SALMO 120

Traductor: Balbino Martín Pérez, OSA

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SERMÓN

1. Este salmo es el segundo de aquellos que se titulan Cántico de grado o gradual. Los más de ellos, como ya lo oísteis en la exposición del primero, declaran nuestra subida, la cual se lleva a cabo en el corazón hacia Dios desde el valle de lágrimas, es decir, desde el abatimiento de la tribulación, pues la subida no puede sernos útil si no es partiendo de la humildad. Recordemos que ha de subirse desde el valle —el valle terreno es una depresión; pues así como los lugares altos de la tierra son montes y collados, así el valle es un lugar bajo— para que no suceda que, mientras intentamos ser exaltados intempestivamente y demasiado de prisa, no subamos, sino que caigamos. El mismo Señor nos enseña que ha de subirse desde el valle del llanto al dignarse padecer por nosotros y humillarse hasta la misma muerte de cruz. No despreciemos este ejemplo; los mártires comprendieron muy bien este valle de lágrimas. ¿Por qué lo conocieron? ¿Por qué? Porque subieron del valle de lágrimas a ser coronados.

2. Este salmo, cántico de grado, conviene al día de hoy, pues de ellos (de los mártires) se dijo: Iban caminando y lloraban al arrojar sus semillas. Este es el valle de lágrimas en donde se arroja la semilla por los que lloran. ¿Qué semilla? Las buenas obras en esta tribulación terrena. El que obra bien en el valle de lágrimas es semejante al hombre que siembra durante el invierno. ¿Acaso se abstiene de sembrar por el frío? De igual modo, no debemos abstenernos nosotros de la buena obra por causa de las tribulaciones del mundo, porque oíd lo siguiente: Iban andando y lloraban al arrojar su semilla. Demasiado desdichados serían si siempre llorasen, miserables en extremo si jamás se viesen libres de lágrimas. Pero oye lo que sigue: Mas al volver vendrán con regocijo, trayendo sus frutos1.

3. Estos cánticos, hermanos carísimos, únicamente nos enseñan a subir; pero a subir en el corazón, en el buen afecto, en la fe, la esperanza y la caridad; en el deseo perpetuo de la vida eterna. Así se sube. Nos conviene exponer cómo ha de subirse. ¡Cuántas cosas terribles oyó vuestra caridad al leer el evangelio! Oísteis, sin duda, que la hora del Señor llegará como ladrón en la noche. Si supiera el amo de casa —dice el Señor— a qué hora ha de venir el ladrón, en verdad os digo que no le permitiría horadar su pared. Ahora decís: "¿Quién sabe cuándo ha de venir, puesto que vendrá como ladrón?" Ignoras a qué hora ha de venir; vigila siempre, para que, si no sabes cuándo ha de venir, te encuentre preparado cuando venga. Quizás ignoras cuándo ha de venir para que siempre estés preparado. Al amo de casa le cogerá de sorpresa la hora; por el amo de casa se simbolizó al soberbio. No quieras ser amo de casa, y no te sobrevendrá de repente aquella hora. "¿Qué seré entonces?", dices. Lo que oíste en el salmo: Yo soy pobre y atribulado2. Si eres pobre y atribulado, no serás amo de casa a quien sorprenda la hora de improviso. Amos de casa son los que, presumiendo de sus propias codicias y enfangándose en los deleites del mundo, se engríen y se levantan contra los humildes e injurian a los santos, que conocen la senda estrecha, que conduce a la vida3. A estos soberbios les sobrevendrá de repente aquella hora, porque así eran los que vivían en los días de Noé, de los cuales oísteis que se habló en el Evangelio cuando dijo: Así será la venida del Hijo del hombre, como en los días de Noé. En ellos comían, bebían, se casaban los hombres y las mujeres; plantaban, edificaban, hasta que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y acabó con todos4. Luego entonces, ¿qué? ¿Perecerán todos los que ejecutan esto? No, sino los que presumen de estas cosas, los que anteponen estas cosas a Dios, los que están preparados al instante a ofender a Dios por ellas. Por el contrario, los que o no usan de todas estas cosas o usan de ellas como si no usasen, los que presumen más de Aquel que las dio que de aquellos a quienes se las concedió, los que ven en ellas consuelo y misericordia y no se preocupan de los dones para no alejarse del donante, siendo tales, no les sobrevendrá aquella hora como ladrón, hallándolos desapercibidos. A éstos dijo el Apóstol: Vosotros no estáis en tinieblas, para que el día aquel se apodere de vosotros como ladrón, pues todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. Por esto, al decir el Señor que debía temerse aquella hora como a ladrón, mencionó la noche; y el Apóstol dice que la hora del Señor vendrá como ladrón en la noche. ¿No quieres que te sorprenda? No estés en la noche. ¿Qué quiere decir "no estés en la noche"? Sois hijos de la luz e hijos del día; no lo somos de la noche y las tinieblas5. ¿Quiénes son los hijos de la noche y las tinieblas? Los inicuos, los impíos, los infieles.

