SALMO 148

Traductor: Balbino Martín Pérez, OSA

[Gloria a Dios en los cielos y en la tierra]

SERMÓN AL PUEBLO

1 [v.1]. El ejercicio de nuestra vida presente debe tender a alabar a Dios, porque el regocijo sempiterno de nuestra vida futura será la alabanza de Dios; y nadie puede hacerse idóneo de la vida futura si no se hubiere ejercitado ahora en orden a ella. Ahora alabamos a Dios, pero también le pedimos. Nuestra alabanza, lleva consigo el gozo, la oración, el gemido. Se nos prometió algo que aún no tenemos; pero como es veraz el que prometió, nos alegramos en esperanza; sin embargo, como todavía no lo poseemos, gemimos en el deseo. Nos conviene perseverar en el deseo hasta que llegue lo prometido, y así desaparecerá el gemido y le sustituirá únicamente la alabanza. Por estos dos tiempos: por el uno, que tiene lugar ahora en las tentaciones y tribulaciones de esta vida, y por el otro, que sobrevendrá entonces en seguridad y gozo perpetuo, se estableció también aquí la celebración de estos dos tiempos, el uno antes de la Pascua y el otro después de la Pascua. El que se estableció antes de la Pascua simboliza la tribulación, en la que ahora nos hallamos; el que ahora vivimos después de la Pascua, simboliza la bienaventuranza, en la que estaremos después. El que celebramos antes de la Pascua, representa el que ahora tenemos; el que celebramos después de la Pascua, significa lo que ahora no tenemos. Por eso nos ejercitamos en el primero con ayunos y oraciones; pero, pasados los ayunos, dedicaremos el tiempo a las alabanzas. Y esto es el Aleluya que ahora cantamos, cuya palabra, como sabéis, se traduce al latín por laudate Dominum, alabad al Señor. Por eso aquél es el tiempo antes de la resurrección, y éste el tiempo después de la resurrección del Señor. En este tiempo se simboliza la vida futura, que aún no tenemos, puesto que lo que significamos después de la resurrección del Señor, lo conseguiremos después de nuestra resurrección. En nuestra Cabeza se nos simbolizaron ambas cosas y entrambas se dieron a conocer. La Pasión del Señor nos declaró la indigencia de la vida presente, porque conviene sufrir, ser atribulados y, por fin, morir. La resurrección del Señor y su glorificación nos dio a conocer la vida que hemos de conseguir cuando viniere a dar la recompensa a los merecedores: los males a los malos, y los bienes a los buenos. Con todo, ahora pueden todos los malos cantar con nosotros el Aleluya; mas, si perseverasen en su malicia, podrán cantar con sus labios el cántico de nuestra vida futura, pero no podrán obtener esta vida futura que entonces tendrá lugar en la realidad y que ahora se significa, porque no quisieron pensar en ella antes de venir y poseer lo que había de llegar.

2. Luego ahora, hermanos, os exhorto a que alabéis a Dios, pues esto es lo que todos nos decimos cuando pronunciamos el Aleluya. Tú dices a uno; Alabad al Señor, y esto mismo te lo dice a ti él. Cuando todos se exhortan mutuamente, todos dicen lo que se exhortan. Pero alabad, por lo que toca a vosotros, íntegramente; es decir, no sólo alabe a Dios la lengua y la voz, sino también vuestra conciencia, vuestra vida y vuestros hechos. En efecto, ahora alabamos cuando nos hallamos congregados en la iglesia; pero, cuando cada uno va a su casa, parece que deja de alabar a Dios. No deje de vivir bien, y siempre alabará al Señor. Dejas de alabar a Dios cuando te apartas de la justicia y de aquello que a Él le agrada. Pero, si no te apartas jamás de la vida buena, aunque calle tu lengua, vocea tu vida, y el oído de Dios está atento a tu corazón. Pues así como nuestros oídos atienden a nuestras voces, igualmente el oído de Dios atiende a nuestros pensamientos. Y no puede acontecer que obre mal el que tiene buenos pensamientos. Pues los hechos dimanan del pensamiento, y nadie puede hacer algo o mover sus miembros para ejecutarlo si primeramente no antecede el mando del pensamiento, así como dimana del interior del palacio, para que se cumpla en el imperio romano, todo lo que el emperador manda, todo lo que veis que se hace en las provincias. ¡Qué movimiento se produce ante una orden del emperador que se encuentra sentado dentro del palacio! El sólo mueve los labios cuando habla, y, sin embargo, se mueve toda la nación cuando se ejecuta lo que habla. Así también dentro de cada hombre hay un emperador, reside en el corazón; si es bueno, manda cosas buenas, y se hacen cosas buenas; si es malo, manda cosas malas, y se hacen cosas malas. Cuando en él reside Cristo, ¿qué puede mandar? Sólo cosas buenas. Cuando le posee el diablo, ¿qué puede mandar? Sólo cosas malas. Dios quiso dejar a tu arbitrio, reservar el lugar a Dios o al diablo; cuando lo hayas reservado, el que lo ocupe mandará. Luego, hermanos, no atendáis únicamente al sonido. Cuando alabéis a Dios, alabadle íntegramente: cante la voz, cante la vida, canten las obras. Y, si persiste todavía el gemido, la tribulación, la tentación, esperad; todas estas cosas pasarán, y llegará aquel día en el que alabemos sin descanso. Este salmo es claro, y, por tanto, ha de ser expuesto de corrida. Enumera la creación universal alabando a Dios y la exhorta a que le alabe como si la hubiera encontrado callada.

