Sermón al pueblo
Entre los años 414 y 416 (Z.) o quizá después del 418 (B.)
1. [v.1]. El salmo 105 tiene también como título Aleluya, y por duplicado. Algunos dicen que uno pertenece al final del salmo anterior, y el otro al comienzo de éste. Y lo aseguran porque dicen que todos los salmos aleluyáticos llevan a final aleluya, pero no al principio. De aquí que cualquier salmo que no tenga al fin aleluya, tampoco —dicen— lo tiene al principio; por tanto, si sólo parece que lo tiene al principio, más bien pertenece al final del salmo anterior. Pero yo, hasta tanto me demuestren con algunos documentos ciertos que esto es verdad, sigo la opinión de la mayoría, que, donde quiera que leen Aleluya, se lo atribuyen al salmo en cuyo encabezamiento se halla. Poquísimos son los códices, y por cierto en ninguno de los griegos que pude examinar, tienen la palabra aleluya al final del salmo 150, después del cual no hay ninguno que pertenezca al canon. Tampoco esto puede establecerlo la costumbre, dado el caso que todos los códices lo expresaran, puesto que es posible que, por algún motivo de alabanza a Dios, todo el Salterio, que al parecer consta de cinco libros, porque donde se escribió "fiat, fiat" (Amén, Amén), dicen que finalizan los libros, después de todas las cosas que se cantaron, se terminase con un Aleluya. Ni veo que por la terminación del salmo 150 sea necesario que todos los salmos aleluyáticos tengan al final un Aleluya. No veo por qué no se repite el aleluya al principio del salmo, ya que el Señor en unas ocasiones dice una vez amén, y en otras ocasiones dos veces, y por tanto no pueda hacerse lo mismo con la palabra aleluya, sea una o dos veces; y principalmente teniendo en cuenta que después de la anotación del número, con la que inicia el salmo, como en este salmo 105, se colocan dos aleluyas. Pues debió colocarse uno antes del número, si pertenece al salmo anterior, y el otro después del número, ya que pertenece al salmo de ese número. Pero quizás en esto prevaleció la costumbre fruto de la inexperiencia; y, por tanto, pueda aducirse algo que aún ignoramos, por lo que nos deba enseñar más el dictamen de la verdad, que la prevención de la costumbre. Ahora, pues, antes de aclarar este punto, dondequiera que hallemos escrito después del número del salmo, el aleluya, sea una o dos veces, según la tan frecuente costumbre de la Iglesia, se lo atribuimos al salmo en cuyo número se encuentra. Confieso que aún no he podido penetrar, como hubiera querido, en los secretos de todos los títulos que llevan los salmos, y del orden de los mismos salmos, que creo que son secretos importantes.
2. Veo estos dos salmos, el 104 y el 105 de tal modo afines entre sí, que en el primero de ellos se conmemora el pueblo de Dios en sus elegidos, de los que no hay queja alguna, y de los que creo que en ellos se agradó a Dios1; y en el segundo se conmemoran los que en el mismo pueblo excitaron la cólera, a quienes, a pesar de todo, no faltó la misericordia de Dios, pues las cosas que en él narran, se dicen en la persona de los que, convertidos, piden perdón, y los ejemplos que se aducen, se toman de aquellos pecadores en quienes aparece la abundante misericordia de Dios. Este salmo comienza como el 104: Confesad al Señor. Pero el 104 prosigue: e invocad su nombre; y, en cambio éste dice: porque es bueno, porque su misericordia dura por los siglos. Por tanto, aquí puede entenderse por confesad la confesión de los pecados, ya que después de algunos pocos versículos, dice: Pecamos con nuestros padres, hemos obrado injustamente, hemos cometido iniquidad. Pero en lo que dice: Porque es bueno, porque su misericordia dura por los siglos, es alabanza de Dios, y en la misma alabanza se da la confesión, pues también, cuando uno confiesa sus pecados, ya que la confesión de los pecados no puede ser piadosa si no es cuando se pide la misericordia de Dios y no se desconfía. Luego lleva su alabanza en las palabras cuando se le dice que es bueno y misericordioso, o también en el interior de su corazón, cuando cree que lo es. Porque el publicano, de quien sólo se conmemoran estas palabras: Señor, ten piedad de mí, que soy un pecador2, aunque no dijo: "Porque eres bueno y misericordioso", o algo semejante, no habría dicho aquello si no lo creyese, puesto que orócon esperanza, la cual no puede existir sin aquella fe. Puede haber una alabanza verdadera y piadosa donde no haya confesión de pecados, y esta clase de alabanza se llama mucho más frecuentemente en la Escritura confesión. Pero no hay confesión de los pecados piadosa y saludable si no se rinde alabanza a Dios, sea con el corazón, o con la boca o el discurso. Lo que algunos códices tienen: Porque es bueno, y otros dicen: Porque es suave, es consecuencia de la diversa traducción de la palabra griega jrestòs. Así también, lo que dice el salmo: Porque su misericordia es por los siglos, se dice en griego eís tòn aìóna, que puede traducirse in aeternum (por siempre, eternamente). Por tanto, si aquí se entiende la misericordia, como aquélla, por la que nadie puede ser feliz sin Dios, traduciremos más adecuadamente la expresión in aeternum, "para siempre"; pero si se trata de la misericordia que se da a los desgraciados, para que se consuelen en la miseria, o se vean libres de ella, entonces traduciremos mejor la expresión in saeculum como "por los siglos", es decir, hasta el fin del mundo, en el que no faltarán desgraciados a quienes se les dé misericordia. A no ser que quizá alguno se atreva a decir que no faltará una cierta misericordia de Dios con los que han de ser condenados con el diablo y sus ángeles, no para librarlos de aquella condenación, sino para que se les mitigue un poco, y así puede entenderse que la misericordia de Dios es eterna en relación con la miseria eterna de ellos. Leemos, sí, que algunos han de recibir una condenación más tolerable, en comparación con otros. Pero ¿quién se atreverá a decir que ha de ser mitigada la pena de alguien que ha sido condenado a ella, o que ha de tener algún alivio por ciertos intervalos de tiempo, siendo así que el rico epulón no mereció recibir ni siquiera una gota de agua?3 Pero de una cuestión tan importante, es necesario disponer de más tiempo libre para tratarlo con diligencia. Por ahora, en lo que se refiere a este salmo, es suficiente con lo dicho hasta aquí.
