SALMO 101 I

Traductor: P. Miguel Fuertes Lanero, OSA

Sermón al pueblo 1

Hipona. Tiempo pascual del año 395

1. [v.1]. Estamos ante un pobre que ora, y no ora en silencio. Conviene oírle y ver quién es, no sea que quizá se refiera a aquél de quien dice el Apóstol que se hizo pobre por vosotros, siendo rico, para que con su pobreza os enriquecierais1. Pero si es él, ¿cómo es pobre? Pues ¿quién no ve que es rico? ¿Por qué son los hombres ricos? Creo que por el oro, por la plata, por la servidumbre, por la hacienda. Pues bien, todas éstas fueron hechas por él. ¿Y qué hay más rico que aquél, por quien fueron hechas las riquezas, incluso las que no son verdaderas? Pues por él fueron hechas también otras riquezas: el ingenio, la memoria, las costumbres, la vida, la salud corporal, el sentido, la armonía de los miembros; no hay duda de que cuando todas estas cosas se conservan bien, por ellas hasta los pobres son ricos. Por él fueron hechas también otras riquezas mayores: la fe, la piedad, la justicia, la caridad, la castidad, las buenas costumbres, si no es por gracia de aquel que justifica al impío2. ¡Ya veis cuán rico es! ¿Quién es más rico: el que tiene lo que quiere, haciéndolo otro, o el que hace lo que quiere y lo tiene otro? Creo que es más rico el que hace lo que tienes, porque lo que él tiene tú no lo tienes. ¡Ya veis cuán rico es! Y ¿cómo hemos de creer que en este rico se cumple lo siguiente que dice el salmo: Comí ceniza en lugar de pan, y mezclaba mi bebida con llanto? ¿A este extremo llegaron aquellas inmensas riquezas? Aquellas riquezas eran realmente excelentes, y esto, en cambio, es denigrante. ¿Qué haremos? ¿Cómo acoplaremos estas cosas tan bajas con aquellas tan excelentes? Demasiado distante se hallan unas de otras. Aún no descubro a este pobre; quizá es otro del que pienso. Pero sigamos investigando. ¿Por qué no me parece que se trata de este pobre? Porque me maravillo de que no te sobrecojas de espanto, si examinas estas riquezas: En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba desde el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por él, y sin él nada se hizo. El que dijo esto, al decirlo era rico; ¿cuánto más lo será aquel de quien decía: en el principio existía el Verbo; y no cualquier verbo o palabra, sino el Verbo de Dios; y no en cualquier lugar, sino con Dios; y no inactivo, sino que por él fueron hechas todas las cosas? Y sin embargo, ¿comió ceniza como pan, y mezcló su bebida con llanto? Ha de temerse que nuestra pobreza injurie tanta riqueza. Busca, busca todavía, no sea que él sea este pobre, puesto que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros3. Fíjate también en esta otra expresión: Yo soy tu siervo e hijo de tu esclava4. Pon atención a aquella sierva casta, virgen y madre; allí tomó nuestra pobreza, y se revistió de la condición de siervo, anulándose a sí mismo, para que no te espantes de sus riquezas, y por tanto no oses acercarte a él con tu miseria. Allí, digo, tomó la condición de siervo; allí se revistió de nuestra pobreza; allí se empobreció, y allí nos enriqueció. Ya nos vamos acercando a la solución del problema, al entender estas cosas de él; sin embargo, aún no ha de darse temerariamente el veredicto. El parto de la Virgen, en el que no intervino el hombre, ni hubo atisbos de concupiscencia carnal, sino únicamente la fe enardecida, y la carne concebida del Verbo, fue como la piedra desgajada del monte sin manos algunas5. Nacido del vientre materno, hablaron los cielos, los ángeles anunciaron la buena nueva a los pastores6; la estrella condujo a los Magos a adorar al Rey7; Simeón, lleno del Espíritu Santo, reconoció al Niño Dios en sus brazos. El tiempo avanza, no para la divinidad, sino para la carne; los indoctos ancianos se espantan, se admiran de la ciencia de un niño de doce años8. Pero aun suponiendo que fueran doctos los tales ancianos, ¿qué era toda su ciencia para la Sabiduría de Dios? Acaso aquellos peritos no habrían de ser ignorantes, si no los socorriese la Sabiduría de Dios? Crece aún en edad, y se acerca al río para ser bautizado; el bautizante reconoce a Dios y se declara indigno de desatar la correa de sus sandalias9. A partir de aquí, los ciegos recobran la vista, oyen los sordos, hablan los mudos, quedan limpios los leprosos, caminan los paralíticos, recobran la salud los enfermos y resucitan los muertos10.