4 [v.1]. Pero oigan también antes de que llegue la hora y dígales el Apóstol: En algún tiempo fuisteis tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor6. Luego vigilen, según dice este salmo. Ya fueron iluminados los montes. ¿Por qué duermen aún? Eleven sus ojos a los montes de donde les vendrá el auxilio. ¿Qué significa ya fueron iluminados los montes? Ya nació el sol de justicia, ya fue predicado el Evangelio por los apóstoles, ya fueron anunciadas las Escrituras, se profetizaron los sacramentos, se rasgó el velo7 y se dejó ver el secreto del templo; luego eleven ya los ojos a los montes de donde les vendrá el auxilio; esto manda este salmo, segundo de los que se intitulan Cántico gradual. Pero no presuman demasiado de los montes, porque ellos no lucen por sí mismos, sino por Aquel de quien se dijo: Era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo8. Por montes pueden entenderse los hombres grandes, los hombres excelsos. ¿Y quién mayor que Juan Bautista? ¡Qué gran monte era él, del cual dijo el mismo Señor: Entre los nacidos de mujer, ninguno se levantó mayor que Juan Bautista!9 Ves, sin duda, lucir a este gran monte: óyele confesar. ¿Qué confiesa? Todos nosotros hemos recibido de su plenitud10. De la plenitud de Aquel de quien recibieron los montes te proviene el auxilio; no de los montes, a los que, sin embargo, si no elevas los ojos teniendo en cuenta la Escritura, no serías acercado para ser iluminado.

5 [v.3]. Luego canta lo que sigue. Si quieres oír, para que coloques firmemente los pies en los peldaños, no suceda que o te fatigues en la subida o resbalando caigas, di lo que sigue: No permitas que resbale mi pie. ¿Cómo resbalan los pies? Como resbalaron los de aquel que estaba en el paraíso. Ve primeramente cómo resbaló el pie de aquel que se hallaba entre los ángeles y cómo, habiendo resbalado, cayó, y de ángel se hizo diablo. Habiendo resbalado el pie, cayó. Indaga por qué cayó. Por la soberbia. Luego solamente la soberbia hace resbalar el pie; para la caída, sólo la soberbia mueve el pie. Para andar, para adelantar, para subir, lo mueve la caridad; para caer, sólo la soberbia. Por lo mismo, ¿qué dice también éste en otro salmo? Los hijos de los hombres esperarán bajo la sombra de tus alas. Si están bajo la sombra, son siempre humildes, siempre esperan en Dios, jamás presumen de sí. Esperarán bajo la sombra de tus alas: no se saciarán de sí para ser bienaventurados. Pero ¿qué sigue? Se saciarán con la abundancia de tu casa y los abrevarás del torrente de tus delicias. Ve a los sedientos, ve a los saciados. He aquí que sienten sed, he aquí que beben; pero no beben de sí, no son fuentes para sí. ¿De dónde beben? Bajo la sombra de tus alas esperarán. Si bajo la sombra, son humildes. ¿Por qué? Porque en ti —dice— está la fuente de vida. Luego los montes no se riegan por sí mismos, como tampoco se iluminan por sí mismos. Pues oye lo que sigue: En tu luz veremos la luz. Luego si veremos la luz en su luz, ¿quién cae de la luz sino aquel para quien Él no es luz? El que quiere ser luz de sí mismo, cae de la luz por la que es iluminado. Por tanto, conociendo que no caerá sino aquel que quiere ser luz para sí, siendo como es por sí mismo tinieblas, al instante añade: No se acerque a mí el pie de la soberbia, y la mano de los pecadores no me conmueva; es decir, no me atraiga la imitación de los pecadores de suerte que me separe de ti. ¿Por qué temiste y dijiste: No se acerque a mí el pie de la soberbia? Prosiguiendo, lo explica: Allí cayeron todos los que obran iniquidad11. A los que ahora ves obrar la iniquidad, ya están condenados; pero para ser condenados cayeron cuando se acercó a ellos el pie de la soberbia. Luego, oyendo éste rectamente, dice a Dios para subir y no caer, para adelantar desde el valle de lágrimas y no decaer con la hinchazón de la soberbia: No permitas que resbale mi pie; y Dios le responde: Ni dormite el que te guarda. Atienda vuestra caridad. De ambos versillos se hizo como una sola sentencia. El hombre dijo subiendo y cantando el cántico de ascensión: No permitas que resbale mi pie; y Dios, como si le contestase a lo que pide, le responde: "¿Me dices: 'No permitas que resbale mi pie'?; añade tú: Ni dormite el que te guarda, y no resbalará tu pie."

