SALMO 123

Traductor: Balbino Martín Pérez, OSA

[Acción de gracias por el auxilio recibido]

SERMÓN AL PUEBLO

1. [v.1-5]. Sabéis perfectamente, hermanos carísimos, que el cántico de grado es cántico de subida; y que la misma subida no se hace con los pies corporales, sino con los afectos del corazón. Esto os lo he dicho muchísimas veces, y no hay que repetir continuamente lo mismo, a fin de tener tiempo para decir las cosas que aún no se dijeron. También este salmo que oísteis ahora en el cántico se intitula Cántico de grado. Este es su título. Luego cantan subiendo; pero unas veces parece que canta uno solo, otras muchos; con todo, los muchos son uno, porque uno es Cristo, y en Cristo los miembros de Cristo forman con Cristo uno, y la Cabeza de todos estos miembros se halla en el cielo. Sin embargo, aunque el Cuerpo trabaja en la tierra, no está separado de su Cabeza, pues la Cabeza mira desde arriba y ampara a su Cuerpo. Si no velase por él, no hubiera dicho al perseguidor que aún era Saulo y no Pablo: Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?1 Esto lo conocéis perfectísimamente y es comunísimo para vosotros. Pero no se conmemoren con hastío estas cosas para aquellos que las recuerdan, a fin de que por su tolerancia vuelvan a la memoria de aquellos que las olvidaron, pues son saludables y con frecuencia deben ser repetidas. Luego ya cante uno o ya canten muchos, muchos hombres son un solo hombre, porque son la unidad; y Cristo, como dijimos, es uno, y todos los cristianos son miembros de Cristo.

2. Luego ¿qué cantan éstos? ¿Qué cantan estos miembros de Cristo? Aman, y amando cantan; cantan deseando. Algunas veces cantan en la tribulación, otras cantan con regocijo, cuando cantan en esperanza. Nuestra tribulación tiene lugar en el mundo actual, nuestra esperanza se encamina al siglo futuro. Si la esperanza del siglo futuro no nos consolase en la tribulación del presente, pereceríamos. Luego todavía, hermanos, no poseemos nuestro gozo en la realidad, pero sí ya en esperanza. Nuestra esperanza es tan firme como si ya fuese realidad, pues no titubeamos dada la Verdad, que promete. La Verdad no puede engañar ni engañarse; nos conviene unirnos a ella; ella nos liberta si permanecemos en su palabra. Ahora creemos, más tarde veremos. Cuando creemos, se da la esperanza en este siglo; cuando veamos, se dará la realidad en el futuro, pues veremos cara a cara2. Cuando tengamos purificados los corazones, entonces veremos cara a cara: Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios3. Y ¿cómo se purifican si no es por la fe, conforme dice San Pedro en los Hechos de los Apóstoles: Limpiando con la fe sus corazones?4 Luego por la fe se purifican nuestros corazones, para que puedan ser capaces de conseguir la visión. Ahora caminamos por la fe, no por la visión, según dice el Apóstol: Mientras vivimos en el cuerpo, peregrinamos hacia el Señor. ¿Y qué significa peregrinamos? Caminamos —dice— por la fe, no por la visión5. Luego quien peregrina y camina por la fe, aún no se halla en la patria, pero ya está en el camino; sin embargo, el que no cree, no está en la patria ni en el camino. Caminemos hallándonos en el camino, puesto que el Rey de la patria es nuestro Señor Jesucristo. En ella es Verdad, aquí Camino. ¿Adónde vamos? A la Verdad. ¿Por dónde vamos? Por la fe. ¿Adónde vamos a Cristo? ¿Por dónde vamos? Por Cristo, pues Él dijo: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida6. En cierta ocasión dijo a los creyentes en El: Si permaneciereis en mi palabra, seréis mis verdaderos discípulos, y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará7. Conoceréis —dice— la verdad, pero si permaneciereis en mi palabra. ¿En qué palabra? En la que dice el Apóstol: Lo que os predicamos es la palabra de fe8. Ante todo, se ofrece la palabra de fe. Si permanecemos en esta palabra, conoceremos la verdad, y la verdad nos libertará. La verdad es inmortal, la verdad es inmutable, y la verdad es la Palabra, de la cual se dijo: En el principio existía el Verbo, la Palabra, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo o la Palabra era Dios. ¿Y quién ve esto si no es un corazón purificado? ¿Y cómo se purifican los corazones? Y el Verbo o la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros9. Luego la permanencia del Verbo en sí mismo es la Verdad, a la que nos dirigimos y la que nos liberta; La palabra de fe que se predica, en la cual quiere el Señor que permanezcamos para que conozcamos la verdad, es el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. ¿Crees en Cristo nacido en carne? Llegarás a Cristo nacido de Dios, Dios en Dios.

