SALMO 103 III

Comentario

Traductor: P. Miguel Fuertes Lanero, OSA

Cartago. Entre septiembre y diciembre del 412 (Z.); tal vez anterior al 412 (R.); o quizá un poco posterior al 411 (B.).

1. Recuerda vuestra Caridad que os debo la exposición de la parte restante de este salmo, y no necesito excitar vuestra atención con algunas palabras previas, ya que os veo pendientes de mis labios con el mayor interés de comprender los misterios proféticos. Por tanto, repito, no necesita mi discurso excitar la atención de aquéllos a quienes ya se lo ha excitado el Espíritu de Dios. Tratemos más bien lo que apremia. Se habló de las fuentes que brotan en los valles y de las aguas que corren entre los montes. Hasta aquí ya se explicó. Comenzaré a partir de aquí.

2. [v.11]. El salmo prosigue: Beberán todas las bestias de la selva. ¿Qué beberán? Las aguas que corren entre los montes. ¿Qué beberán? Los manantiales que brotan en los valles. ¿Y quiénes beberán? Las bestias de la selva. Vemos, ciertamente, en la creación que las bestias de la selva beben las aguas de las fuentes y de los arroyuelos que corren entre los montes. Pero como le agradó a Dios ocultar su sabiduría bajo la figura de tales cosas, pero no privar de ella a los estudiosos, sino cerrarla a los negligentes y abrírsela a los que llaman, así también le agradó a nuestro Dios y Señor exhortaros por mí, para que en todas las cosas que se narran como si se tratase de la creación corporal y visible, indaguemos algo espiritual y oculto, y al hallarlo, nos alegremos. Por bestias de la selva entendemos los gentiles, y esto lo atestigua en muchos lugares la Escritura. Pero hay dos pruebas muy evidentes que nos lo atestiguan. La primera es el arca de Noé, en la que nadie de nosotros duda que está prefigurada la Iglesia, pues no se habrían encerrado en ella toda clase de animales1, si no hubieran sido simbolizados en aquella trabazón de unidad todos los gentiles, a no ser que pensemos que, si hubieran perecido en absoluto por el diluvio todos estos géneros de animales, habría faltado poder a Dios para mandar que los produjera la tierra, según los produjo primeramente por su Palabra2. Luego no fueron encerrados los animales en el arca ni vana ni temerariamente, ni por alguna carencia o debilidad del poder de Dios. Porque después, cuando llegó el tiempo —y ya debo mostrar el otro testimonio evidente— cuando llegó el tiempo de que aquello que fue prefigurado en el arca, se cumpliese ya en la Iglesia, dudando el apóstol S. Pedro de entregar los misterios del Evangelio a los incircuncisos, es más, creyendo que de ninguna manera se les debía entregar; sintiendo hambre cierto día, al querer comer, subió a orar. Esto es bien conocido de todos los que oyen o leen los Hechos de los Apóstoles. Y estando en oración, le sobrevino aquella enajenación o arrobamiento del espíritu, que los griegos llaman éxtasis; es decir, se apartó su mente de la costumbre ordinaria y corporal de ver, para contemplar cierta visión, desvinculándose de lo presente. Entonces vio un recipiente a modo de sábana que descendía del cielo, sostenido de las cuatro puntas, en el que se hallaban toda clase de animales, todo género de bestias, y se oyó voz que le decía: Pedro, mata y come. Él, que había sido instruido en la Ley, y que había crecido en la costumbre judaica, y retenía el precepto de Dios, dado por Moisés, y lo había cumplido fielmente toda su vida, respondió: De ninguna manera, Señor, pues jamás entró en mi boca nada profano. Profano, en el lenguaje judío y en la Ley es llamado "impuro". Bien saben esto los que han estudiado la literatura eclesiástica. Entonces la voz le contestó: Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro. Esto se repitió tres veces, e inmediatamente desapareció el recipiente que se le mostró por tres veces bajando del cielo3. El recipiente sostenido por los cuatro extremos simbolizaba el orbe terráqueo, dividido en cuatro partes; la Escritura enumera con frecuencia estas partes: el Oriente, el Occidente, el Aquilón y el Mediodía. Como todo el orbe es llamado al Evangelio, y por lo mismo se escribieron cuatro evangelios. El triple envío del recipiente significa también que se dijo a los Apóstoles: Id y bautizad a todas las gentes en el nombre del Padre, y del hijo, y del Espíritu santo4. De aquí también se deduce, como sabéis, el número doce de los Apóstoles. No quiso en vano que fuesen doce. De tal modo fue sagrado este número, que en el lugar del que se anuló, no pudo por menos de ser nombrado otro. ¿Por qué fueron doce los Apóstoles? Porque cuatro son las partes del orbe, y todo el orbe era convocado al Evangelio; por eso se escribieron cuatro evangelios, y fue llamado todo el orbe en nombre de la Trinidad para formar la Iglesia. El cuatro, multiplicado por tres, forma el número doce. No nos maravillemos, pues, de que todas las bestias de la selva beban de aquellas aguas que corren entre los montes, de aquella doctrina apostólica que fluye en medio por la concordia de la comunión. Todas las bestias estaban en el arca, todas en el recipiente, a todas mata Pedro y de todas come, porque Pedro es la piedra, y la piedra es la Iglesia. ¿Qué significa "matar y comer"? Matar en ellas lo que eran, y asimilarlas en su cuerpo. Si has eliminado en un pagano sus obras sacrílegas, has matado en él lo que era. Y al darle el sacramento de Cristo, lo has incorporado a la Iglesia: lo has comido.

3. Por tanto, estos animales beben estas aguas que corren, no que están estancadas, sino que se deslizan. Toda la doctrina que se les imparte en este tiempo, es algo que pasa. Por eso dice el Apóstol: Desaparecerá la ciencia y se acabará la profecía. ¿Por qué desaparecerá? Porque conocemos en parte y profetizamos en parte, pero cuando llegue lo perfecto desaparecerá lo imperfecto5. A no ser que vuestra Caridad tal vez crea que en aquella ciudad celeste, a la que se dice: Exalta, ¡oh Jerusalén!, al Señor; alaba a tu Dios, ¡oh Sión!, porque ha reforzado los cerrojos de tus puertas6, consolidados ya los cerrojos, y clausurada la ciudad, de la cual, —como ya os he dicho hace algún tiempo, ningún amigo puede salir, ni enemigo entrar—; y que yo tendré que leeros algún códice, o exponeros la Palabra, como ahora os estoy haciendo. Y si ahora se expone, es para que allí la recordéis y la poseáis. Si ahora se articula por medio de sílabas, es para que allí la contempléis íntegra y total. No va a faltar allí la Palabra de Dios; pero no se expondrá ni por letras, ni por sonidos, ni por códices, ni por un lector o expositor. ¿Cómo será, Entonces? Como en el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Pues no vino a nosotros alejándose de allí, porque en este mundo estaba, y el mundo fue hecho por él7. Esta Palabra ha de ser contemplada por nosotros. Pues aparecerá el Dios de los dioses en Sión8. ¿Cuándo? Al final de la peregrinación, terminado ya el camino, si no somos entregados al juez, para que nos introduzca en la cárcel. Pero si, terminado el camino, llegamos a la patria, según esperamos, según lo deseamos, y nos esforzamos, contemplaremos en ella lo que siempre alabaremos, y no decaerá lo que tenemos a nuestro alcance, ni nosotros los que lo disfrutamos; ni sentirá hastío el que come, ni faltará qué comer. Grande y maravillosa será aquella contemplación. ¿Y quién podrá en esta vida hablar dignamente de ella, mientras corren las aguas en medio de los montes? Por tanto, mientras corran y pasen las aguas entre los montes, mientras fluyan las aguas, se bebe en la peregrinación para que no perezcamos de sed en el camino. Beberán todas las bestias de la selva. De allí habéis venido, de la selva fuisteis recogidos. ¿De qué selva? Por allí no atravesaba hombre alguno, porque allí no había sido enviado ningún profeta. Sin embargo, para construir el arca se cortaron árboles de la selva; de allí procedieron los árboles, de allí las bestias, de allí vinisteis. Por tanto, bebed. Beberán todas las bestias de la selva.