3. Alabad la Señor desde los cielos. Como si hubiera encontrado callados en cuanto a la alabanza de Dios a los que están en los cielos, los exhorta a que se desperecen y alaben. Con todo, jamás los seres celestes cesaron de alabar a su Creador, jamás los terrestres dejaron de alabar a Dios. Sin embargo, hay ciertamente algunos que tienen el ánimo de alabar a Dios en cuanto Dios les agrada. Todos alaban porque les agrada. Hay otros que carecen de vida y de entendimiento para alabar a Dios; pero como ellos son bienes, y en su orden se hallan irreprensiblemente colocados y responden a la belleza de la creación que Dios creó, ellos ciertamente por sí mismos no alaban a Dios, porque carecen de voz y de corazón; pero, cuando se contemplan por los seres dotados de inteligencia, por ellos se alaba a Dios; y, cuando por ellos se alaba a Dios, en cierto modo ellos mismos alaban a Dios. Por ejemplo, en el cielo alaban a Dios todos los seres que tienen vida y entendimiento purísimo para contemplarle y amarle sin cansancio y sin descanso. Le alaban también en la tierra, distinguiendo el bien y el mal, conociendo al Creador y a la criatura, los hombres que piensan en estas cosas, a los cuales Dios les dio mente para discernir, deleitarse y alabar estas cosas. Lo hombres pueden hacer esto, pero ¿acaso las bestias poseen tal entendimiento? Si las bestias tuviesen este conocimiento, no diría Dios: No seáis como el caballo y el mulo, en los cuales no hay entendimiento1. Cuando se nos exhorta a no ser como las bestias, que no tienen entendimiento, nos declara que dio entendimiento a los hombres para que alaben a Dios. ¿Por ventura los árboles tienen también vida por la que perciban como las bestias? Las bestias, aunque no tienen el sentido interior racional, y la mente, que entiende y discierne, que el hombre posee, para que alaben a Dios, sin embargo, se hallan dotadas de una vida patente, como todos sabemos, para desear el alimento, tomar lo provechoso y dejar lo nocivo. Poseen el sentido, para distinguir las cosas corporales; la vista, para distinguir los colores; el oído, las voces; el olfato, los olores; el gusto, los sabores, y, por fin, se hallan dotadas de movimiento para ir en pos del placer o apartarse de las molestias. Comprendemos todo esto y lo vemos delante de nuestros ojos. No tienen, pues, mente para entender, pero tienen espíritu y vida patente que nueve el cuerpo; sin embargo, los árboles carecen de esta vida; con todo, todas las cosas alaban a Dios. ¿Por qué alaban a Dios? Porque, cuando las vemos nosotros y pensamos en el Creador que las hizo, nace de ellas en nosotros mismos la alabanza de Dios; de aquí que todas alaban a Dios. El salmista comenzó desde el cielo. Todos los seres alaban a Dios, y, sin embargo, dice: Alabad. ¿Por qué, alabando como alaban todos los seres, dice: Alabad? Porque se complació en que alaban y le agradó añadir su exhortación. Aquí sucede como si topases con hombres que ejecutan con gozo alguna obra buena en la viña, en la siega, en alguna labor agrícola, y, agradándote lo que hacen, dices: "Trabajad, trabajad"; y lo dices no porque entonces comiencen a trabajar cuando tú se lo dices, sino que, como te agrada lo que les encuentras ejecutando, añades tu congratulación y exhortación. Diciendo, pues, "Trabajad", y exhortando a los que trabajan, por este deseo obras como con ellos. Lleno de Espíritu Santo, dice el profeta en esta exhortación estas cosas.

