[Confesión de humildad]
SERMÓN AL PUEBLO
1. En este salmo se nos recomienda la humildad del fiel y siervo de Dios, con cuya voz se canta, puesto que él es todo el Cuerpo de Cristo. Con frecuencia he advertido a vuestra caridad que no había de tomarse la voz como si fuera la de un solo hombre que canta, sino la de todos los que se hallan en el Cuerpo de Cristo. Y como en el Cuerpo de Él están todos los hombres, por eso habla como un único hombre, pues el mismo uno es también muchos. Son muchos en sí mismos, pero son uno en Aquel que es único. Él es también templo de Dios, del cual dice el Apóstol: El templo de Dios que sois vosotros es santo1, es decir, todos los que creen en Cristo, y creen de suerte que aman, son templo de Dios. Creer en Cristo es amar a Cristo. Pero no como los demonios creían2, los cuales no amaban; y, por lo mismo, aunque creían, decían ¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios?3 Nosotros, por el contrario, creamos, de suerte que, creyendo en El, le amemos; y no digamos: ¿Qué tenemos nosotros contigo?, sino más bien: "Te pertenecemos, pues tú nos redimiste." Todos los que creen así son como piedras vivas, con las cuales se edifica el templo de Dios4, y como madera incorruptible, con la cual fue fabricada el arca, que no pudo sumergirse en el diluvio5. Este, pues, es el templo, es decir, los mismos hombres son el templo en donde se suplica a Dios y oye. Todo el que ora a Dios fuera de su templo, no es oído por lo que se refiere a la paz de la eterna Jerusalén, aunque lo sea en cuanto a determinados bienes temporales, que Dios concedió también a los paganos, pues también fueron oídos los mismos demonios para entrar en los puercos6. El ser oído en cuanto a la vida eterna es cosa distinta, y sólo se concede a aquel que ora en el templo de Dios. Ora en el templo de Dios el que ora en la paz de la Iglesia, en la unidad del Cuerpo de Cristo, puesto que el Cuerpo de Cristo consta de innumerables fieles dispersos por todo el orbe terráqueo. Ora, pues, en espíritu y en verdad el que ora en la paz de la Iglesia, mas no en aquel templo, que era figura de éste7.
2. El Señor arrojó del templo, bajo cierto simbolismo, a los hombres que buscaban sus intereses, es decir, a los que iban al templo a vender y comprar. Luego, si aquel templo era un simbolismo, es evidente que también el Cuerpo de Cristo, que es el verdadero templo, del cual era imagen aquél, tiene mezclados vendedores y compradores, es decir, hombres que buscan sus intereses, mas no los de Jesucristo8. Pero serán arrojados de allí con la cuerda tejida en forma de látigo. La soga o cuerda simboliza el pecado; así se dice por el profeta: ¡Ay de aquellos que arrastran los pecados como larga soga!9 Arrastran los pecados como larga soga quienes añaden pecados a pecados; quienes, al cometer un pecado, cometen otro para encubrirle. Así como para hacer una soga se añade esparto a esparto, pero no juntando una fibra a otra, sino retorciéndolas, así todos los actos viciosos, al añadirles pecados y dimanar un pecado de otro, enlazando pecados a pecados, forman una larga ristra. Los caminos de éstos son viciosos, y tortuosos sus pasos10. ¿Para qué sirve esta soga? Para que con ella se le aten los pies y las manos y se le arroje a las tinieblas exteriores. Recordaréis que se dijo de cierto pecador en el Evangelio: Amarradle los pies y las manos y arrojadle a las tinieblas exteriores; allí será el llorar y el rechinar de dientes11. No habría con qué atarle los pies y las manos si él mismo no hubiera hecho la soga. De aquí que clarísimamente se escribió en otro lugar: Cada uno se aprieta con las ataduras de sus pecados12. Luego como los hombres se azotan con sus pecados, por eso hizo el Señor de la soga un látigo; y, por lo mismo, arrojó del templo a todos los que buscaban su propio interés, no el de Jesucristo.