4. Los onagros la tomarán en su sed. Llama onagros a ciertas bestias grandes. ¿Quién ignora que se llama onagros a los asnos salvajes? Llama grandes a ciertos indómitos. Los gentiles no conocían el yugo de la ley. Muchos pueblos vivían según sus costumbres, vagando en su soberbia jactancia como en el desierto. Todos realmente son bestias, pero se les llamó onagros para resaltar su magnitud. También ellos beberán para calmar su sed, pues para ellos también corren las aguas. De aquí bebe la liebre y de aquí el onagro salvaje; la pequeña liebre y el onagro grande, la tímida liebre y el fiero onagro, ambos beben aquí, pero cada uno para apagar su sed. No es que diga el agua: "ofrezco únicamente a la liebre" y al onagro lo rechaza; ni tampoco dice: "Que se acerque el onagro, y si se acerca la liebre será arrojada fuera". Tan sosegada y apacible corre, que sacia al onagro y no atemoriza a la liebre. Y aquí resuena la voz estrepitosa de Tulio, leemos a Cicerón, en un diálogo, sea suyo, sea de Platón o de cualquiera de estos autores: lo oyen los ignorantes, los apocados de ánimo, ¿quién se atrevería a acercarse a beber? Hay estrépito de agua, quizás alborotada; pero que corre tan vertiginosamente, que un animal tímido no osaría acercarse y beber. En cambio, ¿a quién le ha resonado esta palabra: En el principio hizo Dios el cielo y la tierra9, y no se ha atrevido a beber? Lo que ahora resuena del salmo son ocultos misterios; no obstante, suena de tal modo que resulte agradable también a los niños, y puedan acercarse a beber los ignorantes, y cuando ya estén saciados, eructen prorrumpiendo en cánticos de alabanza. Beben, pues, los animales pequeños y los más grandes; pero los grandes en mayor abundancia, porque los onagros la tomarán para apagar su sed. Que los pequeños beban lo que se dijo: Varones, amad a vuestras esposas como Cristo amó a la Iglesia. Las mujeres estén sometidas a sus varones10. Beban, sí los más pequeños. Se le preguntó una vez al Señor si es lícito repudiar a la esposa por cualquier causa. El Señor lo prohibió, y dijo que no era lícito. ¿No sabéis —dijo— que Dios los hizo desde el principio varón y mujer? Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre. Y después añadió: Quien repudie a su esposa, a no ser por causa de fornicación, la convierte en adúltera, y si él se casa con otra, comete adulterio11. Afianzó el vínculo. Conviene que sepa esto quien está unido, y es conveniente verlo antes de casarse. ¿Estás casado? No busques separarte. ¿Estás soltero? No busques esposa12.Si aún no eres onagro y estás libre de la mujer, puedes sentirte como una liebre y beber como ella. Y si te unes a una mujer, no pecas. Pero los discípulos, después de haber oído decir al Señor que no es lícito disolver el matrimonio, a no ser por causa de fornicación, le dijeron: si tal es la situación con la mujer, no conviene casarse. Y a esto respondió el Señor: No todos entienden esto13. Decís la verdad sobre que si tal debe ser la actitud con la esposa, no conviene casarse. Pero ¿acaso han de beber solo los asnos salvajes? No todos comprenden esta palabra, muchos no la entienden. ¿Y quiénes la entienden? La tomarán los onagros para su sed. ¿Qué significa: La tomarán los onagros para su sed? El que pueda entender, que entienda.

5. [v.12]. El texto del salmo continúa así: Sobre ellos habitarán las aves del cielo. ¿Sobre quiénes? ¿Sobre los onagros, o más bien sobre los montes? Pues el sentido se descubre a partir de aquí: Entre los montes correrán las aguas; beberán todas las bestias de la selva; los onagros las tomarán para calmar su sed; sobre ellos habitarán las aves del cielo. Lo más coherente es que entendamos sobre los montes, ya que es lo más adecuado a esta criatura. Las aves pueden habitar sobre los montes, no sobre los asnos salvajes. Esto lo entenderíamos si la necesidad nos forzase a ello. Luego sobre los montes habitarán las aves del cielo. Veremos cómo estas aves habitan sobre los montes, pero muchas de ellas habitan en los campos, muchas en los valles, muchas otras en los bosques y en los jardines; no todas en los montes. Hay algunas aves que sólo habitan en los montes. Este nombre quiere significar a ciertas almas espirituales: las aves son corazones espirituales que disfrutan del aire libre. Gozan de la serenidad del cielo estas aves: pero su alimento está en los montes; y allí se van a habitar. Ya conocéis lo que son los montes; ya está explicado. Montes son los Profetas, los Apóstoles, los predicadores de la verdad. Todo el que desee ser espiritual, habite allí: no desviándose al seguir los impulsos de su corazón; anide allí, encamínese allá volando. Tenemos unas aves que significan algo espiritual. No se dijo en vano: se renovará tu juventud como la del águila14. No en vano se dijo de Abrahán que no dividió las aves. Abrahán, en aquel sacrificio ya lleno de misterio, recibió tres animales: un carnero de tres años, una vaca de tres años, una cabra de tres años, y además una tórtola, y una paloma. Dividió el carnero y puso las dos mitades una frente a la otra, dividió la cabra y la vaca, e hizo lo mismo con sus dos mitades; y añade la Escritura: Pero las aves no las dividió. También se cita la edad trienal de los animales, y no se menciona la edad de las aves. ¿Por qué será esto, os pregunto, hermanos, sino porque en las aves se simbolizan algunos espirituales, cuya edad temporal se calla, porque meditan en las realidades eternas, y traspasan con el deseo y el entendimiento todo lo temporal? Son los varones espirituales, que juzgan de todo y de todos, pero por nadie son juzgados15: por eso únicamente ellos no se dividen en herejías y cismas. En el carnero se simbolizan las autoridades, pues conducen el rebaño; en la vaca el pueblo judío, pues poseía el yugo de la ley, bajo el cual soportaba su peso; en la cabra, la Iglesia de los gentiles, que saltaba con cierta libertad, y se alimentaba con el amargo acebuche. Se dijo que estos animales tenían tres años, porque la gracia fue revelada en la tercera edad del mundo. La primera es el tiempo anterior a la Ley; la segunda desde que fue dada la Ley; y la tercera, la actual, desde que se comenzó a predicar el reino de los cielos. ¿Pero diremos que no se divida el carnero? ¿No fueron, acaso, los obispos los autores de los cismas y de las herejías? Por otra parte, si los pueblos no se hubieran dividido, es decir, si la vaca y las cabras no se hubieran dividido, quizá se habrían avergonzado las autoridades por sus divisiones, y habrían vuelto a la unidad. Se dividieron las autoridades, se dividieron los pueblos, y, siguiendo un ciego a otro ciego, los dos caerán en la fosa16: se colocaron los unos frente a los otros. Pero no dividió las aves. Los espirituales no conocen la división, no piensan en los cismas. Conservan la paz en sí mismos, y la mantienen en cuanto pueden con los demás; y si en los otros se debilita, la mantienen íntegra en sí mismos. Si allí hubiera —dice el Señor— un hijo de paz, reposará sobre él vuestra paz; de lo contrario, retornará a vosotros17. No hay hijo de la paz; quiso dividir; a ti retornará tu paz, porque no quiso dividir las aves. Vendrá también el fuego, porque allí se sentó Abrahán hasta la tarde, y sobrevino el gran terror del día del juicio. Aquella tarde simboliza el fin del mundo; y aquel horno ardiente, la venida del día del juicio. También el horno de fuego dividió al pasar por medio de los animales que se hallaban divididos18. Si el horno atravesó por medio, dividió a unos a la derecha, y a los otros a la izquierda. Luego hay algunos que son carnales, y, sin embargo están en el seno de la Iglesia, viviendo de una manera personal propia, los cuales tememos que sean seducidos por los herejes, ya que mientras sean carnales, son propensos a la división. No dividió las aves; los carnales se dividen. No pude hablaros —dice el Apóstol— como a espirituales, sino como a carnales. ¿Pero cómo se prueba que los carnales se dividen? Por lo que añadió: Cuando cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo, yo de Apolo, y yo de Cefas; ¿No sois carnales, y os comportáis de una manera humana?19 Os ruego, hermanos, que me escuchéis, y progreséis. Dejad de ser carnales, y encaminaos a ser tórtola y paloma, pues las aves no las dividió. No obstante, cualquiera que permanece carnal, según un cierto modo de vida según los carnales, aunque no se hubiera apartado del seno de la Iglesia, ni hubiera sido arrastrado por los herejes, de suerte que se halle dividido y colocado frente a frente, tendrá que aceptar el fuego, porque no podrá ser colocado a la derecha si no interviene el fuego. Si no quiere soportar el fuego, encamínese a ser tórtola o paloma. Quien pueda entender esto, que lo entienda. Si no fuera tórtola o paloma, y sobre el fundamento habría edificado madera, heno o paja, es decir, amores del mundo, sobre el fundamento de su fe; no obstante, si su fundamento es Cristo, de suerte que ocupa él en el corazón el primer puesto, y nada en absoluto se antepone a él, entonces se soporta y se tolera a estos tales; vendrá el fuego y abrasará los leños, el heno y la paja, como dice el Apóstol: Éste sí se salvará, pero como a través del fuego20. El fuego obra así: a unos los separa a la izquierda, a otros los purifica dejándolos a la derecha, pues no dividió las aves. Pero, atención, porque deben ser tales aves que habiten sobre aquellos montes, no deben ir en pos de la soberbia de su corazón, ya que de éstas se dice: Su boca se atreve con el cielo21. Para no ser arrastradas por los vientos, habiten en los montes. Cuentan con la autoridad de los santos, reposen en los montes, en los Apóstoles, en los Profetas: que habiten allí tales aves, ya que en los montes encontrarán rocas, los firmamentos de los preceptos. Así como Cristo, Palabra de Dios, era una sola y única roca, así muchas palabras de Dios son muchas piedras, y estas piedras se hallan en los montes. Mira que es allí donde anidan las aves: Sobre ellos habitarán las aves del cielo.

