Tema: Petición de excusas
Agustín saluda en el Señor a Victorino, señor beatísimoy padre venerable y consacerdote.
Hipona. A finales del año 402.
1. El día nueve de noviembre llegó a mí la carta-circular, finalizado el día, y me encontró bastante indispuesto para atender a ella. Con todo, dejo al criterio de tu santidad y gravedad el juzgar si la extrañeza que me causó se debió a mi ignorancia, o si tuve motivo para sorprenderme. Vi que la carta se dirigía a las provincias de Mauritania, que tienen sus primados, como sabemos. Si era preciso convocarlos al concilio de Numidia, debieron citarse los nombres de algunos obispos de Mauritania que allí tienen su primado. Al no hallarlos mencionados, mi sorpresa fue grande. Además, se escribía a los mismos obispos de Numidia con un orden tan alterado y descuidado que mi nombre venía en tercer lugar, y bien sé que fui ordenado después de muchos otros obispos. Esto es para los demás bastante injurioso, y a mí me crea envidias. Por otra parte, nuestro venerable hermano y colega Santipo Tagosense afirma que él es el primado; muchos le tienen por tal, y como tal envía cartas. Si vuestra santidad puede reconocer y corregir fácilmente ese error, no debió pasarse por alto su nombre en la carta-circular que vuestra venerabilidad envió. Me habría causado asombro que no se le citase en primer lugar, sino hacia el medio. ¡Cuánto más me he maravillado cuando ni siquiera se le menciona, siendo así que es el primero que debe venir al concilio, para discutir ante todo sobre el primado, que es el problema principal para los obispos de las iglesias númidas.
2. Por estas causas no he debido determinarme a ir, temiendo que sea falsa la carta en la que tantos errores aparecen. Por otra parte, me lo impiden también la escasez de tiempo y otras graves y múltiples necesidades; por eso pido a tu beatitud que me perdones; que te dignes resolver y ponerte de acuerdo con el anciano Santipo, para que conste quién de los dos debe convocar el concilio. Todavía me parece mejor que, sin sentar prejuicio a favor de ninguno, convoquéis ambos a nuestros colegas, especialmente a aquellos que están más cercanos a vosotros por la antigüedad de su ordenación, y conozcan fácilmente quién de los dos está en lo cierto; así entre pocos se resolverá ante todo ese asunto y se evitará el error; los menores serán convocados por los demás. Los menores no pueden ni deben creer a otros que a vosotros en cuanto más antiguos, pero ahora ignoran a quién han de creer. Envío esta carta sellada con mi anillo; lleva la cara de un hombre que mira a un lado.