3. La voz de este templo se oye en el salmo. En este templo, no en el material, se ora, como dije, a Dios y oye en espíritu y en verdad. Aquél era sombra o figura de éste, en la cual se daba a conocer al que había de venir; por eso aquél ya fue destruido. Luego ¿se derrumbó la casa de nuestra oración? No por cierto. El templo que fue destruido no pudo llamarse casa de oración, de la cual se dijo: Mi casa se llamará casa de oración por todas las naciones. Oísteis, pues, lo que dijo nuestro Señor Jesucristo: Escrito está: "Mi casa se llamará casa de oración por todas las naciones; vosotros la hicisteis cueva de ladrones13." ¿Por ventura los que pretendieron hacer la casa de Dios guarida de ladrones consiguieron destruir el templo? Así también los que viven mal dentro de la Iglesia católica, en cuanto de ellos depende, intentan hacer la casa de Dios cueva de ladrones; mas no por eso destruyen el templo. Llegará tiempo en el que sean arrojados fuera por la soga de sus pecados. Sin embargo, este templo de Dios, este Cuerpo de Cristo, esta congregación de fieles, tiene una sola voz y como un solo hombre canta en el salmo. Ya hemos oído su voz en otros muchos salmos; la oigamos en éste. Si queremos, es nuestra voz; si queremos, oímos con el oído al que canta y nosotros cantamos con el corazón. Si no queremos (cantar ni oír), estaremos en el templo como compradores y vendedores, es decir, buscando nuestro interés, pues entramos en la iglesia, pero no a ejecutar lo que agrada a los ojos de Dios. Luego vea cada uno, conforme pueda, cómo oiga: si oye y se mofa; si oye y lo echa a la espalda; si oye y está de acuerdo, es decir, si percibe aquí su voz y une la voz de su corazón a la voz de este salmo. Con todo, la voz de este salmo no calla; aprendan los que puedan. ¿Qué digo? Los que quieran; los que no quieran, no lo impidan, Se nos recomienda la humildad; por aquí empieza.
4 [v.1]. Señor, no se ha engreído mi corazón. Ofreció un sacrificio. ¿Cómo probamos que ofreció un sacrificio? Porque la humildad del corazón es un sacrificio. En otro salmo se dice: Porque, si hubieses querido un sacrificio, sin duda te lo hubiese ofrecido. Ardientemente anhelaba ofrecer a Dios un sacrificio por sus pecados, intentaba aplacarle para conseguir el perdón de los pecados. Y como si buscase el modo de aplacarle: Si hubieses querido —dice— sacrificio, sin duda lo hubiese ofrecido; pero tú no te deleitarás con holocaustos. Luego en vano buscaba carneros, o toros, o alguna víctima parecida para aplacar a Dios. ¿Por qué? Porque Dios no se deleita con holocaustos, no acepta sacrificio. Entonces ¿se aplaca sin sacrificios? Si no hay sacrificio, no hay sacerdote. Pero, si tenemos un sacerdote en el cielo que intercede ante el Padre por nosotros, pues entró en el "sancta sanctorum", en lo interior que ocultaba el velo, en donde prefigurando sólo entraba el sacerdote una sola vez al año, como también una sola vez en todo el tiempo fue ofrecido el Señor; y si El mismo se ofreció, siendo sacerdote y víctima, y entró, como dice el Apóstol, una vez en el sancta sanctorum14, y ya no morirá ni la muerte se enseñoreará en adelante de Él15, entonces estamos seguros, porque tenemos sacerdote; ofrezcamos allí también el sacrificio. Veamos, pues, qué sacrificio debemos ofrecer, porque nuestro Dios, como oísteis en el salmo, no se deleita con holocaustos. En aquel salmo prosigue y declara qué debe ofrecerse: El sacrificio para Dios es el espíritu atribulado; Dios no desprecia el corazón contrito y humillado16. Luego, si el corazón humillado es sacrificio para Dios, ofreció sacrificio el que dijo: Señor, no se engrió mi corazón. Observa en otro lugar al que ofrece de esta manera, pues dice a Dios: Ve mi humildad y mi trabajo y perdona todos mis pecados17.
5. Señor, no se ha engreído mi corazón, ni han sido altaneros mis ojos, ni he caminado en grandezas, ni en cosas más admirables, que yo. Se diga esto más claro y se oiga. No fui soberbio, no quise señalarme a los hombres en cosas maravillosas, ni busqué algo sobre mis fuerzas para jactarme ante los indoctos. Atienda vuestra caridad. Se recomienda una gran cosa. Simón Mago quería caminar en grandezas mayores que él; por eso le agradó más el poder de los apóstoles que la justicia de los cristianos. Vio que se daba a los fieles, por la imposición ele las manos de los apóstoles y por sus oraciones, el Espíritu Santo; y es de notar que entonces se daba a conocer la recepción del Espíritu Santo por milagros, hablando lenguas que no habían aprendido, sobre todos los que descendía el Espíritu Santo; y no es que ahora no se dé el Espíritu Santo, porque no hablan lenguas los que creen; entonces convenía que hablasen lenguas, para demostrar que todas las lenguas habían de creer a Cristo; mas, cuando se cumplió lo que simbolizaba el milagro, el milagro cesó; al ver esto Simón, quiso obrar tales milagros, pero no ser igual a los apóstoles, y sabéis que creyó que podía comprar con dinero el Espíritu Santo. Luego era de aquellos que entran en el templo a comprar y vender, quería comprar lo que se disponía a vender; y verdaderamente, hermanos, como era tal, así también se había acercado a los apóstoles. El Señor echó del templo a los que vendían palomas. La paloma simboliza el Espíritu Santo. Luego Simón quería comprar y vender la Paloma; entonces se acercó nuestro Señor Jesucristo, que moraba en Pedro, y con el látigo, hecho de cuerdas, arrojó fuera al mal comprador18.
