Tema: Respuesta a preguntas formuladas por Paulino.
Agustín saluda en el Señor a Paulino, santo y santamente amadísimo hermano y colega en el episcopado, beatísimo, deseado con veneración y venerado con deseo.
Hipona. A finales del 415.
1 1. Dando gracias a Dios, que recrea a los afligidos y consuela a los humildes1, contesto por ésta a la sinceridad de tu corazón, aprovechando la oportunidad de la ida inminente de nuestro hijo y colega en el diaconado Rufino. El Señor nos alegró tan pronto con la llegada próspera a ésa de nuestro hermano y compresbítero Quinto y de los que navegaban con él. La carta de tu santidad me lo comunicó. Rufino ha partido ya del puerto de Hipona. Apruebo el consejo de misericordia que el Señor te inspiró, y que te has dignado sugerirme. El Señor le ayude y lo haga prosperar, pues ya alivió nuestros cuidados en gran parte al llegar recomendado un hombre carísimo, no sólo por sus buenas obras, sino por tus santas oraciones.
2. Llegó a mí tu carta. En ella preguntabas mucho, me invitabas a investigar y preguntando me enseñabas. Pero, según he podido ver por esta reciente misiva tuya, no ha sido entregada a tu veneración la que yo contesté al momento por hombres que constituyen nuestra santa consolación. No puedo recordar en qué forma contesté en mi carta a tus consultas, ni he podido encontrar la copia para poderlo ver. Estoy completamente seguro de que contesté a algunas preguntas, pero no a todas, ya que la prisa del correo me urgía a terminar pronto. Te envié juntamente, como me pedías, copia de aquella carta que escribí a tu caridad en Cartago acerca de la resurrección de los cuerpos, en la que salía la cuestión del uso de los miembros. Te envío, pues, una y otra, ya que deduzco que tampoco la segunda llegó a tus manos, pues me vuelves a preguntar algunos puntos que contesté, como leo y recuerdo. No recuerdo tampoco por quién te la remití. Los escritos de tu caridad, a los que respondía en mi carta, como ella atestigua, me fueron remitidos desde Hipona por los nuestros cuando yo estaba con el santo hermano y colega en el episcopado Bonifacio, e inmediatamente dicté la contestación. Al mismo correo no le vi.
3. No pude por entonces, como te escribía, consultar los códices griegos respecto a alguna frase del salmo decimosexto. Más tarde he consultado el que he podido haber. Uno decía lo mismo que nuestros códices latinos: Señor, arrojándolos de la tierra, dispérsalos2. Otro concordaba con tu frase de «de los pocos de la tierra». Pero es claro el sentido: «Arrojándolos de la tierra» que les diste, «dispérsalos entre los gentiles». Eso acaeció cuando fueron vencidos y desterrados en una terrible guerra. No me ocurre, por el contrario, cómo puede entenderse la otra letra, a no ser que se entienda que, en comparación de la multitud destruida, sólo se salvó un resto. La Escritura anuncia, pues, que, de esos pocos, tienen que ser todavía destruidos los otros, es decir, divididos y separados, de este modo: Señor, de los pocos..., es decir, del resto que conservaste indemne entre aquella gente, los arrojarás de la tierra, para que por tierra entendamos la Iglesia y herencia de los fieles y santos, que también se llama tierra de los vivientes3, y que puede sobrentenderse igualmente en aquel lugar: Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra4. Al decir: sepáralos de los pocos de la tierra, se añade en su vida5, para que se entienda que eso ha de suceder en vida de ellos. Porque muchos son separados de la Iglesia, pero cuando mueren; mientras viven parecen unidos a ella por la comunión de los sacramentos y de la unidad católica. Estos son separados de los pocos que entre ellos creyeron de la tierra que como campo suyo cultivaba el agricultor, que es el Padre. Y quedan divididos en su vida, es decir, con notoriedad, como lo vemos. Sigue diciendo el salmo: Y de tus secretos se ha llenado su vientre6; es decir, además de quedar separados con notoriedad, se ha llenado su vientre de tus secretos. Por vientre se entiende aquí lo recóndito e interno de la conciencia, y por secretos, lo que ocultamente haces saber a la conciencia de los malos.
4. Lo que sigue, se saciaron de carne porcina7, parece claro por lo que antecede. Más obscuro es, pero parece que debemos preferirlo, por ser más apto y conveniente, lo que ponen otros códices; parece más auténtico, puesto que los códices más esmerados quitan, según la costumbre griega de escribir, la ambigüedad a la palabra por medio de los acentos. Había dicho: Y de tus secretos se ha llenado su vientre8, significando con esas palabras los ocultos juicios de Dios. En efecto, ocultamente son míseros aun los que se regocijan en el mal, porque Dios los entregó a sus concupiscencias9. Es como si le preguntaran: ¿Cómo pueden ser conocidos los que ocultamente están llenos de la ira de Dios? Y contestara lo que el Evangelio nos dice: Por sus frutos los conoceréis10. Luego continúa: Se saciaron de hijos, es decir, de sus frutos, o con mayor claridad, de sus obras. Por eso se lee en otro lugar: He ahí que engendró la maldad, concibió el dolor y dio a luz a la iniquidad11; y en otra parte: Después la concupiscencia, cuando concibe, da a luz el pecado12. Los malos hijos son las malas obras, por las que son conocidos y se llenan de los ocultos juicios de Dios en lo interno de sus pensamientos, que es como un vientre. Las buenas obras son hijos buenos. Por eso se dice a la Iglesia y Esposa: Tus dientes son como rebaño de ovejas esquiladas que suben del lavadero; todas paren mellizos y no hay estéril entre ellas13. En esos mellizos se reconoce la obra del amor, a saber, de Dios y del prójimo, los dos preceptos de los que pende toda la Ley y los Profetas14.
