A Pedro y Abrahán
Inocencio a los obispos Aurelio y Agustín.
Comienzos del 417
El regreso de mi amadísimo colega en el sacerdocio Germán no debía pasar desapercibido a nuestra amistad. Nos parece natural y lógico saludar a unos seres queridos por medio de otros seres queridos. Deseamos, llenos de amor, que vuestra fraternidad se goce en el Señor, y os pedimos que ofrezcáis a Dios por nosotros votos semejantes, porque, como bien sabéis, con las oraciones comunes y recíprocas conseguimos más que con las particulares y privadas.