virginidad, tu fe, esperanza y caridad, no te afectarán los escándalos, que abundarán hasta el fin, sino que te salvarás con el firme vigor de la piedad y serás gloriosa en el Señor, perseverando en su unidad hasta el fin. Hazme conocer en tu contestación cómo recibes esta solicitud que siento por ti, y que he procurado insinuarte como he podido en mi carta. La misericordia y la gracia de Dios te protejan siempre.