6. Luego hay hombres a quienes agrada hacer milagros y los reclaman de los que aprovecharon en la Iglesia; es más, los mismos a quienes les parece que aprovecharon, quieren hacer tales cosas y creen que no pertenecen a Dios si no las hicieren. Sin embargo, nuestro Dios y Señor, que sabe lo que da a cada uno para que se conserve en armonía la trabazón del Cuerpo, habla a la Iglesia por el Apóstol, diciendo: No puede decir el ojo a la mano: "No necesito de ti"; ni la cabeza a los pies: "No tengo necesidad de vosotros." Si todo el cuerpo es ojos, ¿en dónde estará el oído?; y, si todo el cuerpo es oídos, ¿en dónde estará el olfato? Luego en nuestros miembros veis, hermanos míos, cómo cada uno de ellos tiene su propio oficio: el ojo ve y no oye; el oído oye y no ve; la mano trabaja y no oye ni ve; el pie anda y no oye, ni ve, ni hace lo que la mano. Pero en un mismo cuerpo, si tiene salud y no litigan entre sí los miembros, el oído ve por el ojo, el ojo oye por el oído, y no puede reprochársele al oído que no vea, de suerte que se le diga: "No sirves de nada, eres un estropajo; ¿acaso puedes ver y distinguir los colores, como lo hace el ojo?" Pues responderá el oído por la paz del cuerpo, y dirá: "Estoy en donde está el ojo, en el mismo cuerpo estoy; por mí mismo no veo, pero veo por aquel con quien estoy." Así, pues, al decir el oído: "El ojo ve para mí", el ojo dice también: "El oído oye para mí"; los ojos y los oídos dicen: "Las manos obran para nosotros"; y las manos dicen: "Los ojos y los oídos ven y oyen para nosotras"; los ojos, los oídos y las manos dicen: "Los pies andan para nosotros." En fin, cuando obran todos los miembros en un mismo cuerpo y están de acuerdo, se alegran y se congratulan todos. Y, si algún miembro padece alguna molestia, no le abandonan los otros, todos padecen con él. ¿Por ventura, porque el pie se halla en el cuerpo distante de los ojos, pues éstos están colocados en lo más alto y aquéllos en lo más bajo, cuando el pie se clavó una espina, le abandonan los ojos, y no más bien, como lo experimentamos, se estremece o se contrae todo el cuerpo, y el hombre se sienta, se encorva, para buscar la espina que se clavó en el pie? Todos los miembros hacen cuanto pueden para que del bajo y débil lugar sea extraída la espina que se clavó. Luego así, hermanos, el que no puede en el Cuerpo de Cristo resucitar a un muerto, no lo intente; procure únicamente no discordar en el Cuerpo para que no le acontezca lo que al oído, que, si quisiera ver, disonaría, puesto que lo que no recibió no puede hacerlo. Quizás se le echa en cara y se le dice: "Si fueses justo, resucitarías a un muerto, como le resucitó Pedro." En la vida de Cristo parece que hicieron mayores cosas los apóstoles que el mismo Señor19. Pero ¿cómo puede acontecer que tengan más poder los sarmientos que la raíz? ¿Cómo es que aparentan haber hecho cosas mayores ellos que Él? A la voz del Señor resucitan muertos y ante la sombra de Pedro que pasa resucita un muerto20. Este hecho parece mayor que aquél. Pero Cristo podía obrar sin Pedro, mas Pedro sin Cristo no hubiera hecho nada. Porque sin mí —dice el Señor— nada podéis hacer21. Luego, cuando oyere esto el hombre que aprovecha, como si se le echase en cara una calumnia por los ignorantes paganos, por los hombres que no saben lo que hablan, estando él en la trabazón del Cuerpo de Cristo, responda y diga: "Tú que dices: "No eres justo, porque no haces milagros", podrías también decir al oído: "No estás en el cuerpo, porque no ves."" Pero insiste y dice: "Tú lo harías, como lo hizo Pedro"; pues bien, Pedro lo hizo por mí, porque estoy en el mismo Cuerpo en el que Pedro lo hizo; y en aquel del que no estoy separado, lo que él puede, lo puedo. Por lo que yo puedo menos, él se compadece de mí, y por lo que él puede más, me regocijo con él22. El mismo Señor clamó desde arriba por su Cuerpo, diciendo: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?23, a pesar de que a Él nadie le tocaba; pero, al sufrir el Cuerpo en la tierra, la Cabeza clamaba desde el cielo.
