Sermón al pueblo 1
Cartago. Entre septiembre y diciembre del 412
1. Este es el salmo con el cual se atrevió el demonio a tentar a nuestro Señor Jesucristo. Escuchémoslo, pues, para ser instruidos y poder así resistir al tentador, sin confiar en nosotros, sino en aquel que fue tentado primero, para que nosotros no fuéramos vencidos en la tentación. Él no tenía necesidad de ser tentado. La tentación de Cristo es para nuestra enseñanza. Porque si ponemos atención a lo que él respondió al diablo, y hacemos nosotros lo mismo al ser tentados, entonces entramos por la puerta, como habéis oído en la lectura del Evangelio. ¿Y qué es entrar por la puerta? Entrar por Cristo. Así dijo él: Yo soy la puerta1. ¿Qué es entrar por Cristo? Imitar los caminos de Cristo. ¿Y en qué hemos de imitar los caminos de Cristo? ¿Acaso en su propia magnificencia, como Dios encarnado? ¿Es que nos aconseja o nos exige a nosotros hacer milagros como los que él realizó? ¿O nuestro Señor Jesucristo no está ahora, como siempre, gobernando el mundo entero? ¿Será que llama al hombre a ser imitador suyo, para que con él gobierne el cielo y la tierra y todo cuanto hay en ellos; o que incluso sea él también el creador, por quien se dé existencia a todas las cosas, como todas fueron hechas por Cristo? No, no es así; no te invita nuestro Dios y Salvador Jesucristo a todo lo que hizo en el principio, de lo que se dijo: Todas las cosas han sido hechas por él2, ni siquiera a las que hizo en la tierra. No te dice, por ejemplo: No serás discípulo mío si no caminas sobre el mar3; o si no resucitas a un muerto de cuatro días4; o si no logras abrir los ojos a un ciego de nacimiento5. No, tampoco te pide esto. ¿Qué es, entonces, entrar por la puerta? Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón6. Debes fijarte en lo que él se ha hecho por ti, para que lo imites. Milagros los había hecho aun antes de nacer de María. ¿Quién los habría hecho, sino aquél, de quien se dijo en Otro salmo: El único que hace grandes maravillas?7 Quienes hicieron algún milagro antes de su venida, lo hicieron gracias a su poder. Si Elías resucitó a un muerto, fue con el poder de Cristo8. A no ser que Pedro fuera superior a Cristo, puesto que Cristo curó a un enfermo con su palabra9, mientras que a Pedro le llevaban los enfermos para que, al menos su sombra, al pasar, los tocase10. ¿Tenía, pues, más poder Pedro que Cristo? ¿Quién sería tan demente, para afirmar esto? ¿Por qué tenía Pedro tal poder? Porque con él estaba Cristo. Por eso dijo: Todos los que han venido antes son ladrones y salteadores11, es decir, los que han venido por su voluntad, sin que yo los haya enviado, los que vinieron sin mí, en los que yo no estaba, y a quienes yo no introduje. Luego todos los milagros que se hicieron antes o después de Cristo, son obra del mismo Señor, el que los realizó también con su presencia. Tampoco te invita a hacer esos milagros que él hizo antes de encarnarse. Pero ¿a qué te exhorta? A que lo imites en lo que él no habría podido hacer si no se hubiera hecho hombre. ¿Habría podido soportar sufrimientos, sin hacerse hombre? No habría podido morir, ni ser humillado y crucificado sin ser hombre. Por tanto, cuando tú soportas las incomodidades de este mundo, obras del diablo abiertamente, sea por medio de los hombres, o de forma oculta por sí mismo, como hizo con Job, sé fuerte, sé sufrido; habitarás bajo el amparo del Altísimo, como dice este salmo. Pues si te apartas de la ayuda del Altísimo, no pudiendo valerte por ti mismo, caerás.