2. Ahora ya reconozco la pobreza de las riquezas, en comparación con aquel Verbo por quien fueron hechas todas las cosas. Pero ¡Cuán distante se halla todavía de la ceniza y de la bebida con llanto! Aún temo asegurar: "Es él"; y, sin embargo, quiero. Hay cosas aquí que me fuerzan a querer, como también hay otras que me obligan a temer. Es él, y no es él. Ya se halla en condición de siervo, ya lleva la carne frágil y mortal, ya vino a morir; y sin embargo, no se ve que se halle en esta indigencia: En vez de pan, como ceniza, y mezclo mi bebida con llanto. Añada más pobreza a su pobreza, y asimile en su cuerpo el de nuestra debilidad11. Sea nuestra cabeza y seamos nosotros sus miembros, hallándonos dos en una carne. Para ser primero pobre, se apartó del Padre, tomando la condición de siervo12; por tanto, lo que nació de la Virgen, apártese también de la madre, y únase a su esposa, y sean dos en una sola carne13. Así, entonces, serán dos en una sola voz; y ya en aquella única voz, no nos maravillemos de que sea nuestra voz: en vez de pan como ceniza, y mezclo mi bebida con llanto. Se dignó tomarnos por miembros. Luego hay penitentes entre sus miembros; no han sido excluidos y separados de su Iglesia; es más, de ningún modo uniría a sí mismo a su esposa, si no fuera por aquella voz: Haced penitencia, porque el reino de los cielos está ya cerca14. Oigamos, pues, ya lo que ora la Cabeza15 y el cuerpo, el esposo16 y la esposa, Cristo y la Iglesia, ambos uno. El Verbo y la carne no son sustancialmente uno; el Padre y el Verbo sí lo son; Cristo y la Iglesia son uno, un solo hombre, en la estructura de su plenitud, hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la plena madurez de Cristo17. Pero hasta que lleguemos, nos hallamos aquí en la pobreza, y soportamos el dolor, el gemido y el llanto. Gracias son éstas de su misericordia. ¿Pero dónde hallamos el sufrimiento, dónde hallamos el llanto en el Verbo, por el cual fueron hechas todas las cosas? Si se dignó tomar nuestra muerte, ¿no nos dará su vida? Nos elevó a gran esperanza; con gran esperanza gemimos. El llanto lleva consigo la tristeza; pero hay llantos que llevan consigo el gozo. Yo creo que Sara, estéril, gimió alegre en el parto. También nosotros, por temor a ti hemos concebido y dado a luz el espíritu de la salvación18. Oigamos, pues, a Cristo pobre en nosotros, con nosotros y por nosotros. Pues el mismo título del salmo da a conocer al pobre. En fin, que mi opinión es que él es este pobre. Oigamos la plegaria, y conozcamos quién la pronuncia. Y para que no caiga en ningún error, cuando oigas algo que no puede convenir a la Cabeza, te prevengo que, al oírlo, adviertas que se oye de parte de la debilidad del Cuerpo; de esta manera reconocerás la voz de los miembros de la Cabeza. El título dice así: Plegaria del pobre, que en su congoja, presenta su ruego al Señor. Este es el mismo pobre que dice en otro lugar: Te invoco desde el confín de la tierra, con el corazón abatido19. Éste es el mismo pobre, porque es el mismo Cristo, que se llamó a sí mismo en la profecía de Isaías esposo y esposa: Como esposo me colocó la corona, y como esposa me vistió de esplendor20. Se llamó a sí mismo esposo y esposa. ¿Y por qué? Por la Cabeza y por el Cuerpo: Por la Cabeza esposo, y por el Cuerpo esposa. Luego es una sola voz, por ser una sola carne. Oigámosla, y, mejor, reconozcámonos a nosotros mismos en estas palabras; y, si viéramos que nos hallamos fuera, trabajemos por encontrarnos dentro.

3. [vv.2-3]. Escucha, Señor, mi oración, y que mi grito llegue hasta ti. Escucha, Señor, mi oración, es lo mismo que: mi grito llegue hasta ti: la repetición pone de relieve la intensidad del afecto del que eleva la súplica. No apartes tu rostro de mí. ¿Cuándo le apartó el Padre su rostro de Cristo; cuándo Dios del Hijo? Por la pobreza de los miembros, se dijo: No apartes tu rostro de mí. En cualquier día que esté angustiado inclina tu oído hacia mí. Estoy atribulado aquí abajo; tú estás arriba; si me ensalzo, te separas; si me humillo, inclinas tu oído hacia mí. Pero ¿qué significa: en cualquier día que me halle angustiado? ¿Es que ahora el que suplica no está angustiado? ¿O se expresaría así, si no estuviera angustiado?Luego le bastaría con haber dicho: "Inclina tu oído hacia mí, que estoy angustiado". En cualquier día que me halle angustiado, inclina tu oído hacia mí; lo dice refiriéndose a la unidad del cuerpo, en el que si un miembro padece, sufren con él todos los miembros21. Si sufres tú hoy, yo también sufro; si mañana sufre otro, yo sufro; después de esta generación sufrirán otros que vendrán, sucediendo a éstos; y yo también sufriré; y hasta el fin del mundo, con todos los que son angustiados en mi cuerpo, yo también sufro con ellos. En cualquier día que me halle angustiado, inclina tu oído hacia mí. En cualquier día que te haya invocado, escúchame enseguida. Es lo mismo que lo anterior. Ya ahora te estoy invocando, pero en cualquier día que te haya invocado, escúchame enseguida. Oró Pedro, oró Pablo, oraron los demás Apóstoles; oraron los fieles de aquella época, oraron los fieles de la época siguiente, oraron los fieles del tiempo de los mártires; oran los fieles de nuestro tiempo, y orarán los fieles de los tiempos venideros: En cualquier día que te invoque, escúchame enseguida. Escúchame al instante, puesto que te pido ya lo que tú quieres darme. No cosas terrenas, como un hombre terreno, sino que, como ya redimido de la primitiva cautividad, aspiro ya al reino de los cielos; Escúchame pronto; porque sólo a este deseo has prometido que, mientras estés todavía hablando, dirás: "aquí estoy"22. En cualquier día que te invoque, escúchame enseguida. ¿Por qué lo invocas? ¿Desde qué tribulación? ¿Desde qué indigencia? ¡Tú, hombre pobre, que llamas a la puerta del rico Dios! ¿Por qué necesidad estás mendigando; por qué indigencia estás buscando; por qué miseria llamas para que se te abra? Dínoslo: escuchemos esta miseria, descubrámonos también nosotros en ella, y roguemos contigo. Tú escúchanos y reconócenos, si puedes.

