Sermón al pueblo
Entre los años 414 y 416
1. [v.1]. Este salmo contiene los hechos que se narran del pueblo antiguo. Con ello se le amonesta al pueblo que le siguió y al más reciente, que ponga esmero en no ser ingrato a los beneficios de Dios y se guarde de provocar en contra suya la ira de aquel de quien debe recibir sumisa y fielmente la gracia: Para que no se hagan, como dice el salmo, una generación depravada y provocativa; una generación que no enderezó su corazón, ni su espíritu fue fiel a Dios. Esta es la intención de este salmo, este el fruto abundante que pretende. Como todo lo que en él se dice y narra aparece claro y evidente, ya desde el inicio el título nos solicita y reclama nuestra atención. No en vano figura en su inscripción: [Con] la inteligencia de Asaf: porque pretende que no nos quedemos sólo en lo superficial de lo que tal vez suena, sino que sus palabras buscan un lector inteligente que profundice en su sentido íntimo. Y luego contará y recordará cosas que más bien necesitarán un oyente que un expositor. Voy a abrir mi boca, dice el salmo, con parábolas, y anunciaré propuestas de los primeros tiempos. ¿Quién aquí no se despertará del sueño? ¿Quién se atreverá a leer como de pasada estas parábolas y proposiciones manifiestas, que sólo con nombrarlas indican que hay que estudiarlas a fondo? Ya la ?parábola? encierra la semejanza de alguna realidad. Y aunque sea un vocablo griego, ha adquirido el carácter latino. Y es notorio que en las parábolas, las semejanzas que se expresan de las cosas, es por comparación con las cosas tratadas. Las propuestas, que en griego se llaman problémata, incluyen cuestiones que necesitan ser aclaradas mediante alguna discusión. ¿Quién, entonces, va a leer a la ligera las parábolas y proposiciones? ¿Quién, al oírlas, no concentrará la atención de su mente, y comprendiéndolas, percibirá su fruto?
2. [v.2]. Prestad atención, pueblo mío, a mi ley, dice el salmo. ¿Quién hemos de creer que habla aquí, sino Dios? Él le dio la ley a su pueblo, a quien congregó tras la liberación de Egipto. Y esta congregación o reunión, se llama propiamente sinagoga, que es lo que significa Asaf. ¿Querrá poner su nombre en el título inicial: A la inteligencia de Asaf, refiriéndose a su persona, o más bien quiso referirse a su sentido más profundo, a la ?sinagoga? congregada, al pueblo a quien se refieren las palabras: Presta atención, pueblo mío, a mi ley? ¿Y cómo es que increpa al mismo pueblo por el profeta, diciendo: Israel no me reconoció, y mi pueblo no me ha comprendido?1 Pero es cierto que también en aquel pueblo había quienes comprendieron, profesando la fe que después fue revelada, no ajustándose a la letra de la ley, sino de acuerdo con la gracia del Espíritu. De hecho no carecían de esta fe los miembros de su pueblo que alcanzaron a prever y pudieron profetizar la futura revelación que se daría en Cristo; así como también cómo aquellos antiguos misterios simbolizaban otros futuros. ¿O es que esta fe la tenían sólo los profetas, y no también el pueblo? No; más bien quienes escuchaban con fe a los profetas, eran ayudados por la misma gracia, para comprender lo que oían. En realidad el misterio del reino de los cielos estaba velado en el antiguo Testamento, y sería esclarecido en la plenitud de los tiempos, en el Nuevo. Dice el Apóstol: No quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, y que todos atravesaron el mar, y todos fueron bautizados por medio de Moisés en la nube y en el mar, y todos comieron del mismo manjar espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual, ya que bebieron de la roca espiritual que los seguía; y esta roca era Cristo. Visto así, misteriosamente, ellos tuvieron el mismo alimento y la misma bebida que nosotros. Lo fue significativamente, pero de forma distinta: en la roca para ellos se significaba el mismo Cristo que a nosotros se nos manifestó encarnado. Pero —como dice el Apóstol— no todos ellos fueron del agrado de Dios2. Al decir: no todos, está claro que algunos sí lo fueron. Los misterios eran los mismos para todos, pero no así la gracia, que es la que da consistencia y eficacia a los sacramentos. Así sucede también ahora, que ya está revelada la fe que entonces estaba oculta: a todos los que están bautizados en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo3, les es común el lavatorio de la regeneración; pero la misma gracia, propia de los sacramentos, por la cual se constituyen miembros regenerados del cuerpo de Cristo, unidos a su cabeza, no es igual para todos. De hecho los herejes tienen el mismo bautismo, y los falsos hermanos gozan de la comunión del mismo nombre de católicos. Por eso también aquí se dice con razón: Pero no en todos ellos Dios se ha complacido.
3. Sin embargo, ni entonces ni ahora se queda sin fruto la voz del que dice: Prestad atención, pueblo, a mi ley. Esta expresión consta así escrita en todos los códices, ya que no dice: Presta atención, sino en plural: Prestad, puesto que el pueblo son muchos; y a estos muchos se dice lo siguiente en plural: Inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca. Significan lo mismo. Lo que antes dijo: Prestad atención, ahora lo dice así: Inclinad vuestro oído. Y como antes dice: a mi ley, dice ahora: a las palabras de mi boca. Presta piadosamente atención a la ley de Dios y a las palabras de su boca el que humildemente inclina su oído, no aquel cuya soberbia le hace levantar la cerviz. Por ejemplo, cuando algo se echa en un recipiente, se recibe en el fondo de la humildad, y en cambio se arroja fuera la hinchazón del orgullo. De ahí que en otro lugar se dice: Inclina tu oído y recibe las palabras de la inteligencia4. Y estamos ya bastante advertidos para entender este salmo de esta inteligencia de Asaf (puesto que en el título del salmo está puesto en genitivo: ?de esta inteligencia?, no ?esta inteligencia?) recibámoslo con el oído inclinado, es decir, con humilde piedad. Y no se dice ?del mismo Asaf?, sino ?para el mismo Asaf?, como se confirma por el artículo griego to, y así lo reflejan incluso algunos códices latinos. Estas palabras, pues, del entendimiento, es decir, de la inteligencia que le ha sido dada al mismo Asaf (que significa congregación o sinagoga), no las debemos referir a un solo hombre, sino a la asamblea del pueblo de Dios, del que nunca nos debemos nosotros separar. Y aunque propiamente se diga ?sinagoga? a la de los judíos, siendo así que ?congregar? hace alusión más bien a los animales, mientras que la de los cristianos se llama ?iglesia?, teniendo en cuenta que ?convocación? se refiere más bien a los humanos, no obstante encontramos que también se le llama iglesia a la sinagoga, y nos conviene quizá a nosotros decir: Sálvanos, Señor Dios nuestro, y congréganos de entre las naciones, para que alabemos tu santo nombre5. Y no debemos sentirnos rebajados, al contrario, dar muchísimas gracias por ser las ovejas de su posesión, aquellas que él preveía al decir: Tengo otras ovejas que no son de este redil; también a éstas las tengo que traer, para que haya un solo rebaño y un solo pastor6, reuniendo así al pueblo fiel de los gentiles con el pueblo fiel de los israelitas, de quienes había dicho antes: No he sido enviado sino sólo a las ovejas perdidas de la casa de Israel7. En efecto, serán congregadas ante él todas las gentes, y separará, como un pastor, a las ovejas de los cabritos. Oigamos, por tanto, lo que aquí se dijo: Escuchad, pueblo mío, mi ley, inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca, no como dirigidas a los judíos, sino más bien a nosotros, o también, sin duda, dirigidas a nosotros. Pues habiendo dicho el Apóstol: Pero no en todos ellos Dios se ha complacido, mostrando que hubo entre ellos algunos que sí agradaron a Dios, añade a continuación: ?Quedaron tendidos en el desierto?; y luego dice: Pero todo esto fue como un signo para nosotros, para que no apetezcamos cosas malas como ellos las apetecieron, ni demos culto a los ídolos, como hicieron algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantaron a danzar; ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y perecieron en un solo día veintitrés mil. Ni tentemos a Cristo, como algunos de ellos lo tentaron, y perecieron mordidos por las serpientes. Y no debéis murmurar, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron a manos del exterminador. Todas estas cosas les acontecieron a ellos en figura, y fueron escritas para aviso de nosotros, que nos ha tocado vivir al final de los tiempos8. A nosotros, pues, se dirige principalmente lo que se ha cantado. Por eso, entre otras cosas, se ha dicho en este salmo: Para que conozca la otra generación, los hijos que nacerán y han de surgir. Ahora bien, si aquella muerte, debida a las serpientes, si aquella destrucción causada por el exterminador, si aquella matanza de la espada fueron imágenes, como claramente dice el Apóstol, siendo así que todas ellas sucedieron realmente, ya que no dice: Se decía figuradamente, o fueron escritas en figura, sino que dijo: Les sucedían a ellos como figura, ¡con cuánta mayor diligencia y temor debemos evitar incurrir en los castigos prefigurados en aquellas imágenes! Porque sin duda, así como en las cosas buenas el bien simbolizado por la imagen es mucho mayor que el de la imagen misma, así también el mal que se simboliza en la imagen es mucho mayor que el de las imágenes mismas, con ser bien duros los males simbolizados. De hecho, así como la tierra de promisión, a la que era conducido aquel pueblo, no es nada en comparación con el reino de los cielos, adonde es conducido el pueblo cristiano, así también los sufrimientos de aquel pueblo, que tenían un valor significativo para nosotros, aun siendo tan atroces, en sí mismos no tenían valor ninguno en comparación con los sufrimientos reales que significaban. Lo que el Apóstol ha llamado ?imágenes? o ?figuras?, en este salmo, en cuanto yo puedo entender, se llaman ?parábolas y propuestas?, sin dar la última palabra a lo que aconteció, sino a las realidades a las cuales, por racional deducción, se refieren. Pongamos, pues atención a la ley de Dios nosotros, pueblo suyo, e inclinemos nuestro oído a las palabras de su boca.
4. [v.2]. Abriré, dice, mi boca con parábolas; y anunciaré proposiciones desde el principio. Claramente aparece en lo que sigue a qué principio se refiere. No a aquel por el que fue creado el cielo y la tierra, ni tampoco a aquel por el que con el primer hombre fue creado el género humano, sino a aquel por el que tuvo origen la liberación de Egipto de la asamblea del pueblo, refiriéndose así a Asaf, cuyo significado es asamblea. ¡Ojalá el que dijo: Abriré con parábolas mi boca, se digne abrir también nuestra inteligencia a tales parábolas! Si estas parábolas las aclarase tal como ha abierto su boca; e hiciera lo mismo con las proposiciones que ha anunciado, no estaríamos así de inquietos. Sin embargo, de tal modo están oscuras y cerradas todas ellas, que aun cuando, con su ayuda, podamos llegar a descubrir algo que nos sirva de sustento saludable, no obstante deberemos comer el pan con el sudor de nuestro rostro9. Paguemos así el precio de la antigua sentencia, no sólo con el trabajo corporal, sino también con el del espíritu. Que hable, pues, y oigamos las parábolas y las proposiciones.