3. Regocijándose cantan éstos los salmos que leemos. Estos miembros de Cristo cantan alborozados este salmo. ¿Y quién se alboroza aquí si no es en esperanza, conforme dije? Tengamos firme esperanza y cantemos regocijándonos. Pues quienes cantan no son extraños a nosotros, ni tampoco podemos decir que no se halle nuestra voz en este salmo. Oíd como si os oyeseis a vosotros mismos, oíd como si os contemplaseis en el espejo de las Escrituras. Pues, cuando consideras la Escritura como un espejo, se regocija tu rostro al encontrarte, por el alborozo de la esperanza, semejante a ciertos miembros de Cristo que cantaron estas cosas, pues también tú te hallarás entre estos miembros y cantarás estas cosas. ¿Por qué cantan éstos estas cosas regocijándose? Porque arribaron al puerto. Luego ahora cantamos en esperanza, ya que, cuando estamos aquí y peregrinamos, aún no hemos arribado al puerto. Nos antecedieron ciertamente algunos miembros de aquel Cuerpo, al cual pertenecemos, que pueden cantar en verdad. Esto lo cantaron los santos mártires. Ya llegaron al puerto y se hallan en el regocijo con Cristo; ahora esperan recibir los cuerpos ya incorruptibles, los mismos que antes eran corruptibles, en los cuales soportaron los tormentos, por lo que serán para ellos ornato de justicia. Luego tanto ellos en la realidad como nosotros en esperanza, unidos por el afecto a sus premios y deseando la vida que aquí no tenemos, y que no podemos tener si no la hubiéremos deseado aquí, cantemos todos a una y digamos: A no haber estado el Señor de nuestra parte... Tendieron la mirada a ciertas tribulaciones, y consideraron, establecidos ya en aquel lugar, en aquella bienaventuranza, en aquella seguridad, por dónde pasaron y a dónde arribaron; y como era difícil salir libres de allí a no ser que les hubiera ayudado la mano del que libera, dijeron regocijados: A no haber estado el Señor de nuestra parte... Así comenzaron a cantar. Aún no declararon de dónde escaparon. ¡Tan grande es el regocijo!: A no haber estado el Señor de nuestra parte.

4. Diga ahora Israel: "A no haber estado el Señor de nuestra parte..." Lo diga, porque ya escapó. Este salmo presenta a la consideración de todos a los liberados, es decir, a los que ya escaparon. Nos establezcamos nosotros y ellos ya triunfantes en el corazón; como si estuviésemos nosotros y ellos allí, a la manera que se dijo en un salmo anterior: Estando nuestros pies en los atrios de Jerusalén10. Aún no estaban allí, estaban en el camino; y, sin embargo, era tanta la alegría de los que caminaban y tan grande la esperanza de llegar, que, estando todavía en el camino y sufriendo, ya les parecía encontrarse establecidos allí. Así también ahora nos imaginemos que ya nos hallamos en aquel triunfo que habrá en el siglo futuro cuando nos mofemos de la muerte liquidada y destruida, cuando digamos: ¿En dónde está, muerte, tu victoria? ¿En dónde está, muerte, tu aguijón?11, ya asociados a los ángeles y regocijándonos con nuestro Rey, que quiso resucitar el primero, aunque no morir el primero. Muchos murieron antes que Él, pero nadie resucitó, para no morir, antes que Él. Regocijándonos con El también aquí en esperanza y establecidos en el corazón, porque hemos escapado, pensemos de qué nos hemos escapado o evadido; de qué tropiezos, de qué tribulaciones del mundo, de qué persecuciones provenientes de los paganos, de qué engaños dimanados de qué herejes, de qué sugestiones diabólicas, de qué ataques de concupiscencias. ¿Quién escaparía de todas estas cosas a no haber estado el Señor de nuestra parte? Dígalo ahora Israel. Pues bien, seguro, dice Israel: A no haber estado el Señor de nuestra parte... ¿Cuándo? Al levantarse los hombres contra nosotros. No es de admirar; fueron vencidos; eran hombres. El Señor estaba con nosotros, no estaba el hombre con nosotros; los hombres se levantaron contra nosotros. Sin embargo, unos hombres hubieran abatido a otros hombres a no haber estado entre aquellos hombres que no pudieron ser vencidos, no un hombre, sino el Señor.