4. [v.4]. Porque mis días se desvanecieron como humo. ¡Oh mis días!, si es que son días, porque cuando se oye hablar de días, se piensa en la luz. Pero mis días se desvanecieron como humo. Mis días: mi vida. ¿Y por qué se desvanecieron como humo? Por la hinchazón de la soberbia. El soberbio Adán, de donde tomó Cristo la carne, fue digno de recibir estos días. Luego Cristo se halla en Adán, y Adán en Cristo. Por tanto, el que se dignó tener la voz de días de humo, nos libró de los días de humo. Porque mis días se desvanecieron como humo. Fijaos que el humo es semejante a la soberbia: sube, se hincha, y se disipa. Con razón se disipa y no permanece. Mis días se desvanecieron como humo, y mis huesos, como leña en un brasero, queman como brasas. Hasta mis huesos, que son mi fortaleza, no han estado sin tribulación ni combustión. Los huesos del cuerpo de Cristo son la fortaleza de su Cuerpo. ¿Y dónde se halla más fortaleza que en los santos Apóstoles? Y a pesar de todo, ya ves los huesos calcinados: ¿Quién se escandaliza, sin que yo me abrase?23 Son fuertes, fieles, buenos entendedores y predicadores de la palabra, que viven como hablan, y hablan según oyen; lo son, sin duda; pero todos los que soportan escándalos son braseros de sí mismos. Pues en ellos hay amor, y sobre todo en los huesos. Los huesos están dentro de todas las carnes, y las soportan todas. Pero si alguno sufre un escándalo, y en ese tropiezo peligra su alma, tanto más se abrasa el hueso, cuanto más ama. Si falta el amor, nadie se abrasa. Llegó el amor: entonces, si un miembro se compadece al padecer otro miembro, ¡cómo se abrasan los que soportan a los otros miembros! Mis huesos, como leña en un brasero, queman como brasa.

5. [v.5]. Mi corazón, herido, está agostado como el heno. Contempla a Adán, de quien procede todo el género humano. ¿Pues de dónde se propagó la miseria, sino de él? ¿De dónde se hereda esta pobreza? De él. Diga, pues, con esperanza, ya colocado en el Cuerpo de Cristo, el que en otro tiempo se hallaba desahuciado en su cuerpo: Mi corazón, herido, se ha agostado como el heno24. ¿Y de dónde te ha provenido esto? De que me olvidé de comer mi pan. Dios le había dado el pan de su mandamiento. Pues ¿cuál es el pan del alma, sino la palabra de Dios? al sugerir la serpiente, y prevaricar la mujer, tocó lo prohibido25, olvidándose del precepto; con razón fue herido como heno y se secó su corazón, porque se olvidó de comer su pan. Habiéndose olvidado de comer pan, bebió veneno; su corazón fue herido y se secó como heno. Éste es aquel herido de Isaías de quien se dice, y a quien se le dice: No me enojaré eternamente con vosotros, pues el espíritu procede de mí, y yo soy el autor de todo soplo. Por el pecado le contristé un tanto y le herí, y le aparté mi rostro de él. Con razón dice aquí: No apartes tu rostro de mí, esto es, del herido del que dijiste: Le herí; del que dijiste: He visto sus caminos, y lo he sanado26. Mi corazón, herido, se ha agostado como la hierba, porque me olvidé de comer mi pan. Come ahora a aquel de quien te habías olvidado, pues para que comas las riquezas, se presentó el mismo pan, en cuyo Cuerpo debes recordar la voz de tu olvido, y gritar, teniendo en cuenta tu estado de pobreza. Come ahora, pues te hallas en el Cuerpo del que dice: Yo soy el pan vivo que he bajado del cielo27. Te habías olvidado de comer tu pan; pero tan pronto como él fue crucificado, se acordarán y se convertirán al Señor todos los confines de la tierra28. Después del olvido, que llegue el recuerdo, para que se coma el pan del cielo y se viva; no el maná, que lo comieron los padres y murieron29, sino el pan del que se dice: bienaventurados los que sienten hambre y sed de justicia30.