6 [v.4]. Pero él dirá: " Por ventura está en mi poder que no se adormezca el que me guarda? Yo quiero que no duerma ni dormite." Luego elígete a Aquel que no duerme ni dormita, y no resbalará tu pie. Dios jamás duerme. Si quieres tener un guardián que no duerma, elige a Dios por guardián. Tú dices: No permitas que resbale mi pie; muy bien, óptimamente; pero Él te dice: Ni se adormezca el que te guarda. Quizás pensarás en los hombres guardianes y dirás: " ¿A quién he de encontrar que no dormite? ¿Qué hombre no dormirá? ¿A quién encuentro tal? ¿A dónde iré? ¿Adónde me volveré? Este te dice: Ve que no dormitará ni dormirá el que guarda a Israel. ¿Quieres tener un guardián que no dormita ni duerme? Ve que no dormitará ni dormirá el que guarda a Israel. Cristo custodia a Israel. ¿Qué significa Israel? El que ve a Dios. ¿Cómo se ve a Dios? Primero por la fe, después por la visión a las claras. Si aún no puedes verle por la visión real, vele por la fe. Si no puedes ver su rostro, porque todo es visión, ve sus espaldas. Esto dijo el Señor a Moisés: No puedes ver mi rostro; verás mis espaldas cuando pase12. Quizás esperas a que pase; ya pasó; ve tú sus espaldas. ¿Cuándo pasó? Oye a Juan: Habiendo llegado la hora de pasar de este mundo al Padre13... Nuestro Señor Jesucristo ya celebró la pascua (ya hizo el tránsito), pues pascha, pascua, se traduce por "tránsito". Esta palabra es hebrea; sin embargo, piensan los hombres que es griega y que significa "pasión"; pero no es así. Por los estudiosos y doctos se demostró que la palabra pascha, pascua, es hebrea, y no la tradujeron por "pasión", sino por "tránsito" o "paso". El Señor pasó, por la pasión, de la muerte a la vida, y se hizo camino a los creyentes en su resurrección para que nosotros pasemos igualmente de la muerte a la vida. No es cosa grande creer que Cristo murió. Esto también lo creen los paganos, los judíos y todos los perversos. Todos creen que Cristo murió. La fe de los cristianos consiste en creer en la resurrección de Cristo. Tenemos por grande creer que Cristo resucitó. Entonces quiso El que se le viera, cuando pasó, esto es, cuando resucitó. Entonces quiso que se creyese en Él, cuando pasó, porque fue entregado por nuestros pecados y resucitó por nuestra justificación14. El Apóstol recomendó sobremanera esta fe en la resurrección de Cristo cuando dijo: Si creyeses en tu corazón que Dios resucitó a Cristo de entre los muertos, te salvarás15. No dijo: "Si creyeses que Cristo murió", lo cual también creyeron los paganos, los judíos y todos sus enemigos, sino: Si creyeses en tu corazón que Dios resucitó a Cristo de entre los muertos, serás salvo. Cree esto. Esto es ser Israel, esto es ver a Dios; pues, aun cuando ahora veas sus espaldas, llegarás a la visión de su rostro. ¿Qué quiere decir esto? Que verás sus espaldas cuando creas en lo que últimamente se hizo Cristo por ti, cuando creas en lo que tomó Cristo últimamente. Porque desde el principio, ¿cuál es su rostro? En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. ¿Cuáles son sus espaldas? Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros16. Luego al creer en lo que por ti se hizo el Verbo y que resucitó en la carne para que no desconfiases de tu carne, te haces Israel. Al ser hecho Israel, no dormitará ni dormirá el que te guarda, porque ya eres Israel, y oíste en el salmo: Ve que no dormitará ni dormirá el que guarda a Israel. Cristo durmió, pero resucitó. ¿Pues qué dice El en el salmo? Yo me dormí y torné el sueño. ¿Por ventura permaneció en el sueño? Me levanté —dice—, porque el Señor me amparó17. Luego, si ya resucitó, ya pasó; si ya pasó, ve sus espaldas. ¿Qué significa "ve sus espaldas"? Cree en su resurrección. Mas como dice el Apóstol: Si fue crucificado debido a la flaqueza, con todo, vive por la virtud de Dios18; y también: Cristo, que resucitó de entre los muertos, ya no muere, y la muerte ya no se enseñoreará en delante de Él19. Con razón te canta: Ve que no dormitará ni dormirá el que guarda a Israel. Quizás indagas aún con sentido carnal: ?¿Quién es aquel que no dormitará ni dormirá?? Pues bien, al buscarle entre los hombres, te engañarás; jamás le hallarás. No, no pongas la mirada en hombre alguno; todo hombre duerme y dormitará. ¿Cuándo dormita? Mientras lleva la flaqueza de la carne. ¿Cuándo dormirá? Cuando muera. No te fijes en el hombre. El mortal puede dormitar; el muerto duerme. No busques entre los hombres (al que no duerme).

