Tema: Vida contemplativa-vida activa.
Agustín y los hermanos que están con él saludan en el señor a Eudoxio, señor amado, deseadísimo hermano y copresbítero, y a los hermanos que le acompañan.
Hipona: Año 398 probablemente.
1. Cuando pienso en ese sosiego que tenéis en Cristo, también yo reposo en vuestra caridad, aunque me debato en duros y múltiples trabajos. Somos un solo Cuerpo bajo una Cabeza, para que vosotros seáis activos en mí y yo en vosotros contemplativo; porque, si padece un miembro, compadecen todos los otros; y si es glorificado un miembro, se congratulan todos los otros1. Os amonesto, pido y suplico, por la excelsa humildad y misericordiosa excelsitud de Cristo, que me tengáis presente en vuestras santas oraciones, pues creo que son más sobrias y vigilantes que la mía. Porque la tiniebla y el tumulto de los asuntos seculares me la menoscaban y enervan. No es que los asuntos sean míos, pero son de aquellos que me obligan a ir con ellos mil pasos; y todavía se me manda que los acompañe otros dos mil2. Son tantos los pleitos que caen sobre mí, que apenas puedo respirar. Creo, sin embargo, que Aquel a cuya presencia entran los gemidos de los encarcelados3 me librará de toda angustia mediante vuestras oraciones, si persevero en el ministerio en que se ha dignado colocarme con promesa del premio.
2. Os exhortamos en el Señor, hermanos, a que os mantengáis en vuestro compromiso y perseveréis hasta el fin4. Si la madre Iglesia reclama vuestro concurso, no os lancéis a trabajar con orgullo ávido ni huyáis del trabajo con torpe desidia. Obedeced a Dios con humilde corazón, llevando con mansedumbre a quien os gobierna a vosotros. El que dirige a los mansos en el juicio, enseñará a los humildes sus caminos5. No antepongáis vuestra contemplación a las necesidades de la Iglesia, pues si no hubiese buenos ministros que se determinasen a asistirla, cuando ella da a luz, no hubieseis encontrado medio de nacer. Como entre el fuego y el agua hay que caminar sin ahogarse ni abrasarse, del mismo modo hemos de gobernar nuestros pasos entre la cima del orgullo y el abismo de la pereza, como está escrito, no declinando ni hacia la derecha ni hacia la izquierda6. Porque hay quienes, por excesivo temor de verse arrebatados hacia la cumbre de la soberbia, van a sumergirse en la sima de la izquierda. Y hay asimismo quienes se apartan con exceso de la izquierda, para no verse absorbidos por la torpe blandura de la inacción, y se desvanecen en pavesas y en humo, corrompidos y consumidos de la parte contraria, por el fausto de la jactancia. Amad vuestra contemplación, carísimos, de modo que os moderéis en toda terrena satisfacción, recordando que no existe lugar alguno donde no pueda tender sus lazos el diablo, que teme vernos volar a Dios. Juzguemos al enemigo de todos los buenos, cuyos cautivos fuimos, pensando que no habrá para nosotros tranquilidad perfecta hasta que pase la iniquidad7 y el juicio se convierta en justicia8.
3. Asimismo, cuando obráis con solicitud y valentía y trabajáis con diligencia en orar, ayunar y hacer limosnas; cuando socorréis a los indigentes y perdonáis las injurias, como Dios os perdonó a vosotros en Cristo9; cuando reprimís los malos hábitos inveterados y castigáis vuestro cuerpo y lo reducís a servidumbre10; cuando toleráis la tribulación, y, sobre todo, cuando os toleráis recíprocamente en el amor (pues ¿qué podrá tolerar quien no tolera a su hermano?); cuando descubrís las astucias y asechanzas del tentador y rechazáis y apagáis con el escudo de la fe sus dardos encendidos11; cuando cantáis y salmodiáis al Señor en vuestro corazón12, o con palabras que van de acuerdo con el corazón, hacedlo todo a la gloria de Dios, quien lo ejecuta todo en todos13. Sed fervientes de espíritu14, de modo que vuestra alma sea loada en el Señor15. La actividad del camino recto es la que tiene siempre los ojos colocados en el Señor, pues Él libra del lazo nuestros pies16. Una tal actividad espiritual ni hierve en la ocupación ni se enfría en la contemplación; no es turbulenta ni floja, ni audaz ni fugaz, ni precipitada ni negada. Obrad así y el Señor de la paz será con vosotros17.
4. No nos juzgue importunos vuestra caridad por haber querido hablar con vosotros por carta. Porque os amonestamos a que hagáis lo que ya hacéis. Creemos que nos recomendáis a Dios no poco, si obráis así con el auxilio divino, y lo hacéis recordando nuestras palabras.
Ya antes la fama y luego los hermanos Eustasio y Andrés, venidos de ahí, nos han traído el buen olor de Cristo que despide vuestra conducta. Eustasio nos ha precedido a entrar en aquella paz que no es azotada como vuestra isla por las olas; ya no desea la isla Cabrera, pues ya no necesita vestirse de cilicio.