Revisión: Pío de Luis, OSA
Fecha: Año 420
Tema: Aspectos de moral cristiana.
Agustín saluda en el Señor a Largo, señor insigne e hijo excelentísimo y amadísimo.
Recibí de tu excelencia una carta en la que me pides que te escriba. No lo desearías si no tuvieses por grato y agradable también aquello que pensaste que yo podía escribirte. Es esto: Si codiciaste las vanidades de este siglo antes de experimentadas, desdéñalas una vez que las has experimentado porque en ellas es falaz la suavidad, infructuosa la fatiga, perpetuo temor y peligroso el encumbramiento. Se entra en ellas sin reflexión y se sale lamentando haber entrado. Así son todas las cosas que en esta miseria mortal se apetecen con más anhelo que sensatez. Una es la esperanza de los piadosos, otra la ganancia de su fatiga, otro el galardón de las pruebas por las que ha pasado. En este mundo es imposible no sentir temor, no sufrir, no fatigarse, no correr peligros; pero interesa mucho saber por qué motivo, esperando qué cosa y con qué finalidad se padece. Cuando contemplo a los amadores de este siglo, no sé cuándo puede ser oportuna para sanados la sabiduría. Si consideran prósperos los sucesos, rechazan con orgullo los consejos saludables y los reputan cantinela senil cuando, en cambio, sienten las estrecheces de la adversidad, tratan de evadirse de la angustia presente mucho más que de buscar la curación y el modo de llegar a donde en ningún modo puedan verse angustiados. No faltan a veces algunos que aplican y prestan los oídos a la verdad con mayor frecuencia en la adversidad que en la prosperidad. Pero siempre son pocos en número1, como está profetizado. Yo deseo que seas uno de ellos, porque te amo sinceramente, señor insigne y nobilísimo, hijo muy deseado. Esta amonestación sea el saludo que te devuelvo. No quiero que tengas que sufrir cosas semejantes a las que ya sufriste; pero más sentiría que hayas padecido todo eso sin lograr un cambio a mejor en m vida.