5. [v.3]. Cuántas cosas hemos oído y conocido que nos contaron nuestros padres. Anteriormente hablaba el Señor. Porque ¿de quién podían ser aquellas palabras: Escuchad, pueblo mío, mi ley? ¿Cómo es que ahora repentinamente habla un hombre? Porque estas palabras sí son de un hombre: Cuántas cosas hemos oído y conocido que nos contaron nuestros padres... Sin duda que ya Dios, iba a hablar por medio de un hombre, como dice el Apóstol: ¿No queréis una prueba de que quien habla en mí es Cristo?10 Quiso primero que sus palabras nos llegasen de su propia persona, no sea que hablando un hombre sus palabras, fuera despreciado como hombre. Así son, de hecho, los mensajes divinos, que llegan a nosotros a través de los nuestros sentidos corporales. El Creador obra de una manera invisible en la criatura a él sometida; no se convierte su sustancia en algo corpóreo y temporal, para dar a conocer su voluntad por medio de signos materiales y temporales, a la medida de la capacidad de los humanos, es decir, relacionados con los ojos y los oídos. Así como el ángel puede usar lo etéreo, el aire, las nubes, el fuego, y cualquier otra naturaleza o figura corporal, así también el hombre, para manifestar los secretos de su mente, se puede servir de su rostro, de su lengua, de la mano, de la pluma, de la escritura, o de cualquier otro medio que pueda significar esas ideas; y, en último caso, aun siendo hombre, como es, envía a otros hombres como mensajeros, y le dice a uno: Vete, y va; y a otro: Ven, y viene; y a su siervo: Haz esto, y lo hace11. ¡Con cuánta mayor eficacia y poder se servirá del ángel o del hombre Dios, a quien todo le está sometido, para anunciarle lo que le plazca! Y aunque sea un hombre el que nos diga: Cuanto hemos oído y conocido, y nuestros padres nos han contado, oigámoslo como palabras venidas de Dios, no como habladurías humanas. Por eso se dijo antes: Poned atención, pueblo mío a mi ley, inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca. Abriré con parábolas mi boca; y manifestaré proposiciones desde el principio. Así pues, cuantas cosas, dice, hemos oído y conocido, las que nuestros padres nos han contado. Estas palabras: Hemos oído y conocido, equivalen a estas otras: escucha, hija, y mira12. De hecho han sido oídas en el Antiguo Testamento, y se conocen el Nuevo; han sido oídas cuando eran profetizadas, y conocidas cuando se cumplieron. El cumplimiento de lo prometido, no defrauda al que lo oyó. Y nuestros padres, Moisés y los Profetas, nos han contado.
6. [v.4]. No fueron ocultadas a sus hijos en la generación futura. Esta es nuestra generación, en la que se nos ha dado la regeneración. Anunciando las alabanzas del Señor y su poder, y las maravillas que realizó. El orden de las palabras es el siguiente: Y nuestros padres nos han contado, anunciando las alabanzas del Señor. Se alaba al Señor para que sea amado; ¿Y qué se puede amar más saludable?
7. [v.5]. Y ha establecido un testimonio en Jacob, y ha puesto la ley en Israel. Este es el principio, del que se dijo más arriba: Anunciaré proposiciones desde el principio. El principio, pues, es el Antiguo Testamento, y el fin, el Nuevo. En la ley prevalece el temor: y el principio de la sabiduría es el temor del Señor13. Pero el fin de la ley es Cristo, para justificación de todo el que cree14; y por obra suya el amor se derrama en nuestros corazones por el espíritu Santo que se nos ha dado15; y el amor perfecto echa fuera el temor16, porque ahora, sin la ley, se ha manifestado la justicia de Dios. Pero como recibe el testimonio de la ley y los profetas17, por eso ha establecido un testimonio en Jacob, y ha puesto la ley en Israel. Y así, también aquella tienda que con tanta técnica se preparó, una obra tan insigne y llena de significados, recibió el nombre de ?tabernáculo del testimonio?18. Esta obra tenía dentro el velo frente al arca de la ley, como también había un velo frente al rostro del ministro de la ley; y esto porque en aquella economía se trataba de parábolas y proposiciones. De hecho, lo que se predicaba y sucedía, estaban escondidas en el oculto velo de sus significados, y no se divisaban en unas claras manifestaciones. Pero cuando te hayas pasado a Cristo, dice el Apóstol, el velo será quitado19. Porque todas las promesas de Dios se han cumplido en él, que es el Sí y el Amén20. De ahí que todo el que se adhiere a Cristo, posee todo el bien, incluso el que no entiende de la letra de la ley; y el que está separado de Cristo, ni lo posee, ni lo comprende. Ha establecido, pues, un testimonio en Jacob, y ha puesto la ley en Israel. Lo repite, según su costumbre. Pues la frase ha establecido un testimonio, es lo mismo que ha puesto una ley. Y al decir en Jacob, es lo mismo que en Israel. Así como estos dos nombres son de la misma persona, así también la ley y el testimonio son dos nombres de una misma realidad. Alguien podrá decir: sí hay diferencia entre estableció y puso. Sí, por cierto; lo mismo que la hay entre Jacob e Israel; no porque sean nombres de dos personas distintas, sino porque se le pusieron dos nombres por diversas causas: el de Jacob por suplantación, al haber agarrado el talón de su hermano al nacer; Israel, en cambio, por la visión de Dios21. Así también entre establecer y poner, podemos ver alguna diferencia. Sí, en cuanto yo puedo ver, entre ha establecido un testimonio, y ha dado una ley, la diferencia está en que algo se ha establecido. Pues sin la ley, dice el Apóstol, el pecado está muerto, aunque yo durante un tiempo, estaba vivo sin la ley; pero al llegar el mandamiento, el pecado revivió. He aquí lo que se estableció por el testimonio, que es la ley: que apareciese lo que estaba oculto, como poco después dice el Apóstol: Pero el pecado, para mostrarse como tal, por medio de una cosa buena, ha obrado en mí la muerte22. Pero se ha dicho: Ha puesto la ley como un yugo para los pecadores, y por eso se dice que la ley no ha sido promulgada para el justo23. Es, pues, un testimonio, en cuanto que prueba algo; y es una ley en cuanto que manda; aunque ambas son la misma realidad. Es como de Cristo se dice que es piedra; para los creyentes es piedra angular24, mientras que para los no creyentes es piedra de tropiezo, piedra de escándalo. Sucede lo mismo con el testimonio de la ley: para los que no usan legítimamente de ella, es un testimonio que convence a los pecadores de que deben ser castigados. Pero para los que la usan legítimamente es un testimonio que demuestra en quién deben refugiarse los pecadores para ser liberados. Pues en su gracia se encuentra la justicia de Dios, que está testimoniada por la ley y los Profetas, por la cual se justifica el impío. Aquella justicia que, ignorándola algunos, y queriendo establecer la suya propia, no se sometieron a ella.25
8. [vv.5-8]. Sigue diciendo: Todo lo que les ordenó a nuestros padres que manifestaran a sus hijos, para que lo conozca la generación siguiente, los hijos que nacerán y que han de surgir, y éstos a su vez se lo comuniquen a sus hijos, para que pongan en Dios su esperanza, y no se olviden de las obras de Dios y busquen sus mandamientos. No sea que se hagan como sus padres, una generación perversa y provocativa; una generación que no ha encauzado su corazón, y cuyo espíritu no fue fiel a Dios. Estas palabras se refieren, de algún modo, a dos pueblos: unas al del Antiguo, y las otras al del Nuevo Testamento. Efectivamente, cuando dice: Todo lo que mandó a nuestros padres notificar a sus hijos, expresa que ellos han recibido este mandato: darlo a conocer a sus hijos, pero no que ellos lo hubieran reconocido o puesto en práctica; sino que ellos lo recibieron para notificar a la generación venidera lo que la otra no reconoció. Los hijos que nacerían y que habían de surgir. Pues los que ya habían nacido no resurgieron, no se levantaron, ya que su corazón no estaba en alto, sino más bien en la tierra. Porque con Cristo se resucita; por eso se dijo: Si habéis resucitado con Cristo, gustad las cosas de arriba26. Y se lo manifiesten, dice, a sus hijos, para que pongan en Dios su esperanza. De ahí que los justos no pretenden establecer su justicia, sino que manifiestan a Dios su conducta, y esperan en él, para que sea él quien obre27. Y no se olviden de las obras de Dios, magnificando y jactándose de sus obras, como si fueran ellos quienes las hacen; cuando en realidad es Dios, en su benevolencia, quien realiza en los que obran el bien, el querer y el obrar28. Y busquen sus mandamientos. Y si ya los han aprendido, ¿cómo los van a buscar? Todo, dice, lo que mandó a nuestros padres, para que lo dieran a conocer a sus hijos, para que lo conozca la generación futura. ¿Qué es lo que deben conocer? Sin duda los mandamientos que les dio. ¿Y cómo todavía los han de seguir buscando, sino para que poniendo en Dios su esperanza, lo busquen, para que con su ayuda los pongan en práctica? No sea que se hagan como sus padres, una generación perversa y provocativa, una generación que no encaminó bien su corazón. Y a continuación dice por qué: Y su espíritu no fue fiel a Dios, porque no tenían la fe que obtiene lo que la ley prescribe. Porque cuando el espíritu del hombre coopera con el Espíritu de Dios que obra, es entonces cuando se cumple lo que Dios ha ordenado; y esto no se logra sino creyendo en el que justifica al impío29. Esta fe le faltó a aquella generación depravada y provocativa; por lo cual se dijo de ella: Su espíritu no fue fiel a Dios. Esto se dijo con gran precisión y claridad para significar la gracia de Dios, que no sólo obra la remisión de los pecados, sino que hace al espíritu del hombre cooperador con él en la realización de las buenas obras. Es como si dijera: Su espíritu no creyó a Dios. El ser el espíritu de esa generación fiel a Dios, significa el creer que su espíritu no podía por sí solo realizar la justicia sin Dios, sino con Dios. Esto es también ?creer en Dios?, que es también más que ?creer a Dios?. Generalmente se debe cree a cualquier hombre, aunque no se deba creer ?en? él. Así pues, ?creer en Dios? lleva consigo el adherirnos a Dios, cooperando con él, que es quien realiza las buenas obras: Porque sin mi, dijo Cristo, no podéis hacer nada30. ¿Qué más podía decir el Apóstol sobre esto, que aquello que dijo: El que se une al Señor es un solo espíritu con él?31 De lo contrario la ley aquella es un testimonio de condena, no de absolución del reo. De hecho la letra es una amenaza para convencer a los prevaricadores; no es un espíritu que ayude, que ayude, que libere y justifique a los pecadores. Luego aquella generación, cuyo ejemplo debemos evitar, fue depravada y provocativa, porque su espíritu no fue fiel a Dios; puesto que, si en algunas cosas creyó a Dios, sin embargo no llegó a creer en Dios; no se unió a Dios por la fe, para que, sanada por él, cooperara en el bien obrar con Dios que obraba en ella.