7. Luego, hermanos, si cada uno obra exactamente lo que puede y no envidia que otro pueda más, sino que se congratula como establecido en el mismo Cuerpo, entonces le pertenece esta voz del salmo: Señor, no se ha engreído mi corazón, ni han sido altaneros mis ojos, ni he caminado en grandeza, ni en cosas más admirables que yo. "No investigué —dice— lo que excedió a mis fuerzas, no me entregué a esto, no quise ser engrandecido con esto." Ha de temerse sobremanera este engreimiento por la abundancia de gracias. Para que nadie se ensoberbezca por los dones de Dios, sino que más bien conserve la humildad, haga lo que se escribió: Cuanto eres mayor, tanto más has de humillarte en todas las cosas, y así hallarás gracia delante de Dios24. Sin cesar ha de recomendarse a vuestra caridad cuánto deba temerse la soberbia debido a los dones de Dios, y, sobre todo, cuando el salmo, que es brevísimo, nos permite hablar sobre esto. El apóstol San Pablo, que de perseguidor fue hecho predicador, consiguió gracia más abundante en todo trabajo apostólico que todos los restantes apóstoles, demostrando Dios de este modo que es suyo lo que da y no del hombre. Como suelen los médicos demostrar el poder de la medicina en los casos desesperados, así nuestro Señor Jesucristo, Médico y Salvador nuestro, demostró en el desesperado que fue perseguidor de la Iglesia la grandeza de su arte, no sólo haciéndole cristiano, sino apóstol, y no solo Apóstol, sino, como él dice, trabajando más que todos los otros apóstoles25. Luego tuvo una gracia excelentísima. Y así veis, hermanos, que ahora en la Iglesia las epístolas del apóstol San Pablo son más leídas que las de sus coapóstoles. Algunos de ellos no escribieron, únicamente hablaron en la Iglesia. Los escritos que los ilusos nos presentan con el nombre de los apóstoles, como no son de ellos, se reprueban y no se aceptan por la Iglesia. Otros ciertamente escribieron, pero no escribieron tanto ni con tanta gracia divina. Estando dotado de tanta gracia y habiendo merecido de Dios tan grandes dones, ¿qué dice en cierto lugar? Vara que no me ensoberbezca por la sublimidad de las revelaciones... Atended, os digo una cosa terrible. Para, que no me ensoberbezca por la sublimidad de las revelaciones, me fue dado el aguijón de mi carne, ángel de satanás que me abofetea. ¿Qué es esto, hermano? Para que no me ensoberbeciese como joven, era azotado como niño. Pero ¿por quién? Por el ángel de satanás. ¿Qué es esto? Fue entregado a ser atormentado vehementemente con cierto dolor corporal. Con frecuencia, los ángeles de satanás causan dolores en el cuerpo, pero sólo pueden hacerlo cuando se les permite. También el santo Job fue probado de esta manera, pues se permitió a satanás para probarle que le hiriese y fuese corroído de gusanos; se le permitía para dejarle en estado asqueroso, pero el santo era probado26. El diablo ignora los bienes que se originan de ello cuando se ensaña. Ensañándose entró en el corazón de Judas27, ensañándose entregó a Cristo, ensañándose le crucificó; pero, al ser crucificado Cristo, redimió el orbe terráqueo. He aquí que el ensañamiento del diablo perjudicó al diablo y nos aprovechó a nosotros, pues al ensañarse perdió lo que poseía, quedando redimidos por la sangre del Señor derramada por él al ensañarse en Él. Si hubiera sabido que había de padecer tanto daño, no hubiera derramado en la tierra el precio con que fue redimido el género humano. Así también se permitió de buen grado el ángel de satanás abofetear al Apóstol; sin embargo, por esto se curaba el Apóstol. Pero como lo que había aplicado el Médico era molesto al enfermo, éste rogó al Médico que se lo quitase. Esto mismo sucede cuando el médico aplica a los miembros algún fomento molesto y ardiente, con el que, sin embargo, ha de curar aquel que tiene los miembros enfermos. Pues, al comenzar a sentir el enfermo el ardor y el tormento del medicamento, pide al médico que se lo quite; sin embargo, el médico le consuela y le aconseja paciencia, porque sabe cuan útil es lo que aplicó. Esto también lo consigna el Apóstol después de haber dicho: Me fue dado el aguijón de mi carne, ángel de satanás que me abofetee. Pues, habiendo declarado de antemano por qué le fue dado el aguijón de su carne, ángel de satanás que le abofetease, para que no se ensoberbeciese con la sublimidad de las revelaciones, añade: Por lo cual rogué por tres veces al Señor que apartase de mí el aguijón de la carne. Esto es lo mismo que decir: "Rogué al Médico que me quitase el fomento molesto que me había aplicado." Pero oí la voz del Médico, que me dijo: "Te basta mi gracia, porque la fortaleza se perfecciona en la flaqueza28. Yo sé lo que apliqué, yo conozco el origen de tu enfermedad, yo sé cómo has de curar."
