SALMO 95

Traductor: P. Miguel Fuertes Lanero, OSA

Sermón al pueblo

Cartago. Domingo, 22 de diciembre del 412 (Z.) o bien sábado, 6 de abril del 407 (B.).

1. [v.1]. Mi señor y hermano Severo no quiere aún satisfacer nuestro gozo por el sermón que nos debe, pues se reconoce todavía nuestro deudor. Si el Señor alegró con su palabra todas las iglesias por donde pasó, mucho más debe ser alegrada ésta, ya que partiendo de ella, el Señor le inmortalizó en las demás. Pero ¿qué hemos de hacer, sino cumplir su voluntad? Dije, hermanos, que él retrasa, pero no defrauda. Así que tenedle por deudor, y no le dejéis hasta que pague la deuda. Y ahora preste atención vuestra Caridad, y, según lo que me ayude el Señor, os hablaré sobre este salmo algo que, sin duda ya sabéis; pero es grato recordar la verdad. Quizá al recitar su título se admiraron algunos. Reza así el título: Cuando se edificaba la casa, después de la cautividad. Al darse a conocer el título, quizá contemplabais en el texto del salmo las piedras que habían de ser cortadas de los montes, y las moles que debían ser arrastradas, los cimientos que se echarían, las vigas que se emplearían y las columnas que se habían de levantarse. Ningunas de estas cosas menciona; pero si habla de otra cosa, ¿no concuerda con su título el salmo, y dice una cosa en la portada, y otra en el cántico? Al contrario, dicen lo mismo; lo que se necesita son entendedores. Habla de la construcción de la casa. Pero entiendan todas las piedras de esta casa lo que han cantado. Se edifica la casa a Dios, pero no en aquel lugar en que la edificó Salomón. Salomón edificó ciertamente el templo1, y sobre este templo habéis oído lo que ahora dijo el Señor. Al contemplar los discípulos las piedras del templo y su gran tamaño, manifestaron al Señor su admiración y estupor; entonces les dice el Señor: Os aseguro a vosotros que no quedará piedra sobre piedra que no quede derruida2. Ahora no se edifica tal casa.Fijaos que no se construye en un lugar, en alguna parte, puesto que el salmo comienza así:

2. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra. Si toda la tierra canta un cántico nuevo, se edifica cuando canta; pues el mismo cantar es edificar; pero si no, es que se canta el cántico viejo. La codicia de la carne canta el cántico viejo; el amor de Dios, el nuevo. Todo lo que cantes procediendo de la codicia, lo cantas según el cántico viejo, ya que, aun cuando suenen en la boca palabras de cántico nuevo, no es hermosa la alabanza en la boca del pecador3. Mejor es que no cantes el cántico nuevo, que cantes el viejo, porque si tú fueras nuevo y callases, no suena a los oídos de los hombres, pero tu corazón no deja de cantar el cántico nuevo, que llega a los oídos de Dios, el que te hizo hombre nuevo. Amas y callas; pues bien, el amor es voz que se dirige a Dios, el mismo amor es el cántico nuevo. Un nuevo mandamiento os doy: que os améis unos a otros4. Luego toda la tierra canta el cántico nuevo; en ella se edifica la casa. Luego toda la tierra es la casa de Dios; el que no se adhiere a ella es escombro, no casa; escombros viejos, de los cuales es figura el templo antiguo, porque en él se llevó a cabo la demolición de lo viejo, para ser edificado lo nuevo. ¿Cómo se destruiría lo viejo? Os aseguro, dice Jesús, os aseguro a vosotros que no quedará piedra sobre piedra que no sea demolida. La piedra es Cristo; y también dice el Apóstol: cuantos en Cristo fuisteis bautizados, de Cristo os habéis revestido5. Si se viste de Cristo todo el que se bautiza en Cristo, ¿quién coloca la piedra sobre piedra? El que impone bautismo sobre bautismo. Pero no temáis: No quedará piedra que no sea demolida. Las piedras empleadas para la nueva casa que se edifica después de la cautividad, de tal modo se unen y en tal modo reduce a unidad la caridad, que ya no hay piedra sobre piedra, sino que todas ellas son una sola piedra. No os asombréis; esto lo hizo el cántico nuevo; es decir, esta innovación se debió a la caridad. El Apóstol nos fuerza, y, sujetados, nos entrelaza en aquella unidad, diciendo: Soportándoos unos a otros con caridad, cuidando de conservar la unidad del espíritu con el vínculo de la paz6. Donde hay unidad de espíritu, hay una sola piedra, pero una piedra formada de muchas piedras. ¿Cómo se hizo una de muchas? Soportándose mutuamente con caridad. Luego prosigue edificándose la casa del Señor, Dios nuestro; todavía se edifica. Esto se hizo, esto se hace, esto lo hacen estas lecturas, esta predicación del Evangelio en todo el orbe de la tierra. Todavía se continúa edificando. Esta casa creció mucho, se engrosó con muchas gentes; sin embargo, aún no se apoderó de todas las naciones; creciendo retiene a muchas; se apoderará de todas. No obstante las contradicciones de aquellos que se glorían de ser sus domésticos, y dicen: "Ya decrece". No, todavía sigue creciendo; aún han de creer todas las naciones que todavía no creen. Para que nadie diga: "Pero aquella lengua o nación ¿ha de creer? ¿Acaso han de creer los bárbaros?" ¿Qué quiere decir el haberse dado a conocer el Espíritu Santo en lenguas de fuego?7 Que no es tanta la dureza de cualquier lengua, que no sea quebrantada por aquel fuego. Ya tenemos que muchas naciones bárbaras creyeron en Cristo. Parajes adonde no alcanzó la dominación romana son poseídos ya por Cristo. Lo que todavía está cerrado para los que luchan con espada, está abierto para aquel que combate con el leño. Pues el señor reinó por el madero. ¿Quién es el que combate con el leño? Cristo. Por medio de su cruz venció a los reyes; y, sometidos, la fijó en su frente; y se glorían de ella, porque en ella se encuentra su salvación. Se hace esto. Así crece la casa; así es edificada. Para que la conozcáis, oíd lo que sigue del salmo. Obreros y constructores, ved la casa: Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra.