2. Hay muchos que son fuertes cuando sufren persecuciones de los hombres, y ven claramente que se ensañan contra ellos. Creen que están imitando los sufrimientos de Cristo, si son los hombres quienes los persiguen abiertamente. Pero si es el diablo quien los molesta a ocultas, creen entonces que no serán coronados por Cristo. No tengas miedo cuando imitas a Cristo. Cuando el Señor fue tentado por el diablo, no estuvo presente ningún hombre en el desierto; lo tentó ocultamente, pero fue vencido claramente cual se ensañó contra él12. Haz tú también lo mismo si quieres entrar por la puerta, cuando el enemigo te tienta a escondidas, cuando busca al hombre para causarle daños corporales, como perjudicar su salud con fiebres, o con alguna enfermedad u otras molestias corporales, como las tuvo que sufrir Job. Al diablo no lo veía, pero conocía el poder de Dios. Sabía que el diablo no le podía hacer nada sin el consentimiento de quien tiene el sumo poder: le daba toda la gloria a Dios, negando todo poder al diablo. Cuando le arrebató todas las cosas, dijo: El señor me lo ha dado, y el señor me lo ha quitado. No dijo: El Señor me lo ha dado, y el diablo me lo quitó; puesto que nada le habría quitado el diablo, si no se lo hubiera permitido el Señor. Y el Señor lo permitió para probar al hombre y vencer al diablo. Incluso cuando le cubrió de llagas, el Señor se lo permitió. Fue cubierto de putrefacción de la cabeza a los pies, y hasta los gusanos le corrían por las heridas; ni siquiera entonces Job le atribuyó poder alguno al diablo. Y cuando su esposa, la única de la familia que el diablo había dejado intacta, no para consolar a su marido, sino para colaborar en la tentación, le dijo a Job: Di alguna palabra contra Dios y muérete, así le contestó: Has hablado como una mujer necia: Si hemos recibido los bienes de la mano del Señor, ¿No vamos a soportar los males?13
3. [vv.1-2]. Luego el que imita a Cristo de modo que llega a tolerar todas las molestias de este mundo, y que, poniendo en él la esperanza, ni los halagos le cautivan, ni el temor le doblega, éste es el habita bajo el amparo del altísimo, y el que mora protegido por el Dios del cielo, como habéis oído y cantado en el salmo; pues con estas palabras comienza el salmo. Y en cuanto a las palabras con las que el diablo tentó al Señor, las reconoceréis cuando lleguemos a ellas, pues son bien conocidas. Dirá al Señor: Tú eres mi protector y mi refugio, Dios mío. ¿Quién dice esto al Señor? El que habita al amparo del Altísimo. ¿Y quién es el que habita al amparo del Altísimo? El que no habita bajo su propio amparo. ¿Quién es el que habita al amparo del Altísimo? El que no es soberbio, como aquellos que comieron para ser como dioses, y perdieron lo que tenían cuando fueron creados como hombres inmortales. Quisieron ampararse bajo sus propios recursos, y no bajo el amparo del Altísimo; escucharon la invitación de la serpiente, despreciando el mandato de Dios; y se encontraron con lo que Dios les había amenazado, no con lo que les había prometido el diablo14.
4. [v.3]. Di, pues, tú también estas palabras: Esperaré en él, porque él me librará, no seré yo quien me libre. Mira a ver si enseña algo diverso de que toda nuestra esperanza no se ponga en nosotros mismos, ni en hombre alguno. ¿De qué te librará? De la trampa de los cazadores, y de la palabra dura. De la trampa de los cazadores: sí, es una importante liberación; ¿Y qué tiene de importante librarte de la palabra dura? Porque muchos, por la palabra dura, cayeron en la trampa de los cazadores. ¿A qué me estoy refiriendo? El diablo tiende lazos, y sus ángeles, como cazadores, tienden trampas; pero los que caminan en Cristo andan lejos de tales trampas; no tiene la osadía el demonio de tender trampas a Cristo. Las ponen a la vera del camino, pero no en el mismo camino. Que sea Cristo tu