5. Luego, a no tener al Señor de nuestra —parte cuando se levantaron los hombres contra nosotros... ¿Qué os harían los hombres a vosotros que os regocijáis, cantáis y tenéis firmemente asida la bienaventuranza eterna? ¿Qué os harían los hombres que se levantan contra vosotros a no tener de vuestra parte al Señor? ¿Qué os harían? Quizás nos hubieran tragado vivos. Nos hubieran tragado vivos; sin matar antes, así hubieran tragado. ¡Oh inhumanos, oh crueles! No tragó de este modo la Iglesia, puesto que se dijo a Pedro: "Mata" y come12; y no: "Traga vivos." ¿De qué modo Pedro, es decir, la Iglesia, mata y come después? ¿De qué modo estos que se levantaron contra nosotros quizás nos hubieran tragado vivos a no tener de nuestra parte al Señor? Nadie se incorpora a la Iglesia si antes no es matado. Muere lo que fue para que sea lo que no fue. De otro modo, el que no es matado ni comido por la Iglesia, puede contarse en el número de la multitud que se presenta a los ojos humanos; sin embargo, no puede contarse en el número de la multitud que es conocida por Dios, y de la cual dice el Apóstol: El Señor conoce a los suyos13, si no es comido; pero no puede ser comido si primero no es matado. Se acerca un pagano; aún vive en él la idolatría; ha de unirse a los miembros de Cristo; para unirse, necesariamente ha de ser comido; pero no puede ser comido por la Iglesia si primeramente no fue matado. Renuncia al siglo, entonces es matado; cree en Dios, entonces es comido. Luego ¿de qué modo aquellos nos hubieran tragado vivos a no tener de nuestra parte al Señor? En otro tiempo se levantaron muchos perseguidores, y ahora no faltan. Se levantan uno a uno y alguna vez tragan vivos, pero a aquellos en quienes no está el Señor. Por eso aquéllos dijeron, ante todo, a no tener de nuestra parte al Señor, porque muchos en quienes no está el Señor son tragados. Son tragados vivos los que conocen el mal y consienten a la insinuación. Se levantaron ciertos perseguidores y dijeron a los hombres: "Ofreced incienso a los ídolos; si no lo hacéis, os mataremos". Ellos amaron esta vida, y su dulzura les retuvo; amaron más las cosas que veían en la tierra que aquellas que Dios prometió. Se les mandaba creer las cosas que aún no veían. Reteniendo con más fuerza las que veían, arrojaron de sus corazones al Señor, y, como en ellos no se encontraba el Señor, fueron tragados vivos. ¿Cómo fueron tragados vivos? Ofreciendo incienso a los ídolos, sabiendo que nada es el ídolo. Porque, si hubieran creído que el ídolo era algo, hubieran sido tragados muertos; pero como creyeron que no es nada el ídolo y conocieron que todos aquellos ídolos de los gentiles son vanidad, viven; y, por tanto, cuando ejecutan lo que pretenden los perseguidores, son tragados vivos. Pero lo son porque en ellos no está el Señor. Aquellos en quienes mora el Señor son matados y no mueren. Quienes consienten y viven son tragados vivos y, engullidos, mueren. Sin embargo, los que padecieron y no cedieron en las tribulaciones, se regocijan y dicen: Diga ahora Israel; diga regocijándose, diga seguro: A no tener de nuestra parte al Señor al levantarse los hombres contra nosotros, quizás nos hubieran tragado vivos.