6. [v.6]. Por la voz de mis gemidos se me han pegado mis huesos a la carne. Por la voz que entiendo, por la voz que he reconocido. Por la voz de mi gemido, no por la del gemido de aquellos con quienes padezco. Muchos gimen, y también yo gimo, y gimo porque gimen mal. Pierde un hombre su dinero, y gime; pierde la fe y no gime. Yo peso el dinero y la fe, y gimo más por el que gime mal o que no gime. Alguien comete fraude, y se alegra. ¿De qué ganancia? ¿De qué daño? Consiguió dinero, perdió la justicia. Por esto gime el que sabe gemir; por eso gime el que se halla cerca de la Cabeza, el que rectamente está unido al Cuerpo de Cristo. Sin embargo, los carnales no gimen por esto. No obstante no podemos despreciarlos porque no giman o giman mal. Nosotros queremos corregirlos, queremos reformarlos, queremos restaurarlos, y cuando no podemos, gemimos; y cuando gemimos, no nos apartamos de ellos. Pues por la voz de mi gemido, se pegaron mis huesos a mi carne; seunieron los fuertes a los débiles, se unieron los sanos a los enfermos. ¿Por qué se pegaron los huesos? Por la voz de su gemido, no por la de ellos. ¿Por qué mandamiento se adhirieron? Por el que se ordenó: Nosotros, los robustos, debemos sobrellevar la flaqueza de los débiles31. Se pegaron mis huesos a mi carne.

7. [vv.7-8]. Me parezco al pelícano que habita en la soledad, y al búho, que vive entre ruinas. Estoy desvelado como pájaro sin pareja en el tejado. Aquí tienes tres aves y tres lugares. Concédame el Señor que pueda deciros lo que significan, y que oigáis con provecho lo que significan para la salvación. ¿Qué significan estas tres aves y estos tres lugares? ¿Cuáles son las tres aves: el pelícano, el búho, y el pájaro? ¿Y cuáles son estos tres lugares: la soledad, el paredón derruido, y el tejado? El pelícano en la soledad; el búho en el paredón derruido, y el pájaro en el tejado. Primeramente ha de decirse qué sea el pelícano, pues nace en cierta región solitaria, por la cual nos es desconocida esa ave. Nace en las soledades, principalmente en las del río Nilo, en Egipto. Cualquiera que sea esta ave, consideremos lo que quiso decir el salmo de ella. Habita —dice— en la soledad. ¿Por qué intentas indagar su figura, sus miembros, su canto, sus costumbres? Todo lo que dice el salmo de ella es que habita en la soledad. El búho es un ave nocturna. Se llama paredón a lo que el vulgo llama ruinas, es decir, paredes sin techo y sin habitantes; allí mora el búho. Ya sabéis qué es el pájaro y el tejado. Pues bien, me encuentro con alguien que pertenece al cuerpo de Cristo, que predica la palabra de Dios, que sufre con los débiles, que busca la ganancia de Cristo, que se acuerda de la venida del Señor, para que no se le diga: Siervo y haragán, debías haber dado mi dinero a los banqueros32. En atención al oficio de esta administración, consideramos estas tres aves. Se presenta un hombre de éstos, entre aquellos que no son cristianos: es pelícano en la soledad. Se acerca a los que fueron cristianos y dejaron de serlo: es búho, que habita en paredón derruido, pues por ganarlos, no abandona las tinieblas de aquellos que habitan en la noche. Se presenta a los que son cristianos, y que habitan ciertamente en la casa, no como los que no creyeron, o como los que creyeron y perdieron la fe, sino que caminan sabiamente en lo que creen; este pájaro les grita no en la soledad, porque son cristianos; ni en el paredón derruido, puesto que no perdieron la fe, pero sí desde el tejado, en donde más bien estando en el techo, están debajo de él, puesto que se encuentran sometidos a la carne. Este pájaro clama sobre la carne, gorjea continuamente los preceptos de Dios y no se hace carnal, poniéndose debajo del techo. Pues se dijo: El que está en el tejado, no baje a tomar algo de la casa33; y también: Lo que habéis oído, predicadlo sobre los tejados34. He aquí las tres aves y los tres lugares. Un mismo hombre puede personificar las tres aves, y también tres hombres las pueden personificar. Pero los tres lugares son tres clases de hombres, pues la soledad, el paredón derruido y el tejado son únicamente tres clases de hombres.