camino, y no caerás en la trampa del diablo. El que se aparta del camino está ya entre las trampas. A un lado y a otro pone trampas; coloca lazos por aquí y por allá; tú vas caminando entre las trampas. ¿Quieres caminar sin peligro alguno? No te desvíes ni a la derecha ni a la izquierda. Que sea tu camino el que por ti se hizo camino15, para conducirte a él por él, y no tendrás que temer el lazo de los cazadores. Pero ¿qué quiere decir librarte de la palabra dura? Hay quienes aseguran que a muchos el diablo los hace caer en la trampa por una palabra dura. Por ejemplo, los que han querido ser cristianos, y estando en medio de los paganos, tienen que sufrir las burlas de los paganos, y sienten vergüenza entre los insultantes, y por causa de la palabra dura abandonan el camino, cayendo así en las trampas de los cazadores. ¿Y a ti qué te hará la palabra dura? —Nada, respondes. ¿De verdad que no te hará nada el lazo al que te fuerza el enemigo por la palabra dura? Así como frecuentemente los cazadores tienden redes al pie de un cercado para cazar aves, y después tiran piedras contra el vallado, piedras que no han de herir a las aves, pues ¿cuándo herirá a un ave el que tira piedras contra un vallado? Y sin embargo, el ave temiendo el ruido extraño de las pedradas, cae en la red; así también los hombres, por miedo a las vanas y estúpidas palabras de quienes lo insultan, y por vergüenza a esos ridículos insultos, caen en los lazos de los cazadores, y quedan presos del diablo. Pero ¿por qué, hermanos, no voy a decir lo que no se debe callar, y que Dios me está impulsando a decir? Tomadlo como queráis, Dios me impulsa a decirlo, y si no lo digo caeré yo también en los lazos de los cazadores; pues si temo el qué dirán de los hombres, y por ello no lo digo, yo mismo, que os amonesto a no tener miedo a las palabras de los hombres, caigo por la palabra dura en las redes de los cazadores. ¿Y qué es lo que os voy a decir? Que así como el cristiano que vive entre cristianos, y oye de ellos palabras duras, y se avergüenza, cae en las trampas de los cazadores; así también entre los cristianos, aquellos que quieran ser más diligentes y mejores, tendrán también que oír burlas e insultos de los mismos cristianos. ¿Y de qué te servirá, hermano, que por fin hayas encontrado una ciudad, donde no hay ningún pagano? Nadie insulta allí al cristiano por ser cristiano, ya que no hay ningún pagano; pero hay muchos cristianos que viven mal su cristianismo, y si alguien entre ellos quiere vivir bien, y ser sobrio entre los ebrios, y casto en medio de los fornicarios, y dar un culto sincero a Dios en medio de los que consultan a los adivinos, con los que él no quiere saber nada; y quien desea acudir solamente a la Iglesia, en medio de los aficionados a las frivolidades de los teatros; también éstos tienen que sufrir palabras duras. Como, por ejemplo, los que le gritan: ¡Tú eres grande; tú eres justo; tú eres otro Elías; tú eres Pedro que ha bajado del cielo! Lo insultan, se mofan; a cualquier parte que se vaya, oye de una y otra parte palabras duras. Si entonces, por miedo se acobarda, y se aleja del camino de Cristo, cae en los lazos de los cazadores. ¿Y cómo hacer, para no apartarse del camino de Cristo, incluso teniendo que oír estas palabras? ¿Qué quiere decir ?no apartarse del camino?? Al oír estas palabras ofensivas, ¿dónde encontrará apoyo y consuelo, no haciendo caso de ellas, para no apartarse del camino, y entrar por la puerta? Dígase a sí mismo en tal situación: ¿Qué palabras estoy oyendo, yo que soy un siervo y un pecador? También mi Señor tuvo que oír: tú estás endemoniado16. Acabáis de oír la palabra dura que se le dijo al Señor. No era necesario que el señor oyera esta afrenta. Pero con ello te enseñó cómo debes portarte frente a las palabras ofensivas para no caer en las trampas de los cazadores.
