Sermón al pueblo
Cartago. Entre septiembre y diciembre del año 412 (Z.); o quizá antes del 412 (R.); o tal vez poco después del 411 (B.).
1. Recuerda vuestra Caridad que el discurso de Dios es uno solo, extendido en todas las Escrituras; y que, por la boca de muchos santos, resuena la única Palabra, que, al ser desde el principio Dios con Dios, carece de sílabas, ya que está fuera del tiempo; y no nos debe extrañar que, a causa de nuestra debilidad, descendió hasta la articulación de nuestras voces, cuando vino a asumir la debilidad de nuestro cuerpo1; pero además, este salmo, que contiene en sí misterios, que están cerrados, para que a los que llamen se les abra, nos proporcionó muchas explicaciones, y nos retuvo no pocos días anunciándolos, recordándolos, demostrando que estaban ocultos, sacándolos a luz y declarándolos; por eso, como ya he dicho, recordará vuestra Caridad que no pude el día anterior llegar en su exposición hasta el final de este salmo, por lo cual lo he diferido hasta el día de hoy. Quiso el Señor ofrecerme el tiempo de la paga, y que saldase yo la deuda, y os hicierais vosotros recaudadores más confiados y seguros. Quiera, pues, darme el bien que debo entregar, aquél que no nos devuelve todo el mal que hemos hecho.
2. [v.24-25]. Exclamaron, como ya sabéis y lo recordáis, con gozo y piedad, exclamaron lo más íntimo de nuestros corazones, y, con el salmo, dijeron: ¡Qué magníficas son tus obras, Señor! Todas las hiciste con sabiduría; llena está la tierra de tus criaturas. Lo que ha hecho Dios, lo hizo con sabiduría y por medio de la sabiduría. Todo lo que llega a conocer la sabiduría, y lo que no llega a conocerla, pero forma parte de la creación de Dios, está hecho en la sabiduría, y por medio de la sabiduría está hecho. Los que conocen la sabiduría, para ellos es luz; los que no la conocen, tienen, no obstante, a la sabiduría como su artífice, a pesar de estar encerrados en su insipiencia; los que la tienen como luz, la tienen también como su artífice; pero no todos los que la tienen como su artífice, la tienen también como luz. Entre los hombres hay muchos que participan de ella, y se llaman sabios; y muchos que carecen de ella y se les llama necios. Y se los llama con este nombre humillante de necios, porque si se entregasen con empeño a conseguir la sabiduría, si la buscasen, si llamasen a su puerta, podrían llegar a conseguirla, pues no se niega a la naturaleza, sino a la negligencia. Pero además, hay otras criaturas que son incapaces de la sabiduría, como todas las bestias, los animales, y todos los árboles, que no tienen ni siquiera sentido alguno. Pero, ¿acaso por no ser capaces de la sabiduría, no fueron creados con y por la sabiduría? Dios no reclama entendimiento del caballo y del mulo; pero a los hombres les dice: No seáis como el caballo y el mulo, que no tienen entendimiento2. Lo que en el caballo es por naturaleza, en el hombre es una grave culpa. Por eso dice Dios: Yo no exijo participación de mi sabiduría en los que no he hecho a imagen mía; pero en aquellos que sí los hice, lo exijo, y reclamo el uso de esa realidad que les he dado. Así pues, devolviendo los hombres a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César, es decir, devolviendo su imagen al César, y a Dios la suya3, elevan su mente no hacia sí mismos, sino hacia su artífice, y a la luz de donde proceden, y a ese calor espiritual que les da fervor, del que si se apartan, se enfrían, y si se alejan se entenebrecen, y al que, volviendo de nuevo, se iluminan; y como piadosamente le han dicho: Tú iluminarás mi lámpara, ¡oh Señor! ¡Oh Dios mío! Tú iluminarás mis tinieblas4, disipadas las tinieblas de la necedad terrena, y así, abriendo la boca y dirigiendo su aliento, y —como ya he dicho— levantan confiados el ojo del corazón, y contemplan con la mente el universo entero, la tierra, el mar y el cielo; y al ver todas las cosas tan perfectamente dispuestas, que se mueven con orden, divididas por géneros, aseguradas por las semillas, cambiadas según la sucesión, y que se deslizan según los tiempos, les agrada en ellas el artífice, así como también ellos por el arte conocido, complacen al artífice, y, por la gran alegría que experimentan —y que realmente nada puede comparase con esta alegría—exclaman: ¡Qué magníficas son tus obras, Señor!¡Todas las hiciste con sabiduría! ¿Dónde se halla esta sabiduría, con la que hiciste todas las cosas? ¿Con qué sentido se puede percibir? ¿Con qué ojo ver? ¿Con qué empeño buscar? ¿Con qué mérito se consigue? ¿Con cuál, pensáis, sino con su gracia? El que nos ha dado el don de la existencia, nos da también el de ser buenos. Les regala este don a los convertidos, a los cuales, antes de convertirse, y cuando andaban descarriados en pos de sus andanzas, ¿acaso no fue a buscarlos? ¿No bajó; no se hizo carne el Verbo, y habitó entre nosotros?5 ¿No encendió la lámpara de su carne, mientras estaba colgado en la cruz, y buscó la dracma perdida?6 La buscó y la encontró, con la alegría de todos sus vecinos, es decir, de toda criatura espiritual que está cercana a Dios. Con gran alegría de los vecinos fue encontrada la dracma; con gran alegría de los ángeles fue encontrada el alma humana. Fue encontrada, sí, y por tanto, que se alegre y diga: ¡Qué magníficas son tus obras, Señor! Todas las has hecho con sabiduría.
