Tema: Un texto de la carta 137 de Agustín.
Yo, Evodio, y los hermanos que me acompañan te saludamos en el Señor a ti, Agustín, señor venerablemente santo, hermano amadísimo y colega en el sacerdocio, y a los hermanos que están contigo.
Uzalis. Año 414 ó 415.
1. Por medio de Jobino, que había sido enviado a la finca de Marciano, te remití una carta con un problema sobre la Razón y Dios: aún no he merecido contestación. Mas, puesto que vinieron a mis manos dos cartas de tu santidad, una al ilustre varón Volusiano y otra a Itálica, señora ilustre en Cristo, me vino a las mientes lo siguiente. En la primera carta, tratando de la concepción carnal de Jesucristo, Señor y Dios nuestro, y de su nacimiento, escribiste: «Si se da la razón, ya no habrá maravilla; si se exige un ejemplo, no será singular». Parece que podría decirse eso de cualquier nacimiento de hombre, animal o semilla. Porque si se busca la razón, no aparecerá, y subsistirá la maravilla; y sí se pide un ejemplo, puesto que no lo hay, el caso será único. Nadie puede mostrar con la razón la unión del varón y de la mujer o de cualquier concepción que se realiza en secreto. Y nadie nos dará la razón de que las semillas, que nacen de la tierra, primero se pudran y luego fructifiquen. Y si se piden ejemplos, es maravilloso que un gusano sin padre, formado dentro de la manzana con una concepción virginal, llegue a su perfección. Quizá por eso se dijo alusivamente: Gusano soy y no hombre1. No veo, pues, qué razón pueda darse acerca de la concepción, ya sea por apareamiento, ya sea virginal. Pienso, pues, que no puede darse razón alguna de la concepción de una virgen, pero tampoco de ninguna otra concepción.
2. Pero se exige un ejemplo. Se dice que las yeguas son fecundadas por el viento, las gallinas por la ceniza, las ocas por el agua, y que otros animales conciben sus fetos sin concurso del macho. No quedan íntegras al dar a luz, pero quedan intactas al concebir. ¿Cómo podrá decirse «si se exige un ejemplo, no será singular», cuando hay tantos ejemplos? Todos saben que en el cuerpo, no sólo femenino, sino también masculino, nacen interiormente ciertos animales. ¿Es acaso el semen el que produce la concepción? Ahí tienes ejemplos y milagros de los que no puede darse razón. Si quieres decir que en una virgen humana nunca aconteció cosa semejante, hay ejemplos en otras naturalezas; hay, pues, concepción sin semen y nacimiento, y de ello nunca se puede dar razón. También se da en este terreno de la generación un ejemplo de parto sin pérdida de la integridad. Me dicen que la araña, sin concurso de macho ni corrupción de parto, segrega maravillosamente, según la condición de su naturaleza, todos esos hilos con los que suele tejer su tela: semejante maravilla es una prerrogativa singular. Si se investigase también eso, no sólo habría una maravilla, sino que sería imposible hallar ejemplos de tales cosas. Temo que se hayan producido estos ejemplos para que los que no creen que haya podido concebir una virgen, entiendan que se trata de una maravilla, pero no singular. Todas las obras de Dios son maravillosas, pues fueron ejecutadas con sabiduría. Si nos presentan esta objeción, ¿qué responderemos?
3. También me preocupa mucho el problema de la sustancia del cuerpo glorificado del Señor. ¿Podrá ver la sustancia de Dios? Tú afirmas en tu carta a Itálica que eso es imposible, y sin duda es cierto. Pero si damos la razón de esa imposibilidad, se nos replicará que lo que aconteció en la concepción y nacimiento del Señor era maravilloso y singular, y que no podía aducirse ni razón ni ejemplo, tratándose de un caso único. Mas, puesto que no se da razón de la concepción y generación, por ser singular, es justo que no se dé razón ni se busque un ejemplo acerca de la visión de Cristo: sólo El singularmente puede contemplar con sus ojos corporales la sustancia de la Divinidad. Quizá se aduzca una razón: no se puede ver con un órgano corpóreo una realidad incorpórea. Pero temo que se me replique que la mencionada concepción podía explicarse racionalmente y confirmarse con ejemplos. Luego una de dos: o se renuncia a la razón y a los ejemplos, y entonces podrá afirmarse que el Unigénito ve a Dios con sus ojos corporales; o bien se acepta la razón, y se dirá en consecuencia que algunos sabios agudos pueden dar razón de la mencionada concepción y subsiguiente generación. Y me pregunto qué se ha de contestar a los tales. No pretendo levantar pleitos, sino que busco qué contestar a los insidiosos. Creo en la concepción y parto de la Virgen, como siempre creí; y he comprendido racionalmente que Dios no puede ser visto por ojos corporales, aunque sean gloriosos. Pero estimo que hay que salir al paso a los que vienen preguntando y promoviendo sediciones, o se desvelan por aprender con ferviente diligencia. Reza por nosotros. La paz y la caridad de Cristo aviven en tu santidad nuestro recuerdo, señor santo y hermano venerablemente beatísimo.