5. Este sentido que doy a las palabras se han saciado de hijos, no se me había ocurrido antes, cuando te contesté; pero revisé una brevísima exposición del salmo, que había dictado ya con anterioridad, constatando que había tocado este punto muy a la ligera. Consulté también los códices griegos para ver si la palabra hijos estaba en genitivo o dativo; hallé que estaba en genitivo, que es el caso que los griegos emplean por el ablativo. Interpretando a la letra es «se saciaron filiorum (de hijos)». El traductor sigue el pensamiento, y al modo latino dice «se saciaron filiis (de hijos)», en ablativo. Luego sigue: «Y dejaron las sobras a sus pequeños»15. Sin duda a los hijos de la carne. Luego, suprimiendo las palabras carne porcina y prefiriendo en su lugar los hijos, queda aquella sentencia que dice: Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos16. De este modo dejaron las sobras de sus iniquidades a los hijos.
6. Donde el salmo decimoquinto dice: Magnificó o magnifique todas sus voluntades entre ellos, nada impide que se lea en ellos. Por el contrario, parece más conveniente, ya que así lo traen los códices griegos. Con frecuencia, cuando el griego trae «en ellos», nuestros traductores interpretan «entre ellos» cuando se ajusta al texto. Leamos, pues, de acuerdo con gran parte de los códices: A los santos que están en la tierra de Él les magnificó todas sus voluntades en ellos17, entendiendo por voluntades los dones de la gracia, que son dados gratuitamente, es decir, porque Dios quiso, no porque se les debiera. Por eso dice: Con el escudo de tu buena voluntad los coronaste18; y también: Por tu voluntad me liberaste19; y también: Por su voluntad nos engendró en el Verbo de la verdad20; y también: Lluvia voluntaria derramas, Señor, en tu heredad21; y también: Dividiendo lo propio a cada uno según quiere22, y otros testimonios innumerables. Magnificó sus voluntades en ellos. ¿En quiénes sino en los santos que están en la tierra de El? Si la tierra, como hemos mostrado antes, admite un sentido bueno, aunque no se diga que es de Él, ¿cuánto más lo admitirá cuando se dice que es tierra de Él? Dios magnificó todas sus voluntades en ellos, porque los liberó maravillosamente de la desesperación.
7. Bajo esta maravilla exclama el Apóstol: ¡Oh profundidad de las riquezas, de la sabiduría y ciencia de Dios!23 Antes había dicho: Dios encerró a todos en la incredulidad para compadecerse de todos24. Así es como continúa el salmo: Se multiplicaron sus debilidades; después se apresuraron25. Puso debilidades en lugar de pecados, como dice el Apóstol a los Romanos: Si Cristo ha muerto por los impíos cuando todavía estábamos temporalmente débiles. Llama débiles a los que llamó impíos. Después repite la misma sentencia, diciendo: Dios pone de relieve su caridad en nosotros, puesto que Cristo murió por nosotros cuando éramos todavía pecadores. A los que antes llamaba débiles llama aquí pecadores, como más tarde, tratando de eso mismo con distintas palabras, dice: Si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo. Por eso, al decir se multiplicaron sus debilidades, se entiende que se multiplicaron sus pecados. Porque la ley entró para que sobreabundase el delito; mas como donde abundó el delito, sobreabundó la gracia26, por eso después se apresuraron. Porque Él no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores, ya que no son los sanos, sino los enfermos, quienes necesitan del médico27. Se multiplicaron, pues, sus debilidades para que su salud exigiera tan grande medicina y así amase mucho aquel a quien se le perdonan muchos pecados28.
8. Esto es lo que simbolizaban, pero no obraban, la ceniza del sacrificio, la aspersión de la sangre y la multiplicación de víctimas sangrientas. Por eso dice a continuación: No reuniré sus asambleas para las sangres, es decir, para aquellos sacrificios que se inmolaban en figura de la sangre de Cristo. Ni me recordaré de sus nombres por mis labios29. Porque sus nombres estaban en la multiplicación de sus debilidades, a saber: fornicarios, idólatras, adúlteros, dados a la molicie, sodomitas, ladrones, avaros, raptores, ebrios, maldicientes, y todos los demás que no poseerán el reino de Dios. Pero, como abundó el delito y luego sobreabundó la gracia, también ellos se apresuraron después. Fueron todo esto, pero quedaron limpios, santificados, justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios30. Por eso no me recordaré de sus nombres por mis labios. Los códices más esmerados y de mayor autoridad no ponen voluntades suyas, sino voluntades mías, lo cual sólo vale cuando se habla en nombre y persona del Hijo. El es el que habla y a El se refieren claramente las palabras de que usaron los apóstoles: No dejarás mi alma en el infierno ni dejarás a tu santo ver la corrupción31. Los dones de la gracia son comunes al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, y por eso puede el Hijo decir perfectamente sus voluntades.