5. [v.4]. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás. Dice esto para que tú no busques refugio en ti mismo, no vayas a creer que puedes protegerte a ti mismo. Él te protegerá para librarte; él te librará de la trampa de los cazadores, y de la palabra dura. Te cubrirá con sus plumas. Esto puede entenderse como la espalda o como el pecho. La espalda está cerca de la cabeza. Pero dado que dice: bajo sus alas te refugiarás, está claro que protegiéndote con las alas extendidas, tú estarás en medio y ellas a un lado y al otro, sin temor de que alguien te cause daño alguno. Procura no alejarte de allí, adonde ningún enemigo osará acercarse. Si la gallina protege sus polluelos bajo sus alas, ¡cuánto más seguro estarás tú bajo las alas de Dios, contra el diablo y sus ángeles, que como potestades aéreas, revolotean como gavilanes en derredor, para arrebatar al débil pollito! Con razón se comparó a la gallina con la Sabiduría de Dios; el mismo Cristo, nuestro Señor y Salvador, comparándose a sí mismo con la gallina, dijo: ¡Jerusalén, Jerusalén, cuántas veces he querido congregar a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos, y no has querido!17. No lo quiso aquella Jerusalén; querámoslo nosotros. Ella, siendo débil, confió en sus propias fuerzas, y separándose de las alas de la gallina, fue arrebatada por las potestades aéreas; nosotros, reconociendo nuestra debilidad, vayamos a refugiarnos bajo las alas de Dios; será para nosotros como la gallina que protege a sus polluelos. No es una injuria que le llamemos gallina. Fijaos, hermanos, en las demás aves: muchas ponen sus huevos ante nuestra vista, y le dan calor a sus pollitos; pero ninguna se humilla tanto con sus pollos, como la gallina. Ponga atención vuestra Caridad: Vemos cómo las golondrinas, los pájaros y las cigüeñas fuera de sus nidos, y no sabemos si tienen crías. En cambio de la gallina lo sabemos por el deformado cacareo de su voz y por la flojedad de sus plumas; toda ella cambia para acomodarse a sus pollitos. Siendo ellos débiles, ella se hace también débil. Así también nosotros, como éramos débiles, se hizo débil la Sabiduría de Dios; el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros18. Así podremos cobijarnos bajo sus alas.
6. [v.5]. Su verdad te circundará como con un escudo. Lo que son las alas es el escudo, porque en realidad no hay ni alas ni escudo. Si hubiera realmente alguno de los dos, ¿podrían ser escudo las alas, o alas el escudo? Pero como todas estas cosas se pueden expresar figuradamente, por eso las alas pueden ser escudo y viceversa. Si Cristo fuera realmente piedra, no sería león, y si fuera león, no podría ser cordero; pero puede ser león19, cordero20, piedra21, ternero y cualquiera otra cosa parecida; porque en realidad no es ni piedra, ni león, ni cordero, ni ternero. Es únicamente Jesucristo, Salvador de todos los hombres. Las otras cosas son símbolos, no realidades. Su verdad —dice— te circundará. Su verdad es como un escudo que no permite mezclarse los que esperan en sí mismos, con los que esperan en Dios. Uno y otro son pecadores, pero hay uno que es arrogante, que desprecia a los demás, que no confiesa sus pecados, e incluso dice: Si mis pecados desagradasen a Dios, no me dejaría vivir. El otro, en cambio, no se atrevía a levantar sus ojos, y se golpeaba el pecho, diciendo: Señor, ten compasión de mí, que soy un pecador22. Pecador uno, y pecador el otro; pero aquél se burla, y éste llora; aquél se burla, y éste confiesa sus pecados. Pero la verdad de Dios, que no hace acepción de personas, distingue entre el que se arrepiente y el que se disculpa; distingue al humilde del soberbio, distingue al que confía en sí mismo, del que confía en Dios. Luego entonces, su verdad como un escudo te circundará como un escudo.