9. [v.9]. Y continúa el salmo: Los hijos de Efraín, que tensaban y disparaban los arcos volvieron la espalda el día de la batalla. Iban en busca de una ley de justicia, pero no llegaron a ella32. ¿Por qué? Porque no lo hacían desde la fe. Era una generación cuyo espíritu no era fiel a Dios, sino que su confianza eran las obras. No como tensó y disparó el arco, (un instrumento externo, como sucede con las obras de la ley), del mismo modo ha dirigido su corazón hacia donde el justo vive de la fe33, que obra por el amor34, y por la cual se une a Dios, que obra en el hombre el querer y el obrar, por su benevolencia35. Pues ¿qué otra cosa es tensar el arco y disparar, y volverse atrás el día de la batalla, sino prestar atención y hacer promesas el día que se escucha, y desertar luego, el día de la tentación; como jugando con las armas, y a la hora de batalla, negarse a combatir? Encontramos que dice literalmente: tensando y disparando los arcos, más bien parece que debería decir: ?tensando los arcos y disparando las flechas?; pues los arcos no se disparan, sino que con el arco se dispara algo. A no ser que quizá se trate de una locución como aquella sobre la que disertamos más arriba, con la expresión estableció un testimonio, porque algo se estableció por el testimonio; así pasa aquí: dispararon los arcos, dice, porque algo se disparó con los arcos. O bien es confuso el orden de las palabras, habiéndose omitido una, que hay que sobrentenderla como oculta, y entonces este sería el orden verbal: Los hijos de Efraín que tensaban los arcos y disparaban [las flechas] y la frase completa sería ésta: que tensaban los arcos y lanzaban flechas; porque si dijera: ?Que tensaban y lanzaban flechas?, no tenemos por qué entender que se tensaban las flechas; más bien, después del verbo ?tensar? habría que sobreentender ?los arcos?, aunque no esté expresado. Parece ser que algunos códices griegos tienen esta lectura: que tensaban y lanzaban con los arcos, en cuyo caso no hay duda de que se debe sobreentender las ?flechas?. Y en cuanto a que por ?los hijos de Efraín? haya querido dar a entender toda aquella generación provocadora, es una locución que designa el todo por la parte. Y quizá fue elegida esta parte (los hijos de Efraín) para significar todo aquel pueblo, porque especialmente de ella debía haberse esperado algo bueno, ya que nacieron de aquel que, siendo nieto de Jacob, fue bendecido por él con su mano derecha y antepuesto a su hermano mayor con una misteriosa bendición36, a pesar de que su padre José, por ser el hijo menor, lo colocó a su izquierda. Por lo cual, ya que en este pasaje se acusa a aquella tribu, y que no se ha manifestado lo que en aquella bendición se prometía, se entienda que también entonces por las palabras del patriarca Jacob se prefiguraba algo muy distinto de lo que podía esperar la prudencia de la carne. En efecto, se anunciaba figuradamente que los primeros serían los últimos, y los que habían sido los últimos serían los primeros37, y esto por la venida del Salvador, de quien se dijo: El que viene detrás de mí, existe antes que yo38. Como sucedió con el justo Abel, que fue antepuesto a su hermano mayor39, y también con Isaac, antepuesto a Ismael40; como también con el mismo Jacob, con su hermano gemelo Esaú, nacido delante de él41; y así sucedió con Fares y su hermano gemelo, el cual sacó su mano primero del útero materno y había comenzado a nacer, pero el que primero nació fue Fares42; y lo mismo sucedió con David, que fue preferido a sus hermanos mayores43. Y como para dar a entender esto, de que los últimos serán primeros, y los primeros últimos, precedieron todas estas y otras parábolas, no sólo de palabras, sino también de hechos; por lo cual al pueblo judío le precedió el pueblo cristiano, por cuya redención, como sucedió con Abel, que fue matado por Caín44, así lo fue Cristo por los judíos. Esto fue prefigurado también cuando Jacob, teniendo las manos cruzadas, con la diestra tocó a Efraín, que estaba colocado a su izquierda, anteponiéndolo a Manasés, colocado a su derecha, a quien tocó con su izquierda. Está claro que los hijos de Efraín, según la carne, tensando y disparando el arco, volvieron la espalda el día de la batalla.
10. [v.10]. Qué significado tendrá lo que dice: Volvieron la espalda el día de la batalla, lo aclaran las palabras que siguen, con las que queda expuesto muy claramente: No guardaron la alianza de Dios, y no quisieron caminar en su ley. Esto es lo que significa volvieron la espalda el día de la batalla: no cumplieron el pacto de Dios. Al tensar y disparar sus arcos, fue cuando lanzaron y emitieron sus promesas apresuradamente, diciendo: Todo cuanto nos ha dicho el señor Dios nuestro lo cumpliremos y lo escucharemos45. Volvieron la espalda el día de la batalla, puesto que la promesa de obediencia no queda demostrada con la escucha, sino con la tentación. El espíritu de quien es fiel a Dios, tiene asimismo fiel a Dios, que no permite ser tentado más allá de lo que pueden sus fuerzas, sino que con la tentación ofrece la solución, de manera que pueda resistir46, y no volver la espalda el día de la batalla. Sin embargo, el que gloría en sí mismo, y no en Dios47, por muchas promesas que lance de su virtud, como el que tensa y dispara el arco, se volverá atrás el día de la batalla. Porque su espíritu no es fiel a Dios, y tampoco está con él el Espíritu de Dios. Por eso, como está escrito: Por no haber creído, no recibirá protección48. Y así, al decir: No cumplieron el pacto de Dios, añadió: Y se negaron a caminar en su ley; es una repetición explicativa de las anteriores palabras. Llama aquí: su ley a lo que antes había llamado el pacto de Dios. Y lo que había dicho: no lo cumplieron, lo vemos repetido al decir: se negaron a caminar. Pero así como se podría haber abreviado diciendo: Y en su ley no caminaron, tengo la impresión de que quiso que indagásemos algo más profundo en lo que prefirió decir: se negaron a caminar, en lugar de no caminaron. Podría con ello creerse que la ley de las obras fuera suficiente para la justificación, cuando aquellas cosas que mandan se cumplen exteriormente por aquellos que prefieren que no se les manden las cosas que no se cumplen de corazón. Porque no se puede hacer de corazón aquello que se hace por temor del castigo, no por amor a la justicia. Pues en lo que se refiere a los hechos que se ejecutan externamente, tanto el que teme el castigo como el que ama la justicia, no roban; son iguales por sus manos, y diferentes en su corazón; iguales en las obras, distintos en su voluntad. Por eso aquellos son señalados como Generación, dice, cuyo corazón no está enderezado [al bien]. No se dice: las obras, sino: el corazón. Si el corazón está enderezado, las obras son rectas. Pero si el corazón no está encaminado, las obras no son rectas, aunque lo parezcan. Y que esta generación depravada no había enderezado su corazón, lo manifiesta suficientemente cuando dice: Y su espíritu no fue fiel a Dios. Porque Dios es recto; y el que se une al recto, como a una norma inmutable, puede llegar a hacerse recto el corazón del hombre que en sí mismo era perverso. Pero para que su corazón se pueda unirse a Dios, acérquese a él, no con los pies, sino con la fe. Por eso se dice también en la carta a los Hebreos de aquella generación depravada y provocativa: La palabra que oyeron no les aprovechó a los que no estaban compenetrados con la fe de los que la obedecieron49. De hecho, la voluntad que hay en un corazón recto la ha preparado el Señor, siempre que haya precedido la fe, que nos da el acceso a Dios, que es recto, y así el corazón se haga recto. Esta fe, precedida por la misericordia de Dios, que llama, se suscita en nosotros mediante la obediencia; y así comienza a acercar a Dios el corazón, para que lo encamine; y cuanto más y más lo va encaminando, tanto más va viendo lo que antes no veía, y se siente con más fuerza para obrar el bien que antes. No fue así como se comportó Simón [el mago], a quien le dijo el apóstol Pedro: No hay para ti parte ni herencia en esta fe; pues tu corazón no es recto con Dios50. Y así mostró con estas palabras que no puede ser recto el corazón sin Dios. Porque sólo con Dios comenzarán los hombres a no sentirse como esclavos que viven temerosos bajo la ley, sino como hijos, libres viviendo en la ley, en la cual aquéllos no quisieron caminar, y se quedaron como reos bajo ella. Esta libre voluntad no la posee el temor, sino la caridad que se infunde por el Espíritu Santo en el corazón de los creyentes51. A ellos se les dice: Por gracia estáis salvados mediante la fe, y esto no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; no es mérito de las obras, no vaya alguien a engreírse. Somos realmente hechura suya, creados en cristo Jesús para hacer el bien, que de antemano dispuso Dios que practicáramos, para que en él nos ejercitemos52. No como éstos, que no han querido seguir su ley; no han creído en él, ni han investigado el camino para ir a él, ni han puesto en él su esperanza, para que él realizase su obra.
11. [vv.11-12]. Y se han olvidado de sus beneficios, y de las maravillas que les ha mostrado, de los portentos que realizó en presencia de sus padres. A qué se referirá esto, no hay que pasarlo por alto. De estos mismos padres decía poco antes que fueron una generación perversa y provocativa: Que no se hagan, dice, una generación depravada y provocativa; una generación que no enderezó al bien su corazón, y lo demás que todavía se dice aquí de dicha generación, precaviendo seriamente de imitarla a la otra generación, ordenándole que pongan en Dios su esperanza, que no se olviden de las obras de Dios y que busquen sus mandamientos, de los cuales ya os he expuesto suficientemente, según la oportunidad. Y al hablar de aquella generación malvada, y de cómo se olvidaron de los beneficios de Dios, y de las maravillas que les mostró, ¿Qué quiere decir, cuando añade: Y de las maravillas que obró delante de sus padres? ¿A qué padres se refiere, siendo así que ellos mismos son padres, a quienes no quiere que se asemejen sus sucesores? Si entendemos que se trata de aquéllos, de quienes éstos nacieron, como Abrahán, Isaac y Jacob, hacía ya tiempo que se habían dormido en paz, cuando les manifestó en Egipto sus maravillas. En efecto, así prosigue el salmo: En la tierra de Egipto, en el campo de Tanis. Allí dice que les había mostrado portentos a éstos, en presencia de sus padres. ¿Acaso estaban presentes en espíritu, ya que de ellos dice el Señor en el Evangelio: Puesto que para él todos están vivos?53 ¿O deberemos entender de un modo más apropiado como padres a Moisés y Aarón y a los demás ancianos que se citan en la misma escritura, y que recibieron también el espíritu que había recibido Moisés, para que le ayudasen a conducir y gobernar el pueblo?54 ¿Por qué a éstos no se les ha de llamar padres? No como lo es el único Padre Dios, que regenera con su Espíritu a los que hace hijos suyos para la herencia eterna, sino como una dignación honorífica, por su edad y por su el celo de su piedad. Como cuando pablo, ya anciano, dice: No os escribo estas cosas para avergonzaros, sino para amonestaros, como a hijos míos queridos, sabiendo, como sabía que el Señor había dicho: No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque sólo uno es vuestro Padre: Dios55. Y esto no se dijo para que esta palabra honorífica fuera borrada del acostumbrado lenguaje humano, sino para que la gracia de Dios, por la que somos regenerados a la vida eterna, no fuera atribuida a la naturaleza, o a la potestad o santidad de hombre alguno. Por eso, cuando dice el Apóstol: Yo os he engendrado, aclara: En cristo y por el Evangelio56, para que nadie creyera que le pertenecía a él lo que es de Dios.