3. [vv.2-3]. ¿Quién podrá contar las hazañas del poder del Señor? Embebido por la consideración de las obras divinas, el que implora su misericordia, dice: ¿Quién podrá contar las hazañas del poder del Señor, y hacer que sean oídas todas sus alabanzas? Para que esta frase sea completa ha de sobreentenderse lo que se dijo más arriba: ¿Quién podrá hacer que sean oídas todas sus alabanzas? Es decir: ¿Quién será capaz de hacer oír, después de haberlas escuchado, todas sus alabanzas? Dijo: Hará que sean oídas, es decir, hará que se oigan, declarando así que han de ser expuestas las obras del poder del Señor y sus alabanzas, para que puedan ser predicadas a quien las escucha. Pero ¿quién podrá expresarlas todas? ¿O quizá, porque continúa la frase: Bienaventurados los que observan el juicio y practican la justicia en todo tiempo, llama alabanzas del Señor a sus obras, las que afloran en sus preceptos? Porque Dios —dice el Apóstol— es quien obra en vosotros. Y a la descendencia de Abrahán se le dijo también: Cantadle y salmodiadle,lo que creo que debemos entender como si dijera: "Decidle y hacedle buenas abras en su alabanza". A estos dos verbos, es decir, cantar y salmodiar, se adaptan los dos versículos siguientes, de manera que narradle todas sus maravillas es lo mismo que cantadle; y regocijaos en su santo nombre4,es lo mismo que salmodiadle. Y a esta misma descendencia le dice también el Señor: Brillen vuestras obras ante los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos5. Por eso, considerando aquí los preceptos de Dios, cuyas obras son alabanza de aquel que obra en los suyos, dice el salmista: ¿Quién podrá contar las poderosas hazañas del Señor? Porque éstas se realizan de una manera inefable. ¿Quién logrará que sean oídas todas sus alabanzas?, es decir, ¿quién, una vez oídas, practicará todas sus alabanzas, que son las obras de sus preceptos? Porque, al hacerse, aunque no se hagan todas cuantas se han oído, ha de ser alabado él, quien por su benevolencia obra en nosotros el querer y el obrar6. De ahí que el salmista, pudiendo haber dicho "todos sus mandamientos", o "todas las obras de sus mandamientos", prefirió decir sus alabanzas, porque —como ya he explicado— por el hecho de ser realizadas, él ha de ser alabado. No obstante, ¿quién es capaz de hacer oír estas alabanzas? Es decir, ¿quién es capaz de, una vez oídas, ejecutarlas todas?
4. Dichosos los que cumplen el juicio, y practican siempre la justicia: desde que comienzan, y están viviendo en el tiempo; pues, quien persevere hasta el fin, se salvará7. Puede parecer una repetición de la misma sentencia, de manera que sea lo mismo observar la justicia que cumplir el juicio, sobreentendiéndose en la primera parte del versículo siempre, y en la segunda, dichosos; y expresando las palabras que se sobreentienden, se diga: Dichosos los que cumplen siempre el juicio, y dichosos los que practican siempre la justicia. Pero si no hubiera ninguna diferencia entre juicio y justicia, no se diría en otro salmo: hasta que la justicia se convierta en juicio8. La Escritura se complace en ofrecer juntas estas dos palabras, como en esta frase: Justicia y juicio sostienen su trono9; y en esta otra: Hará brillar tu justicia como la luz, y tu juicio como el mediodía10, donde aparece también una repetición de la frase. Quizá por la similitud de su significado, podría expresarse una cosa por otra, la del juicio por justicia, o también la de justicia por juicio; sin embargo, si se emplean con propiedad, hay diferencia en algo, ya que el que cumple el juicio es el que juzga rectamente, y el que practica la justicia, es el que obra el bien. Y no creo que sea un absurdo el entender, según lo que se dijo: Hasta que la justicia se convierta en juicio, que también aquí se llamó dichosos a los que cumplen el juicio con fidelidad, y practican la justicia en las buenas obras, pues llegará el tiempo en que el juicio, que ahora se cumple con fidelidad, se ponga en práctica cuando la justicia se convierta en juicio, es decir, cuando reciban los justos la potestad de juzgar rectamente a aquellos por quienes ahora no son juzgados con rectitud. Por eso, se piensa que en otro lugar es el Cuerpo de Cristo el que dice: Cuando reciba el tiempo (elija la ocasión), yo juzgaré las justicias11. Esta última expresión, estaría mejor traducida diciendo: Yo juzgaré la equidad. No dijo: cuando elija la ocasión (reciba el tiempo), yo haré justicia, puesto que la justicia ha de practicarse siempre, como dice aquí el salmo: Los que practican siempre la justicia.