3. La tierra está llena de tus criaturas. ¿De qué criaturas tuyas está llena la tierra? De toda clase de árboles y de huertos de frutas, de toda clase de animales y de bestias; y también de toda la multitud del mismo género humano, está llena la tierra de las criaturas de Dios. Lo vemos, lo sabemos, lo leemos, lo reconocemos, lo alabamos, y entre ellos predicamos; y no llegamos a ensalzar tanto como nuestro corazón rebosa ante la presencia de esta gozosa contemplación. Pero de modo especial debemos poner la mirada en aquella criatura de la que dice el Apóstol: Si uno está en Cristo, es una criatura nueva; lo viejo ha pasado; ya veis que todo se ha hecho nuevo7. ¿Qué cosas viejas han pasado? En los gentiles toda la idolatría, y en los mismos judíos toda aquella servidumbre de la ley, todos aquellos sacrificios que prefiguraban el actual sacrificio. La vejez del hombre había llegado al máximo de su apogeo, y vino el que había de renovar su obra, vino el que había de refundir su plata y acuñar de nuevo su efigie, y vemos que la tierra está llena de cristianos que creen en Dios; y que apartándose de sus anteriores inmundicias e idolatrías, desde su antigua esperanza, se pasan ahora a la esperanza del nuevo mundo; y esto sabéis que todavía no es en la realidad, sino que se posee ya en esperanza, y por esta esperanza, precisamente, es por lo que cantamos y decimos: La tierra está llena de tus criaturas. Y no es en la patria donde cantamos esto, no es todavía en el lugar de reposo que se nos promete, no se han todavía reforzado los cerrojos de las puertas de la Jerusalén celeste8; sino que permaneciendo todavía en peregrinación, contemplando todo este mundo, y al ver correr de todas partes a los hombres hacia la fe, temiendo el infierno, despreciando la muerte, amando la vida eterna, y mirando con indiferencia la presente; con un tal espectáculo, rebosantes de alegría, decimos: Está llena la tierra de tus criaturas.
4. Este mundo todavía es sacudido por el oleaje de las tentaciones, está golpeado aún por las tormentas y borrascas de los sufrimientos y dolores; y no obstante se camina por aquí. Por más que amenace el mar, y se encrespe con el oleaje, y estalle en borrascas, por aquí se va, pues se nos ha dado un leño en el que podamos navegar. Llena está la tierra de tus criaturas. Pero todavía no estamos en la tierra de los vivientes, esta tierra es todavía de los que mueren; a pesar de todo, nosotros gritamos y decimos: tú eres mi esperanza y mi heredad en la tierra de los vivientes9. En la tierra de los que mueren eres mi esperanza, y en la tierra de los que viven, mi heredad. Esta tierra nuestra de ahora está llena de las criaturas de Dios.El que todavía está en la tierra de los que mueren, y no en la de los que viven, ¿por dónde pasa? Escucha lo que sigue: Este mar es grande y espacioso, en él hay reptiles sin número; animales pequeños y grandes. Esto significa un mar horrible: allí hay reptiles innumerables. Son las insidias que se deslizan en este mundo y se apoderan de improviso de los incautos: Pero ¿quién podrá enumerar las tentaciones que se deslizan? Se deslizan, sí, pero atención, no sea que te arrebaten sin darte cuenta. Hay que vigilar en el leño; pues, aunque estemos en el agua, o en medio del oleaje, estamos seguros. No dormirá Cristo, no dormirá la fe; y si durmiera, sea despertado; mandará a los vientos y se calmará el mar10; el camino terminará, y nos alegraremos en la patria. Hay allí reptiles innumerables, animales pequeños y grandes. Veo todavía, en este espantoso mar, incrédulos, que se mueven en las aguas amargas y estériles; y unos son pequeños y otros grandes. Esto lo sabemos. Hay muchos pequeños del mundo, y también muchos grandes personajes del mundo que aún no han creído: son los animales pequeños y grandes de este mar. Odian a la Iglesia, son acosados por el nombre de Cristo; no se ensañan porque no se les permite; y aunque no aparezcan en público, guardan en su corazón una crueldad furiosa. Porque todos, tanto los pequeños como los grandes, los animales pequeños y grandes que ahora les duele ver que se hallan cerrados los templos, y los altares destruidos, y los ídolos quebrados, y promulgadas unas leyes de que es un delito de pena capital sacrificar a los ídolos; todos los que se lamentan de esto, están todavía en el mar. Y nosotros, ¿dónde nos encontramos? ¿Por dónde vamos a ir a la patria? Por el mismo mar, pero en el leño. No temas el peligro; te soporta el leño que sostiene al mundo. Por lo tanto, poned atención: Este mar es grande y espacioso, en él hay reptiles innumerables, animales pequeños y grandes. No temas, no te aterrorices; suspira por la patria, reflexiona sobre tu peregrinación.
