CARTA 62

Traducción: López Cilleruelo, OSA

Tema: Conflicto a propósito de un clérigo llamado Timoteo.

Alipio, Agustín y Sansucio y los hermanos que están con nosotros saludan en el Señor a Severo, señor beatísimo y venerablemente amadísimo y auténtico hermano y consacerdote, y a los que le acompañan.

Hipona. A mediados del 402.

1. Llegamos a Subsana y nos informamos de lo que en nuestra ausencia se obró allí contra nuestra voluntad. Constatamos que algunas circunstancias eran como nos las habían contado, mientras otras habían sucedido de diverso modo; pero todas eran objeto de dolor y tolerancia. Con la ayuda de Dios, las corregimos, en parte con una reprensión, en parte con una amonestación y en parte con la oración. Lo que más nos entristeció, después de la marcha de tu santidad, fue que se dejase partir a los hermanos sin guía para el camino. Te pedimos que lo perdones y sepas que se hizo más bien por timidez que por malicia. Los de aquí pensaron que a esos hermanos los enviaba nuestro hijo Timoteo para encolerizar a tu caridad contra nosotros, y quisieron dejar todo como estaba hasta nuestra llegada, suponiendo que tú vendrías con nosotros. Se imaginaron que los hermanos no se irían si no se les ofrecía un guía para el camino. Pero, con todo, fue un pecado sin duda. Le dijeron a Fosor que Timoteo había partido ya con los hermanos, lo cual era falso. Pero no se lo dijo el presbítero. Y todos han declarado, con la sinceridad que cabe en estos asuntos,que el hermano Carcedonio ignoraba en absoluto todo el conflicto.

2. ¿Para qué insistir más? Nuestro citado hijo Timoteo, turbado intensamente al conocer esa inopinada duda tuya, nos manifestó que, cuando dialogabas con él para que sirviese a Dios en Subsana, se había determinado a jurar que no había de apartarse de ti. Al indagar sus intenciones nos contestó que dicho juramento le impedía quedarse allí, donde ya antes queríamos que estuviese, estando ya tranquilo por lo que respecta sobre todo a la manifestación de su libertad. Le manifestamos que en este caso no es reo de perjurio, pues no es él el causante de tener que vivir fuera de Subsana. Bien claro está que eres tú el responsable y que sólo por evitar el escándalo no puede él permanecer contigo. Pudo pronunciar un juramento acerca de su propia voluntad, pero no acerca de la tuya. Nos ha manifestado que tú no le habías jurado a él cosa parecida. Al fin dijo que es un siervo de Dios e hijo de la Iglesia y que lo mejor era atenerse a lo que nosotros resolviéramos contigo acerca de su caso. Por lo tanto, pedimos, y por la caridad de Cristo suplicamos a tu prudencia, que recuerdes todo lo que hablamos y que nos alegres con tu respuesta. Los más fuertes (si podemos osar hablar así entre tantos peligros de tentaciones) debemos llevar la carga de los débiles1, como dice el Apóstol. No escribe a tu santidad el hermano Timoteo porque tu santo hermano te ha expresado todo lo acaecido. Acuérdate de nosotros y gloríate en el Señor, señor beatísimo, venerablemente carísimo y sincerísimo hermano.