9. Me parece que se ha de aplicar a los judíos la frase del salmo cincuenta y ocho que dice: No les des la muerte para que no se olviden de tu ley32, entendida como profecía; es decir, que había de ser derrotada y arruinada aquella gente, que no había de rendirse a las supersticiones del vencedor, sino que había de permanecer fiel a la ley antigua, para que existiese el testimonio de las Sagradas Escrituras en todo el mundo, del que iba a ser llamada la Iglesia. No hay documento más evidente que mostrar a los gentiles: ven para su salud que el que el nombre de Cristo goce de tal autoridad en la esperanza de la vida eterna no es algo inopinada y repentinamente establecido con espíritu de presunción humana, sino que ya fue profetizado y escrito desde antiguo. ¿No se estimaría que la profecía no es otra cosa que una invención nuestra, si no pudiese ser demostrada por los códices de nuestros enemigos? Por eso dicen: No les des la muerte, no extingas el nombre de esa gente para que no se olviden de tu ley, como hubiese ocurrido si se hubiesen visto compelidos a adoptar los ritos y sacrificios de los gentiles y hubiesen olvidado del todo el nombre de su religión. Para símbolo de esa gente, está escrito de Caín que el Señor puso en él una señal para que nadie le matase33. En fin, al decir no les des la muerte, no sea que se olviden de tu ley, parece como si preguntara qué se iba a hacer con ellos; en atención de la utilidad de su testimonio a favor de la verdad, no se les dé la muerte, es decir, no sean consumidos, ni olviden la ley de Dios. Sigue diciendo: Dispérsalos con tu poder34. Porque, si se encontrasen reunidos en una región, no ayudarían a la predicación del Evangelio que fructifica en todo el mundo35. Por eso dispérsalos con tu poder, para que en todas partes sean testigos de aquel a quien negaron, persiguieron, dieron muerte, por medio de esa ley que no olvidan: en ella está profetizado el mismo Cristo, a quien no siguen. En nada les aprovecha el no olvidar su ley; porque una cosa es tener la ley de Dios en la memoria, y otra muy distinta tenerla en el entendimiento y en la eficiencia.
10. Me preguntas cómo se interpreta aquella frase del salmo séptimo: Con todo, Dios aplastará la cabeza de sus enemigos, el vértice del cabello de los que caminan en sus iniquidades36. A mí me parece que no dice otra cosa que «Dios aplastará la cabeza de sus enemigos, que se engríen demasiado, que alardean demasiado de sus delitos». Por una hipérbole quiere indicar que la soberbia se engríe tanto, camina con tal altivez, que parece que al andar pisa el vértice de los cabellos. También preguntas por aquel otro pasaje del mismo salmo: La lengua de tus perros, hechos, de enemigos, tuyos gracias a él. No siempre los perros se toman en significación negativa; de otra suerte no reprendería el profeta a los perros, que no saben ladrar y gustan de dormir37. Luego serían perros dignos de alabanza si supiesen ladrar y les gustase velar. No hubiese escogido Gedeón para lograr la victoria aquellos trescientos, número sagrado que se representa por la letra de la cruz (tau), que bebieran el agua como los perros, si no se quisiese indicar un gran símbolo38. Los buenos perros velan y ladran por la casa y por el amo, por el rebaño y por el pastor. También aquí entre las alabanzas de la Iglesia, al consignar esa profecía, se cita la lengua de los perros, no sus dientes. Dice, pues: De los perros, hechos, de enemigos, tuyos, es decir, los que eran tus enemigos se convirtieron en tus perros, ladraron en tu defensa los que se ensañaban contra ti. Añadió, sin embargo, por obra de El, para que se entendiese que esto no era obra suya, sino de El, de la misericordia y gracia del Señor.
2 11. Respecto a los profetas de que habla el Apóstol en aquel pasaje: A unos hizo Dios apóstoles en la Iglesia, y a otros, profetas39, entiendo, como tú escribes, que se refiere a aquellos profetas entre los que se contaba Agabo, no a aquellos que profetizaron que el Señor había de venir en carne. Hallamos evangelistas, y no leemos que fuesen apóstoles, como, por ejemplo, Lucas y Marcos. Por lo que atañe a los pastores y doctores, que tú quieres que yo distinga con cuidado, creo que son la misma cosa, como tú mismo opinas; no hemos de entender que los pastores son una cosa y otra los doctores, sino que dice primero pastores y luego doctores, para que entiendan los pastores que a ellos corresponde enseñar. Por eso no dice: «A unos hizo pastores y a otros doctores», según hacía con los anteriores, al distinguir así: A unos los hizo apóstoles; a otros, profetas, y a otros, evangelistas, sino que con ambos nombres abarcó un mismo oficio, diciendo: Y a otros, pastores y doctores40.
12. Más difíciles de discernir son aquellos conceptos que el Apóstol cita escribiendo a Timoteo: Ruego en primer lugar que se hagan plegarias, oraciones, interpelaciones, acciones de gracias41. La distinción hemos de hacerla conforme a las palabras griegas, pues apenas se halla entre nuestros traductores quien se haya cuidado de verterlas al latín con ciencia y diligencia. Tú mismo transcribes (Obsecro fieri obsecrationes) «ruego que se hagan ruegos», mientras que el Apóstol no emplea la misma palabra para ambos conceptos, siendo así que escribió su epístola en griego. En lugar del latín (obsecro) ruego dice paracaló, mientras que para ese concepto que vuestro traductor latino traduce (obsecrationes) ruegos el Apóstol dice deéseis. Por eso otros códices, entre ellos los que corren por aquí, no dicen «obsecrationes» ruegos, sino «deprecationes» plegarias. En cambio, casi todos los códices latinos coinciden en las tres palabras siguientes: orationes, interpellationes y gratiarum actiones.
13. Si queremos acomodarnos al modo de hablar y distinguimos los conceptos según la propiedad de la lengua latina, podremos mantener un sentido nuestro o cualquier otro. Pero sería raro que ése fuese el sentido de la lengua o forma habitual de hablar griega. Precatio y deprecatio son una misma cosa para muchos de nosotros, y el uso general ha impuesto ese modo de ver. No obstante, los que hablaron con mayor precisión el latín, usaban el término precatio para desear bienes y deprecatio para evitar los males. Decían que precari era desear bienes rogando (precando); en cambio, imprecari se refería a los males, y es lo que vulgarmente se llama maldición o imprecación. Finalmente, deprecari es desviar los malesrogando (precando). Acomodémonos más bien al modo ordinario de hablar, y ya pongamos precationes, ya deprecationes, no corrijamos nada, pues corresponde a la palabra griega deéseis. El griego, en lugar de oraciones, dice proseuchás, y es muy difícil distinguirlo de las precationes o reprecationes. Algunos códices no dicen orationes, sino adorationes, porque en griego no se dice euchás, sino proseuchás. Me parece que no es buena traducción, pues es notorio que las orationes se dicen en griego proseuchás. En cambio, orar es muy distinto de adorar. No se usa de esta palabra cuando se dice en griego: Adorarás al Señor tu Dios; y también: Adoraré en tu santo templo42, y otros parecidos.