5. [v.26]. Por él transitarán las naves. Mirad cómo surcan las naves el mar que las aterrorizaba, y no se hunden. Por naves entendemos las Iglesias: van transitando entre las tempestades y las borrascas de las tentaciones, entre el oleaje del mundo, entre los animales pequeños y grandes. El capitán del barco es Cristo, sentado en el leño de la cruz. Por este mar transitarán las naves. No hay por qué tener miedo de las naves, no se piense inútilmente por dónde van navegando, sino quién es el que las gobierna. Por este mar transitarán las naves. ¿Qué convoy naufragará, cuando tiene a Cristo como piloto? Transitarán seguras; que transiten con perseverancia, y llegarán a la meta establecida; serán conducidas a la tierra del descanso
6. En este mar hay también algo que es superior a todos los animales pequeños y grandes. ¿Qué es? Escuchemos el salmo: Este dragón que has formado para burlarte de él. Allí hay reptiles innumerables; allí hay animales pequeños y grandes; allí surcarán las naves, y no temerán no sólo a los reptiles innumerables, y a los animales pequeños y grandes, sino ni siquiera al dragón que allí se encuentra: al que has hecho —dice el salmista a Dios— para burlarte de él. Gran secreto éste, y no obstante, lo que ya sabéis lo voy a decir. Sabéis que el enemigo de la Iglesia es un cierto dragón: no lo habéis visto con los ojos corporales, pero sí con los de la fe. Se le llama también león; de él dice la Escritura: Pisotearás al león y al dragón11. Este está sometido a tu cabeza, y también será sometido a su cuerpo; adhiéranse únicamente los miembros a su cabeza, para que sean miembros de ella. Se dijo esto de aquella primera mujer a quien sedujo este dragón, es decir, de aquella Eva, a quien él dio el consejo de muerte, insinuándose en el corazón de la mujer bajo la forma de serpiente, con una astuta persuasión. Y sucedió lo que ya sabemos, lo que nosotros también cometimos allí, aquello de lo que nos lamentamos. Pues en aquellos dos hombres se hallaba todo el género humano. De aquí procede la propagación de la muerte, de aquí la condenación y el pecado de los niños. Pues ¿quién —dice la Escritura— está limpio en tu presencia? Ni el infante que tiene un solo día en la tierra12. La transmisión del pecado, la transmisión de la muerte procede del primer pecado. Ya sabéis lo que se le dijo a la mujer, o, quizá mejor, a la serpiente, cuando vio Dios el primer pecado del hombre: Ella acechará (observará) tu cabeza, y tú su calcañar13. Esto se ha dicho refiriéndose a un gran misterio, se ha prefigurado a la Iglesia futura, nacida del costado de su esposo, mientras estaba dormido. Pues Adán simbolizaba el futuro Adán. Dice el Apóstol que era figura del que había de venir14. Estaba prefigurado el que debía venir: la Iglesia nació del costado del Señor que dormía en la cruz. En efecto, del costado herido del crucificado brotaron los sacramentos de la Iglesia. ¿Y qué fue lo que se le dijo a la Iglesia? Vamos, escuchadlo ya ahora, comprendedlo, poned cuidado: Ella acechará (observará) tu cabeza, y tú su calcañar. ¡Oh Iglesia! Procura observar la cabeza de la serpiente. ¿Cuál es la cabeza de la serpiente? La primera sugestión del pecado ¿Te viene a la mente cualquier cosa ilícita? No detengas en ella tu atención, no consientas. Lo que te vino a la mente es la cabeza de la serpiente. Pisotea la cabeza, y evitarás los demás impulsos. ¿Qué es pisotear la cabeza? Despreciar la sugestión. Supongamos que te ha sugerido un lucro: "Por esto vas a obtener una gran ganancia, por esto vas a conseguir oro en abundancia; si cometes este fraude, vas a ser rico". Es la cabeza de la serpiente; pisotéala. Desprecia la sugestión. Pero me prometió —dirás— oro en abundancia. ¿Y de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si arruina su alma?15 Que se vaya a la ruina la ganancia del mundo, pero que no haga daño al alma. Al decir esto estuviste atento a la cabeza de la serpiente, y la pisoteaste. Pero el diablo a su vez, vigila tu calcañar. ¿Qué quiere decir esto? Que te espía cuando te deslizas, desviándote del camino de Dios. Tú observas la primera sugestión, él está espiando tu desliz. Si te has desviado, caerás, y si caes, te atrapará. Pero para que no caigas, no te salgas del camino. Dios te preparó una senda angosta; pero todo lo que hay fuera de ella, es resbaladizo. Por eso, Cristo es la luz, y Cristo es el camino: Era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo16; y también: Yo soy el camino, la verdad y la vida17. Por mí caminas, y a mí te diriges. Entonces, si él es la luz, y él es el camino, al apartarte de él, te quedarás sin luz y sin camino. ¿Y qué te sucederá? Lo que un salmo dice de los impíos: Sea su camino oscuro y resbaladizo18.