5. [vv.4-5]. Y puesto que es Dios el que justifica, o sea, el que hace justos a los hombres, curándolos de sus iniquidades, sigue la oración: acuérdate de nosotros, Señor, por complacencia con tu pueblo, es decir, para que estemos entre aquellos en quienes te complaces, puesto que no en todos se ha complacido Dios. Visítanos con tu salvación. Él es, efectivamente, el Salvador, por quien son perdonados los pecados, y sanadas las almas, para que puedan cumplir el juicio y practicar la justicia. Y comprendiendo que son dichosos los que dicen estas cosas, con razón piden esto para sí orando. De esta salvación se dice en otro salmo: Para que conozcamos en la tierra tu camino. Y, como si preguntáramos "en qué tierra", añadió: en todas las naciones; y como si preguntáramos de nuevo: "qué camino", escribe: Tu salvación12. De elladice precisamente el anciano Simeón: Vieron mis ojos tu salvación13. Y ella de sí misma dijo: Yo soy el camino14. Por tanto visítanos con tu salvación, es decir, con tu Cristo. Para ver en la bondad de tus elegidos, y alegrarnos en la alegría de tu gente. Es decir, visítanos con tu salvación, para que podamos ver en la bondad de tus elegidos, y alegrarnos en la alegría de tu pueblo. Lo que aquí se escribe en la bondad, otros códices dicen en la suavidad; así como unos códices dicen porque es bueno, y otros dicen porque es suave. Pero en el texto griego es la misma palabra, que se lee también en otro salmo: El señor nos dará la suavidad15, que unos traducen como bondad, y otros como benignidad. Pero ¿qué significa visítanos, para que veamos en la bondad de tus elegidos, es decir, en aquella bondad que ofreces a tus elegidos? Que no permanezcamos ciegos, como aquéllos a quienes se dijo: Ahora vosotros decís: "nosotros vemos"; y por eso persiste vuestro pecado16. Realmente el señor ilumina a los ciegos17, pero no por sus propios méritos, sino por la bondad que tiene con sus elegidos, es decir, por aquella bondad que él ofrece o da a sus elegidos. Así como se dice también en otro salmo: Salud de mi rostro, y no es mi salud, sino la del Dios mío18. E igualmente decimos: El pan nuestro de cada día, y añadimos: dánosle hoy19. Así pues, visítanos con tu salvación para ver, es decir, para que podamos ver en la bondad de tus elegidos; para gozarnos, es decir, para que nos podamos gozar en la alegría de tu gente. Por gente de Dios hemos de entender únicamente la descendencia de Abrahán; pero los hijos de la promesa, no los de la carne. Luego éstos, cuya voz aquí resuena, desean tener la alegría de su gente. ¿Y cuál es la alegría de su gente, o de su pueblo? Dios. Es a él a quien se le dice en otro salmo: Oh, mi alegría, libérame20; y a él también se le dice: Sellada está sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro; y has dado alegría a mi corazón21, es decir,con el sumo, el verdadero, el inmutable y beatífico bien, que es el mismo Dios. Para que seas alabado con tu heredad. Me sorprende que haya sido traducido así en muchos códices este versículo, siendo única y la misma locución griega en estos tres incisos; de manera que, si se dijo correctamente lo que aquí se escribe para que seas alabado con tu heredad, podría haber sido también correcto decir antes: para que veas en la bondad de tus elegidos, y te regocijes con la alegría de tu gente. Y entonces el sentido de todo el párrafo sería éste: Visítanos con la alegría de tu salvación, para que veas en la alegría de tus elegidos, para que te regocijes en la alegría de tu gente y seas alabado con tu heredad. Sin embargo, según lo que dijimos: Visítanos, para que podamos ver en la bondad de tus elegidos, y gozarnos en la alegría de tu gente, debió decirse también aquí congruentemente: Para que seamos glorificados con tu heredad, y es a esta heredad a la que se le dijo: Gloriaos en su santo nombre. Pero como esta expresión es ambigua, si el verdadero sentido es el que han preferido los traductores, es decir: Para que seas glorificado, entonces los dos incisos anteriores deben entenderse como este último, ya que, como he dicho antes, una sola es la expresión griega en estos tres versículos;de manera que todo esto se tome como dicho así: Visítanos con tu salvación, para que veas en ella la bondad de tus elegidos, es decir, visítanos para que nos hagas estar allí, y allí nos veas; para que te alegres en la alegría de tu gente, o sea, para que se diga que tú te alegras cuando ellos se alegran de ti; para que tú seas alabado con tu heredad, es decir, que tú seas glorificado con ella, ya que ella no es glorificada, si no es por ti. En resumen, sea que es aquél, o sea que es éste el modo como han de interpretase los tres verbos anteriores: Par ver, para alegrarse, y para alabar, si ellos desean ser visitados con la salvación de Dios, es decir, su Cristo, para no ser expulsados de su pueblo, y de aquellos en quien Dios se complace.
6. [vv.6-7]. Oigamos, pues, lo que a continuación confiesan: Hemos pecado con nuestros padres, hemos obrado injustamente, hemos cometido iniquidad. ¿Qué significa hemos pecado con nuestros padres? ¿Acaso pecaron con sus padres, porque estaban en sus lomos cuando se encontraban en Egipto, tal como dice el Apóstol en la Carta a los Hebreos, que Leví pagó también el diezmo con Abrahán, porque estaba en sus lomos cuando Abrahán pagó el diezmo al sacerdote Melquisedec?22 Porque quienes existían cuando se escribió este salmo, y con más razón sus sucesores, (ya que esto muy bien pudo decirse de los que entonces existían, o profetizarse de aquellos que habían de venir después), estaban muy distantes de la época los que pecaron en Egipto, no comprendiendo las maravillas de Dios. Y es precisamente en esto como continúa el salmo exponiendo de qué modo pecaron sus padres. Así dice: Nuestros padres en Egipto no comprendieron tus maravillas; y todos los demás detalles que conmemora profusamente sobre los pecados con sus padres. ¿O es que tal vez haya de entenderse la frase: Pecamos con nuestros padres, como si dijera: Hemos pecado como nuestros padres, es decir, imitando sus pecados? Si es así, habría de confirmase con alguna otra frase parecida. Pero ahora, al intentar recordarla, no me viene a la mente algún otro caso en que se diga haber pecado o perpetrado algo con algún otro a quien imitó en un hecho parecido, y sobre todo, después de mucho tiempo.