8. Pero para qué demorarnos mucho sobre éstos? Pongamos la mirada en el mismo Señor, no sea que quizá sea él, y se le reconozca mejor, tanto como el pelícano en la soledad, el búho en el las ruinas, y el pájaro solitario en el tejado. Háblenos este pobre, nuestra Cabeza. El pobre por voluntad, hable a los pobres por necesidad. No callemos lo que se dice o se lee sobre esta ave, es decir, del pelícano; pero siempre exponiendo, sin afirmar temerariamente, lo que quisieron que se dijese o leyese quienes lo escribieron. Vosotros oídlo de modo que, si es cierto, veáis la conveniencia, y si es falso, no lo admitáis. Se dice que estas aves matan a picotazos a sus polluelos, y que una vez muertos, los lloran durante tres días en el nido. En fin, se dice también que, hiriéndose gravemente la madre a sí misma, derrama su sangre sobre sus hijos, que rociados con ella, reviven. Quizá esto sea verdad, o tal vez falso. Si es verdad, ya veis cómo refleja a aquél que nos vivificó con su sangre. Lo refleja en cuanto que la carne de la madre vivifica a sus hijos con la sangre. Le conviene perfectamente, puesto que él se denomina gallina que protege a sus polluelos: ¡Jerusalén, Jerusalén, cuántas veces quise congregar a tus hijos, como la gallina congrega a sus hijos bajo sus alas, y no has querido!35 Tiene, pues, autoridad paterna y afecto materno; así como Pablo, que es padre y es madre, no por sí mismo, sino por el Evangelio. Es padre cuando dice: Aun cuando tengáis muchos pedagogos en Cristo, no tenéis muchos padres, porque en Cristo Jesús yo os engendré por el Evangelio36; Y es madre cuando escribe: Hijitos míos, a los que de nuevo doy a luz, hasta tanto que se forme Cristo en vosotros37. Luego esa ave, si es cierto esto, tiene gran semejanza con la carne de Cristo, con cuya sangre fuimos vivificados. Pero ¿cómo le conviene a Cristo el matar, como el pelícano, a sus hijos? Quizá esto en él no tenga equivalente. Tal vez le convenga lo que se dice en el Deuteronomio: Yo hago morir y hago vivir; Yo hiero, y yo sano38. ¿Acaso habría muerto Saulo, como perseguidor, si no hubiera sido herido desde el cielo39; o habría renacido como predicador, si no hubiera sido vivificado por la sangre de Cristo? Pero dejemos que esto lo resuelvan quienes lo escribieron; no nos pongamos nosotros en terreno inseguro. Contemplemos, más bien, a esta ave en la soledad, que es lo que el salmo expresó de ella, cuando dijo pelícano en soledad. Yo creo que aquí se da a conocer a Cristo nacido de la Virgen, ya que sólo él nació de una Virgen. De aquí su soledad. Nació en la soledad, porque sólo él nació de ese modo. Después del nacimiento se presentó a la pasión. ¿Y por quiénes era crucificado: acaso por los que lo acompañaban; acaso por los que lo lloraban? Luego lo hicieron como en la noche de ellos, como desde el paredón de su ruina. Fijaos que este búho que habita en el paredón, ama también la noche; porque si no la amase, ¿cómo diría: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen?40 Después de haber nacido en la soledad, ya que sólo él nació de aquella manera, y de haber padecido en las tinieblas de los judíos, como en la noche; en la prevaricación, como en las ruinas, ¿qué sucedió? Estoy desvelado. Luego habías dormido en las ruinas, y habías dicho: Me he dormido. ¿Qué significa: Me he dormido? Que he dormido porque quise; amando la noche, he dormido; pero el salmo prosigue inmediatamente diciendo: Y me he levantado41. Esto explica lo que aquí dice: Me he desvelado. Y luego, después de haber estado en vela, ¿qué hizo? Ascendió al cielo, igual que hizo el pájaro solitario en el tejado, volando y subiendo al cielo. Luego Cristo es como un pelícano por su nacimiento, un búho al morir, y como un pájaro en su resurrección: pelícano en la soledad, el único nacido de madre virgen; luego en el paredón ruinoso, muerto por aquellos que no pudieron permanecer en el edificio; y por fin el pájaro vigilando y volando solitario en el tejado, desde donde intercede por nosotros42. Así pues, nuestra Cabeza es un pájaro, y su Cuerpo la tórtola. Puesto que el gorrión se ha encontrado una casa. ¿Qué casa? Está en el cielo, donde intercede por nosotros. Y la tórtola un nido para sí, la Iglesia de Dios, construido con pedazos de su cruz, donde colocar sus polluelos, es decir, sus hijitos. Estoy desvelado, como pájaro solitario en el tejado.

9. [v.9]. Todo el día me insultaban mis enemigos, y los que me alababan conspiraban contra mí. Me alababan con sus labios, pero en su interior me preparaban emboscadas. Mira cómo eran sus alabanzas: Maestro, sabemos que eres veraz, y que enseñas el camino de Dios con franqueza, sin tener acepción de personas: ¿es lícito pagar tributo al César?43 Le estás echando la zancadilla al que alabas. ¿Por qué? Porque quienes me alababan conspiraban contra mí. ¿De dónde procede este agravio? Porque he venido a hacer miembros míos a los pecadores, para que haciendo penitencia, se hagan miembros de mi Cuerpo. ¿De dónde y por qué todos estos agravios y esta persecución?: ¿Por qué vuestro maestro come con publicanos y pecadores? Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos44. ¡Ojalá hubierais reconocido vosotros que estabais enfermos: habríais buscado al médico y no lo habríais matado, pereciendo con una salud falsa, debido a vuestra orgullosa demencia.