4. El salmo es de Ageo y de Zacarías; así lo consigna el título. Estos dos videntes profetizaban, en el tiempo en que se hallaba cautivo el pueblo judío en Babilonia, el cercano fin del cautiverio para que se restaurase la ciudad de Jerusalén2, que había sido destruida en la guerra. Con esto nos simbolizaron místicamente la vida futura, en la que alabaremos a Dios después de la cautividad de la vida presente, en donde tendrá lugar la renovación de la gran ciudad Jerusalén, por la que suspiramos y peregrinamos cautivos todavía bajo el peso y la carga del cuerpo mortal; por la que aún gemimos en la peregrinación, aunque nos regocijaremos en la patria. El que no gime peregrino, no se alegrará ciudadano, porque carece de deseo. Luego estos santos profetas ofrecieron un gran consuelo entonces a aquel pueblo establecido en Babilonia bajo reyes extranjeros. Pues por la profecía daban a conocer el tiempo venidero de la liberación del cautiverio y de la restauración de Jerusalén. Sin embargo, todas aquellas cosas que se hicieron simbolizando, tienen su propia realidad3; fueron simbolismos para los antepasados, pero ahora se manifiestan en nosotros reales y presentes. Pues ahora, ¿qué dice el Apóstol? Mientras estamos en el cuerpo, peregrinamos hacia el Señor4. Aún no estamos en la patria. ¿Cuándo estaremos en ella? Cuando triunfemos habiendo vencido a nuestro enemigo el diablo. Cuando fuere destruido nuestro último enemigo la muerte, entonces se cumplirá la palabra que se escribió: "La muerte fue sumida en victoria". ¿En dónde está, ¡oh muerte!, tu combate; en dónde está, ¡oh muerte!, tu aguijón?5 Luego ¿cuándo cesará el combate de la muerte que ahora existe, y que nos hace gemir por la flaqueza y mutabilidad de las cosas, por la fragilidad de la carne humana? Ahora combaten contra nosotros cotidianamente las tentaciones, los halagos; y, aunque no consintamos, sin embargo, soportamos sus molestias y luchamos y nos hallamos en gran peligro de ser vencidos al luchar. Y si vencemos por no haber consentido, no obstante, soportamos molestias resistiendo a los halagos. El enemigo sólo cejará y morirá en la resurrección de los muertos. Nos compenetremos de esto; confiemos, pues Ageo y Zacarías levantan nuestro ánimo al cantar nuestra futura liberación. Si cantaron a aquel pueblo y se cumplió, lo que se cante al pueblo cristiano, ¿no se cumplirá? Estad seguros; pensad únicamente en esta peregrinación, qué vida habéis de hacer. No os plazca el amor de Babilonia para que no olvidéis la ciudad de Jerusalén; y, si todavía vuestro cuerpo se halla retenido en Babilonia, enviad delante vuestro corazón a Jerusalén. Luego alabe toda criatura al Señor, porque allí hemos de hacer lo que aquí consideramos.

5. Alabad al Señor desde los cielos, alabadle desde las alturas. Primeramente dice que se alabe a Dios desde los cielos; después desde la tierra, porque Dios, que hizo el cielo y la tierra, es alabado. Las cosas celestes son apacibles, sosegadas; allí siempre hay gozo y no existe la muerte, la enfermedad y el sufrimiento; los bienaventurados alaban a Dios continuamente. Nosotros aún estamos abajo; pero, cuando pensamos de qué modo sea Dios alabado allí, tengamos puesto el corazón allí para que no oigamos sin razón: ¡Arriba los corazones! Levantemos el corazón hacia arriba para que no se corrompa en la tierra, puesto que nos agrada lo que allí hacen los ángeles. Ahora lo tenemos levantado en esperanza; después, cuando hubiéremos llegado allí, lo tendremos en realidad. Luego alabadle en las alturas.

6 [v.2-5]. Alabadle todos sus ángeles, alabadle todas sus milicias. Alabadle, sol y luna; alabadle todas las estrellas y luminares. Alabadle, cielo de los cielos; y las aguas que están sobre los cielos alaben el nombre del Señor. ¿Cuándo terminará de enumerar todos los seres contándolos? No obstante, contó somera y compendiosamente todas las cosas, y terminó diciendo: que todos los seres celestes alaben a su Creador.

7. Y como si se le pregúntese: "¿Por qué alaban?; pues ¿qué le deben? ¿Qué les dio para que le alaben?", añade: Porque Él lo dijo, y fueron hechos; Él lo mandó, y fueron creados. No es de admirar que las obras alaben a su ejecutor, no es de admirar que las cosas hechas alaben a su hacedor, no es de admirar que la criatura alabe a su Creador. Allí también fue nombrado Cristo, y casi no hemos percibido su nombre. ¿Quién es Cristo? En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio en Dios. Todas las cosas fueron hechas por El, y sin El nada fue hecho6. ¿Por quién fueron hechas? Por el Verbo. ¿Cómo declara aquí que fueron hechas por el Verbo? Diciendo: Él lo dijo, y fueron hechas; Él lo mandó, y fueron creadas. Sólo dice, sólo manda el Verbo.