3. [vv.2-3]. Cantad al Señor, bendecid su nombre; dad de día en día el buen anuncio de su salvación. ¿Cómo va creciendo su edificio? Dad, dice, de día en día el buen anuncio de su salvación. Que se predique día tras día; se edifique día tras día; crezca mi casa, dice Dios. Y como si se preguntase por los obreros: "¿En dónde nos mandas edificarla? ¿Dónde quieres que crezca tu casa? Escógenos un lugar llano, espacioso, si quieres edificarte una amplia casa. ¿Dónde nos mandas que anunciemos bien de día en día?", él da a conocer el lugar diciendo: Anunciad en las naciones su gloria. Su gloria, dice, anunciadla en las naciones: Su gloria, no vuestra gloria. ¡Oh constructores!, anunciad como es debido su gloria en las naciones. Si queréis anunciar la vuestra, caeréis; si la de él, seréis edificados cuando edificáis. Por eso los que pretendieron anunciar su gloria, no quisieron permanecer en esta casa, y por eso mismo, no cantan el cántico nuevo con toda la tierra. Pues no se comunican con el resto del orbe, y por lo tanto no son constructores de la casa, sino que levantaron una pared blanqueada. ¡Cuántas amenazas no profiere Dios contra la pared blanqueada! Existen infinidad de testimonios proféticos, en los que Dios maldice la pared blanqueada.¿Qué es la pared blanqueada? Hipocresía, simulación. Exteriormente brilla, interiormente es fango. Lo que he de decir, ya se ha dicho; pero como se dijo por aquel Espíritu que también se dignó el Señor impartirme a mí, yo también lo he dicho; y lo que digo ahora en nombre del mismo Espíritu, lo dijeron también los que me precedieron. Luego no ha de pasarse por alto, sino que ha de decirse, ya que se dijo por donación de Dios. Cierto escritor, al hablar de esta pared blanqueada, dice esto: "así como si haces una puerta en una pared no unida a otras, sino levantada ella sola, todo el que entra por ella, se halla fuera, del mismo modo, al que se halla en aquella parte que no quiere cantar el cántico nuevo, sino levantar una pared, y ésta blanqueada y no cimentada, ¿de qué le sirve que tenga puerta?" Si entras, estás fuera. Ellos no entraron por la puerta, y su puerta no conduce a dentro, pues el Señor dice: Yo soy la puerta; por mí se entra. ¿Quiénes entran por la puerta? Los que practican lo que se escribió: anunciad bien su gloria en las naciones. El que entra por la puerta, dice el Señor, es el pastor de las ovejas, pero el que trepa por otros lados es ladrón y salteador8. El que entra por la puerta es humilde, el que trepa por otros lados, es soberbio; por eso dijo que uno entró y otro subió o trepó. Pero el uno, entrando, es recibido, y el otro, trepando, se precipita en el abismo. Anunciad su gloria en las naciones. ¿Qué significa en las naciones? Quizá se nombran unas pocas; y por eso puede decir aquel grupo que edificó la pared blanqueada: ¿Pues qué? ¿No son gentes o naciones Getulia, Numidia, Mauritania y Bizancio? ¿También las provincias son gentes? que la palabra de Dios, que edifica la casa en todo el orbe de la tierra, anule la voz de la hipócrita pared blanqueada. Poco indicó cuando dijo: Anunciad su gloria en las gentes. Y para que no pensases que exceptuaba otras naciones, prosigue y dice: Anunciad en todos los pueblos sus maravillas.