7. Así pues, este dragón, nuestro antiguo enemigo, que hierve de cólera y astutamente nos tiende trampas, está en un gran mar. Este dragón a quien formaste para burlarte de él. Búrlate tú ya de él: para esto ha sido hecho. Al caer él por su pecado de la sublime morada de los cielos, y convertirse de ángel en diablo, recibió un lugar propio en este mar grande y espacioso. Lo que tú piensas que es su reino, es su cárcel. Y así, muchos dicen: ¿Por qué ha recibido el diablo tanto poder, que es el dueño de este mundo? ¿Por qué es tan fuerte y puede tanto? Distingamos: ¿Cuánta fuerza tiene, o cuánto puede? Si no se le da permiso, no puede nada. Tú pórtate de tal modo, que no se le permita nada en ti; o, si se le diera el permiso de tentarte, que se retire vencido, y no se apodere de ti. Pues se le permitió tentar a ciertos santos varones siervos de Dios; pero lo vencieron, porque no se apartaron del camino. El santo Job se hallaba sentado en el estercolero, y corría por el camino de Dios. Fijaos cómo vigilaba la cabeza de la serpiente, y ésta cómo vigilaba su calcañar. Él rechazaba al insidiante, y ella esperaba su caída. Se apoderó de su mujercilla; le arrebató a él cuanto poseía; sólo le dejó a la que podía servirle de ayuda; no de consoladora de su marido, sino más bien de tentadora; se apoderó de quien no vigilaba su cabeza. Aquella mujer aún era Eva, pero el varón ya no era Adán. Desprovisto de todo, Job permaneció con su esposa, la cual le tentaría, pero también con Dios, que le había de conducir. ¿Quién se hizo de repente más pobre que él, si miras cómo quedó su casa? Pero ¿quién habrá más rico que él si te fijas en su corazón? Mira la pobreza de su casa: se le arrebató todo. Y mira la riqueza de su corazón: El señor me lo dio, el Señor me lo quitó; como al Señor le agradó, así se hizo; sea bendito el nombre del Señor. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó. Conocía a su dueño y a su tentador; conocía al permitente y al tentador. Que no se atribuya nada el diablo —dice—; sólo tiene la voluntad de dañar. Carece de poder si no lo recibe; sólo padezco cuanto él recibió de poder. No padezco, pues, de parte él, sino del que le ha dado este poder; debo despreciar el orgullo del tentador, y soportar los azotes de mi padre. Así fue rechazado el tentador, fue espiada su cabeza, y no pudo penetrar en el corazón. Atacó por fuera la ciudadela amurallada, pero no la pudo conquistar. Sobrevino a Job otra tentación: se le permitió al diablo probarle en el cuerpo, le hirió con una gran llaga de pies a cabeza; consumida de corrupción su carne, estaba lleno de gusanos, y con la casa perdida, estaba sentado en un muladar. Allí estaba Eva cautiva, reservada por el diablo no para ayudar al marido, sino para hacerle caer: le sugiere al marido que blasfeme contra Dios. El diablo primeramente le sugirió en el paraíso que no le hiciera caso a Dios; ahora, en cambio, que blasfeme contra él. Entonces el diablo pudo derrotar a un hombre íntegro y sano; ahora es derrotado por uno lleno de podredumbre. En el paraíso lo hizo precipitar; en el estercolero fue él derribado. Estaba aquel dragón espiando a ver si Job se deslizaba con la lengua. Todo hombre tiene puestos los pies en lo que obra, en lo que se está moviendo; es como si en ello caminase. Job decía muchas cosas; las conocen quienes las leen. Entre tal cantidad de palabras, la serpiente espiaba el calcañar para ver si se deslizaba. Pero él, que espiaba a su vez la cabeza de la serpiente, rechazó toda sugestión. Respondió también a su mujer como merecía responderle: Has hablado —le dice— como una de las mujeres necias. Si hemos recibido bienes de la mano del Señor, ¿cómo no vamos a soportar males? Y en todo lo que dijo, jamás se deslizó19. Lo cual muchos no lo entienden en estas palabras de Job, y algunos las toman como si hubiera dicho Job algo ofensivo contra Dios.
8. Pues, entre tantas cosas como dijo, hay una que parece tener un tono como de rabia contra Dios, según el parecer de quienes no lo entienden. Pero él representaba al gran personaje de una gran profecía: ¡Ojalá —dice dirigiéndose a Dios— hubiera un árbitro entre nosotros!20 ¿Qué significa esto? Significa que si hubiera alguien que hiciera de juez entre nosotros, quedaría mi causa como vencedora. Esta es la interpretación a primera vista, según suena. Pero tú pon atención a ti mismo, no sea que te resbales; porque la serpiente está siempre espiando tu calcañar. ¿Qué parece haber dicho Job? ¡Ojalá hubiera un árbitro entre nosotros! ¡Ojalá hubiera un mediador que juzgase entre tú y yo! Esto lo dice un hombre a Dios; esto lo dice el hombre postrado en el estercolero; esto lo dice a Dios como si fuera un ángel que está en el cielo: ¡Ojalá existiera un árbitro entre nosotros! Pero ¿qué es lo que preveía? ¿Qué deseaba? Dice el Señor: Muchos justos y profetas anhelaron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron21. Deseaba un árbitro. ¿Qué es un árbitro? Es un mediador encargado de componer una contienda. ¿Acaso no éramos enemigos de Dios, y presentábamos una mala causa contra Dios? ¿Quién había de zanjar esta mala causa, sino el Mediador, el cual, si no hubiera venido, habría desaparecido el camino de la misericordia? De él dice el apóstol: Hay un solo Dios, y un Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús22. Si no fuera hombre, no sería mediador, porque, como Dios, es igual al Padre. Dice en otro lugar el mismo Apóstol: El mediador no lo es de uno sólo; Dios, empero sí es uno solo23. Es mediador entre dos. Luego Cristo es el mediador entre Dios y el hombre. No porque es Dios, sino por ser hombre; ya que como Dios es igual al Padre; y uno igual al Padre no es mediador. Para ser mediador, debe descender de lo más alto, de la igualdad con el Padre, hasta lo inferior, y hacerse lo que dice el Apóstol: Se anonadó a sí mismo y tomó la condición de esclavo, haciéndose un hombre cualquiera y pasando por uno de tantos24. Deberá derramar su sangre, cancelar el decreto de nuestra condenación25 y restablecer la armonía entre Dios y nosotros, y enderezar nuestra voluntad hacia la justicia y cambiando la divina sentencia hacia la misericordia. Y así como he expuesto, tal como el Señor me lo ha dado a entender, esta única frase de Job, que parecía violenta y ofensiva; así también hay que interpretar las otras frases que parezcan como ásperas y blasfemas. Habría creído yo que tenía otra interpretación, si Dios no lo hubiera testimoniado antes de hablar Job y después de haber hablado todo cuanto dijo. Primero dio testimonio Dios, diciendo de Job que era un hombre sin queja, verdadero adorador de Dios26.Esto lo dijo Dios, y lo dijo antes de de su tentación. Pero para que nadie, quizá interpretando mal, se escandalizase, creyendo que Job fue un varón justo antes de la tentación, pero que en la fuerte tentación se vino abajo, y pronunció sacrílegas blasfemias, habiendo terminado de hablar tanto Job como sus amigos, que trataron de consolarlo, dio testimonio el Señor de que ellos no dijeron la verdad, sino su siervo Job, pues dice: Vosotros no habéis expresado nada verdadero en mi presencia, como sí lo ha hecho mi siervo Job. Después le manda a Job que ofrezca sacrificios por ellos, para que se les perdonen sus pecados27.
