CARTA 15

Traducción: Lope Cilleruelo, OSA

Tema: Invitación al desasimiento.

Agustín a Romaniano

Tagaste: Año 390/391.

1. Esta carta ¿no prueba, más que mi falta de papel, mi abundancia de pergamino? Las tablillas de marfil que tengo las envié a tu tío con una carta. Porque tú perdonarás más fácilmente este trozo de pergamino, ya que no era posible diferir lo que le he escrito a él, y pensé que también sería imperdonable el no escribirte a ti. Así, te ruego que me envíes mis tablillas, si las tienes ahí, para cubrir tales necesidades. He escrito algo acerca de la religión católica, en cuanto el Señor se dignó inspirarme, y deseo enviártelo antes de que yo vaya a ésa, si no se me acaba entretanto el papel. Tendrás que tolerar una caligrafía que no viene del escritorio de Mayorino. He perdido todo el remanente de los códices, excepto los libros De Oratore. Lo único que pude contestarte fue que tomases los que quisieras, y ésa es mi respuesta actual, pues no veo qué más puedo hacer estando ausente.

2. Mucho me plugo que en tu última carta quisieras hacerme partícipe de tu felicidad doméstica, pero ¿me mandas ignorar las apariencias del mar tranquilo y sus plácidas ondas?1

Aunque ni tú me lo mandes ni lo ignores. Si se te ha concedido tranquilidad para pensar cosas mejores, ¡aprovecha ese beneficio divino! No debemos congratularnos con nosotros mismos cuando esos acontecimientos sobrevienen, sino con aquellos por medio de los cuales provienen. La administración justa, obligatoria y, en su género, sosegada y tranquila de la hacienda temporal, produce méritos para conseguir la eterna. Pero no debe sujetarnos cuando la retenemos, para que no nos embarace más cuando se multiplica, ni nos envuelva cuando parece (liberarnos)... Por la misma boca de la Verdad se dijo: si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo que es vuestro?2 Relajando, pues, las preocupaciones de los bienes tornadizos, busquemos los permanentes y ciertos, sobrevolemos nuestras riquezas terrenas, ya que en la abundancia de miel conserva con mejor motivo sus alitas la abeja, pues la miel mata a la que se apega.