8 [v.6]. Y las estableció por el siglo y por el siglo del siglo. (Estableció por el siglo) todas las cosas celestes, todas las excelsas, todas las milicias y los ángeles, la ciudad celeste, buena, santa, bienaventurada, hacia la que peregrinamos; y, por lo mismo, somos aún infelices; mas como hemos de ir a ella, en esperanza somos felices; lo seremos en realidad cuando lleguemos a ella. Y las estableció por el siglo y por el siglo del siglo: puso precepto, y no dejará de cumplirse. ¿Qué precepto pensáis que tienen los seres celestes y los santos ángeles? ¿Qué precepto les impuso Dios? ¿Qué? Que le alaben. Bienaventurados son los que tienen por ocupación alabar a Dios. No aran, no siembran, no muelen, no cuecen: éstas son obras de indigencia, y allí no existe. No roban, no hurtan, no adulteran: éstas son obras inicuas, y allí no hay iniquidad. No parten el pan con el hambriento, no visten al desnudo, no reciben al peregrino, no visitan a los enfermos, no apaciguan al litigante, no entierran a los muertos: éstas son obras de misericordia, y allí no hay miseria sobre la cual se necesite ejecutar la misericordia. ¡Oh bienaventurados! ¿Creemos que nosotros seremos también así? Ea, suspiremos, y por el suspiro gimamos. Pero ¿qué somos para que vayamos allí? Mortales, reprobados, caídos, tierra y ceniza. Pero quien prometió es omnipotente. Si nos contemplamos, ¿qué somos? ¿Si a Él? Es Dios, es omnipotente. ¿No ha de hacer un ángel del hombre el que hizo al hombre de la nada? ¿O es que Dios tiene al hombre por nada, habiendo muerto por él su Unigénito? Consideremos el principio del amor. Tales arras hemos recibido de la promesa de Dios, que ya tenemos en nuestro poder la muerte y la sangre de Cristo. ¿Quién murió? El Unigénito. ¿Por quiénes? ¡Ojalá hubiera sido por los buenos, por los santos, por los justos! Pero ¿qué dice el Apóstol? Ved que Cristo murió por los impíos7. El que entregó su muerte a los impíos, ¿qué reservará a los justos? Su vida. Cobre alientos la flaqueza humana, no desespere, no se estrelle, no se aparte, no diga: "No conseguiré aquella vida." El que prometió es Dios, y además vino para prometer: apareció entre los hombres, vino a tomar nuestra muerte y a prometer su vida. Vino a la tierra de nuestra peregrinación a recibir aquí lo que pululaba por todas las partes: oprobios, azotes, bofetadas, salivas, ultrajes; a recibir la corona de espinas, la suspensión en el leño, la cruz y la muerte. Estas cosas abundan en nuestro país; vino a comerciar tales cosas. ¿Qué dio aquí, qué recibió? Dio consejo, doctrina, remisión de pecados; recibió ultrajes, muerte y cruz. De su país nos trajo bienes; del nuestro recibió males. Con todo, nos prometió que hemos de ir a la región de donde Él vino, pues dice: Padre, quiero que en donde yo estoy, estén también ellos conmigo8. ¡Inmenso fue el amor que precedió! Vino a donde nos hallábamos nosotros para que estuviésemos con Él en donde Él está. ¡Oh hombre mortal! ¿Qué te prometió Dios? Que serás eternamente glorioso. ¿No lo crees? Créelo, créelo, pues es más lo que hizo que lo que prometió. ¿Qué hizo? Murió por ti. ¿Qué prometió? Que vivirás con Él. Más increíble es que muera el Eterno que viva eternamente el mortal. Ya aconteció lo que es más increíble. Si Dios murió por el hombre, ¿no ha de vivir el hombre con Dios, no ha de vivir eternamente el mortal, por el cual murió el que vive eternamente? Pero ¿cómo murió Dios? ¿En qué cosa murió? ¿Puede morir Dios? Recibió de ti aquello por lo que moriría por ti. Sólo puede morir la carne, únicamente puede morir el cuerpo mortal; por eso se vistió de aquello por lo que moriría por ti y te vistió a ti de aquello con lo que vivirás con Él. ¿En dónde se vistió con la muerte? En el seno de la Virgen María. ¿En dónde te vistió con la vida? En la igualdad del Padre. Aquí eligió para sí un tálamo casto en donde se uniese el Esposo a la esposa. El Verbo se hizo carne9 para ser Cabeza de la Iglesia. El Verbo mismo ciertamente no es parte de la Iglesia, pero para hacerse Cabeza de la Iglesia tomó la carne. Algo nuestro ya está arriba: lo que aquí tomó; aquello en lo que murió, en lo que fue crucificado. Ya precedieron tus primicias, ¿y dudas que tú has de seguirlas?