7 [v.5]. Pero dirás: "Entonces, ¿quién me guardará que no dormite ni duerma?" Oye lo que sigue: El señor te guardará. Luego no te guardará el hombre, que dormita y duerme, sino el Señor. ¿Cómo te guardará? Dominus tegumentum tuum super manus dexterae tuae: El Señor, que es tu protección, está sobre la mano de tu derecha. Ea, hermanos, entendamos qué quiere decir, ayudándonos Él: El Señor, que está sobre la mano de tu derecha, es tu protección. Me parece que esto encierra un sentido oculto al no decir sencilla y terminantemente: El Señor te guardará, sino que añade que está sobre la mano de tu derecha. ¿Pues qué? ¿Dios guarda nuestra derecha y no guarda nuestra izquierda? ¿No nos hizo Él íntegramente? ¿Acaso nos hizo El la derecha y no la izquierda? En fin, si le agradó nombrar sólo la derecha, ¿por qué dijo sobre la mano de tu derecha, y no sobre tu derecha? ¿Por qué dijo esto aquí si no fue para encerrar algo oculto, a fin de que llamando lo encontremos? Pues o diría: El Señor te guardará, sin añadir más, o, si quiso añadir la derecha (diría): "El Señor te guardará super dexteram tuam", sobre tu derecha; o sin duda, porque añadió manum, diría el Señor: "Te guardará super manum dexteram tuam", sobre tu mano derecha, y no como dijo: super manum dexterae tuae, sobre la mano de tu derecha. Os daré a conocer lo que el Señor se digne sugerirme, pues el que habita en vosotros, sin duda os hará probar que es verdadero lo que digo. Ignoráis lo que yo he de decir; pero, cuando lo diga, no os mostraré por mí mismo que es verdad lo que digo, sino que vosotros mismos conoceréis que ello es verdad. ¿Por dónde lo conoceréis? Dándooslo a conocer Aquel que habita en vosotros, en cuanto que sois del número de aquellos de quienes es esta voz: No permitas que resbale mi pie, y a quienes se dice: No dormita el que te guarda. Conviene que Cristo no duerma en vosotros, y así entenderéis que es verdadero lo que decimos. ¿Por qué dices esto? Porque, si vuestra fe duerme, duerme Cristo en vosotros. Y la fe de Cristo consiste en estar Cristo en vosotros. El Apóstol dice que Cristo habita en vosotros por la fe20. Cristo vigila en cuanto que no duerme la fe. Si quizás dormía tu fe, y por eso fluctuabas en esta cuestión, eras como la nave que soportaba la tempestad, en la cual dormía Cristo. Despierta a Cristo, y se calmarán las tempestades21.

8. Pregunto a vuestra fe, carísimos, puesto que sois hijos de la Iglesia, y en la Iglesia adelantasteis, y adelantaréis los que aún no habéis adelantado, y en la Iglesia debéis seguir adelantando los que ya adelantasteis; os pregunto, pues: ¿Cómo acostumbráis a entender lo que se dijo en el Evangelio: No sepa tu izquierda lo que hace tu derecha?22 Pues, entendiendo esto, conoceréis qué sea la derecha y qué la izquierda, y al mismo tiempo entenderéis que Dios hizo ambas manos, la izquierda y la derecha; y, con todo, no debe saber la izquierda lo que hace la derecha. Se llama izquierda nuestra todo lo que temporalmente tenemos, y derecha nuestra, lo que nos es eterno y el Señor promete inmutablemente. Pero como el que dará la vida eterna consuela en la vida presente con estas cosas temporales, por lo mismo, El hizo la derecha y la izquierda. El salmo dice por David de algunos que su boca habló vanidad, y su derecha es derecha de iniquidad. Luego halló a algunos a quienes reprende que tenían la verdadera derecha por izquierda y que habían hecho para sí a la verdadera izquierda derecha. A continuación expone quiénes son éstos. Todo el que juzga que la felicidad del hombre se basa únicamente en estos bienes y deleites temporales y en las abundantes riquezas de este mundo, es necio y perverso, puesto que hace para sí a la izquierda su derecha. Tales eran aquellos de quienes habla el salmo. No porque también no hubieran recibido de Dios las cosas temporales que tenían, sino porque creían que ellas solas constituían la vida bienaventurada y no buscaban más. Oíd qué dice de ellos a continuación: Su boca es vanidad, y su derecha es derecha de iniquidad; y prosigue: Sus hijos son como plantas nuevas, firmemente arraigadas; sus hijas, adornadas como simulacros del templo; sus despensas, abastadas, rebosando de una en otra; sus ovejas, fecundas, que se multiplican en sus salidas; sus bueyes, gordos; no hay ruina ni brecha en su vallado, ni griterío en sus plazas. Describió la gran felicidad de algunos. Con todo, esta felicidad puede tenerla cualquier justo, como la tuvo el santo Job. Pero Job la consideraba como izquierda, no como derecha, pues como derecha únicamente ante Dios consideraba la perpetua y eterna felicidad. Por esto se concedió que le fuese herida la izquierda, bastándole a él la derecha. ¿Cómo fue herida la izquierda? Por la tentación del diablo. El diablo le arrebató en un instante todas estas cosas, permitiendo Dios que el justo fuese probado y el impío castigado. Le arrebató todos sus bienes; pero Job, que sabía que la izquierda era izquierda, y la derecha derecha, ¿cómo se mantuvo en la brecha? Se alegró en el Señor, se consoló en los daños, porque no padeció detrimento en las riquezas internas. Tenía el corazón lleno de Dios. Y así dice: El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; se hizo como a Dios le agradó; sea, bendito el nombre del Señor23. Esta es su derecha: el mismo Señor, la misma vida eterna, la posesión de aquella luz fuente de vida y luz de luz. Se embriagarán con la abundancia de tu casa: ésta era la derecha. La izquierda se dio como consuelo, no como base de felicidad, pues: su felicidad verdadera y legítima era Dios. Con todo, a estos de quienes dice David que su boca habló vanidad, y su derecha es derecha de iniquidad, no los censura porque abundaban en todas estas cosas, sino porque su boca habló vanidad. ¿Qué sigue? Después de haber enumerado sus riquezas, dice: Al pueblo que tiene estas cosas le llamaron bienaventurado. Tú, que conoces cuál sea la izquierda y cuál la derecha, ¿qué dices? David prosigue y dice: Bienaventurado el pueblo que tiene a Dios por su Señor24.