6. Al incendiarse su furor contra nosotros. Sabéis, hermanos, que en uno de los salmos anteriores, precisamente en el primero de los cánticos graduales, el que comenzó a subir pidió auxilio contra la lengua engañosa, diciendo: Señor, libra a mi alma de labios inicuos y de lengua engañosa. Pues, cuando comienza el hombre a subir y a aprovechar, en el mismo comienzo de la subida soporta la perversidad de lenguas dolosas; amorosas para arrastrar a la ruina y lisonjeras para insinuar la maldad. "¿Qué haces? (te dicen). ¿Por qué haces esto? ¿No puedes vivir de otro modo? ¿No puedes servir a Dios de otra manera? ¡Tú solo quieres ser lo que otros no son! "Y, si hallas a otros que están contigo, ¿qué dice esta lengua lisonjera y dolosa?" Ve que ellos pudieron; quizás tú no podrás. Lo emprendes, pero desfallecerás. Mejor te hubiera sido no haber empezado que después de empezar desfallecer". Aún lisonjea la lengua dolosa. Si perseveras y vences a la lengua engañosa y halagadora, comienza claramente a serte cruel; la que halagaba para seducir, amenaza para aterrar. Pero, si el Señor está en ti y no echas a Cristo de tu corazón, a la manera que por las saetas agudas y los carbones devastadores venciste las lenguas dolosas14, esto es, por las palabras de Dios, con las que se hallaba atravesado tu corazón, y por los ejemplos de los justos, que muertos fueron vivificados, y, siendo pecadores, se convirtieron en justos, como carbones apagados que reviven; a la manera, repito, que venciste con las saetas y los carbones devastadores a los que halagaban con dolo y seducían halagando, así vencerás a estos que ya amenazan airándose, porque no pudieron seducir halagando. Fueron vencidos cuando halagaban, lo sean cuando amenazan. Son vencidos; mas ¿cómo si no estuviese de nuestra parte el Señor? Es evidente que tú no venciste, sino que venció Aquel que está en ti. ¿Llevas contigo a un tan excelso Emperador y serás vencido? ¿Por ventura no es el que llevas el mismo que dijo: Yo vencí al mundo?15 ¿No venció primeramente al diablo estando siempre sobre toda criatura, puesto que el Verbo es Dios en Dios? ¿Por qué le venció? Para enseñarte a luchar con el diablo. Con todo, ya adoctrinado, si en ti no estuviese Aquel que primero venció para ti, serías vencido. A no tener de nuestra parte al Señor al levantarse los hombres contra nosotros, quizás nos hubieran tragado vivos. Cuando su furor se incendiaba contra nosotros; ya, pues, se enojan, ya claramente se ensañan, quizás el agua nos hubiera sorbido. Llama agua a la muchedumbre de pecadores. Veremos también en los siguientes versillos de qué agua se trata. Todo el que consintió a sus insinuaciones fue cubierto por el agua; murió como los egipcios, y no atravesó, a semejanza de los israelitas. Sabéis, hermanos, que el pueblo de Israel pasó a través del agua y que esta misma agua cubrió al pueblo egipcio16. El agua —dice— nos hubiera sorbido.

7. Pero ¿cuál es la propiedad de esta agua? Es un torrente, corre con ímpetu, pero ha de pasar. Se llama torrentes a los ríos que se forman con lluvias repentinas; se hallan dotados de gran violencia; arrastran a todo el que encuentran al paso, a aquel en quien no está el Señor; pues en el que está, su alma atraviesa el torrente. Aún se desliza el torrente, pero el alma de los mártires ya lo pasó. Mientras se desliza este mundo naciendo unos y muriendo otros, persiste el torrente; de este torrente proceden las persecuciones. De aquí bebió primeramente nuestra Cabeza, de quien se dijo en el salmo: Bebió del torrente en el camino. Del torrente es aquella agua que simboliza la persecución, de donde bebió Aquel que dijo a sus discípulos: ¿Podéis deber el cáliz que yo he de beber?17 Bebió del torrente en el camino. ¿Qué significa "bebió en el camino"? Bebió pasando; no se detuvo. Bebió en el camino, porque de Él quizás se escribió: Y no permaneció en el camino de los pecadores18. Bebió atravesando; y, por lo mismo, ¿qué se dijo? Por eso levantará la cabeza19. Bebió —dice— del torrente en el camino; por eso levantará la cabeza. Ya fue elevada nuestra Cabeza, puesto que bebió del torrente en el camino, pues ya padeció nuestro Señor. Luego si ya fue elevada nuestra Cabeza, ¿por qué teme el Cuerpo el torrente? Sin duda, como ya fue levantada la Cabeza, el Cuerpo dirá después: Nuestra alma pasó el torrente; quizás nuestra alma pasó agua sin sustancia (o consistencia). Ved a qué agua se refería al decir: Quizás el agua nos hubiera sorbido. ¿Cuál es el agua que carece de consistencia o sustancia? ¿Qué significa sin consistencia o sin sustancia?