14. En lugar de interpellationes, como dicen nuestros códices, tú pones postulationes, según los vuestros; así creo. Con estas dos palabras, interpellationes y postulationes, han querido verter nuestros traductores lo que en griego se dice entéuxeis. Bien adviertes que en latín una cosa es interpellare y otra postulare. No solemos decir postulant interpellaturi, sino interpellant postulaturi, es decir, antes de pedir se hace la interpelación. Sin embargo, por la proximidad de ambos conceptos, no debemos tachar con censura la palabra que se emplee, puesto que la misma proximidad exige entendimiento. En efecto, de nuestro Señor Jesucristo se dice que interpela por nosotros43. ¿Acaso interpela y no postula? Al contrario, porque postula, por eso se dice que interpela. Pues con toda evidencia se dice de El en otro lugar: Si alguien pecare, tenemos como abogado ante el Padre a Jesucristo, justo; El es intercesión por nuestros pecados44. Quizá vuestros códices en ese lugar que se refiere a Jesucristo no dicen «interpela por nosotros», sino «postula por nosotros». Porque en griego por interpellationes, o postulationes, como tú lees, se escribe la misma palabra, «interpela por nosotros».
15. El que ora, ruega; el que ruega, ora, y el que interpela a Dios, lo hace para orar y rogar. ¿Qué quiere decir entonces esa distinción que parece poner el Apóstol para que la notemos con cuidado? Dejando, pues, aparte el concepto general y el modo ordinario de hablar, según el cual, ya digas precatio, oratio, interpellatio o postulatio, quieres significar la misma realidad, hay que notar algún matiz en cada una de esas palabras. Pero es difícil concretarlo bien, si bien puede hablarse mucho y sin reparo.
16. Prefiero entender esas palabras como toda o casi toda la Iglesia suele usarlas. Así entendemos por precationes las que proferimos en la celebración de nuestros sacramentos antes de comenzar a bendecir (el pan y el vino) colocados en la mesa del Señor. Las llamamos orationes cuando se bendice, se consagra y se parte para su distribución, y esa petición la termina casi toda la Iglesia con la oración del Señor. El mismo origen de la palabra griega nos invita a entenderlo así, ya que, cuando se dice euché, no suele la Escritura indicar que se entienda oratio. Con mayor frecuencia y mayor uso anuncia el votum por euché, mientras que el término proseuchén, que es el que aquí comentamos, siempre indica orationem. Por eso, algunos que con menos erudición han considerado el origen de ese término traducen, no orationem, sino adorationem, término que corresponde al griego proskynesis; Como algunas veces la oración se llama euché, han pensado que la adoración es la proseuché. Pero si con mayor frecuencia se traduce en la Escritura euché por votum, dejando a un lado el concepto general de oración, hemos de entender propiamente por oración la que formulamos para un votum, proseuchén. Ahora bien, votum es un ofrecimiento a Dios, en especial la oblación del altar; con este sacramento del altar se anuncia ese nuestro voto máximo, por el que nos comprometemos a permanecer en Cristo, es decir, en la estructura del Cuerpo de Cristo. De esa realidad es sacramento simbólico el del altar, pues en él muchos formamos un pan, un cuerpo45. Estimo que por eso, al preparar esta santificación, manda el Apóstol que se haga proseuchás, es decir, orationes, o adorationes, como algunos menos doctos han traducido. Porque esto hace ya referencia al votum, que con mayor frecuencia se llama en la Escritura euché. Las interpellationes o postulationes, como dicen vuestros códices, se formulan cuando se bendice al pueblo. Entonces los obispos hacen las veces de abogados y ofrecen a la misericordiosa Potestad a sus protegidos por la imposición de las manos. Acabado este rito, y una vez que se participa de tan gran sacramento, se concluye con la acción de gracias, que es también la última palabra con que concluye este pasaje el Apóstol.
17. He dicho todo esto principalmente para que, después de considerarlo y concretarlo brevemente, pensemos que no hemos de descuidar lo que sigue: Por todos los hombres, por los reyes y los que están en el poder, para que llevemos una vida sosegada y tranquila con toda piedad y caridad46. Nadie crea, como suele acaecer con la debilidad del pensamiento humano, que no debe orar por los que persiguen a la Iglesia, puesto que los miembros de Cristo han de ser reunidos de todas las naciones. Por eso sigue diciendo: Esto es bueno y aceptable delante de Dios nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Y para que nadie dijese que para salvarse basta la buena conducta y el culto del Dios omnipotente, sin necesidad de participar en el cuerpo y sangre de Cristo, añade: Porque no hay más que un Dios y un Medianero entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús47. Así se entiende que las palabras quiere que todos se salven no aprovechan sino por el Medianero, no en cuanto Dios, pues como Verbo siempre fue Dios, sino en cuanto hombre Cristo Jesús, pues el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros48.
18. Por lo tanto, no te cause extrañeza lo que el mismo Apóstol dice de los judíos: Según el Evangelio son enemigos por vuestra causa, pero según la elección son amados por razón de los padres. La profundidad de las riquezas, de la sabiduría y ciencia de Dios, sus inescrutables juicios y sus secretos caminos49 infunden una gran admiración en los corazones fieles. Estos no dudan de la divina sabiduría (que llega de un cabo hasta el otro con fortaleza y todo lo dispone con suavidad)50, cuando a Dios le place que nazcan, crezcan y se multipliquen51 aquellos que, aunque no fueron hechos malos por Dios, supo Dios, sin embargo, que habían de ser malos. Está demasiado escondido ese consejo por el cual usa bien aun de los malos para provecho de los buenos, engrandeciendo también de ese modo la omnipotencia de su bondad. Porque, como es propio de la iniquidad de los malos el usar mal de las buenas obras divinas, así es propio de la divina sabiduría el usar bien de las obras perversas de los malos.