12. Así que los miembros de aquella generación malvada y provocativa se habían olvidado de los beneficios de Dios y de las maravillas que él les había mostrado; los prodigios que realizó en presencia de sus padres en el país de Egipto, en el campo de Tanis. Y, recordando, comienza a referir tales maravillas. Si se trata de parábolas y proposiciones, sin dudar las debemos referir, por comparación, con alguna otra realidad. Pero no debemos apartar nuestra atención de lo que el mismo salmo quiere sugerirnos, pues este debe ser el fruto de todo lo que se dice; además porque se nos amonesta a oír estas cosas con la mayor atención, ya que nos dice Dios: Escuchad, pueblo mío, mi ley; inclinad vuestro oído a los dichos de mi boca, para que pongamos en Dios nuestra esperanza y no nos olvidemos de las obras de Dios, y andemos buscando sus mandamientos; no sea que nos hagamos, como aquellos padres, una generación perversa y provocadora; generación que no enderezó su corazón al bien, y cuyo espíritu no fue fiel a Dios. Es, pues, a esto adonde deberemos referir todas las cosas, pues lo que ellas significan figurativamente como parábolas, pueden suceder espiritualmente en el hombre, o por gracia de Dios si son buenas, o como juicio de Dios si son malas, como las cosas buenas que le sucedieron a los israelitas, o las malas, tanto a ellos como a sus enemigos. Si nosotros no nos olvidamos de todo esto, sino que ponemos en Dios nuestra esperanza, y no somos ingratos a su gracia; temámoslo a él, pero no con temor servil, por el que sólo aterran las desgracias corporales, sino con el temor casto, que permanece para siempre, un temor que juzga como la peor desgracia la privación de la luz de la justicia. Que no lleguemos a ser, como aquellos padres, una generación perversa y provocadora. La tierra de Egipto debemos verla figurativamente como este mundo, y el campo de Tanis como la llanura del mandamiento humilde. De hecho ?Tanis? significa ?mandamiento humilde?. Aceptemos, pues, en este mundo, el mandamiento de la humildad, para que merezcamos conseguir en el otro la exaltación que nos prometió el que por nosotros se hizo aquí humilde.
13. [vv.13-16]. El que dividió el mar, y los hizo pasar, y recogió las aguas como si fuera en odres, a fin de que las olas marinas estuviesen quietas, como depositadas y contenidas en un embalse, puede por su gracia contener las fluidas e inestables olas de las carnales concupiscencias, cuando se renuncia a este mundo, para que habiendo sido aniquilados y destruidos, como a sus enemigos, todos sus pecados, fuera conducido el pueblo fiel a través del sacramento del Bautismo. El que los guió de día bajo la nube, y durante toda la noche con la luz del fuego, puede dirigir espiritualmente los caminos de los hombres, si la fe alza su clamor a él diciendo: Dirige mis caminos según tu palabra57. De lo cual se dice en otro lugar: Él mismo enderezará tus pasos, y pondrá paz en tus caminos58 por medio de Jesucristo Señor nuestro, del cual en este mundo, se ha manifestado su misterio como de día, y en su carne como en la nube; en cambio, en el juicio se manifestará como en el terror nocturno, porque entonces tendrá lugar la gran tribulación del mundo, como de fuego, que iluminará a los justos y abrasará a los malvados. El que abrió la roca en el desierto, y les dio a beber abundantemente como de un profundo manantial, y sacó agua de la peña, e hizo correr las aguas como ríos, puede, sin duda derramar sobre la fe sedienta del hombre el don del Espíritu Santo (todo lo cual estaba simbolizado espiritualmente en este hecho), procediendo de la roca espiritual que les acompañaba, que es Cristo59, el cual, en una ocasión, puesto en pie gritaba: Si alguien tiene sed, que venga a mí; y también: El que beba del agua que yo le daré, de su vientre brotarán ríos de agua viva. Esto lo decía, como leemos en el Evangelio, refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él60. Al cual, como con un bastón, le hirió el leño de la pasión, para que brotara la gracia a los creyentes.
14. [v.17]. Y sin embargo ellos, como una generación perversa y provocativa, volvieron aún a pecar contra él, es decir, siguieron sin creer. Porque este es el pecado del que el Espíritu acusa al mundo, como dice el Señor: del pecado, porque no han creído en mí61. E irritaron al Altísimo en la ?sequedad?. Otros códices, traduciendo más expresivamente el griego, escriben ?en terreno sin agua?, que equivale a ?sequedad?. ¿Fue, acaso, en aquella sequía del desierto, o más bien en la suya propia? Porque aunque habían bebido de la roca, tenían áridos no los vientres, sino las almas, no habiendo reverdecido en ellos la fecundidad de la justicia. En esta sequía debían haber suplicado a Dios con una fe más intensa, a fin de que quien les había saciado la sed corporal, les diese también la justicia a sus costumbres. A él ciertamente clama el alma fiel diciendo: Que mis ojos vean la rectitud62.
15. [vv.18-20]. Y tentaron a Dios en sus corazones, pidiendo manjares para sus almas. Una cosa es pedir creyendo, y otra pedir tentando. El texto así continúa: Y han murmurado contra Dios, diciendo: ¿Podrá Dios ofrecer una mesa en el desierto? Cierto que hirió la peña y corrieron las aguas, haciéndose torrentes que inundaron, pero ¿podrá también dar pan, o preparar una mesa para su pueblo? Pidieron, sin fe, alimento para sus almas. No es así como el apóstol Santiago manda pedir el alimento espiritual; al contrario, enseña a pedirlo a los que creen, no tentando y murmurando de Dios: Si alguien de vosotros, dice, está necesitado de sabiduría, pídala a Dios, que da a todos en abundancia, sin escatimar, y le será dada. Pero pídala con fe, sin la menor duda63. Esta fe no la tenía aquella generación que no había enderezado su corazón, ni conservaba su espíritu fiel a Dios.
16. [v.21]. Por esto, al oírlo el Señor dio largas, y el fuego se encendió contra Jacob, y se levantó la ira contra Israel. Ha explicado a qué le llama ?fuego?. Es a su ira a la que llamó fuego, aunque también el fuego propiamente devoró a muchos. ¿Qué significa lo que dice: Lo oyó el Señor y dio largas? ¿Acaso que retrasó el ingreso en la tierra prometida, adonde los conducía, cosa que podía suceder en pocos días, pero por sus pecados habían de ser obligados a languidecer en el desierto, donde permanecerían sufriendo durante cuarenta años? Si es así, el retraso lo sufrió el pueblo entero, no el grupo de los que, tentando, hablaron mal de Dios; porque todos ellos perecieron en el desierto, y solo entraron sus hijos en la tierra prometida. ¿O fue, acaso, que les retrasó el castigo, de suerte que primero sació su infiel deseo, para que no se pensase que se airó por haberle pedido, aunque fuera tentando y murmurando, algo que no podía hacer? Luego al oírlo retrasó la venganza; y después de haber realizado lo que ellos pensaban que no podía hacer, se inflamó la ira contra Israel.
17. [vv.22-31]. En fin, explicadas con brevedad ambas cosas, prosigue claramente el orden de la narración. Porque no creyeron en Dios, ni esperaron en su auxilio. Después de haber dicho por qué el fuego se encendió contra Jacob, y se inflamó la ira contra Israel, es decir, porque no creyeron en Dios, ni esperaron en su auxilio, a continuación añade cuán ingratos fueron ante unos beneficios tan evidentes, diciendo: Y dio orden a las altas nubes, y abrió las puertas del cielo. E hizo llover para ellos maná para comer, y les dio pan del cielo. El hombre comió pan de ángeles, y les envió provisiones en abundancia. Hizo que se levantase el viento austral, e hizo con su poder soplar el viento del África. Y llovió sobre ellos carne como polvo, y aves aladas como arena del mar. Cayeron en la mitad de su campamento, alrededor de sus tiendas. Y comieron hasta hartarse del todo; les ofreció lo que anhelaban, y no les privó de lo que deseaban. He aquí por qué lo había retrasado. Oigamos lo que retrasó: Todavía estaba el manjar en sus bocas, y la ira de Dios se incendió sobre ellos. Esto es lo que había retrasado. En efecto, primero retrasó; y después el fuego se inflamó contra Jacob, y la ira se levantó contra Israel. Luego el retardo fue para ejecutar primero lo que ellos habían creído que no podía hacer, y luego ocasionarles el sufrimiento que convenía padecieran. Porque si hubieran puesto en Dios su esperanza, no sólo les habría colmado su deseo de carne, sino también les habría llenado su espíritu. Porque el que dio órdenes a las nubes de arriba, y abrió las puertas del cielo, haciéndoles llover el maná para comer, y les dio pan del cielo, a fin de que el hombre comiese pan de ángeles; el que les envió manjares en abundancia, para saciar a los incrédulos, no es incapaz de dar a los creyentes el verdadero y auténtico pan del cielo que el maná simbolizaba; es el verdadero alimento de los ángeles, a los que, como incorruptibles, los nutre el Verbo de Dios de una manera incorruptible, y para que el hombre lo pudiese comer, el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros64. Este mismo pan se hace llover en el mundo entero por medio de las nubes evangélicas, pues abriéndose como puertas celestes los corazones de los predicadores, se anuncia no a la sinagoga, que murmura y tienta, sino a la Iglesia, que cree y pone en él su esperanza. Él hizo soplar desde el cielo el viento austral, y con su poder envió un viento ábrego, lloviendo sobre ellos carne como una polvareda, y volátiles como arena del mar, que cayeron en medio de su campamento, alrededor de sus tiendas, y comieron hasta hartarse por completo; y así, ofreciéndoles lo que anhelaban, no les privó de sus deseos. De ahí que el que ha obrado así, puede alimentar con carne la fe naciente de los que no le tientan, sino que creen, utilizando signos sensibles de palabras pronunciadas, que recorren el aire como las aves voladoras. Pero éstas no vendrán del Norte, donde reina el frío y la niebla, es decir, los discursos que agradan a este mundo; el austro será desplazado del cielo. ¿Para ir adónde, sino a la tierra? De modo que los que son infantes en la fe, al ir oyendo cosas terrenas, se vayan nutriendo para poder entender las celestiales. Nos dice el Evangelio: Si os he hablado de cosas terrenas, y no creéis; ¿cómo vais a creer, cuando os hable de cosas celestiales?65 Esto mismo dice también el Apóstol: No os pude hablar como a espirituales, sino como a carnales66. Él se trasladaba en cierto modo del cielo a la tierra; había sido arrebatado en espíritu al cielo y allí se había encontrado con Dios. Tenía que acomodarse en sus palabras al modo terreno o carnal para ser comprendido. Allí había oído palabras inefables67 que en la tierra no era posible hablarlas con sonidos pronunciados, como de aves volátiles. Y puso en movimiento con su poder el áfrico, es decir, hizo soplar, por medio de los vientos del sur, calurosos y llenos de luz, el espíritu de los predicadores, inflamados de amor y de luz; y esto lo hizo por su poder, no sea que alguien se atribuya el áfrico que ha recibido de Dios. De hecho, estos vientos llegan espontáneamente a los hombres, trayéndoles palabras divinamente enviadas, para que en sus moradas, y alrededor de sus tiendas recojan de este modo los volátiles, y adore cada uno desde su lugar al Señor, y también todas las islas de los gentiles68.
