Tema: Exhortación a la unidad.
A los donatistas
Hipona. A finales del año 403.
1. A vosotros, donatistas, os dice la Iglesia católica: Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo seréis pesados de corazón? ¿Por qué amáis la vanidad y buscáis la mentira?1 ¿Por qué os separasteis de la unidad del mundo entero con ese infame sacrilegio del cisma? Aceptáis las falsedades que os dicen unos hombres que o mienten o yerran, acerca de una supuesta entrega de los divinos códices, para que muráis en esa separación herética, y no aceptáis lo que los mismos códices os dicen para que viváis en la paz católica. ¿Por qué abrís los oídos a las palabras de los hombres, que os dicen lo que jamás pudieron probar, y sois sordos para la palabra de Dios, que os dice: El Señor me dijo: Hijo mío eres tú, yo te engendré hoy; pídeme y te daré todas las naciones para herencia tuya, y para posesión tuya los términos de la tierra?2 A Abrahán se le hicieron las promesas y a su linaje. No dice a sus hijos, como si fuesen muchos, sino, como si fuese uno, dice: Y a tu linaje, que es Cristo3. En tu linaje serán benditas todas las naciones4. Levantad los ojos del corazón y ved por todo el mundo cómo en el linaje de Abrahán son benditas todas las generaciones. Entonces uno solo creyó lo que aún no veía; vosotros lo veis y mostráis recelo. La pasión del Señor es el rescate del mundo entero. El redimió al mundo, y vosotros os apartáis del mundo; pero no para vuestro beneficio, sino más bien litigáis sobre una parte para perderlo todo. Escuchad en el Salmo el rescate con que fuimos redimidos: Clavaron mis manos y mis pies, contaron todos mis huesos. Mas ellos me vieron y contemplaron; dividieron entre sí mis vestidos y sobre mi túnica echaron suertes5. ¿Por qué queréis ser los repartidores de los vestidos del Señor, y no queréis retener con todo el orbe la túnica de la caridad, tejida de arriba abajo, que ni siquiera los perseguidores dividieron? En el mismo salmo se lee que todo el orbe mantiene esa caridad: Volverán en sí y se convertirán al Señor todos los términos de la tierra, y adorarán en su presencia todas las gentes; porque de Él es el reino y El dominará en las naciones6. Abrid los oídos del corazón y oíd que el Dios de los dioses, el Señor, ha hablado y llamó a la tierra desde el nacimiento del sol hasta el ocaso; desde Sión la hermosura de su decoro7. Si no queréis entender esto, oíd el Evangelio, que os dice por la propia boca del mismo Señor: Es menester que se cumplan acerca de Cristo todas aquellas cosas que están escritas acerca de mí en la Ley, en los Profetas y en los Salmos, y que sea predicada en mi nombre la penitencia y la redención de los pecados por todas las naciones, comenzando por Jerusalén8. Lo que dijo en el Salmo: Llamó a la tierra desde el nacimiento del sol hasta el ocaso, es lo mismo que dijo en el Evangelio: Por todas las naciones; y lo que dijo en el Salmo: desde Sión la hermosura de su decoro, es lo mismo que dijo en el Evangelio: empezando desde Jerusalén.