7. ¿Qué significa, pues: Nuestros padres no comprendieron tus maravillas? Que no entendieronlo que tú querías mostrarles por aquellas maravillas. ¿Qué les querías mostrar? La vida eterna y el bien no temporal, sino inmutable, que se espera con paciencia. Por eso murmuraron impacientemente, y provocaron la cólera divina, e intentaron ser felices con los bienes temporales, falaces y fugaces. No se acordaron de la multitud de tus misericordias. Reprende tanto al entendimiento como a la memoria. Era necesario, en efecto, el entendimiento, para que pudieran reflexionar a qué bienes eternos los llamaba Dios por aquellos temporales, y memoria, para que, al menos no se olvidasen de aquellas maravillas que se hicieron en el tiempo, y así, fielmente creyesen que con el mismo poder que ya habían experimentado, Dios los libraría de la persecución de sus enemigos. Y te irritaron cuando subían al mar, al Mar Rojo. El códice que tenía yo a la vista, así lo ponía. Pero estas dos últimas palabras, a saber, al mar, al Mar Rojo, estaban señaladas con asterisco, lo cual da a entender que se hallan en el texto hebreo, pero no en la versión de los Setenta. Los muchos códices que pude consultar, tanto griegos como latinos, lo tienen así: Te irritaron, o —lo que está más claro en el texto griego— provocaron tu cólera cuando subían al Mar Rojo. Quien lee aquella historia de la salida de Egipto y de la travesía del Mar Rojo, se duele de su infidelidad, al ver en qué zozobra y desesperación se hallaron, después de tantos y tan recientes milagros obrados en Egipto. Dice que de esta enorme misericordia de Dios no se acordaron ellos. Se dijo cuando subían, porque es tal la posición del terreno, que la ida de Canaán hacia Egipto es descenso, y la de Egipto a Canaán, es subida. Debemos advertir cómo la Escritura quiso reprender el no entender lo que debía ser entendido, y el no recordar lo que debería retenerse en la memoria. Los hombres rehúsan el atribuirse esto a su culpa, por el único motivo de rogar menos, y humillarse mucho menos ante Dios, siendo así que deben confesar en su presencia lo que son, para conseguir su ayuda, y llegar a ser lo que no son. Los pecados de ignorancia y negligencia deben ser acusados más bien para que desaparezcan, que excusados para que subsistan, pues mejor es borrarlos invocando a Dios, que consolidarlos irritándole.
8. [v.8]. Añade el salmo que, a pesar de todo, Dios no obró según la infidelidad de ellos. Y los salvó, dice, por causa de su nombre, para manifestar su poder, no por algún mérito bueno de ellos.
9. [v.9]. E increpó al Mar Rojo, y se secó. No he leído que haya sido enviada del cielo alguna voz para increpar el mar. Se trata del poder divino, que para mostrarlo en este hecho, le llama improperio o increpación. A no ser que alguien diga que fue una increpación oculta, de modo que pudiera oírla el agua, y no los hombres. Demasiado secreto y oculto es el poder de Dios, pues, incluso hasta las cosas que carecen de sentidos, obedecen su voluntad al instante. Y los sacó por los abismos como por un desierto. Llamó abismos a la inmensidad de las aguas. Algunos, queriendo interpretar todo este versículo, dijeron: Y los sacó por en medio de muchas aguas. Pero ¿qué significa por los abismos, como por un desierto, sino que donde se hallaba el abismo del agua, se secó como un desierto?
10. [v.10]. Y los salvó de la mano de los que los odiaban. Algunos, para evitar el uso de palabras poco latinas (odientium) dan un rodeo, y dicen así: Y los salvó de la mano de los que los habían odiado (qui oderant eos). Y los rescató de la mano del enemigo. ¿Qué precio se pagó por este rescate? ¿Acaso lo que aquí sucedió es una profecía simbólica del bautismo, por el cual fuimos rescatados del poder del demonio, por un gran precio: la sangre de Cristo? Y por eso se simbolizó no con cualquier mar, sino con el mar Rojo, ya que la sangre de Cristo es de color rojo.
11. [v.11]. Y el agua cubrió a sus opresores, y ni uno solo se salvó. No se ahogaron todos los egipcios, sino los que perseguían a los que huyeron, buscando apresarlos o matarlos.
12. [v.12]. Y creyeron en sus palabras. Poco latina parece esta expresión, ya que no dice "creyeron sus palabras" (en dativo o en acusativo), sino "creyeron en sus palabras" (en ablativo); aunque es muy frecuente en las Escrituras. Y proclamaron su alabanza. Expresiones parecidas decimos también nosotros: "ha servido una tal servidumbre"; "ha vivido esta vida". En fin, el salmista recuerda aquí la tan conocida alabanza de Dios, donde se dice: Cantemos al Señor, que tan gloriosamente se ha magnificado: caballo y caballero los arrojó en el mar23.
13. [v.13]. Muy pronto se olvidaron de sus obras. Otros códices escriben más inteligentemente: Se apresuraron en olvidar sus obras, y no guardaron su consejo. Deberían haber pensado que no eran vanastantas obras como Dios les hizo, sino que les invitaban a una felicidad sin fin, que había de esperarse con paciencia. Pero se apresuraron a hacerse felices con las cosas temporales, que a nadie encaminan a la verdadera felicidad, ya que no apagan la codicia insaciable. El que beba de esta agua —dice el Señor— , volverá a tener sed.
14. [v.14]. En fin: Y codiciaron la codicia en el desierto, y tentaron a Dios en la estepa. Lo que dice en el desierto, se repite al decir en el lugar sin agua (la estepa); y la frase codiciaron la codicia, equivale a tentaron a Dios. La locución codiciaron la codicia es como la anterior: Alabaron (proclamaron) la alabanza.
15. [v.15]. Y les concedió su petición, es decir, lo que pidieron en su petición. Y les mandó la saciedad a su alma. Pero esto no los hizo felices, porque no se trata de la hartura de la que se dice: Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados24. En esta cita se ha llamado alma sin tener presente aquello por lo que el hombre es racional, sino lo que vivifica el cuerpo y lo constituye en ser animado o viviente. Al sostenimiento de este ser animado se refieren el alimento y la bebida, según lo que leemos en el Evangelio: ¿No vale más el alma (o la vida) que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?25 Como si al alma perteneciera el alimento, y al cuerpo el vestido. Y en este sentido se refiere también Isaías: ¿Por qué hemos ayunado, y no lo has visto; hemos mortificado nuestras almas, y lo has ignorado?26
16. [v.16]. E irritaron a Moisés en el campamento, y a Aarón el santo del señor. Cuán grande haya sido la irritación, o —como más expresivamente traducen otros autores— la provocación a la cólera, lo demuestran suficientemente las palabras que siguen.