18. Pero a los incrédulos, generación perversa y provocativa, cuando aún tenían el alimento en sus bocas, la ira de Dios se levantó contra ellos, y causó la muerte en muchos de ellos, es decir, a muchos de ellos, o —como se lee en algunos códices— los más robustos de entre ellos. Esta, lectura, por cierto, no la encontré en los códices griegos que pude consultar. Pero si esta es la versión más verídica, ¿qué otra cosa debemos entender por los más robustos entre ellos, sino los que sobresalen por su soberbia, de los cuales se dice: De sus carnes les rezuma la maldad?69 E imposibilitó a los elegidos de Israel. Había también allí algunos elegidos, con cuya fe no se contemporizaba la generación depravada y provocadora. Pero fueron impedidos para que no ayudasen en modo alguno a los que con paternal afecto deseaban ofrecerles ayuda. Cuando la ira de Dios está en contra, ¿qué podrá ofrecer la compasión humana? ¿O querrá, quizá, darnos a entender el salmo que junto con los depravados estaban también los elegidos, impedidos, de suerte que quienes se distinguían por sus buenas intenciones, e incluso por su conducta, soportasen junto con ellos los sufrimientos, para dar ejemplo no sólo de justicia, sino también de paciencia? De hecho hemos aprendido que los santos fueron llevados cautivos junto con los pecadores, y probablemente no por otra causa. Tengamos en cuenta que en los códices griegos no se lee enepódisen, que significaría impidió o imposibilitó, sino que leemos synepódisen, cuyo significado es más bien aprisionó junto a otro.
19. [vv.32-33]. No obstante, la generación depravada y provocativa continuó, todavía, pecando en todas estas cosas, y no creyó en sus maravillas. Transcurrieron sus días inútilmente; cuando, si hubieran creído, podrían haber tenido días interminables en la verdad, al lado de aquel de quien se dijo: Y tus años no tendrán fin70. Sin embargo se consumieron inútilmente sus días, y sus años apresuradamente. Sí, toda la vida de los mortales pasa de prisa, y la que parece más larga, es como un humo que pronto se desvanece.
20. [vv.34-35]. Sin embargo, cuando los mataba, ellos lo buscaban; y no era por la vida eterna, sino temor a que el humo de su vida se disipara demasiado pronto. Lo buscan no los muertos por él, sino, aquellos que temían ser muertos a semejanza de los primeros. La Escritura habla de ellos como si buscaran a Dios los que eran muertos; pero es porque se trata de un solo pueblo, y se refieren a él como a un solo cuerpo. Y se alejaban, pero, al amanecer volvían a Dios. Y se acordaban de que Dios es su auxilio, y el Dios excelso es su redentor. Pero todo esto lo hacían a fin de conseguir los bienes temporales y evitar los malesterrenos. Mas quienes a Dios buscaban por los bienes terrenos, no era a Dios a quien buscaban, sino estos bienes. Este es el modo de buscar a Dios con temor servil, no con la libertad del amor. No es así como hay que dar culto a Dios. Se adora aquello que se ama. Y como Dios es más grande y mejor que todas las cosas, hay que amarlo sobre todas ellas para que sea adorado.
21. [vv.36-37]. Veamos finalmente lo que sigue: Y lo amaron, dice, con su boca, y con su lengua le mintieron. Su corazón no era recto con él, ni se mantuvieron fieles a su testamento. Una cosa en su lengua y otra distinta en su corazón veía aquel a quien están al descubierto los secretos humanos, y que sin obstáculo alguno descubría cuáles eran sus preferencias. Porque el corazón es recto con Dios, cuando busca a Dios por Dios. Una cosa sola deseaba del Señor, y ésa buscará: habitar por siempre en la casa del Señor, y contemplar disfrutando de su felicidad71. A él le dice el corazón de los fieles: Me saciaré, pero no con las ollas de carne de los egipcios, ni con las calabazas y melones, ni con los ajos y cebollas que la generación depravada y provocativa prefería incluso al pan celeste72, ni siquiera con el maná visible, ni tampoco con los volátiles alados, sino que me saciaré cuando se manifieste tu gloria73. Esta es precisamente la herencia del Nuevo Testamento, con el cual aquellos no fueron hallados fieles, y cuya fe, sin embargo, también entonces, aunque estaba oculta, existía en los elegidos, y que ahora, cuando ya ha sido revelada, no se halla en muchos de los llamados: Porque muchos son los llamados, y pocos los elegidos74. Tal era la generación depravada y provocativa, aun cuando parecía que buscaba a Dios, pues lo amaba con la boca y mentía con la lengua; por eso en su corazón no era recta con Dios, ya que amaba más que a Dios, las cosas que buscaba cuando recurría a su ayuda.
22. [vv.38-39]. Pero él es misericordioso, y perdonará sus pecados y no los destruirá. Una y otra vez frenó su ira, y no dio rienda suelta a toda su cólera. Se acordó de que son carne, un soplo que pasa y no vuelve. Apoyados en estas palabras, muchos se prometen de la divina misericordia la impunidad de sus maldades, aun cuando perseveren en ser tales como se describe que era esta generación malvada y provocadora, que no enderezó su corazón, y cuyo espíritu no fue fiel a Dios, la cual no es un ejemplo que se deba imitar. Pues, usando ahora su mismo lenguaje, Dios quizá no castigue a los malos, pero lo que sí es cierto es que nunca castigará a los buenos. ¿Por qué, entonces, no elegimos más bien esta otra alternativa, en la que no hay duda alguna? De hecho, quienes mintieron con su lengua, ocultando otra actitud en su corazón, piensan y quieren que cuando se les amenaza con la pena eterna, Dios sea también mentiroso. Pero como ellos mintiendo no lo engañaron, así hablando él, no engaña. No corromperá estas divinas palabras, de las que se lisonjea esta depravada generación, como sí corrompió su corazón, porque aunque él permanezca corrompido, estas palabras permanecen intactas. En primer lugar porque pueden entenderse según lo que dice el Evangelio: Paras que seáis como vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre buenos y malos, y envía su lluvia sobre los justos e injustos75. ¿Quién no va a ver con cuánta misericordia y paciencia perdona a los pecadores? Pero esto antes del juicio. De tal modo perdonó aquel pueblo, que no encendió toda su cólera para destruirlo y arrasarlo por completo; cosa que aparece con claridad en sus palabras y en la intercesión de su siervo Moisés por los pecados de ellos, donde dice Dios: Los voy a destruir, y haré de ti un gran pueblo76. Moisés intercedió, dispuesto a ser él aniquilado antes que su pueblo, sabiendo, que se dirigía al Misericordioso, el cual de ningún modo lo iba a destruir a él, y sin duda perdonaría al pueblo por él. Veamos, pues, cuánto ha perdonado y cuánto perdona todavía. Los introdujo en la tierra prometida, y conservó aquel pueblo hasta que ellos, dando muerte a Cristo, se implicaron en el más grande de todos de los crímenes; y a pesar de haberlos despojado de su reino, y de haberlos diseminado por todos los reinos gentiles, sin embargo, no los destruyó; permanece todavía el mismo pueblo, conservado por la sucesión de las generaciones, como si hubiera recibido el signo de Caín, para que nadie pueda matarlo, es decir, destruirlo por completo77. Ved cómo se cumple lo que se dijo: Pero él es misericordioso, y perdonará sus pecados y no los destruirá. Y con frecuencia frenó su ira, y no desfogó toda su cólera. Si hubiera dado rienda suelta a toda su ira contra ellos, es decir, según lo merecían, no quedaría nada de aquel pueblo. Así es como Dios, de quien se canta la misericordia y el juicio78, por su misericordia en este mundo hace salir su sol sobre buenos y malos; y por su juicio, al fin del mundo, separando a los malos de su eterna luz, los castiga con las tinieblas eternas.
23. Para que no parezca que distorsionamos las palabras divinas, y donde se dijo: No los destruirá, nosotros digamos: Pero los destruirá después; fijémonos en una frase muy común de la Escritura, citada en este mismo salmo, por la que queda resuelta esta cuestión con más certeza y cuidado. Hablando poco después de ellos, recordando lo que por ellos habían soportado los egipcios, refiriéndose a la última plaga, dice así: E hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto; las primicias de su virilidad en las tiendas de Cam. Y sacó a su pueblo como a ovejas, y los condujo como a un rebaño por el desierto. Y los sacó fuera con seguridad y no temieron, mientras que a sus enemigos los cubrió el mar. Y los condujo hasta su monte santo, monte que su diestra había adquirido. Y arrojó de su presencia a las naciones, y les asignó por suerte la tierra en heredad. Si alguno, ante estas palabras, nos propone una duda, y nos dice: ¿Cómo es que aquí se dice que les fueron entregadas todas estas cosas, siendo así que ellos personalmente, habiendo sido liberados de Egipto, no fueron introducidos en la Tierra de Promisión, puesto que habían muerto en el desierto? No tenemos otra respuesta, sino ésta: se habla del mismo pueblo, ya que lo eran en sus descendientes. Así pues, cuando oímos, sobre todo con palabras dichas en el tiempo de futuro, por ejemplo: Y será benévolo con sus pecados, y no los destruirá; y con frecuencia refrenará su ira, y no dará rienda suelta a toda su cólera, entendamos que se ha cumplido ya en aquellos de quienes dice el Apóstol: Del mismo modo también en nuestros días subsiste un resto elegido por gracia, que se han salvado. Y por eso también dice: ¿No ha repudiado Dios a su pueblo? De ninguna manera. Pues yo también soy israelita, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo nacido de hebreos79. La Escritura había previsto a los que, de este pueblo, habían de creer en Cristo, y recibir la remisión de los pecados, incluido el más grande de todos, por el cual se ensañaron y mataron a su mismo médico. A esto se refieren exactamente aquellas palabras: Pero él es misericordioso, y perdonará sus pecados y no los destruirá; y con frecuencia refrenará su ira. Ha llegado, incluso a perdonarles el haber sido ellos quienes mataron a su único Hijo. Y no dio rienda suelta a toda su cólera; puesto que fue salvado un resto.
24. Y se acordó de que son carne, un soplo que pasa y no vuelve. Por eso, llamándolos y compadeciéndose de ellos mediante su gracia, él mismo los invitó a volver a él, ya que por sí mismos no podrían volver. ¿Cómo volverá la carne, soplo que pasa y no vuelve, sintiéndose impulsada hacia el abismo profundo por el peso de las graves culpas cometidas, si no fuera por elección de la gracia? La cual no es una recompensa de los propios méritos, sino un don gratuito, para la justificación del impío, y que vuelva casa la oveja perdida; pero no por sus propias fuerzas, sino traída sobre los hombros del pastor80. Ella pudo perderse, sí, vagando libremente por senderos, a su aire, pero no pudo encontrarse; y nunca sería encontrada si no fuera buscada por la misericordia del pastor. Tiene relación con esta oveja la parábola de aquel hijo, que recapacitando sobre sí mismo, dijo: Me levantaré e iré a mi padre. Éste fue también secretamente inspirado, llamado, buscado y resucitado por el único que vivifica todas las cosas. ¿Y por quién fue encontrado, sino por aquel que vino a salvar y buscar lo que estaba perdido?81 Porque estaba muerto, y ha resucitado; se había perdido, y ha sido encontrado82. De este modo se soluciona aquella no pequeña cuestión sobre lo que se dice en los Proverbios, cuando la Escritura habla sobre el camino de la iniquidad: Todos los que caminan por él, no retornarán83. Esto se dijo como si hubiera que desesperar de todos los malvados: pero la Escritura ha querido sólo poner de relieve la gracia; porque el hombre por sí mismo puede andar por ese camino de maldad, pero no puede volver por sí mismo, a no ser que la gracia lo haya llamado.