2. Fingís que evitáis la cizaña antes del tiempo de la siega, porque no sois más que cizaña. Si fueseis trigo, toleraríais la cizaña mezclada al mismo y no os apartaríais de la mies de Cristo9. De la cizaña es de la que dijo: Porque abundó la iniquidad, se resfriará la caridad de muchos; en cambio, del trigo se dijo: Quien perseverare hasta el fin, éste será salvo10. ¿Por qué creéis que la cizaña ha crecido hasta llenar el mundo, mientras el trigo ha decrecido hasta reducirse a sola el África? Os llamáis cristianos y contradecís a Cristo. Él dijo: Dejad que crezcan ambos hasta la siega11. No dijo: «Crezca la cizaña y decrezca el trigo». Él dijo: El campo es este mundo. No dijo: «El campo es África». Él dijo: La siega es el fin del mundo. No dijo: «La siega es el tiempo de Donato». Él dijo: Los segadores son los ángeles12. No dijo: «Los segadores son los caudillos de los circunceliones». Mas, al acusar al trigo como si fuese cizaña, demostráis que sois cizaña, y lo que es más grave, os separáis del trigo antes de tiempo. Vuestros mayores, en cuyo sacrilegio cismático permanecéis, entregaron ante los registradores municipales los códices sagrados, y los instrumentos de la Iglesia a los perseguidores; algunos los perdonaron cuando ellos confesaron; con ellos comulgaron, y todos juntos se reunieron en furiosa facción en Cartago: condenaron a los que no fueron ni interrogados, consumado el crimen de traición que entre sí habían arreglado; ordenaron un obispo contra el que ya había, levantando altar contra altar. Luego enviaron cartas al emperador Constantino para que los obispos de ultramar juzgasen el pleito de los obispos africanos. Concedidos los jueces que pidieron y vista la causa en Roma, no aceptaron la sentencia. Acusaron a los obispos ante el emperador, como si hubiesen juzgado mal. De otro tribunal reunido en Arlés volvieron a apelar al mismo emperador en persona. El los oyó en juicio y halló que eran calumniadores. Con todo, permanecieron en el mismo crimen. Despertad en beneficio de vuestra salvación, amad la paz, volved a la unidad. Todo esto os lo podemos leer cuando gustéis, tal y como tuvo lugar.
3. Comulga con los malos quien consiente en las acciones de los malos, pero no quien tolera en el campo del Señor la cizaña hasta el tiempo de la siega o la paja hasta la última bielda. Si odiáis a los malos, renunciad al crimen del cisma. Si temierais la mezcla de los malos, no hubierais tenido durante tanto tiempo con vosotros a Optato, quien entre vosotros vivía en notoria iniquidad. Y ya que ahora le llamáis mártir, sólo os falta llamar Cristo a ese por quien Optato murió. En fin, ¿en qué os ofendió el orbe del que os habéis dividido con ese infame furor? ¿Y qué méritos tenían los maximianistas, a quienes primero condenasteis y arrojasteis de sus basílicas por medio de los jueces y después recibisteis con sus dignidades? ¿En qué os ofendió la paz de Cristo, contra la cual os dividisteis de aquellos a quienes calumniasteis? ¿Y qué méritos tuvo la paz de Donato, pues por ella recibisteis a aquellos a quienes habíais condenado? Feliciano Mustitano está ahora con vosotros. Leemos que primero fue condenado en vuestro concilio, después acusado por vosotros ante el tribunal del procónsul y más tarde combatido por vosotros en su misma ciudad Mustitana ante los registros municipales.
4. Si es criminal la entrega de los códices, pues Dios castigó con muerte en la guerra al rey que echó al fuego el libro de Jeremías13, ¿cuánto más criminal será el sacrilegio del cisma, cuyos autores, con los que vosotros comparasteis a los maximianistas, fueron devorados por la tierra?14 ¿Por qué nos echáis en cara un crimen de traición que no probáis, y a vuestros cismáticos los condenáis y después los recibís? Si sois justos porque padecéis la persecución del emperador, más justos que vosotros son los maximianistas, a quienes vosotros perseguisteis valiéndoos de los jueces enviados por los emperadores católicos. Si solos vosotros tenéis el bautismo, ¿qué obró entre vosotros el bautismo de los maximianistas en aquellos a quienes bautizó el excomulgado Feliciano, puesto que volvió a vuestra comunión con todos ellos? Vosotros, laicos, pedid que os contesten a estas preguntas vuestros obispos, si no quieren hablar con nosotros. Y por vuestra salud, pensad qué significa ese mismo hecho de no querer hablar con nosotros. Si los lobos hicieron un concilio para no querer hablar con los pastores, ¿por qué las ovejas perdieron el sentido hasta acercarse a las madrigueras de los lobos?