CARTA 46

Traducción: Lope Cilleruelo, OSA

Tema: Consulta sobre diversos temas.

Publícola al obispo Agustín, padre amado y digno de veneración.

Año 398.

Escrito está: Interroga a tu padre, y responderá; a tus ancianos, y te instruirán1. Por eso, en mis dudas, me ha parecido bien recibir la explicación de la ley de boca del sacerdote. Con esta carta te expongo mi problema, deseando asimismo instruirme en otros varios. He distinguido en puntos cada una de las diferentes cuestiones: te ruego que las contestes por separado.

1. En Arzuges, según he oído, los bárbaros suelen prestar juramento por sus dioses ante el decurión de la frontera o ante el tribuno. Se les contrata para conducir la carreta o para cuidar los productos, de modo que los propietarios y colonos suelen contratarlos como leales, y los viajeros los toman como guías de confianza cuando poseen una carta del decurión. Ahora me nace esta duda en el corazón: el propietario que contrata a un bárbaro, cuya lealtad le parece firme, porque ha jurado por sus dioses, ¿no queda él mismo manchado, así como sus productos, o el viajero a quien el bárbaro sirve de guía? Ten en cuenta que el bárbaro que pronuncia el juramento lo hace a favor del propietario, por cuidar los productos, o a favor del viandante, por sus servicios de guía; a pesar de la paga que dan el propietario y el viajero, se exige todavía un juramento mortal, hecho ante el decurión o el tribuno. Eso es lo que me hace temer que quede contaminado quien acepta el juramento del bárbaro, o que queden contaminados los frutos que cuida el bárbaro. Se toman precauciones, pagando en oro, tomando rehenes, y, sin embargo, siempre se pide ese juramento inicuo. Dígnate darme una respuesta definitiva y no dubitativa. Si tu respuesta es vacilante, puedo caer en mayores perplejidades que antes de preguntarte.

2. He oído también esto: los encargados que están al frente de mi hacienda reciben de los bárbaros un juramento por sus dioses, para que cuiden de los frutos. Dígnate decirme si quedan mancillados los frutos, de manera que quede contaminado el cristiano que come de ellos conscientemente, o se aprovecha de su precio.

3. Asimismo, alguien me dijo que el bárbaro no presta juramento ante el colono, mientras otro me dijo que lo presta. Si el primero me ha dicho una falsedad, ¿tengo yo que renunciar, por sólo haberlo oído, a utilizar los frutos o el precio que me pongan por ellos? En efecto, se dijo: si alguien dijere: esto está inmolado a los ídolos, no lo comáis en atención a aquel que os previno2. Con tal de que mi problema sea semejante al de los alimentos inmolados. Y si es así, ¿qué deberé hacer de los frutos o de su precio?

4. ¿O deberé informarme sobre ambos extremos, ya que uno me dijo que se jura y otro me dijo que no se jura? ¿He de comprobar con testigos quién de los dos dice la verdad, y no tocar ni los frutos ni el precio mientras no se demuestre que dijo verdad quien afirmó que no se jura?

5. Supongamos que el bárbaro que ha prestado su perverso juramento exige que el colono cristiano, o el tribuno cristiano de la frontera, le jure también a él fidelidad por la custodia de los frutos. ¿Queda mancillado sólo el cristiano o también esos frutos por cuya causa jura?

Supongamos que el inspector de la frontera es pagano y hace al bárbaro juramento mortal de fidelidad: ¿Cae la mancilla sobre aquello por lo que jura?

Supongamos que envío a alguien a Arzuges. ¿Podrá recibir ese juramento mortal del bárbaro? ¿No quedará mancillado el cristiano que recibe un tal juramento?

6. ¿Puede un cristiano, a sabiendas, tomar algo de la era en que se trilla el trigo u otra legumbre, o del lagar, si ha sido antes ofrecido al demonio?

7. ¿Puede un cristiano tomar a sabiendas, para cualquier uso, madera de un bosque sagrado?