4. [v.4]. Porque grande es el Señor y muy digno de toda alabanza. ¿Quién es este Señor, sino Jesucristo, grande y por encima de toda alabanza? ¿Qué señor, fuera de Cristo, es grande y digno de alabanzas por encima de toda expresión? Sabéis bien que se presentó hecho hombre, que fue concebido en el seno de una mujer, que nació, que fue amamantado y llevado en brazos, que fue circuncidado, que se ofreció en holocausto por el hombre, que creció; que, como bien sabéis fue abofeteado, escupido, coronado de espinas, crucificado, muerto y herido con la lanza; sabéis que padeció todas estas cosas; sin embargo, es grande y digno de alabanza por encima de toda palabra. No despreciéis al pequeño; consideradle grande. Se hizo pequeño porque erais pequeños; tenedle por grande, y en él seréis grandes. Es así, pues, como se edifica la casa, así se erige la mole en la misma casa, así crecen las piedras que se emplean en el edificio. Creced, tened a Cristo por grande; el pequeño es grande, y muy grande. Agotó las palabras; quería expresar cuán grande era. Aunque todo el día estuviera diciendo: "Grande, grande" ¿qué diría? Estando hablando todo el día, terminaría en algún momento de decir grande, porque el día se termina; y su grandeza es anterior al día, más allá del día, y sin día. Luego ¿qué diría? Que el Señor es grande y digno de alabanza sobre toda palabra. ¿Qué ha de decir la diminuta lengua para alabar lo grande? Diciendo sobre toda palabra, emite una expresión, y ofrece al pensamiento algo para que recapacite. Es algo así como si dijera: "Lo que yo no puedo expresar, piénsalo tú, y cuando lo pienses sábete que es poco". Lo que no puede explicar la inteligencia de nadie, ¿lo explicará la lengua de alguien? Grande es el Señor y digno de alabanza sobre toda palabra. Sea alabado, sea predicado; sea anunciada su gloria, pues así se edifica la casa.