6. No penséis que estas aves siguen su propio dictamen. Mira lo que dice el salmo: Desde en medio de las rocas emitirán su voz. Si yo ahora os dijera: Creedme, porque esto lo ha dicho Cicerón, lo ha dicho Platón, lo dijo Pitágoras, ¿quién de vosotros no se reiría de mí? Seré, pues, ave que no lanzo mi voz de entre las rocas. ¿Qué me dirá cada uno de vosotros? ¿Qué me debe decir el que está instruido? Si alguno os anunciara un evangelio distinto del que habéis recibido, sea anatema22. ¿Por qué me hablas de Cicerón, de Platón y de Virgilio? Delante de ti están las rocas de los montes; hazme oír tu voz, venida desde en medio de ellas. De en medio de las rocas emitirán su voz. Deben ser oídos los que, a su vez, oyen desde la roca; y esto se debe a que, entre toda esa multitud de rocas, está la roca que se oye: Pues la roca era Cristo23. Sean, pues, oídos de buen grado los que emiten su voz entre las rocas. Nada hay más armonioso que este canto de los pájaros. Las aves cantan, y las rocas les hacen eco. Cuando cantan ellas, son los espirituales quienes están hablando; a la resonancia de las rocas contestan los testimonios de la Escritura. Ya veis por qué las aves cantan entre las rocas, y por qué habitan en los montes.

7. [v.13]. ¿De dónde reciben la voz los mismos montes y aquellas rocas? Para ser regados por las Escrituras recurramos al apóstol Pablo. ¿De dónde le viene a él? Acudimos a Isaías. ¿De dónde la recibe Isaías? Mira de dónde: Riega los montes desde sus más altas moradas. Si ahora viniera a nosotros un pagano incircunciso, pero dispuesto a creer en Cristo, lo bautizaríamos, y no le impondríamos el cumplimiento de las obras de la Ley. Y si un judío nos pregunta por qué obramos así, nos hacemos eco de la roca, y le decimos: "así obró Pedro, y así obró Pablo"; desde en medio de las rocas levantamos nuestra voz. Pero aquella roca, o sea, el mismo Pedro, el gran monte, mientras oraba y tenía aquella visión, era regado desde las altas moradas celestiales. El apóstol Pablo dice a los gentiles: Si os circuncidáis, Cristo no os servirá de nada24. Esto lo dice Pablo como monte. Y también nosotros lo repetimos, haciéndonos eco de la roca. Que el Señor riegue esta roca desde sus altas estancias. Pues, cuando aún esta roca era tosca por su infidelidad, y queriendo regarla desde sus altas moradas, para que fluyese el agua en el valle, le gritó: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? No le leyó un Profeta, no le leyó a otro Apóstol, ya que habría despreciado todo esto el gran monte: lo regó él desde sus altas moradas, y al instante de ser regado, queriendo ya manar, le dice: Señor, ¿qué quieres que haga?25 Acéptalo como monte o como roca, desde donde puedas emitir tu voz; recíbelo, y trata de ser regado desde lo alto y verter el agua hacia los valles. Escucha esto mismo en una sola cita: sea que nos hayamos salido de la mente, dice, esto es cosa de Dios; y si somos sobrios, esto es por vosotros. La frase: nos hemos salido de la mente vosotros no la podéis comprender; pues hemos sobrepasado todas estas cosas carnales, y vosotros sois todavía carnales. Hemos, pues, salido de nuestra mente para ir hacia Dios; y lo que vemos en este estado no lo podemos expresar: porque allí oyó palabras inefables que no le es posible al hombre decir26. Y entonces nosotros, preguntan aquellos carnales, aquellas liebres, ¿nosotros no vamos a ser regados? ¿Nada llegará a nosotros? ¿Y cómo es que hace brotar fuentes hacia los valles? ¿En qué modo correrán las aguas por medio de los montes? A esto, pues, se refiere la frase: y si somos sobrios es por vosotros. ¿Cómo se explica esto? ¿A quién imitamos? La caridad de Cristo —dice— nos impulsa27. Tú que participas del Verbo, aunque hoy eres espiritual, y hasta ayer fuiste carnal, te desdeñas de descender a los carnales, siendo así que el mismo Verbo se hizo carne para habitar entre vosotros28.

8. Bendigamos, pues, al Señor, y alabemos al que riega los montes desde sus altas moradas. De allí vendrá el riego a la tierra, de allí se saciarán también los humildes, pues así prosigue el salmo y dice: Del fruto de tus obras se saciará la tierra. ¿Qué significa: del fruto de tus obras? Nadie debe gloriarse de sus obras: El que se gloría, gloríese en el Señor29. Es de tu gracia de lo que se sacia, cuando se sacia, no vaya a decir que le fue dada la gracia por sus méritos. Si se llama gracia, es porque se da gratuitamente. Si se da por las obras, es una recompensa30. Recíbela, pues, gratuitamente, ya que siendo impío, eres justificado. Del fruto de tus obras se saciará la tierra.