8. Luego, carísimos, si hubiera podido el apóstol San Pablo engreírse debido a la sublimidad de las revelaciones, si no hubiera recibido el ángel de satanás que le abofeteara, ¿quién puede estar seguro de sí? Parece que camina seguro el que recibió poco, pero si no busca perversamente lo que no puede conseguir con rectitud. Busque aquello sin lo cual no puede ser del Cuerpo de Cristo o sin lo cual se halla allí mal. Más seguro es hallarse en el Cuerpo de Cristo con un dedo sano que con un ojo legañoso. El dedo es una cosa pequeña; el ojo, grande, de mucho valor; y, con todo, mejor es tener un dedo sano que tener un ojo enfermo, legañoso, ciego. Nadie busque estar en el Cuerpo de Cristo si no es con salud. Por la sanidad posee la fe, por la fe limpia su corazón, por la limpieza de corazón se ve el rostro del que se dijo: Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios29. El que hizo milagros y el que no los hizo, en el Cuerpo de Cristo únicamente debe alegrarse del rostro de Dios. Cuando volvieron los apóstoles de la misión que el Señor les encomendó, le dijeron: Señor, ve que en tu nombre nos obedecieron también los demonios. Viendo el Señor que los tentaba la soberbia por la potestad de los milagros, entonces El, como médico que había venido a curar nuestros tumores y a sanar nuestras enfermedades, les dijo al instante: No os alegréis de que los demonios se os sometan, sino alegraos de que vuestros nombres están escritos en el cielo30. No todos los buenos cristianos arrojan demonios; sin embargo, los nombres de todos ellos se hallan escritos en el cielo. No quiso que se alegrasen por lo que tenían de particular, sino de que tenían la salud con los demás; de esto quiso el Señor que se alegraran los apóstoles, de esto debes también tú alegrarte. Atienda vuestra caridad. Ningún cristiano ha de esperar o confiar si no está escrito su nombre en el cielo. Los nombres de todos los fieles que aman a Cristo, que andan humildemente por el Camino que El, humilde, enseñó, se hallan escritos en el cielo. El nombre de cualquier fiel significante, de cualquier fiel que tú desprecias, que cree en Cristo, y ama a Cristo, y ama la paz de Cristo, se halla escrito en el cielo. Y ¿qué semejanza hay entre éstos y los apóstoles, que obraron tantos milagros? Sin embargo, se reprende a los apóstoles, porque se alegraban del bien particular, y se les manda que se alegren de lo mismo de que se alegra el más pequeño de los hermanos.
9 [v.2]. Con razón, hermanos, dotado el salmista de esta humildad, dice: Señor, no se engrió mi corazón, ni fueron altaneros mis ojos, ni caminé en grandezas, ni en cosas más admirables que yo. Si no sentí humildemente, sino que engreí mi alma, como niño destetado y apartado del regazo de su madre, así se dé galardón a mi alma. Parece que se liga con juramento de maldición. Así como se dice en otro salmo: Señor, Dios mío, si hice esto, si hay iniquidad en mis manos, si devolví males a los que me los hicieron, sea matado por mis enemigos sin remisión31, etc., así parece que también dijo aquí: "Si no sentí humildemente, sino que engreí mi alma, hágase", es decir, acontezca esto. Como en donde se escribe: Si devolví males a los que me los hicieron, pide que le suceda aquello. ¿Qué? Que sea matado sin remisión por mis enemigos, así también aquí, al decir: Si no sentí humildemente, pide que, como al niño que se le aparta de la leche de su madre, así se dé el galardón a su alma. Atended. Sabéis que el Apóstol dice a algunos débiles: Os di a beber leche, no manjar, pues todavía no erais capaces, pero ni aún ahora lo sois32. Hay débiles que, no siendo capaces de alimento sólido, quieren comer lo que no pueden tomar; y si por casualidad tomaron algo o les parece que tomaron lo que no han tomado, se ensoberbecen y se engríen. Les parece que ya son sabios. Esto sucede a todos los herejes, los cuales, siendo animales y carnales, al defender sus perversas opiniones, no reconociendo que son falsas, son excluidos de la Católica. Diré a vuestra caridad lo que puedo. Sabéis que nuestro Señor Jesucristo es el Verbo de Dios, conforme lo dice San Juan: En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Este estaba en el principio en Dios. Todas las cosas fueron hechas por Él, y sin Él nada fue hecho. Luego es pan. De él viven los ángeles. Pues bien, este pan se preparó para ti, pero crece con la leche para que llegues al pan. "¿Y cómo, dices, crezco con la leche?" Crece primero y retén firmemente lo que se hizo Cristo para tu debilidad. Como la madre ve que el niño es incapaz de tomar por sí alimento sólido, ella se lo da, pero a través de su carne, pues el mismo pan que alimenta al infante, alimenta a la madre; mas el niño, que es incapaz de acercarse a la mesa, no lo es para acercarse al pecho. Por tanto, el pan de la mesa pasa por el pecho de la madre para llegar, siendo el mismo alimento, al pequeño infante. De igual modo, nuestro Señor Jesucristo, siendo Verbo junto al Padre, por el cual fueron hechas todas las cosas y que, teniendo la forma de Dios, no juzgó rapiña ser igual a Dios33, al que los ángeles comprenden según su propia condición y del que se alimentan en el cielo las potestades y las virtudes, los espíritus intelectuales, para que el hombre enfermo y que yacía en la tierra envuelto en la carne, sin poder llegar al pan celeste, comiese el pan de los ángeles34 y descendiese el maná al verdadero pueblo de Israel, el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros35.