19. La profundidad de ese sacramento nos la presenta el Apóstol de este modo: No quiero que ignoréis, hermanos, este misterio, para que no seáis sabios a vuestros ojos, porque se ha producido la ceguera de parte de Israel, hasta que llegue la plenitud de los gentiles, y de este modo todo Israel se salvará52. Dice en parte, porque no todos los israelitas quedaron ciegos, ya que existían quienes habían conocido a Cristo. Y llega la plenitud de los gentiles cuando llegan aquellos que han sido llamados según el propósito divino. Así se salvará todo Israel, pues de los judíos y de los gentiles que fueron llamados según el propósito divino se forma el verdadero Israel, del que dice el Apóstol: Y sobre el Israel de Dios53. A los israelitas los llama Israel según la carne, diciendo: Mirad a Israel según la carne54. A continuación intercala un testimonio del profeta: Vendrá de Sión quien arranque y quite la impiedad de Jacob; y éste es el testamento que les daré cuando borrare sus pecados55; el cual testimonio no se refiere a todos los judíos, sino a los elegidos.
20. A continuación presenta el punto que tú me consultas: Según el Evangelio son enemigos por causa vuestra56. El precio de nuestra redención es la sangre de Cristo, y éste no pudo recibir la muerte sino de sus enemigos. Ahí tienes el buen uso de los malos en provecho de los buenos. Al añadir pero según la elección son amados por razón de los padres57, anuncia que los amados no son los enemigos, sino los elegidos. Sólo que la Escritura suele hablar de la parte por el todo. Así, al principio de la carta a los Corintios los alaba como si todos fuesen laudables, no siéndolo sino algunos de ellos. Más adelante, en otros pasajes de la misma carta, los reprende como si todos fuesen culpables, por algunos que lo eran. Quien advierta con diligencia esta costumbre de las divinas Escrituras, que se extiende por todas ellas, hallará solución para muchos puntos que parecen contradictorios. Llama, pues, a unos enemigos, y a otros, amados. Mas, como todos están en el mismo pueblo, parece que se refiere a los mismos. Por lo demás, los mismos enemigos, que crucificaron al Señor, se convirtieron en su mayor parte y aparecieron entre los elegidos. En cuanto al principio de su salvación, son elegidos desde que se convirtieron; pero en cuanto a la presciencia de Dios, lo fueron, no desde entonces, sino desde antes de la creación del mundo, pues el Apóstol dice que Dios los eligió antes de la creación del mundo58. De doble manera son enemigos los mismos que fueron elegidos: primero, porque todos estaban en el mismo pueblo; segundo, porque, de esos enemigos que se ensañaron hasta derramar la sangre de Cristo, algunos habían sido amados según la elección que latía en la presciencia de Dios. Para eso añadió: Por razón de los padres. Porque era menester que se cumpliera lo que prometió a los padres, como se dice hacia el fin de la carta a los Romanos: Digo que Cristo fue ministro de la circuncisión por la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres, mientras que los gentiles, por una excesiva misericordia, glorifican a Dios59. Por razón de esa misericordia se dijo: Son enemigos por causa vuestra, como antes había dicho: De su delito proviene la salvación para los gentiles60.
21. Dice: según la elección son amados por razón de los padres, y añade: porque sin arrepentimiento se dan los dones y la vocación de Dios61. Ya ves que se refiere a los que pertenecen al número de los predestinados. De ellos dice en otro lugar: Sabemos que para los que aman a Dios todas las cosas cooperan al bien, para aquellos que según el plan han sido llamados62. Pero muchos son los llamados y pocos los elegidos63. Ahora, los que son elegidos son llamados según el plan, y en ellos no puede engañarse la presciencia de Dios. A éstos los previó y predestinó para que fuesen conformes con la imagen de su Hijo, para que El sea primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, a ésos los llamó también. Esta vocación se realiza según el plan y en ella no cabe el arrepentimiento. A los que llamó, a ésos justificó; a los que justificó, los glorificó. Si está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?64
22. No entran en esta vocación los que caminan algún tiempo en la fe que obra por la caridad65, pero no perseveran hasta el fin. Pudieran ser arrebatados, para que la malicia no trocase su entendimiento66, si hubiesen pertenecido a esa predestinación y vocación que se cumple según el plan e infaliblemente. Pero nadie presuma y juzgue los secretos ajenos diciendo: «Fueron arrebatados de esta vida antes de que desertasen de la fe porque en su vida no se comportaban con rectitud, y Dios veía eso en sus corazones, aunque a los hombres les pareciese otra cosa». Para que nadie piense así, ¿qué se dirá de los niños, que en su mayor parte reciben a esa edad el sacramento de la gracia cristiana, y sin duda pertenecerían a la vida eterna y al reino de los cielos si entonces muriesen, v, sin embargo, se les deja crecer y algunos de ellos apostatan? ¿Por qué, sino porque no pertenecen a aquella predestinación y vocación que según el plan y sin retroacción?67 Mas ¿por qué unos pertenecen a ella y otros no? La causa puede ser oculta, pero no puede ser injusta. ¿Acaso se da iniquidad en Dios? De ningún modo68. Eso pertenece a aquella profundidad de los juicios que espantó al Apóstol cuando la consideró. Y los llama juicios para que nadie piense que se ejecutan por la iniquidad o temeridad de su Autor o porque bajo la influencia del acaso o de la suerte falla alguna pieza de esos siglos dispuestos bajo la alta sabiduría de Dios.