9. [v.14]. Haces brotar heno para los jumentos, y forraje para los que sirven a los hombres. Esto es cierto, lo veo, lo compruebo en lacreación: la tierra produce heno para los jumentos, y forraje para los que están al servicio de los hombres. Pero también percibo que hay otros jumentos del Señor, simbolizados en lo que se dice: no pondrás bozal al buey que trilla; y dice también uno de estos jumentos: ¿Es que se ocupa de los bueyes? La Escritura lo dice a favor nuestro. ¿Y de qué modo produce la tierra heno para los jumentos? Porque el Señor ha establecido que quienes anuncian el Evangelio, vivan del Evangelio. Pues él envió predicadores, y les dijo: Comed lo que os presenten, porque el obrero merece su salario31. Y cuando les dijo: comed lo que os ofrezcan, ¿se lo dijo para que no preguntasen: "no seremos atrevidos, sentándonos a las mesas ajenas, cuando lo necesitemos; no seremos descarados?" y les contesta: "No, no es dádiva de ellos, sino vuestro salario". Salario ¿de qué? ¿Qué dan? ¿Qué reciben? Dan realidades espirituales, y reciben carnales; dan oro y reciben heno. Pues toda carne es heno, y el esplendor de la carne es como flor de heno32. Todas las cosas temporales de que abundas y te sobran son heno de jumentos. ¿Por qué? Porque son carnales. Mira de qué jumentos son heno: Si nosotros hemos sembrado para vosotros bienes espirituales, ¿será gran cosa que recolectemos de vosotros bienes materiales?33 Esto lo dijo el Apóstol, el predicador tan trabajador, tan incansable, tan activo, tan experto en dar el mismo heno a la tierra. Yo —dice— no he aceptado ninguno de estos bienes34. Así demostró que se le debían, pero que no los recibió, y tampoco condenó a quienes aceptaron lo que se les debía. Pues habían de ser condenados solamente los que exigían lo indebido, pero no los que recibían su salario; a pesar de todo, él renuncio a él. Y no porque uno te perdone, ya no se lo debes a otro. De otra forma no serás tierra regada que produce heno para los jumentos. Del fruto de tus obras —dice— se saciará la tierra. Tú produces heno para los jumentos. No seas estéril; produceheno para los jumentos. Y si los jumentos no quieren utilizar tu heno, que no te encuentren a ti estéril. Recibes bienes espirituales, da tú los materiales; son derechos del soldado, y es a él a quien le das; tú así eres proveedor de Cristo. ¿Quién milita alguna vez a expensas propias? ¿Quién planta una viña y no come de su fruto? ¿Quién apacienta el rebaño y no recibe de su leche?35 No digo esto para que se haga así conmigo. Hubo un soldado que le daba alimento incluso al proveedor. Pero, no obstante, que el proveedor le suministre el alimento. Quiero deciros antes esto: que son jumentos: No pondrás bozal al buey que trilla. Dice: Tú produces heno para los jumentos; y, como explicando esto, añade: y forraje para los que sirven a los hombres, para que entiendas lo que antes se dijo: Tú produces heno para los jumentos, lo declaró en esta repetición. Puesto que a lo denominado arriba heno, lo llamó después yerba o forraje, y a lo que dijo para los jumentos, lo expresó diciendo para el servicio de los hombres; luego, por obligación, no libremente. Entonces, ¿cómo es que se dice: Vosotros habéis sido llamados a la libertad? Pero escucha al mismo Apóstol: Siendo yo libre de todos, me hice esclavo de todos, para conquistar el mayor número posible36. Pues bien, a quienes dijo: Fuisteis llamados a la libertad, ¿qué les añadió? No convirtáis la libertad en una ocasión para la carne, antes bien, haceos siervos unos de otros por amor37. A los que había hecho libres, los hizo siervos, no por condición, sino por la redención de Cristo. No por necesidad, sino por caridad. Por caridad —dice— servíos unos a otros. Pero es a Cristo a quien servimos unos a otros, dice; no a los pueblos, no a los carnales, no a los débiles. Sirves bien a Cristo, si sirves a quienes Cristo sirvió. ¿Acaso no se dijo de él que sirvió bien a muchos? Esto se lee en el Profeta. De nadie, excepto de Cristo suele entenderse esto. Pero oigamos también su propia voz en el Evangelio: El que de vosotros quiera ser el primero, sea vuestro servidor38. Te ha hecho siervo mío el que te liberó con su sangre. Decidme esto a mí, porque decís la verdad. Escucha al mismo Apóstol en otro lugar: A nosotros, por Jesús, nos predicamos como siervos vuestros39. Amad bien a vuestros siervos, pero en nombre de vuestro Señor. Concédanos el Señor que sirvamos bien. Pues querámoslo o no, somos siervos. Y, con todo, si lo somos queriendo, no es por necesidad, sino por amor. Ya que, en cierto modo, cuando el Señor dijo: El que quiera ser el mayor entre vosotros, sea vuestro servidor, se mostraba la soberbia apasionada de sus siervos. Los hijos de Zebedeo reclamaban los más altos puestos, ya que expresando por la madre lo que ellos deseaban, el uno pretendía sentarse a la derecha, y el otro a la izquierda del Señor. Y él no les negó los puestos, sino que primero les mostró el valle de los sufrimientos, como diciéndoles: "¿Queréis venir a donde yo estoy? Venid por donde yo camino". ¿Qué quiere esto decir? Por el camino de la humildad. Yo descendí de lo más alto, y, tras ser humillado, voy a subir; a vosotros os encontré en la tierra, y queréis volar antes de crecer; primero nutríos, robusteceos, permaneced en el nido. ¿Qué les dice? ¿Cómo encamina a la humildad a los que iban en pos de la grandeza? ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber? Y ellos, soberbios en esto también, contestaron: Podemos. Como Pedro: Contigo iré hasta la muerte, y se mantuvo valiente, hasta que una mujer le dijo: También éste estaba con ellos40, así contestaron éstos: Podemos. ¿Podéis? Podemos. Y Jesús: Mi cáliz ciertamente lo beberéis; y, aunque ahora no podéis, lo beberéis; como a Pedro: No puedes seguirme ahora; me seguirás después41. Mi cáliz ciertamente lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me pertenece a mí el concederlo42.¿Qué significa no me pertenece a mí el concederlo? No me pertenece darlo a los soberbios; y vosotros, a quienes hablo ahora, lo sois. Por eso dije: No me pertenece a mí el dároslo. Pero quizá dirían: "Seremos humildes". Sí, pero no seréis ya vosotros; y yo dije "a vosotros". No dije que no lo daré a los humildes, sino que no lo daré a los soberbios. Y el que de soberbio se cambia a humilde, ya no será lo que era.

10. Así pues, los predicadores de la palabra son jumentos y siervos. Si fue regada la tierra, produzca heno para los jumentos, y yerba para el servicio de los hombres. Este debe ser el fruto para que pueda cumplirse lo que se dijo en el Evangelio: Para que también ellos os reciban en las mansiones eternas43. Mira a ver qué haces del heno; fíjate a ver qué compras con algo tan vil: Os recibirán —dice— en las moradas eternas. Es decir, en el mismo lugar donde ellos han de estar. ¿Por qué esto? Porque quien hospeda al justo por su condición de justo, recibirá la recompensa de justo; y quien hospeda al profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; y el que dé tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeñuelos, únicamente por ser mi discípulo, os aseguro que no quedará sin recompensa44. ¿Qué recompensa no perderá? Os recibirán en las moradas eternas. ¿Quién no se apresurará? ¿Quién no correrá gozoso? Si sois tierra, regaos con el fruto de las obras de Dios; no digáis: "No hay con quiénes lo podamos hacer; nuestros predicadores, los jumentos que trillan, los hombres que nos sirven, no tienen necesidad de nosotros". No obstante, mira ver, no sea que alguno esté necesitado. Y en último caso, también el que no tiene necesidad, que encuentre en ti lo que no quiere recibir. Pues así recibe la buena voluntad, al recibir tú la paz; y, aunque no busca la dádiva, sin embargo pregunta por el fruto45. Mira bien a ver, no sea que alguien esté necesitado, y no digas: "Si me pide, le daré". ¿Esperas, entonces, que te pida? ¿Alimentas así al buey de Dios, lo mismo que al mendigo que pasa? Al que te pide, tú le das, porque está escrito: Da a todo el que pida46. Y de aquel otro, ¿qué se escribió? Dichoso el que atiende al necesitado y al pobre47. Busca a quién dar, puesto que es bienaventurado el que se preocupa por el necesitado y el pobre, el que se adelanta a la voz del que le va a pedir. Y si entre vosotros se hallan tan necesitados los soldados de Cristo, que se ven forzados a pedir, atención, no sea que os juzguen antes de pediros. Y tú preguntas: ¿Cómo indagar? Estate atento, sé prevenido, investiga, mira a ver cómo vive cada uno, cómo lo pasa y cómo se encuentra; esta curiosidad no es censurable; tú debes ser una tierra que produce heno para los jumentos, y forraje para el servicio de los hombres. Sé diligente y preocúpate del necesitado y del pobre. ¿Se acerca uno a ti y te pide? Anticípate tú a otro para que no pida. De hecho, se dice de aquel que te pide: Da a todo el que te pida. Y del otro, a quien tú debes buscar, se dijo: Mantenga tu mano la limosna, hasta que encuentres al justo a quien se la entregues. Hay que dar también a estos pobres que piden, ya que Dios no lo prohibió; dice Cristo de ellos: Cuando hagas un banquete, invita a los ciegos, a los impedidos, a los débiles, a los que no tienen cómo pagarte; y se te retribuirá en la resurrección de los justos48; llámalos, aliméntalos; come con ellos, alégrate cuando ellos se alimentan, pues ellos se alimentan de tu pan, y tú de la justicia de Dios. Que nadie os diga: "Existe un precepto de Cristo de dar al siervo de Dios, pero no de dar al mendigo". No hay tal cosa; al contrario, el impío es el que dice estas cosas. Da a éste, pero mucho más a aquél, ya que aquél pide, y por la voz del que pide reconoces a quién dar. En cuanto al otro, cuanto menos pide, tanto más has de vigilar, para anticiparte al que ha de pedir. O tal vez ahora no te pida, pero un día te condenará. Así pues, hermanos míos, sed diligentes en esto, pues os toparéis con la indigencia de muchos siervos de Dios; con tanta cuanta queráis encontrar. Pero como os deleita la excusa, por la que decís: "No lo sabíamos", por eso no los encontráis.

11. El mismo Señor tenía una bolsa, en la que se depositaban las cosas necesarias, y tenía dinero para las necesidades de él y de los que con él vivían, pues no miente el evangelista cuando dice que tuvo hambre49. Quiso tener hambre por ti, para que no sientas tú hambre en aquel que, siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos a nosotros con su pobreza50. Tuvo, pues bolsa, a pesar de que se dice que algunas piadosas mujeres que le seguían sus pasos por donde evangelizaba, y que le abastecían con sus propios bienes. En el Evangelio se citan estas mujeres; entre ellas se hallaba la mujer de un tal Cusa, administrador de Herodes51. Mira lo que hacían. Más tarde había de aparecer Pablo, que, sin pedir nada, lo dio todo a los que debían proveerle. Pero, como muchos necesitados habían de pedir estas cosas, Cristo se adaptó a estos necesitados. ¿Es que, entonces, Pablo es más sublime que Cristo? Cristo es más sublime, porque es más misericordioso. Pues, sabiendo que Pablo no había de pedir estas cosas, proveyó para que no se condenase a quien pidiera, y ofreció un ejemplo al débil; y como veía que muchos habían de ir solícitos y gozosos al martirio, y que en la misma pasión se habían de alegrar, siendo animosos, robustos y maduros para el granero, y también a otros débiles, a quienes veía que podían perturbarse ante los padecimientos, para que no desfalleciesen, sino que más bien acoplasen su voluntad humana a la voluntad del Creador, quiso Cristo asumir sus personas en su pasión, diciendo: Triste está mi alma hasta la muerte; y añadió: Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz. Enseñó qué debía decir el débil, pero inmediatamente declaró qué es lo que debía hacer el débil: Pero que no se cumpla mi voluntad, sino la tuya52. Así como en la pasión personificó a los débiles, prefigurándolos en su cuerpo, ya que eran miembros suyos, y no en vano se dijo: Tus ojos vieron mi imperfección, y en tu libro todas se hallan escritas53; así también en la posesión de las bolsas, y en el exigir, en cierto modo los víveres, que no han de pedirse, sino ofrecerse, se acogió a la indigencia. Zaqueo lo recibió gozoso54. ¿Para quién fue el bien: para Cristo, o para Zaqueo? Si no le hubiera recibido Zaqueo, ¿acaso no habría tenido un lugar donde permanecer el fabricador del mundo? O si Zaqueo no le hubiera alimentado, ¿le habría faltado el sustento al que con cinco panes sació a cinco mil hombres? Cuando alguien recibe a un santo, no beneficia al amparado, sino al amparador. ¿Acaso en aquella gran hambre no era alimentado Elías? ¿No le traía un cuervo pan y carne, sirviendo una criatura al siervo de Dios?55 Sin embargo fue enviado a que le alimentase una viuda, para que le ayudara con algo, no como a un soldado, sino como a un proveedor.