9. Ea, hermanos míos, ya que comencé diciendo que al diablo caído del cielo se le asignó este lugar, y es inevitable que tal serpiente habite en este mundo, el que quiera acechar la cabeza de la serpiente, y atravesar seguro este mar, vigile sobre todo su cabeza, evitando el temor al mundo y la codicia del mundo. De aquí es de donde se aprovecha ella para las sugestiones: de tus temores, o de tus deseos. Tú vigilarás su cabeza si temes el infierno y amas el reino de Dios. Si evitas la cabeza, estarás seguro, y no conseguirá tu caída ni se alegrará de tu ruina. Que nadie diga: —como he dicho antes— "Posee un gran poder". Los hombres ven, digamos, el poder recibido, pero no ven lo que perdió. El mismo santo Job en sus misteriosas y altamente secretas palabras, hablando del poder que se dice que tiene el diablo, describiéndolo de muchos modos mediante semejanzas e imágenes, declara quién es él y qué fuerza tiene, pues dice así: No hay nada hecho en la tierra semejante a él, para ser mofado por mis ángeles. En esta cita del libro de Job, es Dios quien habla: No hay nada semejante a él en la tierra, hecho para ser mofado por mis ángeles. Él ve todo lo alto; y es el rey de todo lo que hay en las aguas28. Con este testimonio concuerda el actual pasaje del salmo. Pues, al hablar del mar grande y espacioso, donde hay animales pequeños y grandes, e innumerables reptiles, y naves que surcan seguras gracias al leño, dice: Y este dragón que has formado para mofarte de él. Si fue hecho para ser mofado, ¿cómo se burla Dios de él? ¿O es que lo entregó a alguien para que se mofase, es decir, se burlase de él? Pensaríamos que es Dios quien se burla de él, si el libro de Job no hubiera resuelto esta cuestión; pues allí se dijo: Para que de él se burlasen mis Ángeles. ¿Quieres burlarte del dragón? Deberás ser un ángel de Dios. Pero aún no eres ángel de Dios. Mientras llegas a serlo, si permaneces en el camino que te lleva a conseguirlo, hay ángeles que se mofarán del dragón, para que a ti no te perjudique. Pues los ángeles del cielo han sido puestos por encima de las potestades del aire, y de ahí procede la expresión que aquí leemos. Pues los ángeles ven la ley inmutable, la ley eterna, que ordena sin texto escrito, sin palabras, sin ruido, siempre inmutable y estable; la ven los ángeles con corazón puro, y por ella ponen en práctica lo que aquí se realiza, y por ella son ordenadas las potestades, desde las más encumbradas, hasta las ínfimas. Por tanto, si las potestades de los más altos cielos se rigen por la Palabra de Dios, ¡cuánto más las inferiores y las terrenas! Luego, a los malos les queda sólo el deseo de hacer daño a los demás. El hombre tiene en su poder este deseo de dañar, la voluntad de perjudicar. Pero si puede dañar a alguien, que no se gloríe de ello; no daña él por sí mismo; le fue dado el poder. Se dijo una vez, y es una sentencia irrevocable: No hay autoridad que no provenga de Dios29. ¿Por qué, pues, temes? Aunque esté el dragón en las aguas, aunque esté en el mar, por allí tú has de atravesar; él ha sido formado para que nos burlemos de él, y ha sido destinado justo para este lugar; se le han asignado estas moradas. Tú piensas que estas moradas son algo grande para él, porque no conoces las sedes de los Ángeles de donde ha caído; lo que a ti te parece un motivo de gloria, es una condena.