7. [vv.5-6]. No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de día, ni a las cosas raras que merodean en las tinieblas, ni a la ruina ni al demonio de mediodía. A las dos expresiones primeras, corresponden las dos que siguen. Dice: No temerás el terror nocturno, ni la flecha que vuela de día; y como correspondiente al ?terror nocturno?, dice: ni a las rarezas que merodean en las tinieblas; y en cuanto a ?la flecha que vuela por el día?, le corresponde: la ruina y el demonio meridiano. ¿Qué es lo que debemos temer en la noche, y qué durante el día? Cuando uno peca por ignorancia, es como si pecara de noche; pero cuando peca conscientemente, es como que peca de día. Los dos primeros casos son pecados más leves; los otros dos, por ser recaídas, son más graves. Poned atención, para que, con la ayuda del Señor, os explique bien esto, porque es oscuro, sí, pero mayor será el fruto, si lográis entenderlo. Llamó terror nocturno a la tentación leve que se dirige a los ignorantes; y la flecha que vuela de día, a la tentación, ligera también, a la que soportan quieres son conscientes de ella. ¿Qué son las tentaciones leves o ligeras? Las que no te insisten, ni te apremian de modo que te obligan, y que, rechazadas fácilmente, se van pronto. Pero date cuenta que esa misma tentación puede resultar grave. Si el perseguidor insiste, y aterroriza fuertemente a los ignorantes, o sea, a los que no están firmes en la fe, ni han caído en la cuenta de que son cristianos justamente para, en estas situaciones, esperar la vida futura; comienzan a aterrarse por los males temporales, creyendo que los ha abandonado Cristo, y que nada vale el ser cristiano; ignoran, como ya os he dicho, que son cristianos para esto, para estar por encima de lo presente, y esperar en la vida futura; son presas de los fantasmas que merodean en las tinieblas. Hay, con todo, algunos que se saben llamados a la esperanza del futuro; que lo que nos ha prometido Dios no pertenece a esta tierra, no es parte de esta vida. Que hay que tolerar todas estas tentaciones, para alcanzar aquello otro, lo que nos ha prometido para la eternidad. Conocen todas estas cosas; pero cuando el perseguidor comienza a insistir con violencia, a manifestar amenazas, castigos y sufrimientos, a veces caen; al ser conscientes de ello, su caída es como si fuera de día.
8. ¿Por qué se dice ?al mediodía?? Porque es muy furiosa la persecución: llamó mediodía a los máximos ardores. Ponga atención vuestra Caridad, para ver cómo lo voy probando por las Escrituras. Cuando decía el Señor que salió el sembrador a sembrar, y que una parte cayó en el camino, otra parte en tierra pedregosa, y otra entre espinas, se dignó él mismo explicar la parábola, y al llegar a la parte de la tierra pedregosa, dijo así: Estos son los que oyen la palabra, y al escucharla, se alegran por un momento; pero al sufrir la tribulación que sobreviene por la palabra, enseguida se escandalizan. ¿Qué había dicho de los que brotaron entre peñas? Que al salir el sol se secaron, ya que sus raíces no eran profundas23. Así es, son los que por un breve tiempo se alegran de la palabra oída, pero cuando llega la persecución por la palabra, se secan. ¿Por qué se secan? Porque no tenían una raíz consistente. ¿Cuál es la raíz? La caridad. Así lo dice el Apóstol: Estad arraigados y fundamentados en la caridad24. Y así como la raíz de todos los males es la codicia25, así también la raíz de todos los bienes es la caridad. Sabéis esto vosotros, y se repite con frecuencia; pero ¿por qué he querido recordarlo ahora? Para que comprendáis bien el salmo, y sepáis que al hablar del demonio meridiano es por el acoso enfurecido de su persecución. Así dice el Señor: Salió el sol y se secó la hierba, por falta de raíz. Y al explicarnos lo que es secarse la hierba por el sol, dijo que, cuando se desata la persecución, no perseveran, porque su raíz no era profunda. Bien se entiende aquí el demonio del mediodía, como una fuerte persecución. Permitidme, hermanos, recordar ahora cómo fue la persecución en tiempos pasados, de la cual libró el Señor a su Iglesia. Dígnese poner atención vuestra Caridad. Al principio los emperadores y reyes del mundo pensaban que con sus persecuciones podían borrar de la tierra el nombre de Cristo y el nombre de los