9 [v.7]. Luego diríjase ya a la tierra, puesto que habló ya de las alabanzas de los seres celestes: Alabad al Señor desde la tierra, ¿Desde dónde comenzó antes a ordenar las alabanzas? Alabad al Señor desde los cielos. Ya enumeró los seres celestes. Oye ahora los terrestres: (Alabad) dragones y todos los abismos. Los abismos son las profundidades de agua. Todos los mares y este aire sombrío pertenecen al abismo. A todo el lugar en donde se hallan las nubes, los vientos, las tempestades, la lluvia, los relámpagos, los truenos, el granizo, la nieve y todo lo que Dios quiere que se haga sobre la tierra de este aire húmedo oscuro, lo llamó con el nombre de tierra, porque es demasiado mudable y perecedero, a no ser que creáis que llueve arriba, en las estrellas. Todas estas cosas acontecen aquí, junto a la tierra. Pues alguna vez, estando los hombres en las cimas de los montes, ven que, teniendo las nubes debajo de sus pies, llueve. Estos fenómenos, provocados por la perturbación del aire, se declaran a los que atienden bien que tienen lugar aquí en esta parte baja del mundo. Por eso el diablo, que cayó con sus ángeles de la ordenación de los seres celestes, fue condenado a este lugar caliginoso, es decir, a este aire, como a cárcel, pues el apóstol San Pablo dice de él esto: Conforme al príncipe de la potestad del aire, que ahora obra en los hijos de la incredulidad10. Y también San Pedro escribe: Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los recluyó en las cárceles caliginosas del infierno y los entregó a ser guardados para castigarlos en el juicio11. Denominó infierno a lo que es parte inferior del mundo. No ponderéis qué recibió el diablo, sino qué cosa perdió. Veis que todas estas cosas son mudables, confusas, terribles, corruptibles; sin embargo, ocupan un lugar, tienen su orden, concurren todas ellas, según su condición, a completar la hermosura del universo, y, por lo mismo, alaban a Dios. Luego, vuelto a ellas, como exhortándolas, mejor dicho, exhortándonos a nosotros para que con la consideración de ellas alabemos al Señor, pues de este modo alaban ellas a Dios, engendrando alabanza a Dios al considerarlas, comienza a decir el salmista: Alabad al Señor desde la tierra, dragones y todos los abismos. Los dragones se hallan junto al agua; proceden de las cavernas y se dirigen al aire y por ellos se excita el aire. Los dragones son ciertos animales grandes; los mayores que hay sobre la tierra. Por eso comienza a decir desde ellos dragones y todos los abismos. Existen cavernas de aguas ocultas de donde proceden las fuentes y los ríos; unas brotan para correr sobre la tierra, otras corren ocultamente debajo de ella; pues bien, todo esto y toda esta naturaleza húmeda de las aguas, junto con el mar y este aire bajo, en donde viven los dragones y alaban a Dios, se llama abismo o abismos. Pero ¿qué? ¿Acaso pensamos que los dragones forman coros y alaban a Dios? No hay tal cosa. Sino que, pensando vosotros en los dragones y atendiendo a su Artífice, a su Creador, cuando os admiráis de los dragones y decís: " Grande es Dios, que hizo estos seres", los dragones, por medio de vuestras palabras, alaban a Dios. Los dragones y todos los abismos.

10 [v.8]. El fuego, el granizo, la nieve, la helada, la tempestad, que ejecutan su palabra. ¿Por qué se añadió aquí que ejecutan su palabra? Muchos necios, incapaces de contemplar y discernir la criatura, que, bajo la voluntad y mandato de Dios, ejecuta sus propios movimientos en sus propios lugares y estado, juzgaron que Dios gobierna los seres superiores, pero que desdeña, desecha, abandona a los inferiores, de suerte que no se preocupa de ellos ni los gobierna ni rige; sino que se rigen por el acaso, como pueden y por donde pueden. Por lo mismo, les inquieta lo que a sí mismos se dicen; pero que no te lo digan a ti, no sea que oyendo consientas cuando dicen estas cosas, que son blasfemias execrables hechas a Dios; por ejemplo: "Si Dios lloviese, ¿llovería sobre el mar? ¿En dónde está? —dicen— su providencia. En Getulia no llueve, y llueve sobre el mar." Estos creen que exponen con el mayor ingenio; pero ha de decírseles: "Getulia siente sed, y tú no la sientes." Bueno sería que dijese a Dios: Mi alma para ti como tierra sedienta12, lo que en otro lugar se dice clarísimamente: Mi alma tiene sed de ti y mi carne (te desea) de muchas maneras13; y el Señor en el Evangelio dice también: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados14. Pero el que pone en tela de juicio estas cosas, ya se encuentra saciado, y, juzgándose docto, no quiere aprender, y, por lo mismo, no siente sed. Porque, si sintiese sed, querría aprender, y vería que por la providencia de Dios se hace todo en la tierra, y se admiraría de la ordenación de los miembros de la pulga. Atienda vuestra caridad. ¿Quién ordenó los miembros de la pulga y del mosquito en tal disposición, con vida y movimiento propio? Contempla al animal más pequeño y menudísimo que quieras, y considera la disposición de sus miembros y la vida que tiene, por la cual se mueve: por sí mismo huye de la muerte, ama la vida, anhela el placer, evita las molestias, ejercita diversas facultades y se vigoriza con un adecuado movimiento. ¿Quién dio el aguijón al mosquito, con el que chupa la sangre? ¡Qué trompa más fina es aquella por la que sorbe! ¿Quién ordenó, quién hizo estas cosas? Te admiras ante los seres pequeñísimos; alaba al Grande. Retened esto, hermanos míos; nadie os arranque la fe, la sana doctrina. El que hizo en el cielo al ángel, hizo en la tierra al gusanillo; al ángel en el cielo, apto para la morada celeste; al gusanillo en la tierra, para la morada terrestre. ¿Por ventura hizo al ángel andar en el cieno, y al gusanillo en el cielo? Distribuyó los habitantes en adecuadas moradas: dio incorrupción a las moradas incorruptibles, y seres corruptibles a las moradas corruptibles. Atiende a todo, alaba a todo. El que ordenó los miembros de los gusanillos, ¿no gobierna las nubes? ¿Por qué llueve en el mar? ¿Acaso no hay en el mar seres que se alimentan de la lluvia? ¿No hizo allí peces, no hizo allí otros animales? Considerad que los peces van en busca de agua dulce." ¿Por qué —dice— llueve para los peces, y para mí no llueve algunas veces?" Para que pienses que estás en la región del desierto y en la peregrinación de la vida, y así te produzca amargura la vida presente para que anheles la futura, o para que seas castigado, y te corrijas y te reformes. ¿Cómo distribuye las cosas propias de cada región? Ved que hemos hablado de la provincia de Getulia; pues bien, aquí llueve y se da el trigo casi durante todo el año, aquí no puede conservarse el trigo, pronto se corrompe, pero se da durante todo el año; allí se da con menos frecuencia, pero en gran cantidad, y se conserva por mucho tiempo. ¿Piensas acaso que allí Dios no se preocupa de los hombres, o que allí, según su regocijo, no alaban y glorifican a Dios? Toma a un gétulo, establécele en esta amena arboleda, y verás que quiere huir de aquí y volver a la desierta Getulia. Luego Dios ordenó y distribuyó a todos los lugares, regiones y tiempos sus propias cosas. Prolijo es enumerar la gran sabiduría que contienen todas las cosas. ¿Quién podrá ponerla de manifiesto? Sin embargo, los que tienen ojos ven en ella muchas cosas, y cuando las ven se complacen; cuando se complacen alaban, no a ellas, sino a Aquel que hizo el cielo y la tierra; y así, todas las cosas alaban a Dios.