17. [v.17]. Se abrió la tierra —dice— y se tragó a Datán, y cubrió por encima a los secuaces de Abirón. Lo mismo es se tragó que cubrió por encima. Y además, fue uno y el mismo motivo del sacrílego cisma y rebelión de ambos, es decir, de Datán y de Abirón.
18. [v.18]. Y se prendió fuego en su asamblea: la llama abrasó a los pecadores. Este nombre de pecadores no se usa en la Escritura para designar a aquellos que, aunque justa y laudablemente vivan, no están sin pecado. Más bien es como diferenciando a los que se ríen, y a los que se burlan; a los que murmuran y a los murmuradores; a los secretarios y a los escritores, y los demás nombres semejantes; así suele llamar la Escritura pecadores a los hombres muy perversos y abrumados con pesadas cargas de pecados
19. [vv.19-20]. Y fabricaron un becerro en Horeb, y adoraron la escultura. Y cambiaron su gloria por la imagen de un becerro que come yerba. No dice a imagen, sino por la imagen, parecido a cuando dijo antes (v. 12): Y creyeron en sus palabras. Evita el decir con elegancia "y cambiaron la gloria de Dios por haber hecho esto" como afirma también el Apóstol: Y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible27; sino que dice su gloria, la de ellos. Porque Dios era su gloria, si hubieran guardado su consejo y no se hubiesen apresurado a olvidarlo. A este Dios se le dice en otro salmo: Tú eres mi gloria, tú mantienes alta mi cabeza28. A esta su gloria, a Dios, la cambiaron por la imagen de un becerro que come heno, para ser devorados por el que come a los que perciben según la carne, ya que: Toda carne es heno29.
20. [vv.21-22]. Se olvidaron de Dios que los salvó. ¿Cómo los salvó? Haciendo maravillas en Egipto, prodigios en la tierra de Cam, y cosas terribles en el Mar Rojo. Las mismas maravillas son cosas terribles, porque no hay admiración sin un cierto terror. Aunque también aquí se les puede llamar terribles porque hirieron a sus adversarios y les demostraron qué es lo que deberían temer.
21. [v.23]. Y dijo que los iba a destruir. Como se olvidaron de aquel que los salvó haciendo maravillas, y fabricaron y adoraron una escultura, se hicieron merecedores de ser aniquilados, por tan monstruoso crimen e increíble impiedad. Dijo que los habría destruido, si Moisés, su elegido, no se hubiera puesto en la brecha frente a él. No dijo que se colocó en la fractura, como para romper o deshacer la ira de Dios, sino en la brecha, es decir, en medio del castigo que ellos debían recibir; o sea, que se entregó él mismo por ellos, diciendo: Si les perdonas el pecado, perdónaselo; pero si no... bórrame de tu libro30. Aquí se demuestra cuánto vale la intercesión de los santos ante Dios por los demás. Pues, estando Moisés seguro de que Dios, por su justicia, no podía borrarle de su libro, obtuvo la misericordia, por la cual no fueran destruidos los demás, que, según la justicia, sí podría haberlos aniquilado. Y se puso en la brecha, frente a la presencia de Dios, para que desviara su ira y no los aniquilase.
22. [v.24]. Y tuvieron por nada la tierra envidiable. ¿Acaso ya la habían visto? ¿Por qué despreciaron la tierra que no habían visto? La respuesta está en lo que sigue: Y no creyeron en sus palabras. No hay duda de que, si no prefigurase algo importante aquella tierra, de la que se decía que manaba leche y miel31, por cuyo signo visible llevase a la invisible gracia del reino de los cielos a quienes entendían sus maravillas, de ningún modo se culparía a éstos porque tuvieron como nada a aquella tierra, cuya posesión temporal también nosotros debemos estimarla en nada, a fin de que amemos verdaderamente la deseable y libre Jerusalén, madre nuestra que está en los cielos32. Pero aquí, más bien lo que se recrimina, y con razón, es la infidelidad; porque al tener como nada la tierra deseable, no creyeron las palabras de Dios, quien lleva por medio de algunas cosas pequeñas, a las grandes; y, por tanto, ellos, apresurándose a hacerse felices con las realidades temporales, que percibían según la carne, no guardaron —como se ha dicho más arriba— el consejo de Dios.
23. [v.25]. Y murmuraron en sus tiendas; y no escucharon la voz del Señor, que les prohibía severamente la murmuración.
24. [vv.26-27]. Y alzó su mano sobre ellos para echarlos por tierra en el desierto, y para humillar su descendencia en las naciones y dispersarlos por las regiones.
25. [vv.28-29]. Aquí el salmista, antes de decir que alguien intercedió ante tanta indignación de Dios, y que de algún modo le aplacó, inmediatamente añadió: Y se iniciaron en los misterios de Beelfegor, es decir, se consagraron al ídolo de los paganos. Y comieron los sacrificios de los muertos, y le irritaron con sus malvadas invenciones, y se multiplicó en ellos la ruina. Esto lo dice como si hubiera diferido hasta aquí el alzar la mano sobre los que había de echar por tierra en el desierto, y abatir su linaje en las naciones, y dispersarlos por las regiones, a fin de que, entregados ya a su perverso sentir, cometiesen todo esto, por cuyo monstruoso y evidente crimen, fueran castigados en justicia; pues según dice el Apóstol: Y como no se preocuparon de conocer a Dios, Dios los ha abandonado a su mente perversa, para que hicieran lo que no es conveniente33.