10. Escuchad por un momento una semejanza, porque en realidad es una cosa grande conocer y entender esto. Imaginaos que todo este gobierno de la creación es como el de una gran casa: y esta enorme casa tiene su dueño, tiene siervos, y entre estos siervos que tiene a su alrededor, hay algunos que le son más cercanos, dedicados a cuidados más valiosos; por ejemplo del vestuario, del tesoro, de los graneros, de las grandes propiedades; y tiene también otros siervos dedicados a las más ínfimas labores, de manera que, estando éstos sometidos a las autoridades que están bajo su mando, hay algunos, cuyo trabajo es el de limpiar las cloacas. ¡Cuántos grados hay desde los más altos funcionarios hasta los más bajos servicios! Pues bien, supongamos que algún administrador de alto rango comete una imprudencia, y como castigo de su señor, le nombra, por ejemplo portero del último rincón de la casa, y al ejercer el poder que se le dio, impida entrar y salir a los que quieren, según la medida del poder que recibió de su señor; ignorando éstos que en otro tiempo fue un magnífico administrador, les parecerá que ahora goza de gran poder, ya que desconocen el que perdió. Y no obstante, hermanos míos, el tal portero que he citado, refiriéndome a esta casa terrena, puede hacer algo ignorándolo el señor, y perturbar a alguno sin habérselo ordenado; sin embargo, el demonio ni siquiera ha sido colocado a la puerta por la que entramos a Dios, ya que Cristo es esa puerta, y por Cristo entramos a la vida eterna30. Pero hay una puerta por la que se entra en este mundo: la puerta de la mortalidad. Y en medio de todas las pérdidas y recuperaciones de esta nuestra débil carne, hay como un portero para esa misma puerta. Él tiene poder en este mar, por donde surcan las naves, pero no tanto que pueda hacer algo ignorándolo su Señor o contrariando su voluntad. Que nadie diga: "Es cierto que el demonio ha perdido el poder sobre los oficios más altos, pero yo me encuentro dedicado a los más bajos, y por eso él me puede tener bajo su mando, siendo necesario que yo le sirva". No te engañes; te conoce tu Señor, y de tal manera que tiene contados tus cabellos31. Entonces, ¿por qué temes? Quizás tentará tu carne: es una prueba dolorosa de tu Señor, no un poder de tu tentador. Él pretende perjudicar la salvación que se te promete, pero no se le permite. Para que no se le permita, ten tú a Cristo como cabeza; rechaza la cabeza del dragón, no consientas su insinuación, no te apartes de tu camino. Este es el dragón que has hecho para ser burlado.
11. [vv.27-29]. ¿Quieres ver cómo no te daña, si no se le permite? Todos ellos —dice el salmo— aguardan, Señor, a que les des la comida a su debido tiempo. También este dragón quiere comer, pero no puede comer a quien quiere. Todos ellos esperan de ti, Señor, que les des la comida a su debido tiempo. Todos, tanto los reptiles innumerables, como los animales grandes y pequeños, y hasta el mismo dragón, y toda criatura con la que llenaste la tierra. Todos ellos esperan de ti que les des el alimento en el tiempo oportuno, a cada uno su alimento. Tú tienes tu propio alimento, y el dragón el suyo. Si vives bien, tendrás a Cristo como alimento; pero si te apartas de Cristo, serás el alimento del dragón. Todos ellos esperan de ti, Señor, que les des el alimento a su debido tiempo. ¿Qué se le dijo al dragón? Comerás la tierra. Al dragón se le dijo: Comerás la tierra todos los días de tu vida. Has oído cuál es el alimento del dragón. ¿No quieres que Dios te entregue como alimento del dragón? Entonces no te hagas alimento del dragón, es decir, no abandones la palabra de Dios. Pues, cuando se le dijo al dragón: Comerás la tierra, ya se le había dicho al hombre prevaricador: Tierra eres, y a la tierra volverás32. ¿No quieres ser alimento de la serpiente? No seas tierra. ¿Y cómo —dices tú— no seré tierra? Si no tomas gusto por las cosas terrenas. Escucha al Apóstol para no ser tierra. En realidad, el cuerpo que llevas es tierra, pero tú no seas tierra. ¿Cómo se entiende esto? Si habéis resucitado con Cristo —dice el Apóstol—, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios; gustad las cosas de arriba, no las de la tierra33. Si no tienes gusto por las cosas terrenas, no eres tierra; y si no eres tierra, no te comerá la serpiente, ya que a ella se le dio como alimento la tierra. Dios da a la serpiente su alimento, cuando quiere y el que quiere. Lo discierne bien, no puede engañarse; no le da oro por tierra. Todos esperan de ti, Señor, que les des el alimento a su debido tiempo. Cuando se los des, ellos los tomarán. Ante ellos están; pero no los atraparán, mientras tú no se los des. Job se hallaba en presencia del diablo; y sin embargo, no le devoró; es más, ni se atrevió a tentarle hasta que Dios no se lo permitió. De ti esperan; cuando les des, atraparán; si no les das, no atraparán.
12. ¿Y qué hay para nosotros, hermanos?¿Qué alimento tenemos? A continuación, habla también de nuestro alimento. Al abrir tú la mano, todo se llenará de bondad. Señor, ¿qué significa que abres tu mano? Tu mano es Cristo. ¿Y el brazo del Señor, a quién se le ha revelado?34 A quien se le revela, a ése se le abre, pues la revelación es manifestación, es apertura. Al abrir tú la mano, todo se llena de tu bondad. Si tú revelas a tu Cristo todo se llenará de bondad. Pero no tienen por sí mismos la bondad, puesto que a veces se les prueba: si tú apartas tu rostro, se turbarán. Muchos, repletos de bondad, se atribuían a sí mismos lo que tenían, y queriendo gloriarse de su justicia como propia, se decían: "Soy justo, soy grande", y se complacieron a sí mismos. Pero les resonó la voz del Apóstol: ¿Qué tienes que no lo hayas recibido?35 Así quiere Dios demostrar al hombre que todo cuanto tiene, le viene de él; y para que con la bondad tenga también la humildad, de vez en cuándo le perturba; aparta de él su rostro, y el hombre cae en la tentación, y en esto le muestra que el ser justo, y el andar rectamente venía de él que lo gobernaba. Pero si tú apartas tu rostro, se turban. Fijaos lo que dice también en otro salmo: Yo dije en mi prosperidad: No me conmoveré jamás. Presumía de sí; estaba lleno de bondad, y creía que le venía de sí mismo. Y dijo en su corazón: No me conmoveré jamás. Pero habiendo advertido que había recibido la gracia de Dios, y lo conoció por experiencia, muestra su agradecimiento, y dice: Señor, por tu voluntad has concedido fortaleza a mi hermosura; pero apartaste de mí tu rostro, y quedé desconcertado36. Pues bien, dice así también en el salmo que comentamos: Abres tu mano; abres la mano, y todos se llenarán de bondad; no por la mano de ellos, sino por tu mano abierta; pero si apartas tu rostro, se espantarán (se turbarán).