cristianos; por ello decretaron que todo el que se confesase cristiano, fuera ejecutado. El que, rehusando la muerte, negaba ser cristiano, sabiendo que obraba mal, era herido por la flecha que vuela de día. En cambio, el que no se preocupó de la vida presente, sino que con firmeza esperaba la futura, esquivó la saeta que vuela de día, y confesó que era cristiano. Fue perseguido en la carne, y liberado en su espíritu. Puesto en reposo junto a Dios, comenzó a esperar también la redención de su cuerpo en la resurrección de los muertos; y así esquivó la tentación de la flecha que vuela de día. Luego el decreto de muerte a todo el que se confesase cristiano, fue como la saeta que vuela por el día. Aún no había aparecido el demonio meridiano, desencadenando la más furiosa persecución, que turbaba incluso a los más fuertes. Escuchad lo que viene después. Al ver los enemigos que muchos corrían al martirio, y que cuantos más sufrían el martirio, tanto más aumentaba el número de los fieles cristianos, se dijeron entre ellos: Si matamos a todos los miles y miles que creen en Cristo, exterminaremos al género humano; casi nadie va a quedar en la tierra. Comenzó entonces a quemar el sol, comenzó a abrasar el calor. Mirad lo que decretaron. Antes habían ordenado que todo el que confesase ser cristiano, fuera ejecutado; ahora esto resolvieron: el que confiese ser cristiano, sea atormentado, y lo sea hasta que niegue que es cristiano. Comparad la flecha que vuela de día con el demonio del mediodía. La flecha que vuela de día ¿qué era? El que se confiese cristiano, que muera. ¿Qué cristiano, dada la celeridad de la muerte, no esquivaría la tentación de la flecha? En cambio, el no dar muerte al que se confiese cristiano, sino atormentarlo hasta que niegue serlo, y si lo niega, que quede libre: esto era el demonio meridiano. Muchos, por no negar su fe, morían en los tormentos, porque se les atormentaba hasta renegar o morir. ¿Qué les podía hacer la espada a quienes perseveraban en la confesión de Cristo? Matar de un golpe el cuerpo, y enviar a Dios el alma. Esto también lo hacían los tormentos prolongados. Pero ¿quién permanecería firme ante tantas y tan prolongadas torturas? Muchos se rindieron; y creo que flaquearon aquellos que confiaban en sí mismos, y no moraban al amparo del Altísimo, y no estando bajo la protección del Dios del cielo, no dijeron al Señor: Tú eres mi fortaleza. Son los que no se hospedaron a la sombra de sus alas, sino que tenían mucha confianza en sus propias fuerzas. Dios los rechazó, para mostrarles que él es el que protege, el que mitiga las tentaciones, el que permite que le sobrevenga a cada uno sólo aquello que pueda soportar.
9. [v.7]. Muchos cayeron por el demonio meridiano. ¿Queréis saber cuántos fueron? Escuchad lo que sigue: Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu derecha; pero a ti no se te acercará. ¿A quién se le dice esto? ¿A quién, hermanos, sino a nuestro Señor Jesucristo? Porque el Señor Jesús no sólo se limita a su persona, sino que también está presente en nosotros nosotros. Recordad aquellas palabras: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?26 Nadie siquiera le tocaba a Jesús, y sin embargo decía: ¿Por qué me persigues? ¿No era porque se consideraba él mismo en nosotros? Cuando decía: El que ha hecho algo por alguno de estos mis más pequeños, lo ha hecho por mí27, ¿no es estaba identificando con nosotros? En efecto, los miembros, cabeza y cuerpo, no están separados entre sí. ¿Quién es la cabeza y quién el cuerpo? El Salvador y la Iglesia. ¿Y en qué sentido se dice: Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu derecha? Que caerán impulsados por el demonio meridiano. Gran espanto, hermanos, es caer al lado de Jesús, caer a la derecha de Jesús. ¿Cómo se cae al lado? ¿Por qué unos al lado y los otros a la derecha? ¿Por qué a su lado mil, y a su derecha diez mil? ¿Qué significa mil a su lado? Que son mucho menos los mil, que los diez mil de su derecha. Y éstos ¿quiénes son? Pronto quedará aclarado en el nombre de Cristo; enseguida quedará claro y manifiesto. Cristo prometió a algunos que juzgarían junto con él; a los Apóstoles, por ejemplo, que lo habían dejado todo, y lo habían seguido. Pues Pedro le dijo: Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; también