26. [v.30]. En fin, tan enorme fue su despropósito, al consagrarse al ídolo y comer los sacrificios de los muertos (es decir, al ofrecer, como los paganos, sacrificios a hombres muertos, como a dioses), que Dios no quiso aplacarse sino como le aplacó el sacerdote Fineés, que mató a juntos a un hombre y una mujer, a quienes sorprendió en unión adulterina34. Si hubiera hecho esto por odio y no por amor, estando abrasado por el celo de la casa de Dios, no se le habría reputado como justicia. Con este hecho hirió con una vara —como si se hubiera tratado de un solo hombre— a aquel pueblo, del que había de ser mucho mayor la futura ruina, para salvar de la muerte su alma. El Señor Jesucristo quiso que fuese más suave la disciplina, después de revelar el Nuevo Testamento. Sin embargo es más atroz la amenaza del infierno, la cual no leemos entre las amenazas de Dios, según la economía de aquellos tiempos. Así pues, se multiplicó sobre ellos la ruina cuando fueron severamente asolados por sus graves pecados. Y se levantó Fineés y lo aplacó, y cesó la destrucción. Brevemente dijo todo esto, ya que no enseña aquí a ignorantes, sino que lo recuerda a quienes lo saben. Lo que aquí se tradujo como destrucción, está dicho antes como brecha o ruptura. De hecho, en griego es la misma palabra.
27. [v.31]. Y le fue atribuido en su favor de generación en generación, para siempre. Dios, que examina el corazón y sabe con cuánto amor hizo esto por el pueblo, le atribuyó a su sacerdote este hecho a su favor, no sólo durante el tiempo que durase su generación, sino para siempre.
28. [vv.32-33]. Y le irritaron junto al agua de la querella (la fuente de Meribá), y Moisés tuvo que sufrir por culpa de ellos, porque exacerbaron su espíritu. Y vacilaron sus labios. ¿Qué quiere decir vacilaron? Que titubeó, como si Dios, que había ya realizado tantos prodigios, no pudiera hacer brotar agua de la roca. Pues golpeó la roca dudando, y por eso no consideró este milagro como los demás, de los cuales no dudó. Por eso ofendió a Dios, y por eso mereció oír que moriría antes de entrar en la tierra prometida35. Perturbado por la murmuración del pueblo infiel, no tuvo la confianza que debía haber tenido. No obstante, Dios, como elegido suyo, incluso después de su muerte, atestigua bien de él, para que entendamos que aquella vacilación de su fe fue castigada con la única pena de no permitirle entrar en la tierra adonde él estaba conduciendo al pueblo. Lejos de nosotros creer que fue excluido del reino de la gracia de Dios, que es lo que significaba aquella tierra de promisión, de la que se decía que manaba leche y miel. Este reino es más bien el testamento eterno que dio a Abrahán, nuestro padre no según la carne, sino según la fe.
29. [vv.34-36]. Aquellos, de cuyas iniquidades habla este salmo, habiendo entrado en aquella tierra temporal de promisión, no exterminaron los pueblos que Dios les había mandado.Y se mezclaron con ellos, y aprendieron sus costumbres, y adoraron a sus ídolos, y se les hizo un motivo de tropiezo. El no haberlas exterminado, y el haberse mezclado con ellas se les convirtió en un motivo de escándalo.
30. [vv.37-40]. E inmolaron sus hijos e hijas a los demonios; y derramaron sangre inocente, la sangre de de sus hijos e hijas que sacrificaron a los ídolos de Canaán. La historia sagrada no narra que inmolasen sus hijos y sus hijas a los ídolos y a los demonios. Pero tampoco puede mentir este salmo ni los profetas, que dicen esto en muchos lugares de sus increpaciones. Lo que no callaron las sagradas letras es que tenían esta costumbre los gentiles.
31. ¿Pero qué significa lo que sigue: Fue matada la tierra ensangrentándola? Si no contásemos con el don de Dios, que quiso que se hallase en muchas lenguas su Escritura, pensaríamos que era un error del copista, y diríamos que escribió interfecta est (fue matada) en lugar de infecta est (fue infectada o profanada). Pero en los códices griegos que he consultado dice: Fue matada (interfecta) la tierra por toda esta sangre. ¿Qué significa, pues, fue matada la tierra? Aquí nos encontramos ante una locución trópica o figurada que se refiere a los hombres que habitan la tierra, tomando el continente por el contenido, como cuando denominamos "casa mala" a aquella en la que habitan hombres malos, o "casa buena" a la que habitada por hombres buenos. Así es, ellos mataban sus almas inmolando a sus hijos y derramando la sangre de los niños, imitando el crimen de los extraños, por el cual se dijo: Y derramaron sangre inocente. Así pues, fue matada la tierra por la sangre, y fue contaminada por sus obras, al matarse ellos en su alma y contaminarse con sus obras. Y se prostituyeron con sus invenciones. Llama invenciones a las que los griegosdenominan epideúmata. Esta palabra se halla en los códices griegos, tanto aquí como más arriba, donde se escribió: Y le irritaron con sus invenciones, siendo así que tanto aquí como allí denomina invenciones a aquellas acciones en las que imitaron a otros. No creamos, pues, que se llamaron invenciones por ser establecidas por ellos, sin preceder ejemplo alguno de otros a los cuales imitasen. De aquí que algunos traductores nuestros prefirieron escribir no invenciones (adinventiones), sino empeños, afanes (studia); y otros, inclinaciones o pasiones (affectiones o affectationes); y, por fin, otros escriben apetitos (voluptates). También los mismos que escribieron invenciones, en otro pasaje escriben empeños. He querido recordar esto para que el término invención no promoviese aquí la disputa de que ellos mismos idearon todo aquello, sino que lo imitaron de otros.
32. [vv.40-43]. Y el furor del Señor se encendió contra su pueblo. Algunos intérpretes latinos no han querido traducir la palabra griega thýmos por ira, sino que unos la tradujeron por mente; otros por indignación, y otros, por ánimo. Cualquiera de estas palabras que se use, ha de entenderse no como que en Dios hay alguna perturbación, sino que este nombre tiene el significado de poder vindicativo o de castigo, en su uso metafórico.
33. Y aborreció su heredad. Y los entregó en manos de los gentiles, y los dominaron quienes los aborrecían, y los oprimieron sus enemigos, y fueron humillados bajo sus manos. Al llamarlos Dios heredad, es evidente que no los aborreció para perderlos, sino que los aborreció y los entregó en manos de sus enemigos para corregirlos. Y continúa esta frase: Muchas veces los libró.