13. Pero ¿por qué haces esto? ¿Por qué apartas tu rostro para que se conturben? Les quitas su aliento y expirarán. Su aliento era su soberbia; se atribuyen a ellos sus méritos, y a sí mismos se justifican; apártales, pues tu rostro para que se turben; quítales su aliento y que desfallezcan; que clamen a ti: Escúchame enseguida, Señor; que desfalleció mi espíritu. No apartes tu rostro de mí37. Les quitarás el aliento y expirarán, y volverán a ser polvo. El hombre, al arrepentirse de su pecado, se encuentra a sí mismo; y, al ver que no tenía fuerzas propias, se confiesa a Dios, diciendo que es polvo y ceniza. ¡Oh soberbio!, has vuelto a ser tu polvo, se te ha quitado tu espíritu; ya no te jactas, no te engríes, no te justificas a ti mismo. Ves que has sido hecho del polvo, y que al apartar su rostro el Señor, has recaído de nuevo en tu polvo. Ruégale, pues, confiésale tu polvo y tu debilidad.
14. [v.30]. Mira también lo que sigue: Enviarás tu espíritu, y serán creados. Quitarás su espíritu, y enviarás el tuyo: Les quitarás su espíritu, ya no tendrán su espíritu. ¿Han quedado, pues, desamparados? Bienaventurados los pobres de espíritu; no han sido, no, abandonados, porque de ellos es el reino de los cielos38. No han querido tener su propio espíritu; y tendrán el espíritu de Dios. Esto es lo que dijo a los futuros mártires: Cuando os arresten y os lleven presos, no os preocupéis de lo que vais a decir, ni de cómo lo diréis, porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre quien habla en vosotros39. No os atribuyáis la fortaleza. Si es la vuestra, dice, y no es la mía, entonces es terquedad, no fortaleza. Les quitarás su espíritu, y desfallecerán, y volverán de nuevo a ser su polvo; enviarás tu espíritu, y serán creados. Somos, en realidad, hechura suya —dijo el Apóstol—, creados para hacer el bien40. De su espíritu hemos recibido la gracia para vivir en la justicia, porque es él quien justifica al impío41. Les quitarás su espíritu, y desfallecerán; envías tu espíritu, y serán creados, y renovarás la faz de la tierra, es decir, con nuevos hombres que confiesen haber sido justificados, y que no son justos por sí mismos, para que la gracia de Dios resida en ellos. Mira cómo han de ser aquéllos por los que se ha renovado la faz de la tierra. Dice Pablo: He trabajado más que todos ellos. ¿Qué dices, Pablo? Mira a ver si has sido tú, o ha sido tu espíritu. No he sido yo —añade—, sino la gracia de Dios conmigo42.
15. [v.31]. ¿Qué hacer, entonces? Puesto que, al retirar el Señor nuestro espíritu, volveremos a ser nuestro polvo, quizá podamos mirar con provecho nuestra debilidad, para recibir su espíritu, y así seamos creados de nuevo. Fíjate en lo que sigue: Sea la gloria del Señor para siempre. No la tuya, ni la mía, no la de éste, o la de aquél otro; sea la gloria del Señor, no por un tiempo, sino eternamente. El Señor se gozará en sus obras. No en las tuyas, como tuyas; ya que tus obras, si son malas, es por tu maldad; y si buenas, es por la gracia de Dios. Se gozará el Señor en sus obras.