25. [vv.40-51]. Estos depravados y provocativos, ¡cuántas veces no le irritaron en el desierto, y provocaron su ira en la aridez! Y se convirtieron, y tentaron a Dios, y exacerbaron al Santo de Israel. Vuelve a repetir la misma infidelidad que ya anteriormente había recordado. El motivo de tal repetición es recordar las plagas con que por ellos castigó a los egipcios; todo lo cual debían ellos recordar para no ser desagradecidos. Y bueno, ¿cómo continúa el texto? No se acordaron de su mano, del día en que los rescató de la mano del perseguidor. Y comienza a narrar lo que hizo a los egipcios: Manifestó sus signos, y sus prodigios en el campo de Tanis. Convirtió en sangre sus ríos y sus lluvias, para que no pudieran beber, o más bien, en lugarde ?lluvias?, los manantiales de agua, como algunos traducen mejor del texto griego ta ombrémata, y que en latín decimos fuentes, de las que brota agua de las profundidades. Cavaron los egipcios, buscando agua, y encontraron sangre. Les envió el tábano, que los devoró, y ranas que los apestaron. Dio sus frutos al tizón, y sus trabajos a la langosta. Y destruyó sus viñas con el pedrisco, y sus moreras con la escarcha. Entregó sus bestias al pedrisco y sus posesiones al fuego. Descargó sobre ellos la ira de su indignación; la indignación, la ira, y la tribulación la manifestó en el envío de los ángeles malos. Abrió camino al sendero de su ira, y no perdonó de la muerte a sus seres vivientes, y entregó a la muerte a su ganado. Hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, y a las primicias de su virilidad en las tiendas de Cam.
26. Todos estos castigos que golpearon a los egipcios pueden ser interpretados en sentido alegórico, según cada uno entienda estas cosas y las quiera comparar con aquellas a las que han de ser referidas. Yo también intentaré hacer lo mismo, y tanto mejor lo conseguiré, cuanta más ayuda reciba de Dios. A ello me obligan las palabras del salmo que dicen: abriré mi boca con parábolas, y hablaré proposiciones desde el principio. Por eso también se dijeron aquí algunas cosas que de ningún modo leemos en el Éxodo haberles acontecido a los egipcios, cuando con todo detalle y orden se narran allí todas las plagas sufridas por ellos. Y esto se dio así, para que nosotros estemos seguros de que lo que allí se omitió, no está expresado en vano en el salmo, y debemos interpretarlo alegóricamente. Y asimismo, para que entendamos que las demás cosas que nos consta que sucedieron, se escribieron o tuvieron lugar para expresar alguna significación figurada. Esto es lo que hace la Escritura en muchos pasajes de los relatos proféticos. Si alguna vez dice algo que no se encuentra en el hecho que parece conmemorar; incluso que se comprueba que es distinto, es para que busquemos una interpretación distinta a la que parece espontánea, sino que debemos buscar otra distinta, y sobre la que nos quiere llamare la atención. Por ejemplo, aquel pasaje en que se dice: Dominará de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra84. Esto consta que no se cumplió en el reinado de Salomón, del que se puede pensar que hablaba este salmo, siendo así que en realidad hablaba del Señor Jesús. En las plagas que soportaron los egipcios, y que se narran en el libro del Éxodo, donde la Escritura procuró especialmente que todas ellas fueran narradas por orden, no está lo que leemos en este salmo: Y dio sus frutos al tizón; ni tampoco aquello que, después de decir: Y entregó sus ganados al pedrisco, añade: y sus posesiones al fuego. En el Éxodo se lee la muerte de sus animales por el pedrisco85, pero no se lee nada de la quema de sus posesiones por el fuego. Aunque el estruendo y el fuego acompañen al granizo o pedrisco, ya que ambos suelen darse juntos, truenos y relámpagos, no hay nada escrito de que fuera entregado al fuego ninguna de sus posesiones. En cambio, referente a la hierba verde y tierna que no pudo ser lastimada por el granizo, se dice que no lo fue; pero que después fue devorada por la langosta86. Y también lo que aquí se dice: Y las moreras por la escarcha, no se halla en el Éxodo. Mucho se diferencia el granizo de la escarcha. De hecho en las noches serenas de invierno, la tierra se encanece por la escarcha.
27. Diga como pueda el expositor lo que significan todas estas cosas, y como es justo lo juzgue el lector y el oyente. A mí el agua convertida en sangre me parece significar el sentir carnalmente sobre las causas de las cosas. El tábano, es decir, las moscas caninas, son las costumbres depravadas que ni a sus padres ven cuando nacen. La rana es la vanidad locuacísima. El tizón daña ocultamente; algunos intérpretes la llamaron niebla, otros, canícula; este mal se compara con propiedad a los vicios, porque con dificultad se pone de manifiesto, como sucede con el fiarse en gran manera de sí mismo. El viento es la enfermedad que daña ocultamente en los frutos, como pasa con la oculta soberbia en las costumbres, cuando alguien se cree ser algo, siendo así que no es nada87. La langosta es la maldad que hiere con la boca, o sea, con falso testimonio. El granizo simboliza la maldad que arrebata las cosas ajenas, de donde nacen los hurtos, las rapiñas, los robos; pero el más perjudicado es el devastador, que se arruina a sí mismo con su vicio. La escarcha simboliza el vicio, por el que, en las tinieblas de la ignorancia, como en el frío nocturno, se congela la caridad del prójimo. El fuego, si aquí no se cita el que aparece con el granizo en el resplandor de las nubes, es decir, el relámpago, puesto que aquí se dijo: Entregó sus posesiones al fuego, en lo que da a entender que fueron abrasadas, y no se lee de manera alguna que lo hiciera el fuego que aparece con el granizo, me parece que simboliza la fiereza de la indignación por la que puede cometerse hasta el homicidio. Por la muerte del ganado o bestias, me parece que se figuró la violación del pudor. Nosotros tenemos en común con las bestias la concupiscencia por la que nacen los hijos; el dominarla y ordenarla constituye la virtud de la castidad. La muerte de los primogénitos simboliza la pérdida de la misma justicia, por la cual cada uno vive en sociedad con el género humano. Pero, simbolicen esas cosas, u otras mejores y distintas, ¿a quién no hará pensar el haber sido heridos los egipcios con diez plagas, y el ser diez los mandamientos escritos en las tablas de la ley, los que habían de regir al pueblo de Dios? Como en otro lugar expuse estos mandamientos y plagas, comparándolos entre sí, pero en sentido opuesto, no hay necesidad de imponernos el trabajo de repetirlo en la exposición de este salmo. También aquí, aunque no en el mismo orden, se conmemoran las diez plagas de Egipto, pero advertimos que en lugar de las tres plagas que se refieren en el Éxodo88, es decir, la de los mosquitos, la de las úlceras y la de las tinieblas, y que aquí no se mencionan, se conmemoran otras tres que allí no se nombran, es decir, la del tizón, la de la escarcha y la del fuego, no la del relámpago; pues al fuego, no al relámpago se dice que fue entregada la heredad para ser quemada por él, pero esto no se lee en el Éxodo.
28. Bastanteclaramente se explicó aquí que estas plagas las soportaron por justo juicio de Dios, por obra de los ángeles malos en este mundo perverso, semejante a Egipto y al campo de Tanis, donde debemos de ser humildes, mientras no venga el siglo en el que merezcamos ser levantados de esta humildad. Porque hasta la palabra Egipto en hebreo significa ?tinieblas o tribulación?, y en la misma lengua, Tanis, como ya recordé89, significa ?mandato humilde?. Cuando se habla de las plagas en este salmo, se ha afirmado de los ángeles malos algo que no debemos pasar por alto: Dio rienda suelta, dice, contra ellos a la ira de su indignación; la indignación, la ira, la tribulación, el envío de los ángeles malos. Ningún fiel ignoraque existe el diablo y sus ángeles, y tan malos, por cierto, que para ellos está preparado el fuego eterno. Pero que ellos, por orden del Señor Dios, transmitan mensajes a algunos a quienes juzga dignos de esta pena, les parece duro a quienes son incapaces de pensar cómo la suma justicia de Dios usa bien incluso de los malos. Y en lo que se refiere a su sustancia, ¿quién los creó, sino él? Él no los creó malos, sin embargo usa bien de ellos porque es bueno, es decir, los usa adecuada y justamente; como, al contrario, los malvados usan mal de las criaturas buenas de Dios. Luego Dios usa de los ángeles malos no sólo para castigar a los malos, como, por ejemplo, a todos estos de los que habla el salmo, como también al rey Acab, a quien el espíritu de la mentira, por voluntad de Dios, engañó para que pereciese en la batalla90; sino también para poner de manifiesto a los buenos, como sucedió con Job. Por lo que se refiere a esta materia, de los elementos corporales y visibles, pienso que pueden usar de ella los ángeles buenos y los malos, según el poder que cada uno tenga; así como usan de tales elementos los hombres buenos y los malos, en cuanto pueden, según los límites de la debilidad humana. Pues usamos de la tierra, del aire, del agua y del fuego, no sólo para las necesidades de nuestro sustento, sino también en muchas cosas superfluas y recreativas, como en las maravillosas obras de arte. De ahí que los innumerables elementos llamados mejanémata en griego,(relacionado con la imaginación y el ingenio), se modifican manejando con arte estos elementos. Pero en todos ellos es mucho mayor el poder de los ángeles buenos y malos, y, sin duda, mayor el de los buenos; pero cuanto les es permitido y ordenado por el querer de Dios, como también a nosotros. Pues no podemos hacer en todo esto cuanto queremos. En el libro digno de absoluta confianza leemos que el diablo pudo también enviar fuego del cielo para consumir con extraordinaria y horrenda vehemencia el sinnúmero de animales del santo Job, cosa que ningún fiel se atrevería a atribuírselo al diablo, si no lo viera respaldado por la autoridad de la santa Escritura. Pero aquel varón justo, fuerte y piadosamente adoctrinado por don de Dios, no dice: el Señor me lo dio y el diablo me lo quitó, sino: El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó91. Sabía muy bien que el diablo podía usar de esos elementos, pero no del siervo de Dios, a no ser que lo hiciera queriéndolo y permitiéndoselo el Señor; así confundía la malicia del diablo, porque sabía quién usaba de ella, probándola en él. El espíritu de la maldad obra en los hijos de la incredulidad como en sus propios esclavos, como hacen los hombres en sus animales92; pero también en ellos cuanto le permite el justo juicio de Dios. Pues una cosa es prohibir, por un poder mayor, ejercer el propio poder como le plazca, al tratar a los suyos, y otra distinta el dar poder sobre aquellos que son ajenos a él. Así el hombre hace lo que quiere de su propio animal, conforme a su entender, pero no haría bien si se le prohibiese por una fuerza mayor; pero para usar de un animal ajeno, espera a que se le dé poder de parte de su dueño. En un caso se le impide ejercer el poder que tenía; en otro, se le concede el que no tenía.