10. [v.10]. ¿Por qué todo el día me insultaban mis enemigos; y por qué quienes me alababan conspiraban contra mí? Porque en vez de pan, como ceniza, y mi bebida la mezclaba con llanto. Al querer contar entre sus miembros a esta clase de hombres, que habían de ser sanados y liberados, de ahí le sobrevino el ultraje. Y todavía hoy, ¿cuál es el que los paganos nos infligen a nosotros? ¿Qué pensáis, hermanos, qué pensáis que nos dicen ellos a nosotros? "Vosotros corrompéis la doctrina, pervertís las costumbres del género humano". ¿Por qué nos atacas de ese modo? Dime el motivo. ¿Qué hemos hecho? "Ofreciendo —dice— a todos los hombres la posibilidad de arrepentirse, prometiendo impunidad de todos los delitos, los hombres perpetran crímenes, seguros de que todos ellos han de ser perdonados al convertirse". Luego el ultraje procede de que, en lugar de pan, comí ceniza, y mezclaba mi bebida con llanto. ¡Oh tú que me insultas!, a ti te invito a comer este pan, pues no te atreverás a decir: "Yo no soy pecador". Despereza tu conciencia, ponte ante el tribunal de tu espíritu, no te perdones; examínate, que te hable el interior de tu corazón, y mira a ver si te atreves a confesarte inocente. Si se examina bien, con detención, se sentirá turbado; si no se halaga, confesará su pecado. ¿Y qué harías, ¡oh desgraciado!, si no hubiera puerto de impunidad? Si únicamente hubo libertad para pecar, y falta toda posibilidad de indulgencia y perdón de los pecados, ¿dónde vas a estar? ¿a dónde irás? No hay duda de que este pobre por ti haya comido ceniza en lugar de pan, y que haya mezclado su bebida con llanto. ¿Y no te agrada ya una tal invitación? "Al contrario —dice—, porque así los hombres lo que hacen es aumentar sus pecados por la esperanza del perdón". No, al revés: aumentarían sus pecados por la desesperanza del perdón. ¿No ves, acaso, la licenciosa crueldad con que viven los gladiadores? ¿Y esto por qué? Porque al considerarse destinados a ser víctimas de la espada, quieren satisfacer su liviandad antes de derramar la sangre. ¿No te dirías tú también esto: "Soy un pecador, un malvado que he de ser condenado, y no tengo esperanza alguna de perdón; y por qué no haré cuanto quiera, aunque no esté permitido; por qué no satisfacer todos mis antojos, si después de esta vida no me quedan más que tormentos? ¿No te dirías esto, y por la desesperación te harías peor? Luego más bien te corrige el que te promete perdón y dice: Entrad, rebeldes, en vuestro corazón45. Yo no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva46. Sin duda alguna que, con la oferta de este puerto, arriarás las velas de la iniquidad, y volverás la proa rumbo hacia la justicia, y esperando la vida, no vas a desdeñar la medicina. Que Dios no te sea desagradable, como si, por esta promesa de perdón, les hubiera quitado toda preocupación a los pecadores. Precisamente, para que los hombres no vivieran peor por la desesperación, prometió el puerto del perdón; y para que por esta esperanza del perdón no vivieran peor, dejó incierto el día de la muerte. Así, estableciendo providentísimamente ambas cosas, los que se convierten hallan lugar en el cual han de ser recibidos, y sentirán terror los que retrasan su conversión. Come, pues, la ceniza como pan, y mezcla tu llanto con la bebida. Por este banquete llegarás a sentarte a la mesa con Dios. No pierdas la esperanza. Se te prometió el perdón. "Doy gracias a Dios —dice— porque prometió el perdón. Tengo la promesa de Dios" comienza ya, pues, a vivir bien. Pero responde: "Mañana viviré bien". Dios te ha prometido el perdón; pero el día de mañana nadie te lo ha prometido. Si has vivido mal, vive bien desde hoy. Insensato, esta noche te será arrebatada tu alma. No voy a decirte: Lo que has acumulado, ¿de quién será?47 Pero sí te diré: "conforme has vivido, ¿adónde irás a parar? Corrígete, pues, para que puedas incorporarte a Cristo, y puedas tener esta voz, que, si no me engaño, reconocerás con facilidad: En lugar de pan he comido ceniza, y mezclaba mi bebida con llanto.

11. [v.11]. Por tu cólera y tu indignación, porque me alzaste en vilo, me tiraste. Esta es, Señor, aquella ira tuya sobre Adán. Ira con la cual todos nacemos, y, naciendo, nos hallamos a él adheridos; ira proveniente de la propagación de la iniquidad, ira que dimana de la masa del pecado, sobre la cual dice el Apóstol: Fuimos también en otro tiempo, por naturaleza, hijos de la ira, como los demás. Y por lo cual dice también el Señor: La ira de Dios permanece sobre el que se resiste a creer en el Hijo unigénito de Dios48. No dijo: "La ira de Dios vendrá sobre él", sino permanecerá sobre él, porque no le ha sido quitada aquella con la que nació. ¿A qué viene, y qué significa aquella expresión: Porque me levantaste en vilo, me tiraste? Pues no dice: "Porque me levantaste y me tiraste", sino: Porque me levantaste, me estrellaste. Esto es, me tiraste porque me elevaste. ¿Cómo puede ser esto? (Veámoslo). El hombre fue como puesto en un pedestal de honor, al ser creado a imagen de Dios. Elevado a esta dignidad, levantado del polvo, levantado de la tierra, recibió el alma racional, y así se antepuso, por la excelencia de su razón, a todas bestias, los animales, las aves y los peces49. ¿Pues cuál de ellos posee inteligencia? Ninguno de ellos fue hecho a imagen de Dios. Y como ninguno de ellos posee esta dignidad, así también ninguno de ellos posee esta miseria. ¿Qué animal llora por el pecado? ¿Qué ave teme el fuego eterno? Así como no participa en modo alguno de la vida bienaventurada, tampoco siente pena por las miserias. Sin embargo, el hombre, que fue creado para poseer la vida eterna, si vive bien; irá a la vida desdichada, si es que viviera mal. Luego porque me levantaste en vilo, me estrellaste. De ahí que me acompaña la pena, porque me has dado el libre albedrío. Pues si no me hubieras dado el libre albedrío, y, debido a la razón, no me hubieras creado de mejor condición que a las bestias, no me acompañaría a mí, al pecar, el temor a la justa condenación. Luego por el libre albedrío me levantaste, y por el justo juicio me estrellaste.