10. Por lo cual el apóstol San Pablo dice a los débiles, a los cuales llama animales y carnales36: ¿Por ventura dije entre vosotros que conocía algo, excepto a Jesucristo, y a éste crucificado?37 Pues Cristo era crucificado y no crucificado, ya que en el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Mas como el mismo Verbo se hizo carne, el mismo Verbo fue crucificado; pero no se cambió en hombre, sino que el hombre fue cambiado en Él. El hombre fue cambiado en Él para que se hiciera mejor de lo que era, mas no para convertirse en la misma naturaleza del Verbo. Por lo que era hombre murió Dios y por lo que era Dios fue despertado el hombre y resucitó y subió al cielo. Todo lo que padeció el hombre puede decirse que lo padeció Dios, porque era Dios, que había tomado al hombre, aunque no fue cambiado en hombre, al modo que no puedes decir que no padeciste afrenta si tu vestido se rasga. Así, cuando te quejas a tus amigos o en juicio, dices al juez: "Me rasgó." No dices: "Rasgó el gabán o el sobretodo", sino: "Me rasgó." Si pudo y mereció tu vestido llamarse tú, que no es tu persona, sino tu vestido, ¿cuánto mejor pudo oír la carne de Cristo, templo de Dios unido al Verbo, que todo lo que padeció en la carne, lo padeció el mismo Dios, aun cuando el Verbo no pudiera morir, ni corromperse, ni cambiarse, ni ser matado, sino que todo cuanto padecía, lo padecía en la carne? Y no os admiréis de que el Verbo no padeció nada, pues tampoco puede padecer nada el alma del hombre al ser matada la carne, según dice el Señor: No temáis a los que matan el cuerpo y no pueden matar el alma38. Si no puede ser matada el alma, ¿podrá serlo el Verbo de Dios? Y, sin embargo, ¿qué dice? "Me flageló, me abofeteó, me hirió, me escarneció." Todo esto no se hace en el alma, y, sin embargo, dice únicamente me, por la unidad de su compañero.
11. Luego nuestro Señor Jesucristo, que es pan, se hizo para nosotros leche al encarnarse y aparecer mortal a fin de que por El terminase nuestra muerte de inanición y no nos apartásemos del Verbo creyendo en la carne que se hizo el Verbo. Comencemos a creer desde aquí; nos alimentemos con esta leche antes de que seamos fuertes para tomar el Verbo, no nos apartemos de la fe de nuestra leche. Los herejes, queriendo disentir de aquello que no podían comprender, dijeron que el Hijo es menor que el Padre, y también que el Espíritu Santo es menor que el Hijo; así establecieron grados e introdujeron tres dioses en la Iglesia. No pueden negar que el Padre es Dios, que el Hijo es Dios y que el Espíritu Santo es Dios. Pero, si el Padre es Dios, y el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, y son desiguales y no son la misma sustancia, no es un solo Dios, sino tres dioses. Disputando, pues, sobre lo que no podían comprender, se ensoberbecieron, y se cumplió en ellos lo que se dice en el salmo. Si no sentí humildemente, sino que engreí mi alma, como niño destetado y apartado del regazo de su madre, así se dé galardón a mi alma. La madre es la Iglesia de Dios, de la cual se separaron; en ella debían haberse amamantado y nutrido para que creciesen a fin de alimentarse del Verbo, Dios en Dios; en la forma de Dios, igual al Padre.
12. Quienes trataron estas cosas antes que yo tuvieron otro parecer, y dieron a estas palabras del salmo otro sentido, el cual no he de ocultar a vuestra caridad. Dijeron que todo soberbio desagrada a Dios y que el alma humana debe humillarse para no desagradar a Dios y considerar con toda la capacidad de su mente lo que se dijo: Cuanto más grande eres, tanto más has de humillarte en todas las cosas, y encontrarás gracia delante de Dios39. Pero hay ciertos hombres que, al oír que deben ser humildes, se abandonan y no quieren aprender nada, pensando que, si aprenden algo, serán soberbios, y se quedan en niños de leche. La Escritura reprende a éstos, diciendo: Habéis necesitado leche de nuevo, no manjar sólido40. Dios quiere alimentarnos con leche; pero de tal modo, que no permanezcamos en ella, sino que, creciendo por ella, lleguemos al manjar sólido. Luego no debe el hombre encauzar su corazón hacia la soberbia, sino elevarlo hacia la enseñanza de la palabra de Dios. Si no debiera ser elevada el alma, no se diría en otro pasaje del salmo: A ti, Señor, elevé mi alma41. Y, si el alma no se levanta sobre sí misma, no llegará a la visión de Dios, al conocimiento de aquella sustancia inmutable. Ahora, cuando se halla en la carne, se le dice: ¿En dónde está tu Dios? Dentro está su Dios; espiritualmente está dentro, espiritualmente es excelso; no como con intervalos de espacio, como por distancias locales más altas. Si hubieran de buscarse estas alturas, las aves nos vencerían volando hacia Dios. Luego Dios, dentro y espiritualmente, está alto; y no llegará el alma a tocarle si no se rebasa a sí misma. Porque todo lo que corporalmente sientas de Dios es un gran error. Todavía eres un niño si sientes de Dios