16. [v.32]. Él mira la tierra y la hace temblar; toca los montes, y echarán humo. ¡Oh tierra, que te gloriabas de tu bondad, que te atribuías a ti misma la fuerza de tu magnificencia! Ya ves cómo el Señor te mira, y te hace temblar. Que te mire, y te haga temblar; porque es mejor el temblor de la humildad, que la presunción confiada de la soberbia. Fijaos cómo el Señor mira la tierra, y la hace temblar. A la tierra que confía demasiado en sí misma, y se engríe, así le habla el apóstol: Con temor y temblor trabajad por vuestra salvación. Con temor y temblor; porque es Dios el que obra en vosotros43. Dices, Pablo, obrad; dices que obremos. ¿Por qué con temblor? Porque es Dios, añade, el que obra en vosotros. Así pues, con temblor, porque es Dios el que obra. Puesto que él te lo ha dado, y no procede de ti lo que tienes, obrarás con temor y temblor; porque si no le temes, te quitará lo que te dio. Por tanto debes obrar con temor. Mira lo que dice otro salmo: Servid al Señor con temor; rendidle homenaje temblando44. Si hay que festejarlo temblando, es que Dios mira, y hace temblar a la tierra: al mirar Dios, tiemblen vuestros corazones, y entonces Dios descansará en ellos. Mira cómo lo dice en otro pasaje: ¿Sobre quién reposará mi espíritu? Sobre el humilde, el apacible, y el que tiembla ante mis palabras45. Él mira la tierra y la hace temblar; toca los montes, y echarán humo. Los montes eran soberbios, se jactaban; todavía Dios no los había tocado; los toca, y humearán. ¿Qué significa "humear los montes"? Son las súplicas que elevan a Señor. Ya ves cómo los grandes montes, los soberbios, los muy altos, no rogaban a Dios: querían que se les rogase a ellos, y ellos no rogaban al Altísimo. ¿Qué poderoso, engreído y soberbio de la tierra, se digna rogar humildemente a Dios? Hablo de los impíos, no de los cedros del Líbano que plantó el Señor. Cualquier impío, alma infeliz, no sabe rogar a Dios, y quiere ser rogado por los hombres. Es un monte, y necesita ser tocado por Dios para que humear; cuando comience a echar humo, dirigirá la plegaria a Dios como sacrificio de su corazón. Se pone a humear ante Dios, y luego golpea su pecho; y comienza también a llorar, ya que el humo provoca las lágrimas. Él toca los montes, y echarán humo.
17. [v.33]. Cantaré al Señor mientras viva. ¿Qué y quiénes cantarán? Todo lo que existe cantará. Cantemos al Señor mientas vivimos. Por ahora nuestra vida es sólo esperanza; después será una realidad eterna: la vida de la vida mortal, es la esperanza de la vida inmortal. Cantaré al Señor mientras viva; aclamaré a mi Dios mientras exista. Como existo en él sin fin, mientras existo salmodiaré a mi Dios. Cuando comencemos a alabar a Dios en aquella ciudad, no pensemos que habremos de hacer allí algo distinto: toda nuestra vida consistirá en alabar a Dios. Y si nos causase hastío aquello que alabamos, podría causárnoslo también nuestra alabanza. Pero si él es siempre amado, será también siempre alabado por nosotros. Alabaré a mi Dios mientras exista.
18. [v.34]. Que le sean agradables mis palabras; y yo me regocijaré en el Señor. Que le sean agradables mis palabras. ¿Cuáles han de ser las palabras del hombre ante Dios, sino la confesión de los pecados? Confiesa a Dios lo que eres, y habrás hablado con él. Habla con él, practica las buenas obras, y habla. Lavaos, purificaos —dice Isaías—, apartad de la mirada de mis ojos la maldad de vuestras almas, dejad de obrar inicuamente, aprended a obrar el bien, haced justicia al huérfano, defended a la viuda, y luego venid y hablaremos, dice el Señor46. ¿Qué es hablar con Dios? Mostrarte a él que te conoce, para que se muestre él a ti, que lo desconoces. Que le sean agradables mis palabras. Mira lo que le agrada al Señor cuando le hablas: el sacrificio de tu humildad, la contrición de tu corazón, la ofrenda de tu vida como un holocausto; esto le agrada al Señor. Y a ti, ¿qué te es agradable? Y yo me regocijaré en el Señor. Ésta es la conversación recíproca que ya he citado: muéstrate a él que te conoce, y él se muestra a ti que lo desconoces. Lo mismo que a él le es agradable tu confesión, a ti se te hace agradable su gracia. Él se te ha mostrado. ¿Cómo ha sido? Por la Palabra. ¿Qué Palabra? Cristo. Al hablarte a ti, se manifestó a sí mismo. Al enviarte a Cristo, te ha hablado de sí mismo. Oigamos ya claramente a la misma Palabra: El que me ha visto a mí, ha visto al Padre47. Y yo me regocijaré en el Señor.
19. [v.35]. Que desaparezcan los pecadores de la tierra. Parece que se ensaña. ¡Oh alma santa, la que canta y gime en este salmo! ¡Ojalá que con ella esté también la nuestra! ¡Ojalá que se una, que se asocie y se entrelace con ella! Conocerá también la misericordia del que parece cruel. ¿Quién podrá comprender esto, sino el que esté lleno de caridad? Que desaparezcan los pecadores de la tierra. Tú te asustas porque maldice. ¿Y quién es el que maldice? El Santo. Sin duda que es escuchado. Pero a los santos se les ha dicho: bendecid y no maldigáis48. ¿Cómo hay que entender esta expresión: Que desaparezcan los pecadores de la tierra? Que desaparezcan totalmente, que se les quite su espíritu y desaparezcan, para que Dios les envíe su espíritu y sean renovados. Que desaparezcan los pecadores de la tierra, y los malvados no existan más. ¿Quiénes "no existan más"? Los malvados. Luego que sean justificados, para que no haya malvados. Esto lo ha visto el salmista y se llena de regocijo, volviendo al primer versículo del salmo: Bendice, alma mía, al Señor. Que mi alma, hermanos, bendiga al Señor, ya que se ha dignado darme a mí la resistencia y la capacidad de hablar, y a vosotros constancia y atención. Cada uno vaya recordando, como pueda, lo que ha oído; ofreceos mutuamente este alimento en la conversación; rumiad lo que habéis comido, no vaya a parar al fondo del olvido. Que este precioso tesoro permanezca en vuestra boca49. Con gran fatiga han sido investigadas y encontradas estas cosas; con gran esfuerzo han sido presentadas y expuestas a vosotros; que este mi trabajo os sea fructuoso, y que bendiga nuestra alma al Señor.