12. [v.12]. Mis días pasaron como una sombra que se alarga. Tus días pudieron no haberse desvanecido, si tú no te hubieras alejado del día verdadero. Te apartaste, y has recibido los días que pasan. ¿Te admiras de que tus días se hayan hecho semejantes a ti? Ellos son días que pasan, porque tú te descarriaste; días como humo, por haberte envanecido. Antes había dicho: Mis días se desvanecieron como humo; y ahora dice: Mis días pasaron como una sombra. En esta sombra debe reconocerse el día, en esta sombra debe verse la luz, para que no se diga después, con tardío e infructuoso arrepentimiento: de qué nos sirvió la soberbia, y qué nos acarreó la jactancia de las riquezas? Todo pasó como una sombra50. Ahora di: "Todo esto pasó como una sombra, pero tú no pases como sombra". Mis días pasaron como una sombra, y yo me he secado como la hierba. Dice esto porque anteriormente había dicho: Mi corazón, herido, se ha secado como la hierba. Pero la hierba reverdece al ser regada con la sangre del Salvador. Yo, como el heno, me he secado: Yo, como hombre que soy, después de aquella rebelión; yo, sí, por tu justo juicio: pero tú, ¿qué? A ver qué se dice de ti.

13. [v.13]. Tú, en cambio, Señor, permaneces para siempre. Mis días se desvanecieron como sombra, pero tú permaneces eternamente. Que el eterno salve al que es temporal. Porque no por haber caído yo, tú has envejecido; tú, que tuviste poder para humillarme, lo tienes para liberarme. Pero tú, Señor, permaneces eternamente; y tu fama va de generación en generación. Tu fama, sí, porque tú no conoces el olvido; y no de una generación, sino de generación en generación: ya que tenemos promesa de la vida presente y de la futura51.

14. [v.14]. Levántate y ten misericordia de Sión, que ya es hora y tiempo de misericordia. ¿Cuál es este tiempo? Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley. ¿Y qué hay de Sión? Para rescatar a los que estaban bajo la ley52. En primer lugar a los judíos; pues de ahí procedían los apóstoles, de ahí aquel grupo de más de quinientos hermanos53, que tenían una sola alma y un solo corazón orientados hacia Dios54. Por eso leemos: Levántate y ten misericordia de Sión, que ya llegó la hora y el tiempo de la misericordia. ¿Cuál es este tiempo? Pues mirad, ahora es el tiempo aceptable; ahora es el día de la salvación55. ¿Quién dice esto? El siervo de Dios, que era constructor, y que decía: Vosotros sois el edificio de Dios; y decía también: Como buen arquitecto, yo puse el cimiento; y: Nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, que es Cristo Jesús56.

15. [v.15]. ¿Y qué dice aquí el salmo? Que tus siervos se han complacido en sus piedras. ¿Las piedras de quién? En las piedras de Sión. Pero allí hay también algo que no son piedras. ¿Qué hay que no son piedras? ¿Cómo sigue el salmo? Y se compadecerán de su polvo. Reconozcamos las piedras y reconozcamos el polvo de Sión. Pues no dice: se compadecerán de sus piedras; sino que dice: que tus siervos se han complacido en sus piedras, y se compadecerán de su polvo. Ha encontrado agrado en sus piedras, pero sentirán dolor por su polvo. Yo entiendo por las piedras de Sión todos los profetas. De allí salió primero la voz de la predicación, y de allí se originó más tarde el ministerio evangélico, por cuyo pregón fue conocido Cristo. Luego tus siervos hallaron complacencia en las piedras de Sión. Pero aquellos prevaricadores, al apartarse del Señor y ofender al Creador con su mala conducta, volvieron a la tierra de donde habían salido. Ellos se convirtieron en polvo, se hicieron impíos; de los cuales se dice: No así los malvados, no así, sino como polvo que arrebata el viento de la superficie de la tierra57. Pero espera, Señor, aguanta, Señor; ten paciencia, Señor: que no se desencadene el viento y se lleve este polvo de la superficie de la tierra. Que vengan, que vengan tus siervos, reconozcan tus palabras en las piedras; se compadezcan del polvo de Sión, y se forme el hombre a tu imagen, y diga el polvo para no perecer: Acuérdate de que somos polvo58. Y se compadecerán de su polvo. Esto se dice de Sión. Pero ¿acaso no era polvo el que crucificó al Señor? Sí, y lo que es peor, era polvo de los muros desmoronados. Era totalmente polvo; sin embargo, no se dijo en vano de este polvo: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. De este polvo se creó el muro de tantos miles de creyentes, que pusieron el precio de sus bienes a los pies de los Apóstoles. Así, de aquel polvo surgió la nueva humanidad, reformada y hermosa. De parte de los gentiles, ¿quién vivió así? ¡Qué pocos vemos, que hayan hecho esto, en comparación con aquellos tantos millares! Pues de un golpe lo hicieron tres mil; de otro, cinco mil; y todos ellos vivieron en comunión de vida, y pusieron a los pies de los Apóstoles el precio de sus posesiones vendidas, para distribuir a cada uno según su necesidad, y tenían una sola alma y un solo corazón hacia Dios59. ¿Quién hizo esto, sino el mismo que hizo del polvo a Adán? Esto se refiere a Sión, pero no sólo a Sión.