29. Siendo así las cosas, si Dios castigó con aquellas plagas a los egipcios, mediante los ángeles malos, ¿Nos atreveríamos a decir que también el agua fue convertida en sangre por los mismos ángeles, y que las ranas fueron asimismo obra de ellos, algo así como pudieron hacer los magos del faraón en su beneficio; y así los ángeles malos se hallarían situados de tal manera entre una y otra parte, castigando a unos y engañando a otros, según el juicio y la disposición de Dios, justísimo y omnipotente, que usa rectamente de las malicia de los malvados? No me atrevo a afirmarlo. ¿Cómo es, entonces, que los magos del faraón no pudieron hacer los cínifes?93 ¿Acaso porque no se les permitió esto a los mismos ángeles malos? ¿O hemos de decir, con más razón que es algo que se nos oculta, y que excede nuestra capacidad de investigación? Porque si pensáramos que Dios hizo aquellas cosas sirviéndose de los ángeles malos, porque se les imponían castigos, y no se les ofrecían beneficios, como si Dios no castigara a nadie mediante los ángeles buenos, sino sirviéndose de aquellos que son como los verdugos de la milicia celestial; sería también lógico pensar que Sodoma fue arrasada por los ángeles malos, y que Abrahán y Lot hospedaron a ángeles malos, cosa que no debemos admitir sin contradecir lo que claramente dicen las Escrituras94. Luego queda claro que estas cosas se pueden infligir a los hombres tanto por los ángeles buenos, como por los malos. Qué es lo que harán, y cuándo conviene hacerlo, a mí se me oculta; mas no a aquel que lo hace, ni a quien él quisiera revelarlo. Sin embargo, guiados en nuestro intento por la divina Escritura, leemos que se imponen castigos a los malos por los ángeles buenos, como a los sodomitas, y también por los malos, como en el caso de los egipcios. En lo que no estoy de acuerdo es en que los justos sean tentados y probados con castigos corporales por los ángeles buenos.
30. Por lo que se refiere al este pasaje de este salmo, si no nos atrevemos a atribuir a los ángeles malos las cosas que maravillosamente se hacen en las criaturas, sin embargo tenemos algo que sin duda sí les podemos atribuir: la muerte de los animales, de los primogénitos, y en especial aquello por lo que sobrevinieron todas las desgracias: el endurecimiento de su corazón, para no dejar salir de Egipto al pueblo de Dios. Al decir que Dios causó esta perversa y depravada obstinación95, no quiere decir que fue él quien la suscitó, sino que la permitió, tolerando que los ángeles malos obrasen en los hijos de la infidelidad96 lo que Dios permitió de una manera justa y merecida. Así también aquello que dice el profeta Isaías: Señor, sucede que tú estás enojado y nosotros hemos pecado; por eso hemos errado, y nos hemos hecho todos como inmundos97: esto lo debemos entender por la misma razón de que precedió algo por lo que Dios, justísimamente enojado, apartó de ellos su luz, para que por los pecados, que por ningún argumento pueden defender que no son pecados, la ceguera de la mente humana se estrellase contra ellos, desviándose y alejándose del camino de la justicia. Y también lo que se escribió en otro salmo de los mismos egipcios, que Dios les cambió su corazón para que odiasen a su pueblo y obrasen con engaño con sus siervos98, bien se puede creer que Dios lo hizo mediante los ángeles malos, a fin de que, corrompidas ya las mentes de los hijos de las incredulidad, por los ángeles malos, para quienes hasta los vicios son sus amigos, les excitasen a odiar al pueblo de Dios, y sirviesen de terror y de corrección para los buenos aquellos prodigios. Incluso aquellos males de las costumbres, y que están simbolizados, como hemos dicho en las plagas corporales, según lo que está dicho: abriré mi boca en parábolas, es muy conveniente creer que se llevan a cabo por medio de los ángeles malos en aquellos que por la divina justicia están sometidos a ellos. No obstante, cuando sucede lo que dice el Apóstol: Dios los entregó a las concupiscencias de su corazón, para que realicen lo que no conviene99, no hemos de entender que los ángeles malos, a quienes está con suma justicia sometida la malicia humana, excepto la de aquellos a quienes libra la gracia, se gozan y operan allí como en su propio terreno. ¿Y quién es capaz de comprender todo esto?100 ¿Por qué, al decir: desató contra ellos la ira de su indignación; el enojo, la ira, la tribulación, el envío por los malos ángeles, añadió: dio libre curso a la senda de su ira? ¿Quién será tan inteligente, capaz de penetrar y entender el mensaje que se oculta en tamaña profundidad? La senda de la ira de Dios, por la que castigaría con justicia la impiedad de los egipcios estaba oculta, pero abrió camino a esta misma senda, para que sacando a la luz sus crímenes, como fuera de sus escondrijos, castigara con toda claridad, mediante los ángeles malos, a los que manifiestamente eran impíos. De este poder de los malos ángeles sólo libra al hombre la gracia de Dios, de la que dice el Apóstol: El cual nos liberó del dominio de las tinieblas, y nos trasladó al reino del Hijo de su amor101. El simbolismo de esta liberación lo llevaba en sí mismo este pueblo al ser liberado del dominio de los egipcios y ser trasladado al reino de la tierra de promisión, que manaba leche y miel, lo cual significa la dulzura de la gracia.
31. [vv.52-53]. Después de conmemorar las plagas de Egipto, prosigue el salmo diciendo: Y sacó como a ovejas a su pueblo, y los condujo como a un rebaño en el desierto. Los condujo en esperanza y no temieron; y el mar cubrió a sus enemigos. Tanto mejor se lleva esto a cabo, cuanto es más en el interior, donde somos liberados del poder de las tinieblas, y trasladados espiritualmente al reino de Dios, y según la pascua espiritual, nos hacemos ovejas de Dios, caminando por este mundo como por el desierto, ya que nuestra fe no es visible a nadie; como dice el Apóstol: Vuestra vida está escondida con Cristo en Dios102. Pero somos conducidos en esperanza, ya que por la esperanza hemos sido salvados; y por tanto no debemos temer, porque si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?103 Y el mar sumergió a nuestros enemigos; los ha aniquilado en el bautismo por la remisión de los pecados.
32. [v.54]. Continúa diciendo: Y los introdujo en el monte de su santificación. ¡Cuánto mejor en la santa iglesia! El monte que había conquistado su diestra. ¡Cuánto más sublime es la Iglesia que ha conquistado Cristo!, de quien se dijo: Y el brazo del Señor ¿a quién se ha revelado?104 Y arrojó de su presencia a los gentiles, y de la presencia de sus fieles; porque en cierto modo son gentiles los espíritus malignos que causan los errores del paganismo. Y les repartió la tierra distribuyéndola a suertes. También en nosotros todo lo realiza el único y mismo espíritu, repartiendo a cada uno sus dones como él quiere105.
33. [vv.55-58]. E hizo habitar en sus tiendas a las tribus de Israel. Hizo, dice, habitar en las tiendas de los gentiles a las tribus de Israel. Creo que esto debe ser interpretado mejor en sentido espiritual, es decir, que nosotros somos elevados por la gracia de Cristo a la gloria celestial, de donde fueron expulsados y arrojados los ángeles que pecaron. Aquella generación depravada y provocativa, como no se despojaba de la túnica del hombre viejo, debido a estos beneficios corporales, siguieron todavía tentando y enojando al Dios excelso, y no observaron sus testimonios, y se apartaron y no cumplieron el pacto como sus padres. Por cierto pacto y acuerdo, dijeron: Todo lo que ha hablado el Señor nuestro Dios, lo cumpliremos y le pondremos atención106. Hay que tener en cuenta que dice como sus padres, pareciendo que durante todo el texto del salmo habla de los mismos hombres, sin embargo aquí parece que habla de los que ya estaban en la tierra de promisión, y al decir ?sus padres? se refiere a los que en el desierto irritaron al Señor.
34. Se volvieron un arco engañoso, o, como hallamos en otros códices, un arco disforme o inverso. Qué habrá que entender en estas palabras se esclarece en lo que sigue: Y provocaron su ira desde sus collados. Esto quiere decir que cayeron en la idolatría. El arco, pues, se volvió al revés, no a favor del nombre del Señor, sino en contra del Señor, que le había dicho a este pueblo: No tendrás otros dioses fuera de mí107. Por el arco se significa la intención del ánimo. En fin, también esto lo expone más claramente, diciendo: Y con los ídolos le provocaron su celo.
35. [vv.59-60]. Lo oyó Dios y se indignó, es decir, lo vio y los castigó. Y anuló totalmente a Israel. ¿A qué quedaron reducidos aquellos que, gracias a la ayuda de Dios, fueron lo que fueron, si el mismo Dios los rechaza? Sin duda que aquí recuerda la derrota que sufrieron por parte de los filisteos, en tiempo del sacerdote Helí, cuando les fue arrebatada el arca del Señor, y ellos fueron exterminados en una gran matanza108. Esto es lo que dice: Y rechazó su morada en Silo; su tabernáculo en el que habitaba con los hombres. Con elegancia describe por qué rechazó su tabernáculo, cuando dice: en el que habitaba con los hombres, ya que no eran dignos de que habitase entre ellos. No siendo digno de habitar entre ellos, ¿por qué no había de abandonar la tienda que sin duda no había establecido por él, sino por ellos, cuando ya los juzgó indignos de habitar él entre ellos?
36. [v.61]. Y entregó al cautiverio su fortaleza, y su hermosura en manos del enemigo. Llama fortaleza al arca, por la que se creían invictos, y la llama también belleza, porque en ella se complacían. Asimismo, más tarde, viviendo también mal, y gloriándose del templo del Señor, los asusta por medio del profeta Jeremías: ved lo que hice con Silo, donde estaba mi tabernáculo109.
37. [vv.62-63]. Y entregó su pueblo a la espada, encolerizado contra su heredad. A sus jóvenes los devoró el fuego, es decir la ira de Dios, y las doncellas no entonaban lamentos; porque no tenían ni tiempo para ello, ante el terror al enemigo.
38. [v.64]. Sus sacerdotes cayeron bajo la espada, y sus viudas no los lloraban. Efectivamente, cayeron a espada los hijos de Helí, y la viuda de uno de ellos, muerta también poco después al dar a luz, no pudo llorarlo en las honras fúnebres por toda esta perturbación110.
39. [v.65]. Y el Señor se despertó como de un sueño. Parece dormir, cuando entrega a su pueblo en manos de aquellos a quienes odia, por lo que se les dirá: ¿Dónde está tu Dios?111 Se despertó, pues, como quien duerme, como un hombre fuerte vencido por el vino. Nadie se atrevería a decir esto de Dios, sino únicamente su Espíritu. Porque ha hablado de él al estilo de los impíos que lo insultan, como a un borracho que duerme largo tiempo, cuando no socorre tan pronto como piensan los hombres.