5. Más temible que todos los dioses. ¿Existen dioses, sobre los que él es más terrible? Veamos a quiénes se refiere, y veremos por qué lo dice. Mientras tanto, antes de que lo explique, fijaos en una cosa, queridos. Quien aparecía como acobardado entre los hombres, es temible más que todos los dioses. ¿Acaso no se amotinaron las gentes y los pueblos planearon fracasos contra el Señor y contra su Cristo?9 ¿Acaso no le acorralaron los toros cebados? ¿Acaso no se enfureció contra él el león rugiente10, y penetrando en el corazón de sus perseguidores, exclamó: ¡Crucifícalo, crucifícalo!11, como si el que es terrible, no sobre todos los hombres, sino sobre todos los dioses, se atemorizara por este bramido? Así pues, el lugar donde quiere construirse la casa, es un lugar selvático; por eso se dijo en el salmo de ayer: La hemos hallado en los campos de la selva. Buscaba, pues, la casa cuando decía: En los campos de la selva. ¿Y cómo es que era selvático aquel lugar? Los hombres adoraban los ídolos. No tiene nada de extraño que apacentasen puercos. De hecho, el hijo que abandonó a su padre, y que despilfarró todos sus bienes, viviendo licenciosamente con las rameras, apacentaba puercos12, es decir, adoraba a los demonios. Así pues, por la misma superstición de los gentiles, toda la tierra se había convertido en selva. Pero el que edifica la casa tala la selva; y por eso mismo se dijo: Cuando después de la cautividad, se edifique la casa, pues los hombres se hallaban cautivos bajo el dominio del diablo, sirviendo a los demonios, pero fueron redimidos de su cautividad. Se pudieron vender, pero no redimir. Vino el Redentor, y pagó el costo; derramó su sangre y compró el orbe de la tierra. Me preguntaréis: "¿Qué compró?" Mirad lo que dio y sabréis lo que compró. La sangre de Cristo es el precio. ¿Cuánto vale? Todo el orbe, todas las gentes. Demasiado ingratos son en su estimación, o demasiado soberbios, quienes dicen que fue tan exiguo el pago, que sólo compró a los africanos; o que son ellos tan grandes, que sólo por ellos se dio tal precio. No se ensalcen, no se engrían. Por todos dio cuanto dio. Él sabe lo que compró, porque conoce el precio de lo comprado. Luego como hemos sido redimidos, después de la cautividad se edifica la casa. ¿Y quiénes son los que nos retenían en la cautividad? Veamos primero que la tarea de talar la selva se les confió a aquellos a quienes se dice; ¡Anunciad! Deberán también extirpar la selva, liberar de la cautividad de los demonios y, con su anuncio del que está sobre todos, erigir y edificar, la grandeza de la casa de Dios. Luego todas las gentes tenían por dioses a los demonios: les llamaban dioses y eran demonios, como nos dice muy claramente el Apóstol: Los sacrificios de los gentiles, son inmolados a los demonios, y no a Dios13. Luego como se hallaban cautivas, porque inmolaban a los demonios, y por ello toda la tierra permanecía selvática, es anunciado éste como grande y digno de alabanza sobre toda palabra.

6. [v.5]. ¿Y cómo se da a conocer su grandeza, para que extirpe las supersticiones, bajo las cuales se hallaba cautivo el pueblo, a quien vino a redimir el terrible sobre todos los dioses? Y como si se le dijera: ¿Por qué dijiste: sobre todos los dioses? ¿Es que son dioses? Continúa diciendo: Porque todos los dioses de los gentiles son demonios. Ponga atención vuestra caridad. Algo grande decía poco antes, al decir: Grande es el Señor; y como si le faltase algo en su alabanza, añadió: Y digno de alabanza sobre toda palabra. ¿No es que os dije que el salmista dejó a vuestro parecer, lo que no podía expresar con palabras? Y al expresarse él con palabras, ¿qué grandeza me dijo de nuestro Señor Jesucristo? ¿Qué está sobre todos los demonios? Al decir que es más temible que todos los dioses, añadió: Porque todos los dioses de las naciones son demonios. No es cosa grande estar sobre los demonios, pues tú lo estarás si quieres, creyendo en él. ¿Es cierto que la misma magnitud de la alabanza es: Grande es el Señor, y digno de ser alabado sobre toda palabra? Queriendo la lengua humana explicar, según podía, la grandeza, aun cuando sea el gran pulsador del instrumento el Espíritu Santo, sin embargo, debido a la limitación del espíritu humano, pronuncia sílabas, pero engendra pensamientos; queriendo, pues, explicar esta lengua la grandeza, ¿qué dice? Grande es el Señor, y digno de ser alabado por encima de toda palabra. Di, di hasta qué punto es digno de alabanza; dilo: Es temible, dice, sobre todos los dioses. ¿Por qué has dicho sobre todos los dioses? Porque todos los dioses de los gentiles son demonios. Pero al superar todos los dioses de los gentiles, que son demonios, ¿es esa toda la alabanza de aquel que es digno de ser alabado superando toda palabra? Espera un momento, y escucha lo que sigue: El Señor ha hecho los cielos. Luego ya no se halla únicamente sobre los demonios, sino sobre todos los cielos que ha creado. Si hubiera dicho: Sobre todos los dioses, puesto que todos los dioses de los gentiles son demonios, y en esto únicamente se quedase la alabanza del Señor, habría dicho menos de lo que nosotros acostumbramos a pensar de Cristo; pero, habiendo dicho: El Señor hizo los cielos, fijaos en la distancia que hay entre los cielos y los demonios. Y mirad también la distancia que hay entre los cielos y el mismo que los creó. Aquí tenéis cuán excelso es el Señor. No dijo: "El Señor está sentado en los cielos", pues quizá alguno podría pensar que otro hizo los cielos, sobre los cuales había de sentarse él; sino que dijo: El Señor hizo los cielos. Si hizo los cielos, hizo también los ángeles. Él hizo a los ángeles y a los Apóstoles. A los Apóstoles se sometían los demonios, y los Apóstoles eran cielos que llevaban al Señor. ¿Y a qué Señor llevaban? A aquel por quien fueron hechos. Mira que sí son cielos: Los cielos proclaman la gloria de Dios14. A estos mismos cielos se les dice: Los cielos proclaman la gloria de Dios. A los mismos cielos se les dice: Anunciad su gloria en las naciones, y entre todos los pueblos sus maravillas. Porque grande es el Señor y digno de alabanza por encima de toda palabra, y temible sobre todos los dioses. ¿Qué dioses? Porque todos los dioses de los gentiles son demonios. Y él es terrible sobre todos estos dioses. Pues el Señor hizo los cielos. ¡Oh cielos, creados por el Señor, anunciad alos gentiles su gloria! Edifíquese la casa por toda la tierra, que cante toda la tierra el cántico nuevo.