8. Supongamos que alguien va a la carnicería y compra carne no inmolada. Pero le viene al pensamiento la doble posibilidad: que sea inmolada o que no lo sea. Si se atiene a la segunda suposición, que no sea inmolada, ¿pecará si come?

9. Supongamos que alguien tiene una acción por buena, pero duda si es buena o mala: ¿Se le imputará a pecado si la ejecuta creyendo que es buena, pero pensando que puede ser mala?

10. Supongamos que alguien afirma que una carne está inmolada, pero luego dice que mintió, y, en realidad, mintió. ¿Podrá el cristiano comer, vender, utilizar el precio, teniendo en cuenta lo que oyó?

11. Supongamos que un cristiano va de camino, que padece necesidad, porque no ha comido en todo un día, o en dos, o en muchos días, de modo que ya no puede resistir; supongamos que en esa necesidad del hambre, en la que ya ve cerca la muerte, encuentra comida puesta en un altar, y que no hay ningún testigo, y que no puede hallar otra comida alguna. ¿Deberá morir, o puede comer?

12. Si un cristiano ve que un bárbaro o un romano trata de matarlo, ¿deberá él matarlos para no ser muerto por ellos? ¿Podrá por lo menos rechazarlos y combatirlos, teniendo en cuenta que se dijo: No resistáis al malo?3

13. Supongamos que un cristiano, pensando en los enemigos, rodea de un muro su posesión. ¿No será ese cristiano causa de homicidio, si algunos, apoyándose en la defensa del muro, combaten y matan a los enemigos?

14. ¿Es lícito beber de una fuente o pozo en que se ha derramado alguna libación? ¿Puede un cristiano beber agua de un pozo que está en el templo, pero sin testigos? Si en un templo idolátrico hay una fuente o pozo, en los que ningún rito se ha realizado, ¿podrá tomar el cristiano agua y beber?

15. ¿Puede un cristiano bañarse en los baños o termas en que se sacrifica a los ídolos? ¿Podrá bañarse un cristiano en aquellos baños en los que el día de la fiesta se bañan los paganos, ya con ellos, ya sin ellos?

16. Supongamos que los paganos, viniendo de sus ídolos en el día de la fiesta, han realizado en la piscina algún rito propio de su sacrilegio, ¿podrá utilizar esa piscina el cristiano a sabiendas?

17. Supongamos que un cristiano, invitado por un huésped, halla que le ponen a la mesa carne, de la que le han dicho que era inmolada, y por eso rehúsa comerla; pero luego se da cuenta de que la han llevado a otro, éste la ha puesto a la venta y la compra ese cristiano; o supongamos que se la pone a la mesa otro huésped, y el cristiano no la reconoce y la come. ¿Peca o no peca?

18. ¿Podrá un cristiano comprar a sabiendas legumbres u otros frutos del huerto o posesión de los ídolos, o de sus sacerdotes, o comer de ellos?

He querido presentar a tu consideración lo que yo he podido hallar con la gracia de Dios, para que no te molestes en buscar, acerca del juramento y de los ídolos; pero si tú encuentras textos mejores y más claros en las Escrituras, dígnate ofrecérmelos. Lo que hallé es esto; Labán dice a Jacob: Dios de Abraham y Dios de Nacor4, pero la Escritura no dice a qué Dios se refiere.

Asimismo se dice cuándo vino Abimelec a Isaac y dónde juraron él y los que con él venían5; pero la Escritura no indica de qué juramento se trata.

Acerca de los ídolos, dijo el Señor a Gedeón en el libro de los Jueces que ofreciera en holocausto el becerro que había matado6.

En el libro de Jesús Nave se dijo que todo el oro, plata y bronce de Jericó se colocase en los depósitos del Señor; ese tesoro se llamó sagrado, aunque venía de una ciudad dada al anatema7.

¿Qué quiere decir, en fin, aquel texto del Deuteronomio: No introducirás abominación en tu casa, para que no seas anatema como ella?8

Que el Señor te conserve, recibe mi saludo y reza por mí.