a ellos se lo prometió: Os sentaréis sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel28. No vayáis a creer que sólo se lo prometió a ellos el Señor. Porque si sólo se han de sentar allí los doce, ¿dónde se sentará Pablo el Apóstol, que trabajó más que todos ellos?29 Porque es el décimo tercero. Pues de los doce se apartó Judas, pero en su lugar fue consagrado Matías: así lo leemos en los Hechos de los Apóstoles30. Se ocuparon los doce tronos. ¿Y no va a sentarse allí el que trabajó más que todos ellos? ¿O es que los doce tronos significa el tribunal perfecto? Porque miles se sentarán en los doce tronos. ¿Pero cómo me pruebas —dirá alguno— que también Pablo será uno de los jueces? Escúchale a él, que dice: ¿No sabéis que juzgaremos a los ángeles?31. Juzgaremos; lodice con total certeza, seguro de que formará parte de los que juzgarán con Cristo. Los que juzgarán con Cristo son los príncipes de la Iglesia, son los perfectos. A estos tales les dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende todos tus bienes y dáselos a los pobres. ¿Qué significado tiene: Si quieres ser perfecto? Que quieres juzgar conmigo, y no ser juzgado. El joven aquel se marchó triste32; pero muchos también lo hicieron, y lo siguen haciendo. Muchos se prometen que juzgarán con Cristo porque abandonan todas sus cosas y siguieron a Cristo; pero tienen una presunción excesiva de sí mismos, un cierto orgullo y soberbia, que sólo Dios puede conocerla, y que no les permite evadir al demonio meridiano, es decir, la caída cuando arde el fuego de la cruel persecución. Aquellos tales numerosos de entonces, que distribuyeron todos sus bienes a los pobres, y que estaban seguros de que se iban a sentar con Cristo y a juzgar a las naciones, al presentarse el vendaval ardiente de las persecuciones, como un demonio meridiano, claudicaron en los tormentos y renegaron de Cristo. Son estos los que cayeron al costado de Cristo. Cayeron cuando creían que iban a juzgar con Cristo el mundo.
10. Os voy a decir quiénes caen a su derecha. Sabéis que cuando aparezca el tribunal donde, junto con Cristo se sentarán a juzgar los que junto con Cristo han querido ser perfectos, y lo fueron realmente, radicados y edificados sobre la caridad, para no secarse con el sol y el demonio del mediodía, dice esto el Señor: Se reunirán ante él todas las gentes, y separará a unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda, y serán juzgados. Serán muchos los que juzgarán, pero menos que los que estarán frente al tribunal; porque aquéllos serán como mil, y éstos como diez mil. ¿Qué les dirá a los de su derecha? Tuve hambre y me disteis de comer; fui peregrino y me hospedasteis. Está claro que esto se lo dirá a los que tuvieron bienes terrenos y con ellos hicieron obras de caridad. No obstante unos reinarán junto con los otros: unos como soldados, y los otros como simples ciudadanos que proveyeron de víveres; todos bajo el mismo Emperador: el soldado es el fuerte, el ciudadano es el fiel; el soldado fuerte con sus oraciones combate contra el diablo; el ciudadano devoto abastece de bienes a los soldados. Compréndalo vuestra Caridad. Los colocados a la derecha oirán al final: Venid, benditos de mi Padre, recibid el reino que os está preparado desde el origen del mundo. En el tiempo en que más ardientemente calentaba el sol de la persecución y el demonio meridiano, había quienes se prometían que habían de juzgar junto con Cristo; pero no pudieron soportar el fuego de la persecución, y por tanto, cayeron a su lado. Había también otros que no se prometían los tronos como jueces, sino que por sus limosnas se ganaron un puesto entre los que estarían a su derecha, a los que Cristo les diría: Venid, benditos de mi Padre, recibid el reino que os está preparado desde el origen del mundo. Y como cayeron muchos de los que esperaban juzgar, y muchos más cayeron de los que esperaban estar a la derecha, por eso se le dijo a Cristo: Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu derecha. Y como habrá muchos también que no se han dejado asustar por las persecuciones, y que forman un solo hombre con cristo, como miembros suyos, por eso se dice: Pero a ti no se acercará. ¿Se refiere sólo a la cabeza esta frase: a ti no se acercará? No, ciertamente, ni a Pedro, ni a Pablo, ni a