también algo parecido al alma humana, es decir, que Dios o se olvida o que de tal modo es sabio, que llega a ser necio; o que hace algo y se arrepiente de ello, puesto que todo esto se consignó en la Escritura para que los lactantes conociesen a Dios; por tanto, no oigamos estas cosas de Dios como si propiamente le perteneciesen; y, por lo mismo, entendamos que Dios se arrepiente, y que aprende lo que ignoraba, y entiende lo que no entendía, y recuerda lo que se le había olvidado. Tales cosas pertenecen al alma, no a Dios. Luego si no traspasase la condición de su alma, no verá que Dios es lo que es, pues Él dijo: Yo soy el que soy42. Por esto, ¿qué dijo aquel a quien se decía: En dónde está tu Dios? Mis lágrimas son mi pan día y noche al decírseme todos los días: "¿En dónde está tu Dios?" ¿Qué hizo para encontrar a su Dios? Medité estas cosas —dice— y derramé mi alma sobre mí43. Para encontrar a su Dios derramó su alma sobre sí. Luego no se te dice: "Sé humilde para que no conozcas. Sé humilde por causa de la soberbia y sé excelso atendiendo a la sabiduría." Oye una clara sentencia sobre esta materia: No seáis niños en el conocimiento; sed niños en la malicia para que seáis perfectos en la mente44. Con claridad se explicó, hermanos míos, en qué quiso Dios que fuésemos humildes y en qué excelsos: humildes para evitar la soberbia, excelsos para conseguir la sabiduría. Amamántate para nutrirte; nútrete para crecer; crece para que comas pan. Pues, cuando comiences a comer pan, serás destetado, es decir, ya no te será necesaria la leche, sino el alimento sólido. Esto parece que consignó al decir: Si no sentí humildemente, sino que engreí mi alma, es decir, si no fui niño en el conocimiento, sino en la malicia. Dando a entender esto último, dijo lo anterior: Señor, no se engrió mi corazón, ni fueron altaneros mis ojos, ni caminé en grandeza, ni en cosas más admirables que yo: he aquí cómo fui niño en la malicia. Pero como veis también que no fui niño en el conocimiento, pues no sentí humildemente, sino que engreí mi alma, se me dé lo que se da al niño que es apartado del pecho de la madre, puesto que ya soy capaz de comer pan.
13. Luego, hermanos, esta sentencia no me desagrada, porque no va contra la fe. Sin embargo, me inquieta, porque no se dijo únicamente; "Como el niño que fue apartado de la leche, así se dé el galardón a mi alma", sino que se consignó: Como el niño que fue apartado de la leche estando en el regazo de su madre, así se dé el galardón a mi alma. En esto no sé por qué se me ocurre ver que fue maldecido. Pues aquí es destetado no el niñito, sino el ya mayorcito, pues el débil, que se halla en la primera infancia, la cual es la verdadera infancia, se encuentra sobre los brazos de su madre, y, si se le apartase de la leche, moriría. Luego no en vano se añadió: y del regazo de su madre. Todos pueden ser destetados habiendo crecido. Al que crece y es destetado en estas circunstancias, le va bien; por el contrario, al que todavía se halla en el regazo de su madre y lo es, le es pernicioso. Luego, hermanos, ha de evitarse que alguno sea destetado antes de tiempo. A todo niño mayorcito se le aparta de la leche, pero no se separe de la leche a nadie que todavía se halla sobre el regazo de su madre. Cuando se lleva en los brazos de la madre al que fue llevado en el vientre, y se llevó en el vientre para que naciese, y se le lleva en los brazos para que crezca, necesita de leche, pues aún está sobre el regazo de su madre. Luego no engría su alma cuando es incapaz de tomar alimento sólido, sino más bien cumpla el precepto de la humildad. Tiene en qué ejercitarse; crea en Cristo para que pueda comprender a Cristo. No puede ver al Verbo, no puede comprender la igualdad del Verbo y del Padre; la igualdad del Espíritu Santo, y del Padre, y del Verbo; créalo y mame. Esté seguro que, cuando creciere, comerá, lo que no podrá hacer antes que crezca mamando. También tiene adonde dirigirse: No busques cosas más excelsas, más altas que tú, ni escudriñes cosas de más consistencia que tú; es decir, no te dirijas a comprender lo que eres todavía incapaz. ¿Y qué haré? —dices—. ¿Permaneceré así? Piensa siempre en las cosas que el Señor te mandó45. ¿Qué te mandó el Señor? Haz obras de misericordia; no quebrantes la paz de la Iglesia; no pongas la esperanza en el hombre; no tientes a Dios deseando milagros. Si en ti ya hay fruto, conoces que con los buenos soportas la cizaña hasta la siega46, puesto que puedes temporalmente estar con los malos, pero no eternamente. La paja se halla aquí temporalmente mezclada contigo en la era, pero no estará contigo en la troje. Estas son las cosas que te manda el Señor; piensa siempre en ellas. No te separes de la leche mientras estés en el regazo de tu madre, no sea que mueras antes de que seas capaz de comer el pan. Crece, y tendrás fuerzas vigorosas, y comprenderás lo que no podías comprender, y tomarás lo que no tomabas.