9. Atienda vuestra caridad. Conocemos la derecha, conocemos la izquierda. Oye esto confirmado en el Cantar de los Cantares: Su izquierda —dice—, debajo de mi cabeza. ¿Qué dice la esposa del esposo, la Iglesia de Cristo, en el abrazo de piedad y caridad? Su izquierda, debajo de mi cabeza, y con su derecha me abrazará25. ¿Por qué dice esto? Porque tenía su derecha arriba, y abajo su izquierda, y así abrazaba el esposo a la esposa, colocando debajo la izquierda para consolar y poniendo encima la derecha para proteger. Su izquierda —dice—, debajo de mi cabeza. Dios la da, y la llama izquierda suya, porque Dios da todas estas cosas temporales. ¡Cuán vanos, cuan impíos son los que piden estas cosas a los ídolos, a los demonios! ¡Cuántos recaban estas cosas de los demonios y no las consiguen! Y, por el contrario, otros que no se las piden, las consiguen; pero no se dan por los demonios. Asimismo, muchos se las piden a Dios y no las tienen. El que llama a la derecha, sabe dar la izquierda. Luego si tienes izquierda, sea izquierda; esté debajo de la cabeza, y sobre ella permanezca tu cabeza, es decir, sobre ella esté tu fe, en la cual habita Cristo. No antepongas nada temporal a tu fe, y así no estará la izquierda sobre tu cabeza. Somete todas las cosas temporales a tu fe y anteponía a todo lo terreno, y de este modo se hallará la izquierda debajo de tu cabeza y te abrazará felizmente su derecha.

10. Oye esto mismo, es decir, qué sea la izquierda y qué la derecha, expuesto en los Proverbios. Allí, hablando de la sabiduría, se dice: La largura de días y de años de vida se halla en su derecha, y en su izquierda, las riquezas y la gloria26. Esta inmensidad o longitud de días es la eternidad, pues la Escritura llama largo propiamente a lo que es eterno, puesto que todo lo que tiene fin es breve o corto. También dice en otro sitio: Le llenaré con la prolongación de días27. ¿Acaso, teniendo esto otro sentido, tendría por cosa grande decir: Honra a tu padre y a tu madre para que goces de una vida larga sobre la tierra?28 ¿Sobre qué tierra? Sobre la que dice: Tú eres mi esperanza, porción mía en la tierra de los vivientes29. ¿Qué quiere decir que allí es larga la vida? Que se vive eternamente, pues ser aquí longevo no es más que llegar a la vejez; y por más que parezca larga la vida, cuando toca a su fin, conoce uno que es corta, puesto que se acaba. Además, muchos que maldicen a los padres envejecen en la tierra, y otros que los obedecen, pronto se encaminan al Señor. Luego ¿por ventura se cumple que sea uno longevo conforme a esta vida? Por tanto, se escribió "longevo" por "eternidad". La longevidad se asigna a la derecha, mas la gloria y las riquezas, a la izquierda30; es decir, lo que basta a esta vida, las cosas que se estiman como buenas por los hombres. Se acerca un individuo e intenta herirte la derecha, es decir, arrebatarte tu fe. Recibiste la bofetada en la derecha; tú ofrécele la izquierda, es decir, que se lleve lo que es temporal y no lo que tienes eterno. Oye al apóstol San Pablo obrar de este modo. Los hombres le perseguían porque era cristiano; fue herido en la derecha, él ofrece la izquierda: Soy —dice— ciudadano romano31. Ellos menospreciaban la derecha, él aterraba con la izquierda. Como aún no creían a Cristo, no podían temer su derecha. Luego ¿qué diremos? Que, si la derecha abraza, la izquierda se halla debajo de la cabeza. Pues ¿qué quiere decir: No sepa tu izquierda lo que hace tu derecha? Que, cuando obres bien, obra por la vida eterna. Porque, si obras el bien en la tierra, para que se te multipliquen las cosas terrenas, entonces sabrá tu izquierda lo que hace la derecha. Obra únicamente por la vida eterna. Hazlo así y obrarás seguro; Dios ordenó esto. Si lo que haces lo haces únicamente por los bienes terrenos y por la vida del mundo, obra sólo la izquierda. Pero, si obras por la vida eterna, obra sólo la derecha. Si diriges la intención a la vida eterna, y, con todo, se te entremete, cuando ejecutas la buena obra, la codicia de la vida temporal para que mires por ésta a fin de que se te otorgue algo aquí, se mezcla la izquierda en las obras de la derecha; esto lo prohíbe Dios.