23. En la carta a los Colosenses está escrito: Nadie os seduzca afectando humildad, y lo demás que sigue69. Confiesas que te resulta obscuro. Yo tampoco lo entiendo aún claramente. ¡Ojalá me lo hubieses preguntado en mi presencia! Porque, para dar el sentido que yo creo tienen estas palabras, hay que utilizar una expresión especial en el rostro y el tono de la voz, y eso no puede expresarse por escrito para que se aclare en parte. Me parece que resulta más obscuro porque no se pronuncia rectamente. Porque cuando se escribe: No toquéis no gustéis, no te contaminéis70, parece que el Apóstol da un precepto prohibiendo tocar, gustar y contaminarse. En cambio, se trata de lo contrario, a no ser que yo me engañe por esa oscuridad. Pone esas palabras para burlarse de aquellos cuyo engaño y seducción trataba él de anular ante los gálatas, porque esos seductores querían distinguir las comidas según el culto de los ángeles, y así pronunciaban su juicio sobre las cosas de este mundo diciendo: No toquéis, no gustéis, no os contaminéis, siendo así que todas las cosas son limpias para los limpios, y toda criatura de Dios es buena71; lo que el mismo Apóstol explica con mayor claridad en otra parte.
24. Veamos, pues, todo el contexto de ese pasaje. Advirtiendo la intención del Apóstol, quizá alcanzaremos, según nuestras fuerzas, el sentido que le da. Temía que aquellos a quienes escribe fuesen seducidos por las sombras de la realidad con el dulce nombre de ciencia, y fuesen apartados de la luz de la verdad, que está en Jesucristo nuestro Señor72. Veía que había que precaverse de ese cuidado de las vanas y superfluas observancias, de supersticiones de la gentilidad, especialmente de aquellos que se llamaban filósofos, y del judaísmo, cosas que se presentaban bajo el nombre de sabiduría y de ciencia. Había que disipar aquellas que fueron sombras de cosas futuras73, pues ya había llegado Cristo, que era la luz de esas sombras74. Recuerda, pues, y pone ante los ojos cuánto hubo de combatir por ellos y por los que estaban en Laodicea, y por todos los que no habían visto su rostro físico, para que se consolasen en el corazón, unidos todos por la caridad y en todos los tesoros de la plenitud de entendimiento, para conocer el misterio de Dios, que es Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia; y añade: esto digo, que nadie os seduzca con palabras de apariencia de verdad75. Puesto que ellos se dejaban llevar por el amor a la verdad, temió el Apóstol que la semejanza de la verdad les engañase. Por eso les recomendó el dulcísimo tesoro que tenían en Cristo, a saber, tesoro de sabiduría y de ciencia, bajo cuyo nombre y promesa podían ser inducidos a error.
25. Dice así: Aunque corporalmente estoy ausente, estoy en espíritu con vosotros, celebrando y contemplando vuestra vida ordenada y lo que todavía le falta a vuestra fe en Cristo. Temía por ellos porque veía lo que aún les faltaba. Luego sigue: Como habéis recibido a Jesucristo nuestro Señor, caminad en Él; arraigados y apoyados en Él y confirmados en la fe, como habéis recibido, abundando en la acción de gracias76. Quiere que se nutran en la fe, para que se hagan capaces de participar en los tesoros de sabiduría y de ciencia que están escondidos en Cristo, no sea que antes de ser idóneos para recibirlos sean engañados por palabras con apariencia de verdad y se desvíen del camino de esa verdad. Sigue: Mirad que nadie os engañe por la filosofía y seducción vana según la tradición de los hombres, según los elementos del mundo y no según Cristo; porque en Él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente. Dice corporalmente porque los seductores utilizan sombras, alterando el uso de la palabra; el término sombras no es la palabra propia que se deba emplear en estos asuntos, pero sufre el traslado por razón de la semejanza. Sigue diciendo: Estáis llenos en Él, pues es la cabeza de todo principado y potestad77. La superstición de los gentiles o de los filósofos se valía de los términos principado y potestad para seducir, recomendando esa que llaman teología según los elementos del mundo. Y quiere que se entienda que Cristo es la cabeza de todos esos elementos, principio de ellos, como el mismo Cristo respondió cuando se le preguntó: ¿Quién eres tú? El principio, que hablo con vosotros78. Porque todas las cosas fueron hechas por Él, y sin Él nada se hizo79. De un modo admirable pretende que los gálatas desprecien esas que parecen maravillas, cuando les muestra que son cuerpo de aquella Cabeza, diciendo: Y estáis llenos en Él, pues es la cabeza de todo principado y potestad.
26. Ahora, para que no sean seducidos por las sombras de los judíos, añade: En el cual habéis sido circuncidados, no con circuncisión hecha por mano de hombre, despojándoos del cuerpo carnal, —o, como otros códices dicen, «despojándoos del cuerpo de los pecados de la carne»—, sino en la circuncisión de Cristo, sepultados en el bautismo con El, en el cual habéis resucitado por la fe en la obra de Dios, que le resucitó de entre los muertos80. Mira cómo aquí les muestra el Cuerpo de Cristo81 para que desprecien aquellas maravillas y se unan a su alta Cabeza, el Medianero entre Dios y los hombres, Cristo Jesús82, y no busquen ningún otro falso o inútil medio de adherirse a Dios. Sigue: Y vosotros, cuando estabais muertos en los placeres y en el prepucio de vuestra carne. Llama aquí prepucio a lo que representa el prepucio, es decir, a los delitos carnales, de los que nos hemos de despojar. Luego concluye: Os vivificó con El, perdonándoos todos los delitos, destruyendo el documento que se había levantado contra nosotros, y que nos era contrario. Porque los hacía culpables la ley que había entrado para que abundase el delito83. Prosigue: Quitándolo de en medio y fijándolo a la cruz, y se despojó de su carne y dio como ejemplo a los principados y potestades, triunfando confiadamente de ellos en sí mismo84. No se refiere a los buenos, sino a los malos principados y malas potestades, es decir, a las diabólicas y demoniacas. Cristo los puso como ejemplo, para que, como El se despojó de su carne, así mostrase que los suyos habían de despojarse de los vicios, por los que les dominaban los demonios.