14. "Pero ¿qué? Cuando viere lo que no podía ver y cuando tomare lo que no podía tomar, ¿ya estaré seguro? ¿Ya seré perfecto?" No. Mientras vives no te acontecerá esto. Nuestra perfección es la humildad. Ahora oísteis cómo concluyó la lectura apostólica, si se grabó en vuestra memoria; ahora oísteis cómo el Apóstol, por la misma sublimidad de las revelaciones, porque podía envanecerse a no ser que recibiera el ángel de satanás, recibió la bofetada para que no se envaneciese en las revelaciones;¡cuántas cosas se le revelaban! Y, sin embargo, a quien se le revelaban tantas y tan grandes cosas, ¿qué dice? Hermanos, yo no pienso que ya haya conseguido (la perfección). Pablo, el que recibió el abofeteante ángel de satanás para que no se envaneciese con la sublimidad de sus revelaciones, dice: Hermanos, yo no pienso que ya la haya conseguido. ¿Quién se atreverá a decir que la consiguió? He aquí a Pablo, que no la consiguió, pues dice: Yo no pienso que ya la conseguí ¿Y qué añades, oh Pablo? Todavía corro para alcanzarla. Pablo todavía se halla en el camino, ¿y tú te crees ya en la patria? Una cosa hago —dice—, olvidarme de lo de atrás. Haz también tú esto y olvida tu mala vida pasada. Si la vanidad te deleitó en algún tiempo, ya no te deleite. Olvidándome de lo de atrás —dice— me extendí a lo de adelante; y con la intención sigo corriendo hacia la corona de la suprema vocación de Dios, que se halla en Cristo Jesús. Oigo la voz de Dios arriba y corro para conseguirla. No permitió que me quedara en el camino, porque no dejó de hablarme. Hermanos, Dios no cesa de hablarnos. Si cesase, ¿qué haríamos? ¿Qué hacen los cánticos y lecciones divinas? Olvidaos de las cosas de atrás y extendeos a las de adelante. Mamad la leche para que crezcáis en vistas al sólido alimento. Cuando lleguéis a la patria, os gozaréis. Ved ahora al Apóstol cómo sigue corriendo hacia la corona de la suprema vocación. Dice, pues: Cuantos somos perfectos, sintamos esto. No hablo, dice, a los imperfectos; a éstos todavía no puedo hablarles sabiduría. Quienes aún toman leche no son alimentados con comida sólida; hablo a los que ya comen alimento sólido. Ya parece que son perfectos, porque comprenden la igualdad del Verbo con el Padre, pero aún no ven como ha de verse cara a cara; aún ven en parte y en enigma47. Luego corran, porque al terminarse el camino llegaremos a la patria; corran y se extiendan. Cuantos seamos perfectos, sintamos esto; y, si algo sentís de otra manera, también eso os lo revelará Dios48. Si quizás yerras en algo, ¿por qué no vuelves a la leche de la madre? Si no os envanecéis, si no engreís vuestro corazón, si no os entregáis a cosas más admirables que vosotros, sino que guardáis la humildad, Dios os revelará lo que sentís de otro modo. Pero, si queréis defender lo que sentís de otra manera y pertinazmente sostenerlo e ir contra la paz de la Iglesia, se convertirá en maldición para vosotros lo que dijo: estando sobre el regazo de la madre, os separaréis lejos de la leche, y, lejos de las entrañas de la madre, moriréis de hambre. Por el contrario, si perseveráis en la paz católica y quizás alguno siente algo de otro modo del que conviene se sienta, Dios os lo revelará a vosotros siendo humildes. ¿Por qué? Porque Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes49.
15 [v.3]. Por tanto, este salmo concluye con esto: Espere Israel en el Señor desde ahora y hasta el siglo. Lo que se escribió en griego: Apo tu nin kai eos tu aionos, se tradujo al latín por ex hoc nunc et usque in saeculum; desde ahora y hasta el siglo. Pero no siempre la palabra saeculi, siglo, significa este siglo o mundo, pues algunas veces significa eternidad; porque aeternum, eterno, también se entiende de dos modos: o por siempre, es decir, para siempre y sin fin, o hasta que lleguemos a la eternidad. Luego aquí, ¿de qué modo ha de entenderse? Hasta que lleguemos a la eternidad, esperemos en el Señor Dios, porque, cuando hayamos llegado allá, ya no habrá esperanza, sino realidad; es decir, lo que se espera.