11. Volvamos ya a lo que dice el salmo: El Señor es tu protección sobre la mano de tu derecha. Llama mano al poder. ¿Cómo lo pruebo? Porque al poder de Dios se llamó mano de Dios. El diablo, que tentó a Job, dice esto a Dios: Extiende tu mano y toca cuanto posee, y verás si te bendice de veras32. ¿Qué quiere decir extiende tu mano? Da potestad. Óyelo más claro, hermano, no suceda que quizás juzgues aún con sentido carnal que Dios consta de miembros; oye claramente cómo se llama mano al poder. La Escritura dice en cierto lugar: La muerte y la vida, en manos de la lengua. Sabemos que la lengua es un miembro pequeño de carne; se mueve en la boca hiriendo el paladar y los dientes, formando así los sonidos con los que hablamos. Se me muestren las manos de la lengua. La lengua no tiene manos y tiene manos. ¿Cuáles son sus manos? Su poder. ¿Qué quiere decir: La muerte y la vida están en las manos de la lengua? Por tu boca serás justificado y por tu boca serás condenado33. Luego si las manos son el poder, ¿qué significa mano de la derecha? Creo que ninguna otra cosa se entiende más aptamente por mano que el poder que Dios te dio para que, si quieres, concediéndotelo El, te coloques a la derecha, pues todos los impíos estarán a la izquierda, y todos los hijos buenos, a quienes se dirá: Venid, benditos de mi Padre; recibid el reino que se os preparó desde el origen del mundo34, a la derecha; es decir, para que pudieras hacerte hijo de Dios recibiste el poder. ¿Qué poder? Aquel del cual dice San Juan: Les dio potestad de hacerse hijos de Dios. ¿Cómo recibiste este poder? Creyendo en su nombre35. Luego, si crees, se te dio el poder de hallarte entre los hijos de Dios. El ser contado entre los hijos de Dios es lo mismo que pertenecer a la derecha. Luego tu fe es tu mano derecha; es decir, el poder que se te dio para hallarte entre los hijos de Dios es la mano de tu derecha. Pero ¿de qué vale el poder que recibió el hombre si el Señor no le protege? Ve que cree; ya camina en la fe; pero es débil, se agita entre tentaciones, entre inquietudes, entre la corrupción carnal, entre las sugestiones de la codicia, entre las insidias y los lazos del enemigo. Luego ¿de qué vale el tener poder y creer en Cristo para hallarte entre los hijos de Dios? ¡Ay del hombre aquel a quien el Señor no le proteja su fe! Esto quiere decir que Dios no permite que seas tentado más de lo que puedes soportar, según dice el Apóstol: Fiel es Dios, el cual no os dejará ser tentados sobre lo que podéis36. Aun cuando ya seamos fieles, aun cuando ya la mano de nuestra derecha se halla en nosotros, el mismo Dios, que no permite que seamos tentados más de lo que podemos, nos protege sobre la mano de nuestra derecha. No nos basta tener la mano de la derecha si El no protege también la misma mano derecha.

