Tema: Cuestiones distintas relacionadas con el pelagianismo.
Hilario al obispo Agustín, señor justamente santo y con razón digno de ser venerado y honrado en todos los aspectos.
Siracusa. Escrita en el año 414 ó 415.
La amabilidad de tu santidad, que a todos es conocida, persuadió a mi pequeñez a remitir esta carta, por medio de nuestros amigos que vuelven de Siracusa a Hipona, para loar ante mi consciencia a tu venerable persona; pido al mismo tiempo a la suma Trinidad que recibas esta mi carta y la examines, incólume y vigoroso, con el favor de nuestro Dios, señor santo, justa y merecidamente venerable, y en todo digno de respeto. Por ende, suplico que te acuerdes de mí en tus santas oraciones y te dignes informar a mi ignorancia acerca de algo que ciertos cristianos de Siracusa exponen, diciendo: puede darse un hombre sin pecado, puede el hombre guardar fácilmente los mandatos de Dios, si quiere; el niño que muere sin bautismo no puede condenarse, puesto que nace sin pecado; el rico que vive en su riqueza no puede entrar en el reino de Dios si no vende todos sus bienes; aunque las riquezas le sirvan para hacer obras buenas, de nada le aprovechan; está absolutamente prohibido el juramento; y respecto a la Iglesia, ¿a cuál se refiere el Apóstol al decir que no tiene mancha ni arruga1: a esta en la que ahora nos congregamos, o a aquella que esperamos? Alguien afirmó que se trata de esta Iglesia, en que hallamos reunidos ahora los pueblos y que no puede estar sin pecado. Sobre todos estos puntos suplico a tu Santidad, con cuanto fervor puedo, que te dignes instruirnos con toda claridad, para que sepamos los que debemos aceptar. La misericordia de nuestro Dios conserve incólume a tu santidad en una vida interminable. Así lo deseo, señor santo, justa y merecidamente venerable y en todo digno de respeto.