40. [v.66]. E hirió a sus enemigos por la espalda, a aquellos precisamente que se alegraban de haberles arrebatado el arca, los hirió por detrás112. Esto me parece un símbolo de la pena que sufrirá todo el que mire las cosas de atrás, que según el Apóstol, deben ser tenidas como basura113. Los que reciben el testamento de Dios sin despojarse de la antigua vanidad, se parecen a esos pueblos enemigos que arrebataron el arca del testamento y la colocaron junto a sus ídolos. Y aquellos vejestorios también se derrumban, sin quererlo ellos, porque toda carne es heno, y el esplendor del hombre como flor de heno. Se seca el heno y cae la flor; pero el arca del Señor permanece para siempre114; es decir, el secreto del testamento, el reino de los cielos, donde se halla la eterna Palabra de Dios. Pero los que amaron cuanto está a sus espaldas, por ello serán justamente atormentados: Pues les causó una eterna ignominia.
41. [vv.67-68]. Dice: Y rechazó la tienda de José, y no eligió la tribu de Efraín. Eligió la tribu de Judá. No dijo: Rechazó el tabernáculo de Rubén, que fue el primogénito de Jacob; ni tampoco que rechazó a los hermanos que le siguieron, y que preceden por nacimiento a Judá, de forma que rechazándolos a ellos, eligió a Judá. Podía haberse dicho, y con razón, porque en la bendición que Jacob impartió a sus hijos, recordando los pecados que cometieron los hermanos antecesores de Judá, los detesta gravemente115, aun cuando entre ellos se hallaba la tribu de Leví, que mereció ser sacerdotal, de la que también era Moisés116. Ni dice tampoco que rechazó el tabernáculo de Benjamín, o que no eligió a la tribu de Benjamín, de la que ya había comenzado a descender el rey. Pues de ella fue elegido Saúl117, cuando por lo cercano del tiempo, al ser éste rechazado y reprobado, y elegido en su lugar David118, podría haberse dicho esto convenientemente, y sin embargo nada se dijo; en cambio se nombró primeramente a los que sobresalieron por sus famosas hazañas. En efecto, José alimentó a sus hermanos y a su padre en Egipto, y aunque vendido despiadadamente, fue justamente exaltado en virtud de su piedad, su sabiduría y su castidad119. Por su parte, Efraín fue antepuesto a su hermano mayor en la bendición de su abuelo Jacob120. Y con todo, Dios rechazó el tabernáculo de José y no eligió a la tribu de Efraín. Así pues, en estos nombres de tan excelso mérito, ¿qué otra cosa debemos entender, si no es que todo aquel pueblo, que reclamaba, en virtud de su antigua codicia, premios terrenos de Dios, fue rechazado y reprobado, y que la tribu de Judá no fue elegida por sus propios méritos? Mucho mayores son los méritos de José, pero gracias a la tribu de Judá, ya que de ella procedió Cristo en cuanto a la carne, y el nuevo pueblo de Cristo fue antepuesto a aquel antiguo, según lo atestigua la Escritura, abriendo el Señor su boca en Parábolas. Lo que sigue a partir de aquí: Al monte Sión su preferido, lo entendemos mejor aplicándolo a la Iglesia de Cristo, que rinde culto a Dios no por los bienes carnales del tiempo presente, sino porque contempla con los ojos de la fe de lejos, los premios futuros y eternos. De hecho, Sión significa contemplación.
42. [v.69]. Y continúa el texto: Y edificó su santificación, como de unicornios, o, como algunos traducen, empleando un neologismo (sanctificium suum), su santuario. Por unicornios podemos entender aquellos, cuya firme esperanza se eleva hacia una misma cosa, aludida en otro salmo: Una cosa he pedido al Señor, y ésta buscaré. En realidad, el santuario de Dios, según el apóstol Pedro, es el pueblo santo y el real sacerdocio121. Lo que sigue: en la tierra que fundó para siempre, —que leemos en los códices griegos eis ton aióna— los intérpretes latinos pueden traducir para siempre o también por los siglos, con el mismo significado; por eso en unos leemos la primera expresión y en otros la segunda. ¿Quién de entre los fieles dudará que la Iglesia, a pesar de que algunos se salgan de ella, y otros entren, y que pasa por esta vida mortal, no obstante está fundada para siempre?
43. [vv.70-71]. Y eligió a David su siervo. Luego eligió la tribu de Judá por David; y a David por Cristo; y por tanto, a la tribu de Judá por Cristo. Por eso, al pasar Cristo, gritaron los ciegos: ¡Ten misericordia de nosotros, hijo de David! Y recuperaron la vista inmediatamente por su misericordia122, ya que era cierto lo que clamaban. Esto no lo cita de pasada el Apóstol, sino que con cuidado lo recomienda, cuando escribe a Timoteo: Acuérdate que Cristo Jesús, de la estirpe de David, resucitó de entre los muertos, según mi evangelio, por el cual sufro hasta estar encadenado como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada123. Por eso el mismo Salvador, nacido según la carne de la estirpe de David, está simbolizado en este pasaje con el nombre de David, abriendo el Señor su boca con parábolas. Ni os preocupe que después de decir: Y eligió a David, en cuyo nombre está significado Cristo, añadió: su siervo, y no su hijo; es más, reconozcamos precisamente aquí que no se trata de la sustancia del Unigénito, coeterna con el Padre, sino de la forma de siervo, tomada de la estirpe de David.
44. Y lo sacó de los rebaños, tras de las ovejas; lo tomó de andar detrás de las preñadas, para pastorear a Jacob su siervo y a Israel su heredad. Aquel David, de cuya estirpe es la carne de Cristo, pasó de ser pastor de ovejas, a ser rey de los hombres. Pero nuestro David, el mismo Jesús, de unos hombres cambió a otros; de los judíos a los gentiles. Sin embargo, siguiendo la parábola, fue retirado de las ovejas, y trasladado a las ovejas. No hay ahora en aquella tierra iglesias judías creyentes en Cristo, como las hubo de circuncisos, poco después de la pasión y resurrección de nuestro Señor; de las que dice el Apóstol: Era yo desconocido para las iglesias de Judea que son cristianas; únicamente oían que el que en otro tiempo nos perseguía, ahora propaga la fe que antes asolaba, y en mí glorificaban al Señor124. Ya desaparecieron de allí aquellas iglesias de pueblos circuncidados, y por eso en la Judea que actualmente existe, Cristo ya no está en su tierra; fue retirado de allí; ahora apacienta los rebaños de los gentiles. Ciertamente fue retirado de andar detrás de las preñadas. Pues aquellas primitivas iglesias fueron tales, que se les dice en el Cantar de los Cantares a la única Iglesia que consta de muchas, es decir, a la única grey, cuyos miembros son muchos rebaños, y de ellos se dice: tus dientes, es decir, aquellos por los cuales hablas, o por los cuales, como comiendo, asimilas a los demás en tu cuerpo; queriendo significar: tus dientes son como rebaño de esquiladas, que suben del lavadero, todas con crías mellizas, entre ellas no hay una estéril125. Pues se despojaron entonces de los pesados vellones de la lana del mundo, cuando presentaron a los pies de los apóstoles el precio de sus haciendas126 vendidas, al salir de aquel lavadero, del cual les aconseja el apóstol Pedro a los que estaban preocupados por haber derramado la sangre de Cristo, y les dice: Haced penitencia, y que cada uno de vosotros se bautice en el nombre del Señor Jesucristo, y se os perdonarán vuestros pecados127. También engendraron mellizos, es decir, las obras de los dos preceptos de la gemela caridad, por el amor a Dios y al prójimo, por lo que no había entre ellos ningún estéril. Del seguimiento de estas ovejas fecundadas fue tomado nuestro David, que ahora apacienta otros rebaños entre los gentiles, que siguen siendo Jacob e Israel, pues así está escrito: Para pastorear a Jacob su siervo, y a Israel su heredad. No por tener su origen de los gentiles, estas ovejas dejan de pertenecer a aquella estirpe de Jacob e Israel. Pues el linaje de Abrahánes el linaje de la promesa, del cual le dijo el Señor: En Isaac te será llamada tu descendencia128. Lo que expone el apóstol diciendo: no son los hijos de la carne, sino los hijos de la promesa, los incluidos en la descendencia129. De hecho, venían de los gentiles aquellos fieles a quienes decía: Si vosotros sois de Cristo, entonces sois del linaje de Abrahán, y herederos, según la promesa130. En cuanto a la expresión: Jacob su siervo, e Israel su herencia, es una repetición, conforme al modo de hablar de la Escritura. A no ser que alguien quiera ver una distinción, de forma que en el tiempo presente Jacob sea el siervo que trabaja. Pero que será la eterna heredad de Dios cuando vea a Dios cara a cara, de donde viene el nombre de Israel, que significa ?el que ve a Dios?131.
45. [v.72]. Y los apacentó, dice, con la inocencia de su corazón. ¿Quién hay más inocente, que aquel que no sólo no tuvo ningún pecado, por el cual fuera vencido, sino que no tuvo ninguno que vencer? Y con la inteligencia de sus manos los guió, o bien, como se lee en algunos códices, con sus manos inteligentes. Alguno juzgará que más convenientemente habría podido decir ?con la inocencia de sus manos, y con la inteligencia del corazón?; pero el que sabía hablar mejor que cualquier otro, prefirió relacionar la inocencia con el corazón, y la inteligencia con las manos. Y creo yo que fue porque hay muchos que se creen inocentes porque no obran el mal por temor al castigo; querrían hacerlo si quedaran impunes. Estos pueden parecer inocentes en sus manos, pero no en el corazón. ¿Y qué clase de inocencia es ésta, si no lo es del corazón, por el cual el hombre ha sido hecho a imagen de Dios? Lo que dice: Con el entendimiento, o bien con la inteligencia de sus manos los condujo, me parece referirse a la inteligencia que él suscita en los creyentes, y por eso dice de sus manos; porque el obrar o hacer es propio de las manos, pero tal como pueden entenderse las manos de Dios, porque Cristo también es hombre, pero sin dejar de ser Dios. Ciertamente aquel David, a cuya descendencia pertenece este otro David, Cristo, no podía realizar esto en el pueblo, sobre el que reinaba como hombre. Pero lo hace este otro, a quien con toda razón puede decirle el alma fiel: dame inteligencia y escrutaré tu ley132. Pues bien, para que no andemos errando lejos de él, confiando en nuestra inteligencia, como si dependiera de nosotros, sometámonos a sus manos creyendo. Él hará en nosotros que con la inteligencia de sus manos, nos conduzca, libres ya de error, y nos lleve adonde ya no podamos errar. Este es el fruto del pueblo de Dios que escucha su ley, y que inclina su oído a las palabras de su boca, para dirigir a él su corazón, y ser dócil su espíritu con él, y no convertirse en una generación depravada y provocativa; sino que ante todas las cosas que le han sido anunciadas, no sólo referentes a la vida presente, sino también a la vida eterna, y no sólo para recibir los premios de las buenas obras, sino para practicar esas buenas obras, ponga en Dios su esperanza.