8. Primeramente veamos qué significa: ¿Quizás atravesó nuestra alma? Los latinos expresaron como pudieron lo que los griegos llaman ara. Los códices griegos consignan ara; pero como es palabra dubitativa, se expresó en latín por una palabra de duda, por fortasse, quizás; mas no significa exactamente esto. Podemos expresarlo en latín por otra palabra menos apropiada, pero más apta a vuestro entender. Lo que los cartagineses llaman iar, no leño, sino duda, a esto denominan los griegos ara, a lo cual los latinos pueden o suelen decir putas, piensas; por ejemplo: "¿Piensas que evité esto?" Si se dice forsitan evasi, quizás evité, veis que no suena a latín; pero lo que dije, putas, es más usual, pero en latín no se dice así. Yo puedo decirlo cuando expongo, pues con frecuencia no empleo palabras genuinamente latinas, para que entendáis. En la Escritura no pudo consignarse lo que no es latín, y, faltando la palabra propia latina, se consignó por ella algo que no daba el significado exacto. Sin embargo, entended como que se dijo: "Putas" pertransiit anima nostra aquam sine substancia. "¿Crees que nuestra alma atravesó agua sin sustancia o sin consistencia?" ¿Por qué dicen "crees"? Porque la magnitud del peligro apenas hace creíble que atravesó. Sufrieron una gran mortandad, se hallaron en grandes peligros; de tal modo fueron en absoluto oprimidos, que apenas se les consentía vivir; luego ahora, ya escapados, ya seguros, pero recordando la inmensidad de su peligro, ¿"crees" —dicen— que nuestra alma atravesó el agua sin sustancia o sin consistencia?

9. ¿Cuál es esta agua sin consistencia? El agua de los pecados, la cual no tiene sustancia o consistencia, pues los pecados no tienen sustancia; son indigencia, no sustancia. En esta agua sin sustancia perdió el hijo menor toda su hacienda. Sabéis que el hijo menor se alejó a país extranjero y que dijo al padre: Dame la parte de la herencia que me pertenece. ¿Qué es lo que quieres? Mejor se conserva en poder de tu padre; es tuya; quieres despilfarrarla, quieres alejarte. Dame, vamos; dame. Se la dio; y se marchó a región lejana, y, viviendo licenciosamente con meretrices, perdió toda su hacienda. Se quedó en la miseria. En su indigencia recordó las riquezas de su padre20. Si la necesidad no le hubiera impulsado, no hubiera anhelado saciarse. Luego examinen todos los hombres sus pecados y vean si los mismos pecados tienen consistencia o sustancia. ¿Por qué irritó el pecador a Dios?21 Si no ves tu pecado antes de cometerlo, a lo menos considéralo después de haberlo cometido. El placer de este mundo, que endulza de momento la boca, se convierte en inmensa amargura después. Ve que pecaste al lucrarte. ¿Qué hiciste al perpetrar el lucro? Perpetrando el lucro, ofendiste a Dios. Acrecentando el dinero, disminuyó la fe y creció el oro. ¿Qué perdiste, qué adquiriste? Lo que adquiriste se llama oro; lo que perdiste, fe. Compara la fe con el oro. Si la fe fuese vendible en el mercado, tendría precio. ¿Piensas en tus ganancias y no piensas en tus pérdidas? Por el arca te alegras; por el corazón, ¿no lloras? Tu arca está repleta de no sé qué cosas, pero ve lo que disminuyó tu corazón. Al abrir el arca, encuentras onzas de oro que no existían en ella; bien que te alegres de tener allí lo que antes no había en ella. Contempla el arca del corazón; allí estaba la fe, y ahora no está. Si te alegras por la primera, ¿por qué no lloras por la segunda? Perdiste más que adquiriste. ¿Quieres saber lo que perdiste? Cosas que ni el naufragio te hubiera podido quitar, pues algunas veces se pierden en el mar todas las cosas y salen los hombres desnudos de él. Muchos naufragaron con Pablo22; los amantes de este mundo naufragaron y todos salieron desnudos del mar; ellos perdieron todo lo que llevaban consigo, y encontraron también vacío de dones su corazón; San Pablo, por el contrario, llevaba en el corazón el tesoro de su fe; ninguna ola, ninguna borrasca, se la pudo arrancar; salió desnudo del mar, pero rico. Estas son las riquezas que debemos buscar. "No las veo", me dices. ¡Oh alma necia! No las ves con tus ojos carnales; posee el ojo del corazón y las verás. No ves la fe. ¿Por qué la ves en el prójimo? ¿Por qué la clamas cuando se quebranta contigo, si no la ves? Te quebranta alguno la fe, y clamas. Quieres que se guarde contigo, y entonces la ves; y cuando se te pide que tú no la quebrantes, ¿no la ves? Quejándote de lo que no tiene otro contigo, llóralo por no tenerlo tú para con otro y ve que el pecado que haces no es sustancia. Lo que se adquiere por el pecado aparenta ser sustancia. Pero tampoco esto se adquiere. Pues tiene oro quien sabe usar del oro; quien no sabe usar, es tenido, pero no tiene; es poseído, pero no posee. Sed, pues, señores del oro, no esclavos, ya que Dios hizo el oro, y a ti también sobre el oro. El hizo el oro para ayuda tuya; a ti te hizo a su imagen. Ve lo que está sobre ti, pues pisas lo que está debajo de ti. ¿Qué adquiriste? ¿Quieres ver que es agua sin sustancia? Lleva contigo al sepulcro lo que adquiriste. ¿Qué has de hacer? Conseguiste oro; perdiste la fe; después de unos días morirás; el oro que conseguiste perdiendo la fe no lo podrás llevar contigo; tu corazón, que lleno de fe iría a la gloria, vacío de fe, irá al infierno. Ve que nada es lo que adquiriste y por nada ofendiste a Dios. El agua sin sustancia te absorbió ¿Por qué irritó el pecador a Dios? Sean confundidos los que con temeridad obran inicuamente23. Todo el que obra inicuamente, obra con vanidad; pero nadie lo examina.