12. Hablábamos, hermanos, del sostenimiento de los pobres. Pues bien, como el Señor tenía bolsa, cuando le dijo a Judas, el que lo había de entregar: Lo que vas a hacer, hazlo pronto, no entendieron los demás lo que le dijo, creyendo que le había ordenado preparar algo para dárselo a los pobres. Sin duda que el Señor tenía bolsa: está escrito en el Evangelio56. ¿Podrían los demás haber sospechado esto de entregar a los pobres, si no hubiera sido una costumbre del Señor? De lo que se daba y se metía en la bolsa, se entregaba también a los pobres, a los que Dios ha enseñado a no despreciar. Si no desprecias al pobre, ¿cuánto menos al buey que trilla en esta era? Y ¿cuánto menos a tu siervo? Si no necesita alimento, quizá necesite vestido; y si no necesita vestido, tal vez necesite un techo; o quizá esté construyendo una iglesia, o edificando algo útil en la casa de Dios; él espera que te preocupes y cuides del indigente y del pobre. Tú, al contrario, tierra dura, pedregosa, no regada, o regada en vano, te disculpas, escuchándote a ti decir: "no lo sabía, lo desconocía, nadie me lo ha dicho". ¿Nadie te lo ha dicho? Pero Cristo no deja de hablar; el Profeta no deja de decir: Dichoso el que cuida del necesitado y del pobre57. No ves el arca vacía de tu superior, pero ves, sin duda, como un edificio que se levanta, en el cual podrás entrar y orar. ¿Acaso pasa desapercibido a tus ojos? A no ser que penséis, hermanos, que vuestras autoridades religiosas acumulan riquezas. Conozco a muchos que no sólo no acumulan, sino que están con dificultades en las necesidades cotidianas. Cosa que en absoluto se sospecha de ellos. A éstos los encontraríais si quisierais, si vigilaseis en vuestro entorno, y estuvierais atentos para dar fruto. Os he dicho lo que he podido y como he podido. Creo, además, que me he sincerado con vosotros; pero, como dice el Apóstol, no os lo he manifestado para que lo hagáis conmigo. Quiera Dios que no os haya dicho estas cosas en vano. Conceda Dios que seáis tierra regada, no pétrea, como la de los judíos, por lo que merecieron recibir tablas de piedra; sino fértil, tierra regada, que dé fruto al agricultor. Ellos, con un corazón de piedra, significado en las tablas de piedra, a pesar de todo, daban los diezmos. Vosotros gemís, y aún no ha salido nada de vosotros. Si gemís, es que estáis de parto; y si estáis de parto, dad a luz. ¿Por qué ha de ser vano el gemido? ¿Por qué ha de ser estéril? Están doloridas las entrañas, ¿y no hay nada que salga a luz? Riega los montes desde sus altas moradas. Del fruto de tus obras se saciará la tierra. Dichosos los que realizan obras; Dichosos los que oyen estas cosas con fruto, dichosos los que no claman en vano. Del fruto de tus obras se saciará la tierra. Tú produces heno para los jumentos, y hierba para el servicio de los hombres. ¿Esto para qué es? Para sacar pan de la tierra. ¿Qué pan? Cristo. ¿De qué tierra? De Pedro, de Pablo, de los demás dispensadores de la verdad. Escucha cómo es de la tierra: Tenemos, dice, este tesoro en vasos de arcilla, para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios58. Él es el pan que ha bajado del cielo59, para ser extraído de la tierra, cuando se predica por el esfuerzo corporal de sus siervos. La tierra produce heno, para que brote el pan de la tierra. ¿Qué tierra produce heno? El pueblo piadoso, la población santa. Para que brote pan; ¿pero de qué tierra? Para que brote la Palabra de Dios de los Apóstoles, y de los administradores de los sacramentos de Dios que aún caminan por la tierra, y que llevan un cuerpo terreno.

13. [v.15]. Y el vino que alegra el corazón del hombre. Que nadie piense en embriagarse. Al contrario, que todo hombre se disponga a embriagarse. ¡Qué hermoso es tu cáliz embriagador!60 No quiero decir que nadie debe embriagarse. Embriagaos, sí, pero mirad cómo y con qué. Si os embriaga el cáliz excelso del Señor, esta embriaguez se verá en vuestras obras, se notará en el santo amor de la justicia, se observará, por fin, en la enajenación de vuestra mente, pero que se dirige de lo terreno al cielo. Para que brille su rostro con el óleo. Veo cuánto fruto produce esta tierra, si produce heno para los jumentos. Estos siervos de Dios no venden lo que dan, no son traficadotes del Evangelio; lo dan gratuitamente, porque gratuitamente lo han recibido. Se alegran con vuestras obras buenas, porque esto es lo que a vosotros os aprovecha; no piden lo dado, sino que lo que buscan es el fruto. ¿Qué significa el brillo del rostro por el óleo? Es la gracia de Dios, es decir un cierto esplendor que debe manifestarse; como dice el Apóstol: A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu61. Cierta gracia que es propia de los hombres, que se hace evidente a los hombres para desarrollar el santo amor entre ellos, y se le llama óleo por su divino esplendor. Y como en Cristo apareció de una manera excelentísima, todo el mundo lo ama; y aunque aquí en la tierra fue despreciado, ahora lo adora todo el mundo: Porque suyo es el reino, y él domina las naciones62. Tanta es su gracia, que muchos que no creen en él, lo alaban, y dicen que no se animan a creer en él, porque no se puede cumplir todo lo que él ordena. Se confunden alabándolo, quienes antes se ensañaban vituperándolo. Sin embargo, es amado por todos, anunciado por todos; y porque tiene una unción excelente, por eso es Cristo, porque Cristo significa Ungido. Por la unción del crisma, se le dice Cristo. En hebreo Mesías, en griego Cristo, y en latín Ungido ("unctus"): pero él ungió a todo su cuerpo. Por eso, todos los que a él vienen, reciben la gracia, para que se alegre su rostro con el óleo.

14. Y el pan robustece el corazón del hombre. ¿Qué significa esto, hermanos? Casi nos quiere hacer entender a qué pan se refiere. Porque este pan visible, conforta el estómago, conforta el vientre; pero existe otro pan que robustece el corazón, porque es el pan del corazón. Ya antes había hablado del pan, cuando dice: Para que saque pan de la tierra, pero no explicó de qué pan se trataba. Y el vino que alegra el corazón del hombre. Parece que aquí se refiere a un vino espiritual, porque éste alegra el corazón del hombre. Sin embargo, se puede pensar que se refiere a este vino terreno, ya que los ebrios parecen como alegres de corazón. ¡Y ojalá se alegrasen, y no se enzarzasen en peleas! Me dirás: "Qué hay más alegre que un ebrio?" Por el contrario, yo te digo: ¿Qué hay más furioso que el ebrio? ¿Quién más iracundo que él? Hay un vino que realmente alegra el corazón, y no produce otro efecto, sino éste. Pero no creas que esto deba entenderse únicamente del vino espiritual, y no también de aquel pan. Y que este pan sea también espiritual, lo declaró al decir: Y el pan robustece el corazón del hombre. Luego dale al pan el mismo sentido que le das al vino. Siente interiormente hambre; siente sed interiormente, pues, dichosos los tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados63. Aquel pan es justicia, aquel vino es justicia; son la verdad, y la verdad es Cristo64. Yo soy, dice, el pan vivo bajado del cielo65; y también: Yo soy la vid y vosotros los sarmientos66. Y el pan que reconforta el corazón del hombre.