7. [v.6]. Confesión y belleza están en su presencia. ¿Amas la belleza? ¿Quieres ser bello? ¡Confiésate! No dijo "belleza y confesión", sino confesión y belleza. Eres feo; confiésate y serás bello. Eras pecador; confiésate y serás justo. Te puedes afear, pero no puedes hermosearte. ¿Cuál es nuestro esposo, que se enamoró de una fea, para hacerla hermosa? ¿Cómo —dirá alguno— pudo amar a la fea? Dice él: No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores15. A los que llamas, siendo pecadores, ¿los llamas para que permanezcan como pecadores? No. ¿Por qué no seguirán siendo pecadores? La confesión y la hermosura están en su presencia. Confiesen sus pecados; arrojen los males que con avidez devoraron; no vuelvan al vómito como aquel perro asqueroso16, y entonces tendrá lugar la confesión y vendrá la hermosura. Amamos la hermosura; optemos por la confesión, y sobrevendrá la hermosura. También hay quien ama el poder, y quien ama la fama; quiere ser excelso como los ángeles; En los ángeles hay cierta magnificencia y tan gran poder, que, si hicieran cuanto pueden, no se los podría soportar. Pero todo hombre desea el poder de los ángeles, pero no desea así su justicia. Ama primero la justicia, y te sobrevendrá el poder. ¿Cómo continúa el salmo? Santidad y majestad están en su presencia. Tú tratas de conseguir la majestad; ama en premier término la santidad, y cuando te hayas santificado, serás poderoso. Si, posponiendo la justicia, quieres ser primeramente poderoso, caerás antes de alzarte, pues no te levantarás, sino que te engreirás. Mejor te levantas si te apoya el que no cae. El que no cae, descendió hasta ti. Tú caíste; él bajó y te alargó la mano. Como tú, por ti mismo no puedes levantarte, estrecha la mano del que vino a ti; te levantará el fuerte.

8. [v.7]. ¿Y qué más? Si la santidad y la hermosura están en su presencia, la santidad y el esplendor están en su santuario, y esto es lo que anunciamos cuando edificamos la casa; de esta forma ya está anunciado a los gentiles; ¿Qué deben hacer las naciones a las que se lo anunciaron quienes talaron la selva? Ahora volviéndose a estas gentes, les dice: aclamad al Señor, familias de los pueblos; aclamad la gloria y el honor del Señor. No a vosotros, porque aquéllos os anunciaron la gloria del Señor, no la suya. Tributad también vosotros gloria y honor, y decid: No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria17. No pongáis la esperanza en el hombre. Si cada uno de vosotros está bautizado, diga: "Me bautizó aquél a quien dijo el amigo del esposo: Él es el que bautiza"18. Si decís esto, tributáis gloria y honor al Señor.