16. [v.16]. ¿Y cómo continúa el salmo? Temerán los gentiles tu nombre, Señor, y todos los reyes de la tierra tu gloria. Puesto que ya te has compadecido de Sión, y tus siervos han sentido amor a sus piedras, al conocer el cimiento de los apóstoles y Profetas; y que ya se han compadecido de su polvo, para que de él se formase, o, más bien, se reconstruyera el hombre vivo, de aquí creció la predicación entre las gentes: que teman tu nombre los gentiles, y todos los reyes de la tierra tu gloria; se levante el otro muro, el de los gentiles, y se acerque, reconociendo la piedra angular60, y únanse los dos, que provienen de origen diverso, pero que ahora ya no van a tener sentimientos adversos entre sí.

17. [v.17]. Porque el Señor edificará a Sión. Esto se cumple ahora. Ea, pues, vosotros, piedras vivas, apresuraos a esta obra de la construcción, no a vuestra ruina. Es edificada Sión; guardaos de ser paredón derruido: se edifica la torre, se edifica el arca; recordad el diluvio. Tiene ahora esto su cumplimiento: Porque el Señor edificará a Sión. Pero cuando ya se haya edificado, ¿qué sucederá después? Y el Señor aparecerá en su gloria. Para que edificase Sión, para que fuera el cimiento de Sión, ha sido visto por Sión, pero no en su gloria: Lo vimos, pero no tenía aspecto atrayente ni hermosura61. Pero cuando venga a juzgar acompañado de sus ángeles, cuando se congreguen ante él todas las naciones, cuando sean separadas las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda62, ¿no será entonces cuando verán al que traspasaron?63 Y quedarán confundidos tarde, los que rechazaron confundirse en la anterior y saludable penitencia. Edificará el Señor a Sión, y aparecerá en su gloria, él, que anteriormente apareció allí mismo en su debilidad.

18. [v.18]. Atendió a la oración de los humildes, y no despreció su súplica. Esta es la obra que en la actualidad se cumple en la edificación de Sión. Los constructores ruegan, gimen: ruega y gime también aquel único pobre, como ruegan y gimen muchos pobres, porque los millares de hombres que hay entre tantos pueblos, son una sola persona, ya que la unidad la forma la paz de la Iglesia. Él es al mismo tiempo uno y muchos: uno por la caridad, y muchos por la amplitud. Luego ahora se ruega, ahora se corre; ahora, si alguien era diverso, y se tenía como distinto, debe comer la ceniza en lugar del pan, y mezclar el llanto con la bebida. Es ahora el tiempo, cuando se edifica Sión; ahora es cuando las piedras se colocan en la construcción. Pues, terminado el edificio e inaugurada la casa, ¿Por qué vas a correr; qué sentido tendría? Buscarás ya tarde, pedirás inútilmente, llamarías en vano, te quedarías afuera, junto con las cinco vírgenes necias64. Por tanto, ponte ya ahora a correr, pues el Señor ha atendido la oración de los humildes, y no ha despreciado sus súplicas.

19. [vv.19-20]. Quede esto escrito para la futura generación. Cuando se escribían estas cosas, no les eran de mucho provecho a los que convivían con quienes las escribían; pues las escribían para profetizar el Nuevo Testamento, en medio de personas que vivían según el Antiguo Testamento. Pero también aquel Antiguo Testamento había sido dado por Dios, que había colocado a su pueblo en la tierra de promisión. Pero ya que tu fama ("tu memoria"), que se extiende de generación en generación, no pertenece a los malvados, sino a los justos: la primera generación se refiere al Antiguo Testamento, y la otra se refiere al Nuevo. Y como lo que se ha profetizado preanuncia el Nuevo Testamento, quede esto escrito para la generación futura; y el pueblo que será creado alabará al Señor. No el pueblo ya creado, sino el pueblo que será creado. ¿Qué cosa más evidente que ésta, hermanos míos? Aquí se preanuncia aquella criatura, de la que dice el Apóstol: Por tanto el que está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es ya nuevo, y todo esto es obra de Dios65. ¿Qué significa: y todo esto es obra de Dios? Que de él proviene lo viejo y lo nuevo, puesto que tu fama se extiende de generación en generación: y el pueblo que será creado, alabará al Señor, porque el Señor ha mirado desde su excelso santuario. Miró desde lo excelso para llegar a los humildes; desde su excelsitud se ha hecho humilde, para exaltar a los humildes.