15. [v.16]. Se saciarán los árboles del campo: pero de esta gracia que brota de la tierra. Los árboles del campo son las multitudes de los pueblos. Y los cedros del Líbano que él plantó. Los cedros del Líbano son los poderosos del mundo; también éstos se saciarán. El pan, el vino y el aceite de Cristo ha llegado hasta los senadores, hasta los nobles, hasta los reyes. Se han saciado los árboles del campo. Primero se han saciado los humildes, y después los cedros del Líbano, pero los que él plantó: los cedros piadosos, los fieles devotos, pues éstos son los que él ha plantado. Porque también hay impíos que son cedros del Líbano, ya que el Señor destrozará los cedros del Líbano. El Líbano es un monte; allí hay esta clase de árboles muy antiguos y esplendorosos. Además, la palabra "líbano", según leemos en los autores que lo han tratado, significa "candor", "blanco esplendoroso". El Líbano es, pues, blancura. Pero parece ser una blancura y un esplendor de este mundo, el cual brilla y resplandece con sus pompas. En el mundo hay cedros del Líbano que plantó el Señor; y éstos que plantó el Señor serán saciados, porque él mismo dice: El árbol que no ha plantado mi Padre, será arrancado67. Y los cedros del Líbano que él plantó.

16. [v.17]. Allí anidarán los pájaros. La casa de la gaviota es guía para ellos. ¿Dónde anidarán los pájaros? En los cedros del Líbano. Ya hemos oído lo que son los cedros del Líbano: son los nobles del mundo, ilustres por su linaje, por sus riquezas, por los honores. También éstos serán saciados. Pero aquellos que ha plantado el Señor. En estos cedros anidarán los pájaros. ¿Y quiénes son los pájaros? Las aves y los volátiles del cielo son pájaros, pero se les suele llamar pájaros a los volátiles pequeños. Son, pues, unos ciertos espirituales que anidan en los cedros del Líbano; es decir, hay algunos siervos de Dios que escuchan la palabra del Evangelio, que dice: Abandona todas tus posesiones; o también: vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; y ven y sígueme68. Y esto no lo han escuchado sólo los grandes, sino también lo pequeños, y han querido ponerlo en práctica los pequeños, y llegar a ser espirituales: no unirse con el vínculo matrimonial, no complicarse con el cuidado de los hijos, no tener moradas propias, a las que estar ligados de manera estable, sino que eligen una forma de vida en común. Pero ¿qué han dejado estos pájaros, que parecen ser los más pequeños seres de este mundo? ¿Qué han abandonado? ¿Tal vez algo extraordinario? Uno se convierte a Dios, y deja la humilde morada de su padre: apenas un lecho y un baúl o un arca. Sin embargo se ha convertido, se ha hecho pájaro, y se ha puesto a buscar las cosas espirituales. Bien, muy bien; no le critiquemos, no le digamos: "No has dejado nada". No se ensoberbezca el que ha dejado muchas cosas. Pedro, al seguir al Señor, sabemos que era pescador. ¿Qué pudo dejar? A su hermano Andrés, o a los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, también pescadores69; y, con todo, ¿qué dijeron? Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido70. Y el Señor no le contestó: "Te has olvidado de tu pobreza; ¿Qué has abandonado, para recibir en recompensa todo el mundo?" Mucho ha dejado, hermanos míos, mucho ha dejado el que no sólo dejó lo que tenía, sino también lo que deseaba tener. ¿Qué pobre no se infla con la esperanza de los bienes de este mundo? ¿Y quién, cada día, no desea aumentar el caudal que posee? Esta ambición fue rígidamente truncada. Iba en aumento y se le puso un límite. ¿Y acaso no abandonó nada? Al contrario, Pedro dejó todo el mundo, y recibió el mundo entero. Como quienes nada tienen, y todo lo poseemos71. Esto lo hacen muchos: esto lo hacen los que tienen poco, y vienen, y se hacen pájaros útiles. Parecen pequeñitos, porque carecen de la altura de la dignidad del mundo, pero anidan en los cedros del Líbano. También los cedros del Líbano, los nobles, los ricos y sobresalientes de este mundo, al oír con venerable respeto: Dichoso el que cuida del pobre y desvalido, ponen la mirada en su hacienda, en sus quintas, en todas sus riquezas superfluas, por las que les hacen parecer como grandes, y las entregan a los siervos de Dios, pues dan campos, regalan huertos, edifican iglesias, monasterios; recogen a los pájaros para que aniden en los cedros del Líbano. Por eso, se sacian los cedros del Líbano que plantó el Señor, y allí anidarán los pájaros. Mirad en toda la tierra, a ver si no es así. Os he dicho todo esto, no sólo porque lo he creído, sino que lo he comprobado. La experiencia misma me lo ha hecho entender. Preguntad a las muy extensas tierras que conocéis, y fijaos cómo en los numerosos cedros del Líbano anidan los pájaros de que os he hablado.

17. Sin embargo, hermanos míos, estos pájaros, si son espirituales, aunque aniden en los cedros del Líbano, no deben tener por algo grande a los cedros del Líbano, ni pensar que aquello de que se surten de lo necesario les hacen a ellos superiores. Ellos son pájaros, y éstos, cedros del Líbano, pues la casa de la gaviota es la guía de los pájaros. Y aunque los pájaros aniden en los cedros del Líbano, no son ellos los guías de los pájaros. Ya veis que serán saciados los árboles del bosque, o sea, todos los pueblos; y también lo serán los cedros del Líbano que plantó el Señor, los fieles notables y sobresalientes. Allí, es decir, en los cedros del Líbano, anidarán los pájaros, les ofrecerán los ramos de sus haberes, acogiendo a los pequeños espirituales. Ofrecen estas cosas, hacen esto los cedros del Líbano que plantó el Señor; lo hacen, y lo hacen de buen grado. Conocen lo que hacen y saben lo que reciben. Pero, aun cuando los pájaros anidan en los cedros del Líbano, sin embargo, la casa de la gaviota es la guía de ellos. ¿Qué es la casa de la gaviota? La gaviota, como todos sabemos, es un ave marina; vive en las lagunas o en le mar. Difícilmente, o nunca encontrarás su casa en las riberas, sino en las tierras que hay en medio del agua; y con frecuencia en los peñascos rodeados por el agua. Sabemos que en la roca. Sabemos, pues, que la piedra es la casa apropiada de la gaviota; en ninguna parte habita más segura y firme que en la piedra. ¿En qué piedra? En la que se halla afianzada en el mar. Pues, aunque sea azotada por las olas, las rompe, pero ella no perece. Esta es la grandeza de la roca que está afianzada en el mar. ¡Cuántas olas azotaron a nuestra roca, Cristo el Señor! Los judíos se estrellaron en él, se quebraron; y él permaneció intacto. Imitando cada uno a Cristo, pórtese de tal modo en este mundo, es decir, en este mar, en el que no puede por menos de sentir tempestades y borrascas, que no ceda a ningún viento ni oleaje, sino que todos los arrostre, y permanezca íntegro. La casa, pues, de la gaviota es sólida y humilde. La gaviota no tiene nido en las alturas, y ningún otro nido es más sólido, ninguno más humilde. En los cedros anidan los pájaros, debido a la presente necesidad, pero tienen por guía la piedra, azotada por el oleaje y que no se quiebra. Los pájaros imitan los padecimientos de Cristo. Si alguna vez se airasen los cedros del Líbano, y promoviesen algunas inquietudes o escándalos en sus ramas a los siervos de Dios, volarán de allí los pájaros; pero ¡ay del cedro que quede desierto de nidos de pájaros! Los pájaros no naufragarán, no perecerán, porque la casa de la gaviota es la guía de ellos.