9. [v.8]. Aclamad la gloria del nombre del Señor. No al nombre de los hombres, no a vuestro nombre, sino a su nombre rendidle gloria. Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas; Llevadle ofrendas. ¿Qué habéis de ofrecer al entrar en sus atrios? La casa ya ha crecido, y se han edificado atrios; los que llevan ofrendas, que entren en los atrios. ¿Llevaremos toros, machos cabríos, u ovejas? No, en absoluto, pues si hubieras querido algún sacrificio, te lo habría ofrecido, sin duda. Él nos proporciona la víctima que debemos ofrecer. Mirad a ver si no es la misma que hace poco os dije: Confesión y belleza están en su presencia. La confesión es una ofrenda agradable a Dios. ¡Oh gentes!, que queréis entrar en los atrios del Señor: no entréis con las manos vacías. Tomad las ofrendas. ¿Qué ofrendas hemos de llevar con nosotros? El sacrificio a Dios es un espíritu quebrantado. Un corazón contrito y humillado Dios no lo desprecia19. Entra con corazón humilde en la casa de Dios, y habrás entrado con ofrendas. Si eres soberbio, entras vacío. ¿Por qué te engríes? Porque estás vacío. Si estuvieras lleno, no te inflarías. ¿Cómo estarías lleno? Tomando contigo la ofrenda que has de llevar a los atrios del Señor. No nos detengamos ya por más tiempo. Recorramos deprisa lo que falta. Ved la casa creciente; ved el edificio extendido por todo el mundo. Alegraos porque habéis entrado en los atrios. Alegraos porque fuisteis edificados como templo de Dios. Los que entran, ellos mismos se edifican; ellos mismos son casa de Dios. Él es el habitante para el cual se edifica la casa en todo el orbe de la tierra, y esto tiene lugar después de la cautividad. Tomad las ofrendas y entrad en sus atrios.

10. [v.9-10]. Adorad al Señor en su santo atrio, en la Iglesia católica: este es su atrio santo. Que nadie diga: Aquí está Cristo; o Cristo está allí. Han de aparecer falsos profetas. Tú diles esto: No ha de quedar piedra sobre piedra, que no sea destruida20; estáis llamando y convocando a vueltos hacia una pared blanqueada. Yo adoro a mi Dios en el atrio santo.

11. Tiemble en su presencia la tierra toda; decid a los pueblos: El señor ha reinado desde el madero. Afianzó el orbe de la tierra, que no se moverá. ¡Qué testimonios tan relevantes sobre la construcción de la casa de Dios! Truenan las nubes del cielo a los cuatro costados que ha de edificarse la casa del Señor por todo el orbe, y croan las ranas de las ciénagas, diciendo: "Sólo nosotros somos cristianos" ¿qué testimonios aduzco? Los del salterio. Aduzco los testimonios que tú, sordo, cantas. Destapa tu oído; tú los cantas; los cantas conmigo, y no estás acorde conmigo; tu lengua pronuncia lo que la mía, pero tu corazón disuena del mío. ¿No cantas tú estos mismos? Escucha los testimonios del orbe de la tierra: tiemble en su presencia la tierra entera. ¿Y tú dices que no se mueve? Decid en medio de las naciones que el Señor reinó desde el leño. ¿Acaso lograron esto porque reinan mediante los palos de los Circunceliones? Reina mediante la cruz de Cristo, si quieres reinas desde el madero. Tu leño te convierte en madera apta para el fuego, y el de Cristo te hace atravesar el mar. Oyes el salmo que dice: Afianzó el orbe de la tierra, que no se moverá, y tú dices que no sólo se conmovió después del afianzamiento, sino que disminuyó. ¿Dices tú la verdad y miente el salmo? Dicen la verdad los seudoprofetas que claman: He aquí a Cristo; ¿No lo veis allá? ¿Y el profeta miente? Hermanos, contra estas clarísimas palabras, habéis oído el griterío en las encrucijadas: "Aquel traicionó; aquel otro traicionó". ¿Qué dices? ¿Han de ser oídas tus palabras, o las de Dios? Afianzó el orbe de la tierra, y no se moverá. Yo te muestro edificado el orbe terráqueo; toma la ofrenda y entra en los atrios del Señor. Quizás no quieres entrar porque no tienes ofrendas. ¿Qué significa esto? Que si Dios te mandara ofrecer toros, cabritos, carneros, tendrías qué ofrecer; pero te manda un corazón humilde, y no quieres entrar. No encuentras en ti esta ofrenda, porque te hinchaste por la soberbia. Afianzó el orbe de la tierra, y no se moverá. Juzgará a los pueblos con equidad. Entonces se compungirán los que ahora no quieren amar la justicia.

