Tema: continuación del tema de la carta anterior.
Agustín a Nebridio
Tagaste: Año 389/391.
Me escribes que me has enviado más cartas que las que he recibido. Bien, yo no puedo dejar de creerte ni tú a mí. Aunque no puedo competir contigo en contestar, conservo tus cartas con una diligencia no inferior a la frecuencia con que tú las envías. Estamos de acuerdo en que sólo has recibido dos cartas mías de las largas, pues no he enviado una tercera. Al examinar los ejemplares, vi que ya he contestado como a cinco consultas tuyas, pero una de ellas que toqué casi de pasada, aunque sin temeridad la confié a tu ingenio, quizá no ha satisfecho tu avaricia. Mas es preciso que la frenes un tanto y aceptes de buena gana algunas explicaciones resumidas; pero de tal modo que, si hago difícil la inteligencia, por escatimar palabras, no me dispensas tú, sino que me exijas todo lo que se le debe, con ese derecho, que a mí podría obligarme más, aunque nada hay para mí más placentero. Cuenta, pues, esta carta entre las mías cortas, pues con ella... quiero disminuir la cuantía de mi deuda. Porque las que tú me envías, aunque sean cortas, aumenten esa cuantía. Por ende, lo que me consultas acerca del Hijo de Dios, por qué se dice que El, más bien que el Padre, asumió al hombre, cuando son inseparables, lo comprenderás fácilmente si por mis explicaciones recuerdas quién es el Hijo de Dios (según pude explicarlo... pues es un asunto inefable), con el que estamos unidos. Para tocarlo aquí brevemente, es la misma disciplina y forma de Dios por la que fueron creadas todas las cosas que fueron creadas, y se llama Hijo. Y todo lo que fue ejecutado por ese hombre asumido se ejecutó para nuestra erudición y formación.