34. Pero ellos lo exasperaron en su consejo. Es lo mismo que dijo arriba (v. 13): No observaron su consejo. El consejou opinión del hombre, por el que busca lo suyo propio, y no lo que es de Dios36, es pernicioso para el hombre. En la heredad de Dios, que es él mismo cuando condesciende y se nos ofrece como objeto de disfrute, no soportaremos penurias en la compañía de los santos, por el amor de algo como si fuera un tesoro privado. Efectivamente, aquella ciudad gloriosísima, cuando haya conseguido la heredad prometida, en la que ya nadie muere ni nace, no tendrá ciudadanos que se gocen cada uno en particular de sus propias cosas, porque Dios será todo en todos37. Y cualquiera que anhele, durante esta peregrinación, la compañía de Dios, se va acostumbrando a preferir las cosas comunes a las propias, no buscando lo suyo, sino lo de Jesucristo. Y así, renunciando a su propia sabiduría y a su interés personal, no exacerba a Dios con su propia opinión o consejo, sino que, esperando lo que no ve, esperando pacientemente lo eterno, que no se ve, no se apresurara a hacerse feliz con lo que ve, y sigue en las promesas el consejo de aquél a quien pide auxilio en las tentaciones. Será también humilde en la confesión, para no asemejarse a aquellos de quienes se dice: Fueron humillados en sus iniquidades
35. [vv.44-45]. A pesar de todo, Dios, que es muy misericordioso, no los abandonó; y cuando estaban oprimidos, les prestó atención escuchando su plegaria. Y se acordó de su alianza, y se arrepintió según la grandeza de su misericordia. Se dijo arrepintió porque parece que cambió de actitud, según la cual los habría querido eliminar. En Dios todo está inmutablemente establecido. Dios no actúa por una repentina decisión; nada hace que no haya conocido y decido desde la eternidad; pero en los movimientos e impulsos temporales de las criaturas, que él gobierna maravillosamente, sin estar vinculado al tiempo, se dice como si ejecutase con repentina decisión lo que había ordenado por su decreto inmutable y secretísimo, lo cual, al conocerse a su debido tiempo, hace presentes las cosas que ya había hecho futuras. ¿Y quién será capaz de comprender esto? Prestemos atención a la Escritura, que declara con sencillez las cosas más excelsas, cuando ofrece a los pequeños que han de alimentarse, lo que deben tomar, y propone a los mayores lo que deben investigar. Y cuando estaban oprimidos les prestó atención escuchando su plegaria. Y se acordó de su testamento; se trata, sin duda, del testamento eterno que había pactado con Abrahán, no del Antiguo, que sería abolido, sino del Nuevo, que está escondido en el Antiguo. Y se arrepintió, según su gran misericordia. Hizo lo que estaba establecido, pero había previsto que se concedería esto a los arrepentidos que le suplicaban; y aunque todavía no se había hecho esta súplica, pero se había de hacer, indudablemente no se le ocultaba a Dios.
36. [v.46]. Y derramó sobre ellos sus misericordias. Para que fueran vasos no de ira, sino vasos de misericordia38.
Usó el plural, "sus misericordias" porque, según creo yo, cada uno recibe un don particular de Dios, unos uno y otros otro39. Y derramó sobre ellos sus misericordias, a la vista de todos los que los habían capturado. Ahora bien, quienquiera que seas el que leas estas cosas, conocerás, leyendo en las Cartas Apostólicas, o investigando en los profetas, la gracia de Dios, por la cual somos rescatados a la vida eterna por nuestro Señor Jesucristo, y verás revelado el Antiguo Testamento en el Nuevo, y oculto el Nuevo en el Antiguo. Recuerda a quién llamó el apóstol San Pablo príncipe del poder aéreo, el cual actúa en los hijos de la incredulidad40; y aquello que dice de algunos: que se den cuenta de los lazos del diablo en los que se hallan por él cautivos, sometidos a su voluntad41; y las palabras de nuestro Señor Jesucristo, cuando al arrojar el demonio del corazón de los fieles, dice: Ahora el príncipe de este mundo ha sido arrojado fuera42; y las del mismo Apóstol, que dice: Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor43. Pensando en éstas y en otras cosas semejantes, eleva el ánimo también hacia el Antiguo Testamento, y mira lo que se canta en aquel salmo que lleva por título: Al edificarse la casa después de la cautividad. Allí, pues se dice así: Cantad al Señor un cántico nuevo. Y para que no pienses que sólo se refería al pueblo judío, añade: Cantad al Señor toda la tierra. Cantad y bendecid su nombre; anunciad, o, mejor, anunciad bien, es más, traduciendo la misma palabra griega que está escrita, diré: Evangelizad día tras día su salvación. De aquí procede la palabra Evangelio en el que se dice que se anuncia el día que procede del día (día tras día), es decir Cristo el Señor, luz de luz, Hijo del Padre. Esto es lo que constituye su salvación, porque la salvación de Dios es Cristo, como ya lo hemos expresado más arriba. Anunciad su gloria entre las gentes, sus maravillas en todos los pueblos. Porque grande es el Señor y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses, porque todos los dioses de los gentiles son demonios44. Estos enemigos, con su rey, el diablo, tenían cautivo al pueblo de Dios. Al ser liberados de esta cautividad, y echado fuera el príncipe del mundo, después de la cautividad se edifica la casa, de la que Cristo es la piedra angular: él ha reunido en sí a los dos pueblos en un solo hombre nuevo, haciendo entre ellos dos la paz, y al venir como día del día, evangelizó a los que estaban cerca y a los que estaban lejos, haciendo de los dos uno solo45 y trayendo otras ovejas que no son de este redil, para que haya un solo rebaño y un solo pastor46. Fue así como Dios, a la vista de todos los que los habían llevado cautivos, derramó sus misericordias a los que había predestinado, porque no se trata de correr o de querer, sino de que Dios tenga misericordia47. Luego estos enemigos, el diablo y sus ángeles, habían capturado a los predestinados para el reino y la gloria de Dios. Sin embargo, quienes acostumbraban a dominar por dentro a los infieles y combaten externamente a los fieles, fueron arrojados fuera por el Redentor. Estos siguen combatiendo, pero no logran asaltar a los que ocupan la torre de la fortaleza frente al enemigo48. Y si lo consiguen, es porque advierten en nosotros los residuos de la debilidad, por los cuales decimos: Perdónanos nuestras deudas, y por ellas añadimos: Y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal49. Por tanto, después de haber expulsado a estos enemigos, nuestro Señor Jesucristo realizó la curación del cuerpo, del que él mismo es la cabeza, como salvador del cuerpo50, para que en aquel mismo cuerpo suyo tenga lugar la consumación del tercer día, pues, en este sentido dice: Mirad que yo echo demonios y realizo curaciones hoy y mañana, y al tercer día lo consumo, es decir, me perfecciono cuando todos nosotros tendamos hacia el hombre perfecto, hacia la medida de la edad o estatura de la plenitud de Cristo51.