12. [v.11]. Alégrense los cielos, y goce la tierra. Regocíjense los cielos que narran la gloria de Dios; regocíjense los cielos que hizo el Señor, y alborócese la tierra, que riegan los cielos. Pues los cielos son los predicadores, y la tierra los oyentes. Retumbe el mar y cuanto lo llena. ¿Qué mar? El mundo. Se agitó el mar y cuanto en sí contiene, porque todo el mundo se agitó contra la Iglesia, al ser dilatada, y al verla edificada y extendida por toda la tierra. Sobre este alboroto oísteis en el Evangelio: Os entregarán para ser juzgados21. Se conmovióel mar. ¿Pero cuándo venció al que hizo los cielos?

13. [v.12-13]. Se alegrarán los campos y cuanto hay en ellos. Todos los pacíficos, todos los mansos, todos los justos, son campo de Dios. Entonces vitorearán todos los árboles de la selva. Los árboles de la selva son los paganos. ¿Por qué se regocijarán ya? Porque fueron cortados del acebuche, e injertados en el olivo22. Entonces se alborozarán todos los árboles de la selva. Porque fueron cortados inmensos cedros y cipreses, y fueron trasladados, hechos maderos incorruptibles, para edificación de la casa. Eran árboles que pertenecían a la selva, pero antes de ser empleados en el edificio. Eran ciertamente árboles selváticos, pero antes de ser olivos.

14. [v.13]. Se alborozarán entonces todos los árboles del bosque, en la presencia del Señor, porque ya viene, porque viene a juzgar la tierra. Vino una primera vez, y ha de venir después. Primeramente vino a su Iglesia, llevado por las nubes. ¿Qué nubes lo transportaron? Los Apóstoles que lo predicaron, de los cuales oísteis cuando se leía el Apóstol: Somos embajadores de Cristo. Por Cristo os exhortamos a reconciliaros con Dios23. Sin hablar de la segunda venida, en la cual ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos, diremos que las nubes en las que vino la primera vez, son los Apóstoles. Primeramente vino en nubes. Pues esta fue la voz que se oyó primeramente en el Evangelio: Dentro de poco veréis al Hijo del hombre venir sobre las nubes. ¿Qué significa dentro de poco? ¿No ha de venir el Señor más tarde, cuando haya llanto en todas las tribus de la tierra? Primeramente vino en los predicadores, llenando toda la tierra. No nos opongamos a la primera venida, para que no nos horroricemos en la segunda. ¡Ay entonces de las que se hallen encinta y amamantando! Hace poco oísteis en el Evangelio: Estad atentos, porque no sabéis la hora en que ha de venir24. Esto se dijo simbólicamente. ¿Pues quiénes son las embarazadas y lactantes? Las que están encinta son las almas que han puesto su esperanza en el mundo. Y las lactantes las que consiguieron lo que esperaban. Por ejemplo: ¿quiere alguien comprar una estancia del campo? Se halla encinta, pues todavía no la consiguió; el seno está preñado de esperanza. La ha comprado ya? Dio a luz y ya amamanta lo comprado. ¡Ay de las que se hallan encinta y dando de mamar! ¡Ay de los que tienen puesta la esperanza en el mundo! ¡Ay de los que se apegan a las cosas que dieron a luz en la esperanza del siglo! ¿Qué debe hacer el cristiano? Usar del mundo, no servir al mundo. ¿Qué quiere decir esto? Que posea como si no poseyera. Así dice el Apóstol25, así exhorta a los que no quiere que se hallen en aquel día como las que están encinta y dando de mamar; así los exhorta: Por lo demás, hermanos, el tiempo es breve; resta que los que tienen mujeres, vivan como si no las tuvieran, y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si no se alegraran; y los que compran, como si no poseyeran, y los que disfrutan de este mundo, como si no disfrutasen, pues pasa la representación de este mundo. Yo quiero que estéis sin preocupaciones. El que está sin cuidados espera seguro la venida de su Señor. ¿En qué consiste el amor a Cristo? En temer que venga? Hermanos, ¿no nos avergonzamos? Amamos y tememos que venga. ¿Amamos de verdad? ¿O amamos más nuestros pecados? Odiemos los pecados y amemos al que ha de venir a castigar los pecados. Vendrá, querámoslo o no, pues no porque no viene ahora, no ha de venir. Vendrá, sí, y vendrá cuando lo ignoras. Pero si te encuentra preparado, en nada te perjudica el ignorarlo. Entonces se alborozarán todos los árboles de la selva en la presencia del Señor, porque viene; es decir, en su primera venida. ¿Y después qué? Él vendrá a juzgar la tierra. Y se alborozarán también todos los árboles de la selva. Vino una primera vez; y vendrá después una segunda a juzgar la tierra, y encontrará jubilosos a los que creyeron en su primera venida, porque viene.