27. Mira ahora con diligencia cómo concluye la afirmación que nos ha traído a recordar todo el contexto: Luego nadie os juzgue por la comida; como si hubiese dicho todo lo anterior, porque por observancias de esta clase eran apartados de la verdad que los hacía libres. De ella se dice en el Evangelio: Y la verdad os hará libres85. Por eso nadie os juzgue en la comida, o en la bebida, o en parte de días de fiesta, neomenias o sábados; todo eso es sombra del futuro86. Lo cual se aplica al judaísmo. Luego continúa con las supersticiones de los gentiles: Siendo cuerpo de Cristo, nadie os declare culpables; es decir, demasiado torpe, incongruente y extraño a la generosidad de vuestra libertad es que, siendo cuerpo de Cristo, os dejéis seducir por sombras y aparezcáis como convencidos de pecado, porque desdeñáis esas observancias. Siendo cuerpo de Cristo, nadie os declare culpables afectando humildad de corazón87. Si empleásemos la palabra griega, sería más corriente el sentido en la misma costumbre latina. Cuando alguien simula ser rico, le llamamos vulgarmente thelodives; al que simula ser sabio, thelosabio, y así de los demás. Por eso se dice aquí thelohumilde, es decir, thelon humilde, que quiere ser humilde, que afecta la humildad. Se entiende que quiere parecer humilde, afectando humildad. Porque con esas observancias se pretende que el corazón del hombre se haga humilde con la religión. Y añade: Y con el culto de los ángeles88, o, como dicen vuestros códices, «con la religión de los ángeles», que en griego se dice Threskeía. Por ángeles quiere que entendamos los principados, puestos al frente de los elementos de este mundo, a los que pensaban que se debía adorar con esas observancias.
28. Nadie, pues, dice, os declare culpables, siendo Cuerpo de Cristo, queriendo parecer humildes de corazón en el culto de los ángeles, inculcando lo que no vio, o, como otros códices dicen, inculcando lo que vio. Quizá quiso decir inculcando que no vio, porque los hombres obran por sospechas y opiniones, no porque hayan visto que así se ha de hacer; o bien dijo inculcando que vio, es decir, teniéndolo en alto aprecio, porque uno vio que en otros lugares lo hacían de otra manera ciertos hombres, en cuya autoridad tenía fe, aunque no le dieron la explicación, y por eso se cree grande, porque le acaeció presenciar los secretos de ciertos ritos. Pero el sentido más completo es inculcando lo que no vio, engreído en vano en su mente carnal. De un modo admirable dice aquí que está engreído con la mente de su carne, como antes le había llamado thelohumilde; porque acaece de un modo extraño que el pensamiento humano se engríe de una falsa humildad más aún que si se enorgulleciese abiertamente. Añade: Y no adhiriéndose a la cabeza —en la que se ha de entender a Cristo—, por la que todo el cuerpo se une y traba, es alimentado y coordinado y crece hasta alcanzar el crecimiento querido por Dios. Pues si estáis muertos con Cristo para los elementos de este mundo, ¿por qué juzgáis acerca de este mundo como si estuvieseis vivos?89
29. Dicho esto, coloca las palabras de aquellos que juzgan de este mundo por esas vanas observancias que parecen razonables, engreídos con la afectada vanidad de la humildad: No toquéis, no gustéis, no os contaminéis. Para entender esto, recordemos lo que dijimos antes. No quiere que ellos sean juzgados por estas observancias, al decir: No toquéis, no gustéis, no os contaminéis, porque todo eso es para corrupción debido al abuso. Como si dijera: todo eso más bien sirve para corrupción, cuando se abstienen supersticiosamente de ello, de modo que el hombre abusa, es decir, no usa de ello según los preceptos y doctrinas de los hombres. Esto está claro. Pero insistes en preguntarme lo que sigue: Parece que esas cosas tienen apariencia de sabiduría en su observancia, en humildad de corazón y mortificación del cuerpo, —o, como otros han traducido, para no perdonar al cuerpo— no en honor alguno para satisfacción de la carne90. ¿Por qué, preguntas tú, se dice que tienen razón de sabiduría, cuando así las reprende?
30. Diré lo que tú mismo puedes advertir en la Escritura. Con frecuencia se coloca la sabiduría en la sede de este mundo, y se la llama con mayor claridad sabiduría de este mundo91. No te extrañes que aquí no se cite la palabra mundo, pues tampoco se la cita en aquel otro lugar que dice: ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el escriba?92 No se dice: «¿Dónde está el sabio de este mundo?» Sin embargo, se sobrentiende. Del mismo modo se ha de interpretar esta apariencia de sabiduría. Nada dicen ellos sobre estas supersticiosas observancias en que no aparezca que se da una cierta apariencia de sabiduría acerca de los elementos de este mundo y de la naturaleza de las cosas. Cuando dice: Guardaos de que nadie os engañe por la filosofía93, no añade «de este mundo». ¿Qué es filosofía en el latín, sino afán de sabiduría? Por eso dice: «Algunas de estas cosas tienen apariencia de sabiduría», es decir, de ellas se puede dar alguna razón según los elementos de este mundo, los principados y potestades. En la observancia y humildad de corazón: lo que se logra con estas cosas es que el corazón quede humillado con el vicio de la superstición. Para no perdonar al cuerpo: porque se le priva de esos alimentos y se le obliga a abstenerse de ellos. No en honor alguno para satisfacción de la carne, es decir, no es que la carne se satisfaga mejor con este alimento que con el otro, pues para su necesidad basta con que se repare y vigorice con cualquiera que sea apto para la salud.