10. Pasan los hombres; atienden al proverbio vulgar y se adormecen en ellos los proverbios de Dios. ¿A qué proverbio atienden? "Más vale pájaro en mano que ciento volando"; prefiero lo que tengo a lo que espero. ¡Oh infeliz! ¿Qué tienes? "Prefiero, dices, lo que tengo". Tenlo de modo que no lo pierdas, y di entonces: "Prefiero lo que tengo". Pero, si no lo tienes, ¿por qué no tienes lo que no puedes perder? Pues ¿qué tienes? Oro; tenlo; si lo tienes, que no se te quite contra tu voluntad. Pero por el oro eres arrastrado a donde no quieres; por esto te busca con ansia un raptor mayor, puesto que encontró un rapto menor; por esto te busca un águila mayor, porque tú conseguiste un gazapillo. Adquiriste un botín pequeño, para ser presa del mayor. Esto no lo ven los hombres en las cosas humanas, pues se ciegan con tan gran codicia. Es cosa maravillosa, hermanos; de ello se horrorizan quienes lo consideran. El más poderoso busca al más débil, y le busca para oprimirle y sólo porque tiene lo que ha de quitarle. Le ve, sometido a él, soportar tribulaciones únicamente por causa de lo que tiene; así el poderoso acumula junto a sí aquello por lo que el débil soporta tribulación. El poderoso no se preocupaba cuando le perseguía, pero el débil huía, era atormentado, temía, buscaba en dónde esconderse. ¿De dónde procedía padecer estos males? De que poseía. Aprende a lo menos en él de qué has de huir. Porque lo que le atormentaba, temiendo no sucediese que le fuese quitado por ti, persiguiéndole tú, alguna cosa, esto mismo ha de atormentarte a ti persiguiéndote otro. Atiendes a que es rico; si le persigues porque es rico, teme enriquecerte, para que no te persiga otro a ti, pues todo esto se hace vanamente; indaga el fin; las tinieblas salen al paso. Indaga el porqué; nada se ofrece.

11 [v.6]. Luego se regocijen y alegren en el Señor los que dicen: Nuestra alma atravesó el agua sin sustancia o sin consistencia, y reciban su sustancia o heredad. Los que viven licenciosamente la perdieron. Pero ¿por ventura se hizo pobre el padre? Regresen, y encontrarán allí las riquezas que en la lejana peregrinación malgastaron con las meretrices; atraviesen el agua sin sustancia y digan: Bendito el Señor, que no nos entregó como caza a los dientes de ellos. Eran cazadores perseguidores y colocaron cebo en la trampa. ¿Qué cebo? La dulzura de esta vida, para que por ella cada uno aboque a la maldad y sea apresado por la trampa. Pero aquellos en quienes está el Señor, aquellos que dicen: A no tener al Señor de nuestra parte..., no fueron cazados en el lazo. Hállese el Señor en ti, y no serás atrapado por la trampa; clama: Bendito el Señor, que no nos entregó por presa a sus dientes.