todos los Apóstoles, ni a todos los mártires que no sucumbieron en los tormentos. ¿Cómo se puede decir que no se acercará, a quienes fueron tan cruelmente torturados? La tortura se acercó a la carne, pero no llegó al fundamento de su fe. La fe de los mártires estaba muy lejos del terror de los verdugos. ¡Que torturen; que no se acercará el terror! Torturen, sí, pero ellos se reirán del tormento, sabiendo y confiando en aquel que ha vencido primero, para que la victoria llegue a los demás. ¿Y quiénes vencen, sino los que no presumen de sí mismos? Entiéndalo vuestra Caridad. El salmista ha dicho lo anterior para llegar a esta conclusión. Dirá al Señor: Tú eres mi fortaleza y mi refugio; y también: En él esta mi esperanza, porque él me librará de la trampa de los cazadores. Él me librará, no me libraré yo a mí mismo. Entre sus espaldas te protegerá ¿Pero cuándo? Mientras permanezcas bajo sus alas. Como un escudo te rodeará su verdad. Y puesto que en él has confiado, y toda tu esperanza la has puesto en él, ¿qué es lo que añade? No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de día, ni el fantasma que merodea en las tinieblas, ni la ruina y el demonio meridiano. ¿Quién no lo temerá? El que no confía en sí mismo, sino que pone su confianza en Cristo. Los que confiaron en sí mismos, aunque ya esperaban estar al lado de Cristo para juzgar; aunque ya se prometían la derecha de Cristo, como si a ellos les dijese: Venid, benditos de mi Padre, recibid el reino que os está preparado desde la creación del mundo; al llegar el demonio meridiano, es decir la rabia furiosa de la persecución, muchos de ellos, aterrorizados en extremo, perdieron la esperanza de juzgar; y de éstos se dijo: Caerán a tu lado mil; y muchos otros, de los que se les dijo: y diez mil a tu derecha, desconfiaron de la remuneración de sus obras. Pero a ti, es decir, a la cabeza y al cuerpo, no se te acercará ni la ruina ni el demonio meridiano, porque el Señor conoce a los suyos33.
11. [v.8]. Sin embargo, mirarás con tus ojos y verás la recompensa de los pecadores. ¿Qué significa esto? ¿Por qué se dice sin embargo? Porque permitió a los impíos ensoberbecerse contra tus siervos; porque les permitió perseguirlos. ¿Quedarán, pues, impunes los malvados que han perseguido a tus siervos? No, no quedarán sin castigo. Porque aunque tú lo hayas permitido, y por ello los tuyos hayan recibido una mayor corona; sin embargo con tus ojos verás la recompensa de los pecadores. Se les pagará el mal que intentaron, no el bien hicieron, sin saberlo. Ahora necesitamos los ojos de la fe para ver que su regocijo es temporal, y su lamento será eterno. A quienes se les da potestad temporal sobre los siervos de Dios, se les dirá: Id al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles34. Pero si alguno tiene ojos (según se ha dicho: Verás con tus ojos), no le parecerá una cosa baladí ver cómo el impío florece en este mundo, y ver con los ojos de la fe, lo que ha de padecer al final, si no se corrige; porque los que ahora truenan, más tarde serán fulminados. Sin embargo, mirarás con tus ojos, y verás la paga de los malvados.
12. [vv.9-12]. Porque tú, Señor, eres mi esperanza. Mirad cómo vuelve sobre el tema de por qué no caerá en la ruina, ni en las manos del demonio meridiano. Porque tú, Señor, eres mi esperanza; has colocado altísimo tu refugio. ¿Qué significa que tu refugio está en lo alto? Muchos se imaginan que el refugio de Dios está bien oculto, adonde podrán acudir para librarse de de las incomodidades temporales. Pero el refugio de Dios está en lo alto, muy en lo escondido, y allí te podrás refugiar para huir de la ira venidera. En lo íntimo y altísimo has puesto tu refugio. No se te acercará el mal, ni el azote se aproximará a tu tienda. Porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en todos tus caminos. Te llevarán en sus manos, para que tu pie no tropiece en la piedra. Estas son las palabras que el diablo dijo a Jesucristo el Señor, cuando lo tentó. Pero como han de ser comentadas más cuidadosamente, lo dejaré para mañana, porque también mañana debo hablaros. Y por lo mismo, comenzaré desde este pasaje del salmo, no sea que por vuestro cansancio, queriendo yo aclarar rápidamente las cosas oscuras, me precipite, y no lleguen claras a vuestra inteligencia.