11. Considerando estas cosas, el espíritu del profeta, después de haber nombrado el fuego, el granizo, la nieve, la helada y la tempestad, cosas que a ciertos necios les parecen desordenadas y como suscitadas por el acaso, añadió que ejecutan su palabra. No te parezca que se suscitan por el acaso las cosas que obedecen en todos sus movimientos a la palabra de Dios. En donde Dios quiere se producen las nubes y el fuego, ya lleven consigo lluvia, nieve o granizo. Pero ¿por qué hieren los rayos algunas veces los montes y no matan a los ladrones? Todo lo que puedo decir, explicando por qué Dios hiera a los montes y no mate al ladrón, según la capacidad de mi mente y en cuanto Dios me conceda, y los de mayor capacidad conocerán cosas más sublimes y entenderán más ampliamente, y ojalá os conceda Dios percibir más de lo que digo, pero con templanza y sin soberbia, puedo decir, según mi capacidad, que acontece porque quizá espera aún la conversión del pecador. Y, por lo tanto, hiere al monte que no teme a fin de que se cambie el hombre que teme, pues también tú alguna vez, cuando castigas, hieres la tierra para que se atemorice el niño. Otras veces hiere al hombre que quiere. Pero me dice: "Ve que hiere al inocente y deja libre al perverso." No te extrañes; la muerte, de cualquier parte que provenga, es buena para el piadoso. ¿Cómo sabes la pena que se reserva a aquel criminal en el secreto de Dios si no quisiere cambiar de vida? ¿No hubieran preferido ser abrasados por el rayo aquellos a quienes se les dirá al fin: Id al juego eterno?15 Lo interesante es ser inocente. Pues ¿qué? ¿Es un mal morir en un naufragio, y un bien morir por la fiebre? Ya se muera por esta o la otra causa, investiga quién fue el que murió y a dónde ha de ir después de la muerte, no por qué causa murió. Cualquiera que sea el motivo, hemos de morir. ¿Con qué clase de muerte merecieron morir los mártires? ¿Acaso con la muerte debida a la fiebre, conforme desean muchos morir? Unos murieron a golpe de espada, otros por el fuego, otros por las bestias. Las bestias devoraron los cuerpos de los mártires; ellos no temieron que pereciesen sus cuerpos. Dios, para quien están contados nuestros cabellos16, devolverá de cualquier parte a la vida los cuerpos de sus santos. Cuando quiso libró del fuego a los tres jóvenes17. Pero ¿acaso abandonó en el fuego a los Macabeos?18 A los primeros los libró claramente, a los segundos los coronó ocultamente. Dios sabe lo que hace. Tú teme y sé bueno. De donde Él quiera sacarte del mundo, te encuentre preparado. Eres inquilino19, no dueño de la casa. Se te arrendó la casa. Esta casa se te alquiló, no se te donó. Aunque no quieras, saldrás de ella, pues no la recibiste en arriendo con tal condición que fijases tú el tiempo. ¿Qué dijo tu Señor? Cuando quisiere El decir: "Emigra, estate preparado. Te echo de la hospedería, pero te doy la casa; en la tierra eres inquilino, en el cielo dueño."