12 [v.6]. Observad que dije esto sobre las tentaciones. Atended a lo que sigue: Te proteja el Señor sobre la mano de tu derecha. Lo expuse, y pienso que lo entendisteis. Pues, si no hubieseis entendido lo que dije y lo que dijo la Escritura, no me hubierais demostrado con vuestras aclamaciones que lo entendisteis. Luego porque lo entendisteis, atended a lo que sigue: por qué proteja el Señor también la mano de la derecha, es decir, la fe, por la que hemos recibido el poder de ser hijos de Dios y de estar a la derecha, y por qué conviene que proteja el Señor. Por los escándalos o tropiezos. ¿De dónde dimanan los escándalos? De dos cosas han de temerse, puesto que dos son los preceptos de los cuales pende toda la ley y los profetas: el amor de Dios y del prójimo37. Se ama a la Iglesia en atención al prójimo; a Dios, por Dios. A Dios, figuradamente, se le llama sol, y a la Iglesia, luna. Todo el que puede errar creyendo que Dios es algo distinto de lo que conviene creer y no crea que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son una sola sustancia, se engañó con la malicia de los herejes, y principalmente de los arríanos. Si cree que hay algo menos en el Hijo o en el Espíritu Santo que en el Padre, tropezó en Dios y es quemado por el sol. El que, por otra parte, cree que la Iglesia se halla en un sitio únicamente y no la reconoce difundida por todo el orbe, y, por tanto, cree a los que dicen: Ved, aquí está Cristo; ved, allí está38, conforme oísteis cuando hace poco se leía el evangelio, siendo así que El compró toda la tierra, dando inmenso precio, tropieza en el prójimo y es quemado por la luna. El que yerra en la sustancia de la verdad, es quemado por el sol y durante el día, porque yerra en la misma sabiduría, de la cual se dijo: El día anuncia al día la palabra. De aquí que dice el Apóstol: Proporcionamos lo espiritual a los espirituales. El día anuncia al día la palabra (significa): Proporcionamos lo espiritual a los espirituales. El día anuncia al día la palabra significa: Hablamos sabiduría entre los perfectos39. ¿Y qué quiere decir y la noche anuncia a la noche ciencia?40 Que a los párvulos se predica la humildad de Cristo, porque esto es leche, la cual es suficiente para los párvulos. Con todo, no se deja abandonados en la noche a los párvulos, porque en la noche luce también la luna, es decir, se anuncia la Iglesia por la carne de Cristo, ya que esta carne es Cabeza de la Iglesia. Quien no tropieza aquí, es decir, en la Iglesia y en la carne de Cristo, no es quemado por la luna. Quien no hubiere tropezado en la Verdad Inmutable e Incontaminable, no es quemado por el sol. No digo que no es quemado por el sol que con nosotros ven los animales y las moscas, sino por aquel sol del cual dirán al fin los impíos:¿De qué nos aprovechó la soberbia?, y la jactancia de las riquezas, ¿qué nos proporcionó? Todas estas cosas pasaron como sombras; y, habiendo dicho esto, añadirán: Luego nos separamos del camino de la verdad y la luz de la justicia no nos alumbró, ni el sol nació para nosotros41. ¿Por ventura este sol material no sale para todos los impíos, habiéndolo ordenado Aquel de quien se dice que hace salir su sol sobre los buenos y los malos?42 Luego Oíos hizo un sol que hace salir sobre los buenos y los malos, este sol que ven los buenos y los malos. Pero hay otro sol no hecho, sino engendrado, y por el cual fueron creadas todas las cosas, y en él se halla la sabiduría inmutable de la verdad. De éste dicen los impíos: El sol no nació para nosotros. Todo el que no yerra en la sabiduría, no es quemado por el sol. Todo el que no yerra en la Iglesia, en la carne del Señor, en las cosas que se hicieron temporalmente por nosotros, no es quemado por la luna. Sin embargo, cualquier hombre, aunque ya hubiese creído en Cristo, yerra aquí o allí, es decir, de un modo o de otro, si no tiene lugar en él lo que se dijo: El Señor es tu protector sobre la mano de tu derecha. Por eso, cuando dijo: El Señor es tu protector sobre la mano de tu derecha, como si el mismo salmista preguntase y dijese: "He aquí la mano de mi derecha, he aquí que ya elegí creer en Cristo, que recibí el poder de ser hijo de Dios; ¿por qué entonces Dios es aún mi protector por encima, es decir, sobre la mano de mi derecha?" A continuación lo explica, diciendo: Porque el sol no te quemará durante el día, ni la luna durante la noche. Es tu protector sobre la mano de tu derecha para que no te queme el sol durante el día, ni la luna durante la noche. Entended, hermanos, que se habló aquí figuradamente. En efecto, si pensamos en el sol visible, (vemos) que quema por el día. Pero ¿acaso quema la luna por la noche? ¿Qué es la unión? El escándalo o tropiezo. Oye al Apóstol, que dice: ¿Quién enferma que yo no enferme? ¿Quién se escandaliza o tropieza que yo no me abrase?43

13 [v.7]. Luego no te quemará el sol durante el día, ni la luna durante la noche. ¿Por qué? Porque el Señor te guardará de todo mal. El que es tu protector sobre la mano de tu derecha, que no duerme ni dormita, te guardará de todo mal: de los escándalos en el sol, de los escándalos en la luna. ¿A qué asunto o por qué motivo? Porque nos hallamos entre tentaciones; por tanto, el Señor te guardará de todo mal. Guarde el Señor tu alma, es decir, también tu alma. Guarde tu entrada y tu salida desde ahora y para siempre. N o como a tu cuerpo, porque los mártires perecieron en cuanto al cuerpo; sino guarde el Señor tu alma, porque los mártires no murieron en cuanto al alma. Los perseguidores se ensañaron en Santa Crispina, de la que hoy celebramos su festividad; se ensañaban en la mujer débil y rica, pero era fuerte, porque el Señor, que la guardaba, fue su protector sobre la mano de su derecha. ¿Por ventura, hermanos, hay alguno en África que ignore quién fue esta mujer? Fue preclara, de noble estirpe, rica; pero todas estas cosas eran la izquierda, se hallaban debajo de la cabeza. Se acerca el enemigo para herir la cabeza, y se le ofrece la izquierda, que se hallaba debajo de la cabeza. La cabeza estaba arriba, la derecha la estrechaba por arriba. ¿Qué podía hacer el perseguidor aun cuando se trataba de una débil mujer? Era débil por el sexo, quizás más falta de vigor por las riquezas, y todavía más endeble por la vida corporal. Pero ¿qué podía hacer el enemigo ante tantas defensas? ¿Qué ante el Esposo, que extendió la izquierda debajo de la cabeza y con la derecha la abrazó? ¿Cuándo, estando de este modo defendida, pudiera herirla el enemigo? Y, sin embargo, la hirió, pero en el cuerpo. Pues ¿qué dice el salmo? El Señor guarde tu alma. El alma no murió, murió el cuerpo; pero murió temporalmente, porque al fin resucitará. Pues también el que se dignó ser Cabeza de la Iglesia ofreció temporalmente su cuerpo a la muerte, pero lo resucitó al tercer día. Al nuestro lo resucitará al fin del mundo. Resucitó la Cabeza en atención al Cuerpo para que no desfalleciese. El Señor guarde tu alma. No ceda; no se quiebre en los tropiezos; no ceda desfalleciendo en las persecuciones, en los trabajos, pues, según dice el Señor, no temáis a los que matan el cuerpo y no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede matar el cuerpo y arrojar el alma al fuego del infierno44. El Señor guarde tu alma para que no cedas ante el perseguidor inicuo, ante el mentiroso promitente, ante el amenazador de las cosas temporales: El Señor guarde tu alma.