18. [v.18]. ¿Y cómo sigue? Los montes altísimos para los ciervos. Los ciervos, que son los grandes, los espirituales, saltan en su carrera todas la vallas espinosas de zarzas y de malezas. Él —dice— me da pies de ciervo, y me coloca en las alturas72. Que los altos montes mantengan consigo los más altos preceptos de Dios, que piensen cosas sublimes; que retengan lo que de manera especial sobresale de las Escrituras, que alcancen la justificación en las alturas: pues los montes más altos pertenecen a los ciervos: ¿Y qué decir de las bestias más humildes, como la liebre; como el erizo? La liebre es un animal pequeño y débil, el erizo es también espinoso; el uno es tímido, el otro es un animal cubierto de espinas. ¿Qué significan las espinas, sino los pecadores? El que peca diariamente, aunque no sea con pecados graves, está cubierto de pequeñas espinas. Por el temor es liebre; por su envoltura de pequeños pecados, es un erizo; y no puede conseguir aquellos preceptos sublimes y perfectos. Y el motivo es que aquellos montes más altos pertenecen a los ciervos. Entonces ¿qué? ¿Perecerán estos otros animales pequeños? No. Es cierto que los más altos montes pertenecen a los ciervos. Pero mira lo que se dice de estos otros: La roca es madriguera de erizos y de liebres. Porque Dios se hizo el refugio del pobre73. Pon esta roca afianzada en la tierra, y entonces es madriguera de erizos y de liebres; ponla en el mar y será la casa de la gaviota. En todas partes es útil la roca. También en los montes ella es útil; pues sin el fundamento de la roca, los montes se precipitarían al abismo. ¿No se decía, hace poco, de los montes: Allí anidarán las aves del cielo, y de en medio de las rocas emitirán sus cantos?74 Luego, por todas partes la roca es nuestro refugio; ya sea que se eleve en los montes, o que sea azotada por las olas del mar, o que se halle afianzada en tierra firme, no se quebrará. A ella se dirigen los ciervos, a ella la gaviota, a ella la liebre y el erizo. Aunque golpeen sus pechos las liebres, y los erizos confiesen sus pecados, pues, aun cuando se vean cubiertos de leves y cotidianos pecados, con todo, no les faltará la roca que les enseñó a decir: Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores75. La roca es el refugio para los erizos y las liebres.

19. [v.19]. Ha hecho la luna para distinguir los tiempos. Espiritualmente entendido, es la Iglesia, que va creciendo de una mínima realidad, y en cierto modo envejece por la mortalidad de la vida presente, pero para aproximarse al Sol. No me refiero a esta luna visible a los ojos, sino a la que se significa bajo este nombre. Cuando esta Iglesia vivía en la oscuridad, cuando todavía no aparecía y no se dejaba ver, los hombres eran engañados, y se oía decir: "Ésta es la Iglesia, éste es el Cristo"; para asaetear en la oscura luna a los rectos de corazón76. Pero ahora ¡qué ciego es el que yerra con la luna llena! Hizo la luna como señal de los tiempos. La Iglesia en este mundo pasa temporalmente, ya que no permanecerá siempre en esta mortalidad. El aumentar y disminuir pasará en algún tiempo, pues se hizo como señal de los tiempos. El sol conoció su ocaso. ¿Qué sol es éste? El sol de justicia, aquel a quien los pecadores llorarán en el día del juicio por no haber nacido para ellos, que en aquel día: Así que hemos perdido el camino de la verdad, y la luz de la justicia no nos ha iluminado, y el sol no ha salido para nosotros77. Este sol nace para aquel que conoce a Cristo. Y Cristo se aparta del que se enfurece de tal modo contra su hermano, que llega a odiarlo. Así, pues, airaos y no pequéis78. La caridad, aun cuando algunas veces se aíra, por motivo de corrección, no se la considera pecaminosa, porque no está tan arraigada que se convierta en odio. Si la ira se convierte en odio, el sol se pone sobre nuestra ira. No se ponga, pues, el sol——nos dice el Apóstol— sobre vuestra iracundia79.

20. No creáis, hermanos, como piensan algunos, que el sol debe ser adorado, puesto que en las Escrituras, a veces el sol significa Cristo. Tal es, en efecto, la demencia de los hombres, al decir que algo debe ser adorado porque simboliza a Cristo. Adora entonces a la piedra, ya que la piedra simboliza a Cristo80. Como una oveja fue llevado al sacrificio81: adora también la oveja, pues simboliza a Cristo. Venció el león de la tribu de Judá82:adora igualmente al león, porque simboliza a Cristo. Ya veis cuántas cosas simbolizan a Cristo. Todas ellas por alguna semejanza, no por naturaleza. ¿Quieres conocer la naturaleza de Cristo? En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios. He aquí la naturaleza de Cristo, por la que tú has sido creado. ¿Quieres conocer la otra naturaleza, por la que has sido redimido? Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros83. Todo lo demás son semejanzas. Entiende, hazte capaz de comprender la Escritura, para que sepas distinguir que una cosa es lo que se ofrece a tus ojos, y otra lo que se sugiere a tu corazón.

21. Luego aquel Sol, —y hablamos ya con conocimiento de causa— aquel Sol de justicia, con toda razón no nace para los impíos, aun cuando lo quieran, pues la misma Sabiduría dice: Me buscarán los malvados y no me encontrarán. Buscarán y no encontrarán. ¿Y por qué? Porque odian la Sabiduría84. Si la odian, ¿por qué la buscan? La buscan, no para su provecho, sino para saciar su orgullo; la buscan con sus palabras, pero la odian con sus obras. El santo Espíritu de la ciencia huirá de lo fingido, y se retirará de los pensamientos necios85. No nace, pues, aquel Sol para los impíos, no nace para los malos. Pero de este otro sol, ¿qué se ha dicho? Él hace salir su sol sobre buenos y malos, y llueve sobre justos e injustos86. Así pues, de aquel sol de justicia este salmo declara un no sé qué de misterio; porque vemos que también esto sucede en la creación, según el orden de las cosas visibles: El sol conoce su ocaso. ¿Qué significa esto? Cristo conoció su pasión. El ocaso de Cristo es su pasión. Pero ¿acaso se pone el sol de manera que no vuelva a nacer? ¿Por ventura el que duerme no volverá a levantarse?87 ¿Acaso no dijo él mismo: Me he dormido, y estoy turbado? ¿Y no se dijo también de él: Elévate sobre los cielos, ¡oh Dios!?88 Luego el sol conoció su ocaso. ¿Qué significa conoció? Que lo aprobó, que le ha agradado. ¿Y cómo demostraremos que conoció, o sea, que le agradó? ¿Hay algo que no conozca Dios; que no conozca Cristo? Y sin embargo, al fin del mundo ha de decir a algunos: No os conozco89. Pues bien, así como en esa ocasión, la expresión no os conozco no significa "me sois desconocidos", sino: "no me agradáis", así también aquí conoció su ocaso quiere decir "le agradó su ocaso". Pues, si le hubiera desagradado, ¿cómo habría padecido? El hombre, en cambio, dado que no es ese sol, aunque le desagrade su pasión, la padece incluso si no quiere. Pero Cristo no habría padecido si no le hubiera agradado. Es decir, no habría sido matado, si no hubiera conocido su ocaso, ya que él mismo dijo: tengo el poder de entregar mi vida, y el poder de recuperarla de nuevo; nadie me la quita, sino que yo mismo la doy libremente90. Conoció, pues, su ocaso.