3 31. Tu consulta sobre el Evangelio suele causar extrañeza a muchos. ¿Cómo, habiendo resucitado el Señor con su mismo cuerpo, muchos de ambos sexos que le conocían, no le reconocían después de su resurrección, mientras otros sí? Suele preguntarse en primer lugar si se produjo alguna novedad en el cuerpo o en los ojos de ellos por la cual no le reconocieran. Se lee: Estaban impedidos los ojos de ellos para que no lo reconocieran94. Eso parece indicar que se produjo algún impedimento para reconocerle en los ojos de los que le veían. Pero en otro lugar se dice claramente: Se les apareció bajo otro aspecto95, es decir, que con su mismo cuerpo tenía otra apariencia, y en él se produjo ese impedimento, por el que los ojos de ellos tardaron en reconocerle. Dos son las propiedades del cuerpo por las que es reconocida la figura, a saber, los rasgos y el color. Y yo me admiro de que antes de la resurrección, cuando se transfiguró en el monte, de modo que su rostro quedó luminoso como el sol96, nadie se extrañe de que pudiese transfigurarse hasta adquirir su cuerpo tal excelencia de resplandor y color de luz. Y me admiro de que les cause extrañeza el que después de su resurrección quedasen tan transfigurados sus rasgos, que no pudiera ser reconocido, y que, por la misma facilidad y poder que tenía cuando en el Tabor volvió a su color normal, volviese a sus rasgos normales después de la resurrección. Aquellos tres discípulos en cuya presencia se transfiguró en el monte, no le hubiesen reconocido si hubiese llegado entonces a ellos viniendo de otra parte. Como estaba con ellos, estaban ciertos de que era Él. ¿Qué significa eso en nuestro caso? Porque era el mismo cuerpo que se transfiguró en el monte, el cuerpo que tenía de joven, y el mismo con que nació. Con todo, si lo hubiese visto de pronto en su figura de adulto alguien que sólo le hubiese conocido cuando era pequeñito, no le hubiese reconocido. ¿Acaso no pudo la potencia de Dios cambiar los rasgos con mayor rapidez que lo hace la edad por espacio de años?
32. Respecto a las palabras de María: No me toques, pues todavía no he subido al Padre97, te hago saber que las he entendido del mismo modo que tú. De ese modo quiso indicar un contacto espiritual, es decir, exigir un acercamiento mediante la fe, con la que se cree que es excelso junto con el Padre. Cuando aquellos dos le reconocieron en la fracción del pan98, nadie debe dudar de que se trataba del sacramento que a todos nos reúne cuando lo conozcamos.
33. En otra carta, cuya copia te envié poco ha, dije lo que opinaba acerca de las palabras de Simeón cuando dijo a la Virgen, Madre del Señor: Y una espada traspasará tu propia alma. Es lo mismo que te parecía a ti. Y lo que añadió, a saber: Para que se revelen los pensamientos de muchos corazones99, creo que se explica porque en la pasión del Señor se manifestaron las asechanzas de los judíos y la debilidad de los discípulos. Es creíble que bajo el nombre de espada se quisiera sugerir la tribulación, pues con esa espada del afecto doloroso fue traspasada el alma de la madre. Esa espada estaba en la boca de los perseguidores, de quienes se dice en un salmo: Y en su boca hay una espada100. Ellos eran los hijos de los hombres, cuyos dientes son armas y saetas, y su lengua una espada afilada101. El hierro que traspasó el alma de José, indica, a mi entender, la dura tribulación en que fue colocado, pues se dice con claridad: Una espada traspasó su alma hasta que llegase su palabra, es decir, permaneció en la dura tribulación el tiempo necesario, hasta que se cumplió lo que predijo. Por ello fue tenido por grande y librado de la tribulación. Mas para que no se atribuyese a humana sabiduría el que llegase su palabra, es decir, que se cumpliese lo que profetizó, según su costumbre, la Escritura santa da la gloria a Dios y luego añade: La palabra del Señor le probó al fuego102.
34. Según mis alcances, y ayudado por tus oraciones, he contestado a tus consultas y a los temas de discusión que me enviaste. Porque, cuando discutes valiéndote de preguntas, eres agudo en preguntar y humilde en enseñar. Es útil que haya diversidad de opiniones en los lugares oscuros de las divinas Escrituras, pues Dios nos las ha dejado para ejercitarnos, y que a unos les parezca una cosa y a otros otra, con tal que todos estén de acuerdo con la sana fe y doctrina. Perdona a esta pluma mía, excesivamente apresurada, pues he tenido que alcanzar al correo cuando ya estaba embarcado. Vuelvo a saludar con especial interés en esta carta a Paulino nuestro hijo, dulcísimo en la caridad de Cristo. Le exhorto brevemente, por la prisa que llevo, a que dé cuantas gracias pueda a la misericordia de Dios, que sabe prestar auxilio en la tribulación, porque desde una turbulenta tempestad le ha llevado al puerto, que tú alcalizaste con más sosegadas olas sin fiarte de la calma del mar, y porque le ha ofrecido tu dirección para recibir y sostener sus primeros pasos; que todos sus huesos digan: Señor, ¿quién hay semejante a ti?103 No sacará más fruto de oír lo que yo enseño o expongo ni de recibir mis exhortaciones que de verte tu vida. Los siervos (de Dios) como yo que me acompañan devuelven el saludo a tu santa y sincera benignidad. Todavía no ha vuelto a Hipona nuestro compañero y diácono Peregrino desde que partió de mí con nuestro santo hermano Urbano, cuando marchó a tomar la carga del episcopado. Pero sé por sus cartas y por rumores que lo afirman que están salvos en el nombre del Señor. Saludo con afecto fraternal a mi colega en el presbiterado Paulino y a todos los que gozan de tu presencia en el Señor.