15. Juzgará el orbe de la tierra con justicia. No una parte de la tierra, pues no compró sólo una porción. Ha de juzgar a todo el orbe de la tierra, puesto que por todo él pagó su precio. Habéis oído en el Evangelio: cuando venga, congregará de los cuatro vientos a sus elegidos26. Congrega a los elegidos de los cuatro vientos; luego a los de todo el mundo. Porque el mismo nombre de Adán (como alguna vez os he dicho), significa el orbe de la tierra en la lengua griega: Adán tiene, de hecho, cuatro letras: A, D, A, y M. Según hablan los griegos, los nombres de las cuatro partes del orbe comienzan por estas letras: Al Oriente le llaman los griegos Anatolén; al Occidente, Dýsin; al Aquilón (Norte) lo denominan Árkton, y al Mediodía (Sur), Mesembrían. Así se forma la palabra Adam. Luego Adán se halla diseminado por todo el orbe terráqueo. Se halló en un lugar y allí cayó, y reducido, en cierto modo, a polvo, llenó el orbe de la tierra; pero la misericordia de Dios recogió de todas partes los fragmentos, los fundió con el fuego de la caridad, e hizo uno de lo que se había convertido en pedazos. Esto lo supo hacer el Artífice. El que hizo, restauró; el que formó, reformó. Juzgará el orbe de la tierra con justicia, y a los pueblos con su verdad. ¿Cuál es la justicia y la verdad? Congregará consigo a sus elegidos para juzgar, pero a los otros los separará, pues pondrá unos a la derecha y los otros a la izquierda. ¿Qué cosa más equitativa, más justa, más verdadera, que quienes no quisieron hacer misericordia antes de venir el juez, no deban esperar misericordia de su parte? Por el contrario, los que la practicaron, serán juzgados con misericordia, ya que se dirá a los de la derecha: venid benditos de mi Padre; recibid el reino que se os preparó desde el origen del mundo. Y teniendo en cuenta sus obras de misericordia, les dirá: Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber, etc. ¿Y qué se les tendrá en cuenta a los de la izquierda? Que no quisieron obrar la misericordia. ¿Y adónde irán? Id al fuego eterno, se les dirá. Este anuncio adverso producirá un gran gemido. Pero ¿Qué dice otro salmo? En memoria eterna vivirá el justo, y no temerá las malas noticias27. ¿Cuáles son las malas noticias? Id al fuego eterno que estaba preparado para el diablo y sus ángeles28. El que se alegró en el anuncio bueno, no temerá el malo. ¡Cómo se alegrarán por el anuncio bueno: Venid benditos de mi Padre! ¿Qué anuncio malo no temerán? Id al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles. Esta es la justicia, esta es la verdad. Juzgará, pues, al orbe de la tierra en justicia, y a los pueblos en su verdad. ¿Acaso porque tú eres injusto, no ha de ser justo el juez? ¿O porque tú eres mendaz, no ha de ser veraz la verdad? Si quieres tenerle misericordioso, sé tú misericordioso antes de que venga; paga al acreedor, y da de lo que te sobra. ¿Pues de quién das? De él. Si dieses de lo tuyo, sería prodigalidad; pero dando de lo que es de él, es devolución. ¿Qué tienes que no hayas recibido?29 Las ofrendas gratísimas a Dios son la misericordia, la humildad, la confesión, la paz, la caridad. Practiquemos estas ofrendas, y esperemos seguros la venida del juez, que juzgará el orbe de la tierra con equidad, y a los pueblos en su verdad.