37. [vv.47-48]. Así pues, arrojados los demonios que nos tenían cautivos, logró la curación. Por eso, después de haber dicho también en este salmo: Y les hizo objeto de sus misericordias, en presencia de todos los que los tenían cautivos, como si fueran ya arrojados los demonios que los habían capturado, eleva a Dios la plegaria para que perfeccione las curaciones: Sálvanos, Señor, Dios nuestro, y reúnenos de entre las naciones, o, como tienen otros códices, de entre los gentiles; para que celebremos tu santo nombre, y nos gloriemos en tu alabanza. A continuación pone brevemente esta alabanza: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde el siglo y hasta el siglo, que es como decir: desde siempre y por siempre, o sea, eternamente, porque él será alabado sin fin por aquellosde quienes se dice: Dichosos los que habitan en tu casa; te alabarán por los siglos de los siglos52. Esta será la tercera consumación o perfección del cuerpo de Cristo, la cual, después de haber expulsado los demonios, y obradas las sanaciones, se extiende hasta la inmortalidad del mismo cuerpo, constituyendo el reino eterno de aquellos que alaban a Dios perfectamente, porque perfectamente lo aman, y lo aman perfectamente porque lo contemplan cara a cara. Entonces sed cumplirá lo que se pidió al principio de este salmo: Acuérdate de nosotros, Señor, con benevolencia hacia tu pueblo; visítanos con tu salvación, para ver en la bondad de tus elegidos, y alegrarnos en la alegría de tu gente, y tú seas glorificado con tu heredad. No congrega sólo de entre los gentiles las ovejas que perecieron de la casa de Israel53, sino también las que no son de aquel rebaño, para que haya, como se dijo, un solo rebaño y un solo pastor. Pero los judíos, pensando que esta profecía se refiere sólo a su reino visible, puesto que no saben gozar de la esperanza de los bienes invisibles, cayeron en los lazos de aquél de quien dijo el Señor: Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me habéis recibido; otro vendrá en su propio nombre, y a éste sí lo recibiréis54.Del cual dice el apóstol Pablo: Porque se revelará el hombre del pecado, el hijo de la perdición, que se opone y se eleva por encima de todo lo que se llama Dios o es objeto de culto, hasta sentarse él en el templo de Dios, mostrándose a sí mismo como si fuera Dios. Y poco después añade el Apóstol: Entonces se revelará el inicuo, a quien el Señor Jesús matará con el aliento de su boca, y lo destruirá con la iluminación de su presencia: inicuo, cuya venida tendrá lugar según la actuación de Satanás, con todo poder, con señales y portentos de la mentira, y con todo el engaño de la iniquidad, para aquellos que perecen, como pago por no haber recibido el amor a la verdad para salvarse; y por eso Dios les enviará la operación del error, para que crean en la mentira, y sean juzgados todos los que no han creído en la verdad, sino que se han complacido en la iniquidad55. Me parece que por este apóstata, por ese que se levanta sobre todo lo que se llama Dios, o que es objeto de culto, el pueblo de los israelitas carnales habrá pensado que se cumple aquella profecía, en la cual se dijo: Sálvanos, Señor Dios nuestro, y congréganos de entre los gentiles; porque siendo él el guía, y como ante la presencia de sus enemigos visibles, quienes los habían capturado visiblemente, pensaban que habían de conseguir una gloria visible. Por eso creerán en la mentira, por no haber recibido el amor a la verdad, para no desear los bienes carnales, sino los espirituales. Y así, fueron engañados por el diablo, y llegaron a matar a Cristo, cuando dijeron: Si lo dejamos obrar así, todos creerán en él, y vendrán los Romanos y destruirán nuestra ciudad y nuestro pueblo. Cuando Caifás, uno de ellos, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada, y no pensáis que nos conviene más que muera un solo hombre por el pueblo, y no perezca toda la nación. Pero esto —como comenta el Evangelista— no lo dijo por sí mismo, sino que, como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por el pueblo, y no sólo por el pueblo, es decir, por las ovejas que habían perecido de la casa de Israel, sino también para reunir juntos a los hijos de Dios, que estaban dispersos56. Porque tenía otras ovejas que no eran de aquel redil: a todas estas, tanto las de Israel como las de la gentilidad, el diablo y sus ángeles las habían capturado. Levantada, pues, la tiranía del diablo, en presencia de los espíritus malignos que las habían capturado, gritan, para salvarse y perfeccionarse eternamente, con esta voz profética: Sálvanos, Señor, Dios nuestro, y congréganos de entre los gentiles. Esto no se cumple por obra del anticristo, como piensan los judíos, sino por Cristo, Señor nuestro, que viene en el nombre de su Padre, como día del día y su salvación, y del cual también se dijo: Visítanos con tu salvación. Y dirá todo el pueblo, es decir, todo el pueblo de los predestinados, procedentes de la circuncisión y de la incircuncisión, nación santa, pueblo destinado a la adopción: Amén, amén.