14 [v.8]. A continuación dice: El Señor guarde tu entrada y salida desde ahora y para siempre. Atiende temporalmente a tu entrada: El Señor guarde tu entrada y tu salida desde ahora y para siempre. Guarde también tu salida. ¿Qué significa "entrada"? ¿Qué "salida"? Cuando somos tentados, entramos; cuando vencemos la tentación, salimos. Ve la entrada, ve la salida: El horno de fuego prueba las vasijas del alfarero, y la tentación de la tribulación, a los hombres justos45. Si los hombres justos son semejantes a los vasos del alfarero, es necesario que las vasijas del ollero entren en el horno. Con todo, el alfarero no está seguro cuando entran, sino cuando salen. Sin embargo, el Señor está seguro, porque sabe quiénes son suyos46 y quiénes han de hacerse añicos en el horno. No estallan los que no conservan viento de soberbia. Luego la humildad guarda en toda tentación, puesto que desde el valle de lágrimas subimos cantando el cántico de ascensión y el Señor guarda la entrada para que entremos salvos. Nos hallemos con robusta fe al sobrevenir la tentación, y el Señor guardará la salida desde ahora y para siempre. Cuando salgamos de toda tentación, ya no nos aterrará jamás tentación alguna ni nos incitará concupiscencia alguna en adelante. Oye al Apóstol conmemorando esto mismo, lo cual os recordé ha poco: Fiel es Dios, el cual no permitirá que seáis tentados sobre lo que podéis soportar. Ve que se guarda tu entrada. Cuando Dios no permite que te sobrevenga la tentación que no puedas vencer, guarda tu entrada. Observa si guarda también tu salida: Y hace —añade— con la tentación también la salida para que podáis sobrellevarla47. ¿Por ventura, hermanos, puedo interpretar este pasaje del salmo de otro modo que nos lo declararon las palabras del Apóstol? Guardad, pues, vosotros, pero no por vosotros; porque el Señor, que guarda, que no dormita ni duerme, es la protección. Durmió una vez por nosotros; resucitó, ya no dormirá. Nadie presuma de sí. Subimos del valle de lágrimas; no nos detengamos en el camino. Aún faltan peldaños en el camino; no debemos ser perezosos, no debemos caer por la soberbia; digamos a Dios: "No resbale mi pie. El que nos guarda no duerme." En nuestro poder está, dándonoslo Dios, conocer si hacemos nuestro guardián a Aquel que no dormita ni duerme y que guarda a Israel. ¿A qué Israel? Al que ve a Dios. Así vendrá tu auxilio del Señor; así será tu protección sobre la mano de tu derecha; así se guarda tu entrada y tu salida desde ahora y para siempre. Porque, si presumiste de ti, resbaló tu pie; al resbalar tu pie presumiendo, piensas que ya estás en algún peldaño; pero de allí caes si eres soberbio. El humilde, por el contrario, dice en el valle de lágrimas: No permitas que resbale mi pie.

15. Aunque el salmo es breve, sin embargo, la exposición y disertación fueron largas. Pensad, hermanos, que os convidé en la festividad de la bienaventurada Santa Crispina, y fui demasiadamente opulento en el convite que os presenté. ¿Por ventura no os puede acontecer también esto a vosotros al invitaros algún correligionario y obligaros a beber sin medida estando a la mesa? Se nos permita hacer esto a nosotros con la palabra divina para que os embriaguéis y saturéis, al modo que Dios se dignó regar la tierra con su lluvia temporal, para que con mayor gozo nos permita ir al lugar de los mártires, según lo prometimos el día de ayer. Pues los mártires nos acompañan en ocasión semejante sin dificultad.