12 [v.7]. Nuestra alma fue libertada como pájaro de la trampa de los cazadores. Como el Señor se hallaba en el alma, por eso fue librada como pájaro su alma de la trampa de los cazadores. ¿Por qué como pájaro? Porque, incauta, hubiera caído como pájaro, y hubiera podido decir después; "Perdóname, ¡oh Dios!" ¡Oh pájaro inconstante!, fija más bien los pies en la piedra; no te acerques a la trampa. Serás cogido, devorado y destruido. Hállese el Señor en ti, y te librará de los demasiado grandes, de los lazos de los cazadores. Así como haces un gran estrépito al ver a una ave que está casi para caer en el lazo a fin de que se aparte de él, así también el Señor, que estaba en los mártires, ya que algunos de ellos comenzaban a ofrecer el cuello a la dulzura de esta vida, les hizo gran ruido con las llamas eternas, y de este modo libertó al pájaro de los lazos de los cazadores: Nuestra alma fue libertada como pájaro de los lazos de los cazadores ¿Y qué? ¿Siempre existirá la trampa? La trampa era el placer de esta vida. Ellos no se entretuvieron en la trampa y fueron matados; pero matados se rompió el lazo; ya no permaneció la dulzura de esta vida, por la cual pudieran ser de nuevo atrapados, sino que se quebró. Pero ¿acaso fue triturado el pájaro? No, puesto que no estaba en la trampa. El lazo se quebró, y nosotros fuimos libertados.

13 [v.8]. Clamen, porque fueron librados; vuelen hacia Dios, se llenen de gozo en Dios, porque fueron libertados, puesto que el Señor estaba en ellos para que no fuesen atrapados por los lazos. ¿Por qué se rompieron los lazos y nosotros fuimos librados? ¿Quieres saber por qué? Nuestra ayuda se halla en el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. Si esta ayuda no hubiera existido, ciertamente no hubieran sido permanentes los lazos, sino que, capturado el pájaro, hubiera sido triturado. Esta vida ha de pasar, y quienes por sus placeres fueron atrapados y por estas dulzuras ofendieron a Dios pasarán con esta vida. Estad, por tanto, seguros que se romperá este lazo. Todo el placer de la vida presente dejará de existir una vez que cumplió su cometido; pero es necesario no adherirse, para que, cuando sea roto el lazo, te regocijes y digas: Se rompió el lazo, y nosotros fuimos libertados. Pero no pienses que esto lo puedes conseguir por tus propias fuerzas; ve de quién depende el ser librado, porque, si te engríes, caes en el lazo, y di: Nuestra ayuda se halla en el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

14. Se habló del salmo, y, en cuanto el Señor se dignó ayudarme, según creo, queda expuesto. Mañana sabéis muy bien que se debe a vuestra caridad el sermón; asistid y ayudadme con vuestras oraciones. Debéis recordar mi compromiso. No diría qué he de tratar si no quisiera ser ayudado con el ardor de la fe y de vuestras oraciones. Recordaréis que os prometí tratar de lo que se dijo en el Evangelio: La ley fue dada por Moisés; la gracia y la verdad fue hecha por Jesucristo24. Suelen los herejes, y principalmente los maniqueos, censurar la ley y decir que Dios no la decretó. Ha de exponerse, por tanto, este pasaje para que se vea que Dios decretó la ley y que ella fue dada por Moisés; mas por cierta razón, no para salvar. La ley no salvó para que se desease al Autor de la ley, al mismo Emperador, que daría a los pecadores el perdón. Y, por tanto, dada la ley por Moisés, se consiguiese la gracia por Jesucristo. A esto quise que atendieseis. La misericordia de Dios cuidará, no por mis méritos, sino más bien por vuestro deseo; ni por mis cualidades, sino por la afluencia de sus dones, que de tal modo se exponga cosa tan necesaria a los hombres constituidos en el Nuevo Testamento, que el enemigo no encuentre en absoluto escondite alguno en el que se oculte para engañar a los fieles.