22. [vv.20-21]. ¿Y qué sucedió cuando se puso el sol, cuando el Señor padeció? Que les vinieron unas tinieblas a los Apóstoles, se vino abajo la esperanza en él, de quienes antes lo habían tenido como el grande y redentor de todos. ¿Por qué? Porque has establecido las tinieblas, y se hizo la noche; en ella rondarán todas las bestias de la selva. Los cachorros de los leones rugen por la presa, reclamando a Dios su comida. ¿Qué debo entender espiritualmente por "los cachorros de los leones", sino los malignos espíritus91; los perversos demonios, que se alimentan con los errores de los hombres? Porque hay príncipes de los demonios, y hay algunos demonios menores, despreciables. Estos demonios tratan de engañar a las almas, pero sólo de aquellas en las que el sol no ha nacido, ya que se hallan en tinieblas, y en las tinieblas precisamente buscan los cachorros de los leones a quién devorar. Hay también un león mayor, el príncipe de todos estos menores; ¿qué se dijo de él? ¿No sabéis que vuestro adversario, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar?92 Lo hacían reclamando a Dios su comida, porque nadie puede ser tentado por el diablo, si Dios no se lo permite. El santo Job se hallaba ante el diablo, y, sin embargo, estaba muy distante de él; por la presencia se hallaba ante él; por el poder, lejos de él. ¿Cuándo se habría atrevido a tentarle en su cuerpo, o en las haciendas que poseía, si no hubiera recibido la potestad de hacerlo? ¿Y por qué se le concede una tal potestad? Para castigar a los malvados, o, también, para probar a los buenos. En todo esto, el Señor obra con justicia. Sobre nadie tiene poder el demonio, ni sobre cualquiera de sus cosas, si no se lo concede aquel que tiene el poder supremo y sublime. Y lo mismo que el diablo, tampoco el hombre goza de potestad alguna sobre el hombre, si no se le concede de lo alto. Estaba el juez de vivos y muertos ante un hombre juez; y pavoneándose este juez al ver que tenía a Cristo ante sí, le dice: ¿No sabes que tengo el poder de matarte, y de ponerte en libertad? Entonces, el que había venido a enseñar también a quien lo juzgaba, le dice: No tendrías ningún poder sobre mí, si no se te hubiera dado de lo alto93. Tanto el hombre como el diablo, y cualesquiera demonios, no podrán dañar si no han recibido el permiso: pero no dañan a los que progresan en la virtud. Con los malos son como el fuego para el heno; con los buenos, como el fuego para el oro. Pusiste las tinieblas, y vino la noche, y en ella rondarán todas las bestias de la selva. Aquí ya veis que las bestias de la selva significan algo distinto. En el versículo 11 dije que simbolizan a los gentiles; aquí es otra cosa. Con frecuencia significan cosas distintas. Así como el mismo Señor es cordero, y es león. ¿Y qué hay más diverso que el cordero y el león? Pero ¿qué cordero? Un cordero tal, que llega a vencer al lobo, y que llega a vencer al león. Él mismo es también piedra, es pastor, y es puerta. El pastor entra por la puerta, y así dice: Yo soy el buen pastor; y dice también: Yo soy la puerta94. El mismo nombre de león significa Señor, como está escrito: Venció el león de la tribu de Judá95. Y también puede significar el demonio, como está escrito: Pisoteó al león y al dragón96. Debéis aprender cómo se han de entender estas expresiones con sentido simbólico, no sea que, por ejemplo, al leer que la piedra significa Cristo97, creáis que siempre que se nombre la piedra, se está hablando de Cristo. Simboliza cosas distintas según las circunstancias. Así también, una letra, si te fijas en el puesto que ocupa en la palabra, comprenderás su valor. Si, por ejemplo, en el nombre de Dios, oyes la primera letra, y piensas que siempre y únicamente ha de ser colocada allí, la borrarás del nombre del diablo, ya que el nombre de Dios y el del diablo comienzan con la misma letra, y nada hay más opuesto que Dios y el diablo. Mira qué disparatado sería el que, al tratar de las cosas tanto divinas como humanas, dijera de la letra única D que no debería escribirse al principio del nombre del diablo; y al preguntarle por qué, contestase: "Porque he leído esta letra en el nombre de Dios". Te reirías de él, porque no merece la pena explicarle el motivo. No debéis entender tan puerilmente estas cosas divinas; y porque yo, anteriormente haya dicho que las bestias de la selva significaban a los gentiles, y ahora diga que significan a los demonios y a los ángeles prevaricadores, vaya a creer que estoy diciendo algo contradictorio. Se trata de semejanzas, y en cualquier lugar que se encuentren, ellas mismas se aclaran por el contexto. Allí rondarán todas las bestias de la selva. ¿Dónde? En la noche que estableció el Señor, porque el sol conoció su ocaso. Los cachorros de los leones rugen por la presa, reclamando a Dios su comida. Con razón, habiendo de llegar el Señor a su ocaso, y conociendo el mismo sol de justicia su ocaso, dice a los discípulos, como a futuras tinieblas, en las que había de rondar el león, buscando a quién devorar, y como a nadie devorará el león, sin antes haberlo pedido: Satanás, dice, ha pedido zarandearos esta noche como se criba el trigo; y yo he rogado por ti, Pedro, para que no pierdas la fe98. ¿Acaso no estaba Pedro ya entre los dientes del león, cuando lo negó tres veces?99 Los cachorros de los leones rugen por la presa, reclamando a Dios su comida.

23. [v.22]. Ha salido el sol. El que dijo: Tengo el poder de dar mi vida, y el poder de recuperarla, conoció su ocaso, y la entregó; pero salió el sol, y la recuperó. Salió el sol, porque se había puesto, pero no se extinguió. Todavía es de noche para aquellos que no entienden a Cristo; todavía no ha nacido el sol para éstos. Que insistan, hasta que logren entender, no vayan a ser arrebatados por el león rugiente, porque los cachorros no se atreven a atacar a aquéllos, para quienes ha nacido el sol. Así continúa el salmo: El sol ha salido, y se han reunido, y se acostarán en sus madrigueras. Allí donde sale este sol, siendo Cristo comprendido por todo el orbe de la tierra, y glorificado en todo el mundo, se congregan cada vez más y más los cachorros de los leones; y entonces dejan de perseguir a la Iglesia aquellos demonios que ya azuzaban y se ensañaban contra la casa de Dios, obrando en los hijos de la rebeldía. Pues está escrito que: En otro tiempo vosotros vivisteis según el príncipe del poder del aire, que ahora obra en los hijos de la infidelidad100. Pero ahora puesto que ya nadie de ellos se atreve a perseguir a la Iglesia, ha salido el sol, y se han reunido. ¿Y dónde están? Se tumbarán en sus madrigueras. Sus madrigueras son los corazones de los infieles. ¡Cuántos hay que llevan acostados a los leones en sus corazones! No salen de allí, no acometen a esta Jerusalén peregrinante. ¿Por qué? Porque ya salió el sol, y brilla en todo el orbe de la tierra.

24. [v.23]. Mira, pues, a ver qué sigue; como ya ha salido el sol, ellos se han reunido, y se recostarán en sus madrigueras. Y tú ¿qué haces, hombre de Dios? ¿Qué haces tú, Iglesia de Dios? ¿Qué haces tú, cuerpo de Cristo, cuya cabeza está en el cielo? ¿Qué haces tú, hombre, que estás en unidad con él? El hombre, dice el salmo, saldrá a su trabajo. Que realice, pues, este hombre las buenas obras, trabajando con tranquilidad mientras la Iglesia está en paz; que siga trabajando hasta el fin. Pues, algún día vendrá una recia oscuridad, y se desencadenará algún ataque, pero esto será al atardecer, es decir, al fin del mundo; pero ahora la Iglesia trabaja con tranquilidad y en paz, como está escrito: El hombre sale a sus faenas, y a su labranza hasta el atardecer.

25. [v.24]. ¡Qué magníficas son tus obras, Señor! Realmente grandes, verdaderamente magníficas. ¿Dónde se han realizado estas obras tan grandes? ¿Cuál es la residencia, donde Dios está; o cuál el trono, donde está sentado, y realiza estas cosas? ¿Cuál es el lugar en el que ha realizado todo esto? ¿De dónde procedieron en primer lugar estas cosas tan bellas? Si lo tomas en sentido literal, ¿de dónde procede con su orden toda la creación, que se mueve ordenadamente, es ordenadamente bella, que ordenadamente nace en el oriente y tiene su ocaso en occidente, y que cumple con orden todas sus fases? Y si nos referimos a la Iglesia, ¿cómo ha recibido su desarrollo, su progreso y su perfección? ¿Y cómo está destinada a un cierto fin de inmortalidad? ¿Por qué predicadores es anunciada? ¿Cuáles son los misterios que le dan valor? ¿En qué sacramentos se oculta? ¿Por qué predicación se manifiesta? ¿Dónde ha hecho Dios estas cosas? Veo las grandes obras. ¡Qué magníficas son tus obras, Señor! Busco dónde las ha hecho, y no encuentro el lugar; pero veo cómo sigue el texto: Todo lo has hecho en la sabiduría. Luego en Cristo hiciste todas las cosas. Él fue escarnecido, abofeteado, escupido, coronado de espinas, crucificado, todo lo has hecho en él. Oigo, sí, oigo lo que, desde aquel soldado tuyo, comunicas a los hombres; lo que por medio de aquel santo pregonero, predicas a las gentes: que Cristo es la fuerza de Dios y la sabiduría de Dios. Que se rían los judíos de Cristo crucificado, pues para ellos es un escándalo; que se rían los paganos de Cristo crucificado, pues para ellos es una necedad: Pero nosotros —dice el Apóstol— predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, judíos y gentiles, un Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios101. Has hecho todas las cosas en la sabiduría.

26. La tierra está llena de tus criaturas. Llena está la tierra de la creación de Cristo. ¿Y de qué modo? Tal como lo vemos. ¿Qué hay que no haya sido creado por el Padre por medio de su Hijo? Todo lo que anda y repta por la tierra, todo lo que nada en el agua, todo lo que vuela por los aires, lo que da vueltas en el cielo, y mucho más en la tierra; todo el mundo ha sido creado por Dios. Pero aquí se da a conocer no sé qué criatura nueva, de la cual dice el Apóstol: Si uno está en Cristo, es una nueva criatura; pasó lo viejo, todo es nuevo, y todo procede de Dios102. La nueva criatura hecha por él, son todos los que creen en Cristo, que se despojan del hombre viejo y se visten del nuevo103. Llena está la tierra de tus criaturas. En un lugar de la tierra fue crucificado el Señor, en un pequeño lugar cayó aquel grano en la tierra y allí murió; pero produjo un gran fruto. Estabas solo, Señor Jesús, hasta que pasaste; reconozco tu voz en otro salmo, cuando dijiste: Mientras yo solo escapo libre104. Estabas, pues solo hasta que pasaras; estabas solo cuando conociste tu ocaso; pero del ocaso pasaste a la aurora. Surgiste, brillaste, fuiste glorificado cuando ascendiste al cielo, y la tierra se llenó de tus criaturas. El salmo, hermanos, no lo hemos aún terminado, pero en el nombre de Cristo dejo una parte de él para el Domingo que viene.