12. Luego todo lo que acontece aquí contra nuestra voluntad, debéis saber que acontece por voluntad de Dios, por su providencia, por su disposición, por su querer, por su ordenación; y, si nosotros no entendemos por qué haga esto o aquello, lo atribuyamos a su providencia, que no hace nada sin causa, y no blasfememos. Pues cuando comenzáremos a discutir sobre las obras de Dios y a decir: "¿Por qué hace esto o aquello?; no debió obrar así; hizo esto mal", ¿en dónde está la alabanza de Dios? Desapareció el aleluya. Considera en todas las cosas cómo agrades a Dios y alabes al Creador. Si tú entras por casualidad en una fragua, quizá no te atrevas a vituperar los fuelles, los yunques, los martillos. Sin embargo, preséntame un hombre ignorante que desconoce en absoluto para qué sirve aquello, y todo lo vitupera. Mas, si carece de la pericia del herrero, pero tiene a lo menos prudencia de hombre, ¿qué se dice? "Los fuelles no están colocados en este lugar sin motivo; el artífice lo sabe, aunque yo lo ignoro." No se atreve a censurar en la fragua al herrero, ¿y se atreverá a vituperar en el mundo a Dios? Luego así como el fuego, el granizo, la nieve, la helada y la tempestad ejecutan su palabra, del mismo modo todas las cosas que parecen a los vanos que se hacen inconsideradamente en la naturaleza de las cosas, ejecutan únicamente la palabra de Dios, porque sólo obran por su mandato.

13 [v.9-12]. Después dice que alaben al Señor los montes y todos los collados, los árboles frutales y todos los cedros, las bestias y todos los animales del campo, los reptiles y las aves aladas. A continuación se dirige a los hombres y añade: (Le alaban) los reyes de la tierra y todos los pueblos, los próceres y todos los jueces del orbe, los jóvenes y las vírgenes, los ancianos junto con los niños alaben el nombre del Señor. Ya se expuso y explicó la alabanza del cielo y de la tierra.

14 [v.13]. Porque sólo su nombre es excelso. Ningún hombre intente ensalzar su propio nombre. ¿Quieres ser ensalzado? Sométete a Aquel que no puede ser humillado. Sólo su nombre es excelso.

15 [v.14]. Su confesión (tiene lugar) en el cielo y en la tierra. ¿Qué significa su confesión tiene lugar en el cielo y en la tierra? ¿Aquella por la que El confiesa? No, sino aquella por la que todas las cosas le confiesan y claman. La hermosura de todos los seres que confiesan a Dios es, en cierto modo, su voz. El cielo dice a Dios: "Tú me hiciste, no yo." La tierra dice: "Tú me creaste, no yo." ¿Cómo claman estos seres? Cuando se consideran y se percibe esta belleza en ellos, pues por tu consideración claman, y claman por tu voz. Su confesión (tiene lugar) en el cielo y en la tierra. Atiende al cielo, es hermoso; atiende a la tierra, es bella; ambos juntos son sobremanera hermosos. Él hizo, Él dirige, Él gobierna a propia voluntad, Él ordena los tiempos y Él por sí mismo distribuye el movimiento. Luego todas las cosas le alaban, ya en el reposo, ya en el movimiento; ya abajo, en la tierra; ya arriba, en el cielo; ya en la vejez, ya en la renovación. Cuando contemplas estas cosas, y te alegras, y te elevas al Artífice, y percibes las cosas invisibles por las visibles20, tiene lugar su confesión en el cielo y en la tierra, es decir, le confiesas por las cosas terrestres y celestes. Pero como Él hizo todas las cosas, y no hay cosa mejor que Él, todo lo que hizo está debajo de Él y todo lo que te agrada en estas cosas es inferior a Él. Luego no te agrade de tal modo lo que hizo, que por ello te apartes de quien lo hizo. Si amas lo que hizo, ama mucho más a quien lo hizo. Si son hermosas las cosas que creó, ¡cuánto más hermoso es el Creador! Su confesión (tiene lugar) en el cielo y en la tierra.

16. Y ensalzará el poder de su pueblo. Ved lo que profetizaban Ageo y Zacarías. Ahora el poder de su pueblo se halla abatido por las aflicciones, las tribulaciones, las tentaciones, los golpes de pecho. ¿Cuándo ensalzará su poder? Cuando venga el mismo Señor y aparezca nuestro Sol; no este que ven nuestros ojos carnales y sale para buenos y malos21, sino Aquel del que se dice: A vosotros que teméis a Dios os nacerá el sol de justicia, y la salud bajo sus alas22, y del que han de decir los soberbios e impíos: No lució para nosotros la luz de justicia, y el sol no nació para nosotros23. Este será nuestro verano. Ahora, durante el invierno, no aparece el fruto que está en la raíz; miras los árboles, y los ves durante el invierno como secos. El que no sabe ver, piensa que la vid está seca; y quizá junto a ella hay otra que verdaderamente lo está, pues durante el invierno aparecen iguales: una está viva, otra muerta, pero la vida de una y la muerte de otra se hallan ocultas; se presenta el verano, y se manifiesta la vida de una y la muerte de otra; brota el ornato de las hojas y la fecundidad del fruto; la vid se viste externamente de aquello que tiene en la raíz. Luego, hermanos, ahora somos iguales a los demás hombres. Como ellos nacen, comen, beben, se visten, pasan esta vida, así también los santos. Algunas veces los acontecimientos engañan a los hombres, y éstos dicen: "¿Por qué comenzó a ser cristiano? ¿Por ventura no se trastornó? ¿Acaso porque es cristiano tiene algo más que yo?" ¡Oh vid seca! Junto a ti ves desnuda la vid en el invierno, pero no está seca. Llegará el verano, se presentará el Señor, nuestra hermosura, que se hallaba en la raíz, y entonces ensalzará el poder de su pueblo, después de la cautividad, en la que mortalmente vivimos. De aquí que dice el Apóstol: No juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga el Señor, que iluminará lo escondido de las tinieblas; y entonces se hará a cada uno el elogio por Dios24. Pero me dices: "¿En dónde está mi raíz, en dónde se halla mi fruto?" Si crees, sabrás en dónde está tu raíz. Está en donde se halla tu fe, tu esperanza y tu caridad. Oye al Apóstol: (Ahora) estáis muertos. Aparecían como muertos durante el invierno; pero oye que viven: Y vuestra vida se halla escondida con Cristo en Dios. Ve en dónde tienes la raíz. Luego ¿cuándo serás embellecido con el adorno? ¿Cuándo serás fértil con el fruto? Oye al mismo Apóstol decir: Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también apareceréis con El en gloria25. Y ensalzará el poder de su pueblo.

17. Canten himno todos sus santos. ¿Sabéis qué es un himno? Un cántico que alaba a Dios. Si alabas a Dios y no cantas, no profieres himno; si cantas y no alabas a Dios, tampoco profieres himno. Si alabas algo que no pertenece a la alabanza de Dios, aunque cantando alabes, no profieres himno. Luego el himno lleva consigo estas tres cosas: cántico, alabanza, y ésta de Dios. Luego la alabanza de Dios en el cántico se llama himno. Por tanto, ¿qué significa canten himno todos los santos? Entonen sus santos himno, canten sus santos himno, porque esto es lo que han de entonar al fin, un himno eterno. Por eso dice el salmista en otro lugar: Sacrificio de alabanza me glorificará y aquí está el camino en el cual le mostraré a mi salud26; y también: Bienaventurados los que moran en tu casa; por los siglos de los siglos te alabarán27. Este es precisamente el himno que se canta por sus santos. ¿Quiénes son sus santos? Los hijos de Israel, el pueblo allegado a Él. Nadie diga: "Yo no soy hijo de Israel." Pues no penséis que los judíos son hijos de Israel y nosotros no lo somos; me atrevo a deciros, hermanos míos, que ellos no son y nosotros somos. Oíd por qué: porque es mayor el nacido según el espíritu que el nacido según la carne. ¿De quién procede Israel? De Abrahán. Israel nació de Isaac, e Isaac de Abrahán. ¿Y cómo agradó a Dios Abrahán? Creyó Abrahán a Dios, y se le imputó a justicia28. Luego el que imita a Abrahán es hijo de Abrahán; el que degenera de la fe de Abrahán, pierde el linaje de Abrahán. Los judíos degeneraron, perdieron su estirpe. Nosotros imitamos a Abrahán, hemos encontrado su linaje. Oye cómo ellos lo perdieron. ¿Qué les respondió el Señor cuando le decían: Somos hijos de Abrahán? Si fueseis hijos de Abrahán, haríais las obras de Abrahán29. Luego, si los judíos perdieron el linaje de Abrahán, nosotros lo conseguimos. Nosotros encontramos creyendo lo que ellos no creyendo perdieron; pues creyó Abrahán a Dios, y se le imputó a justicia. Además, Cristo es linaje de Abrahán30, y nosotros estamos en Cristo, pues del pueblo de Israel procede María, de la cual nació Cristo, y nosotros nos hallamos en Cristo; luego somos hijos de Israel. Todavía más: para señalarnos añadió el salmista: Se cante por los hijos de Israel, "por el pueblo allegado a Él". Atended a los judíos; si se acercan, son este pueblo. "¿Quizá se acercan —me dice alguno—, pues todos los días cantan los salmos y cantan los himnos de Dios." ¿Pero no oísteis que les dijo el profeta: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí?31 Si su corazón está lejos de Dios, el nuestro está cerca, porque creemos, porque esperamos, porque amataos, porque estamos unidos a Cristo, porque fuimos hechos sus miembros. ¿Por ventura los miembros están separados de la cabeza? Si estuviesen separados y lejos, no diría el Señor: Ved que yo estoy con vosotros hasta la consumación de los siglos32. Si hubieran estado separados de Él, no hubiera dicho: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?33 Si no estuviese en nosotros, no diría: Tuve hambre, y me disteis de comer; y al replicarle: ¿Cuándo te vimos hambriento?, no hubiera respondido: Cuando lo hicisteis con uno de mis pequeñuelos, conmigo lo hicisteis34. He aquí el pueblo, he aquí el Israel que se acerca: ahora esperándole, después poseyéndole.