EXPOSICIÓN DEL SALMO 33

Sermón primero

Traducción: Miguel F. Lanero, o.s.a y Enrique Aguiarte Bendímez, o.a.r.

1. Este salmo parece no tener nada oscuro en su texto que necesite explicación alguna. Su título, en cambio, nos reclama la atención y pide que llamemos. Pero como en este salmo está escrito que bienaventurado es aquel que espera en él, esperemos todos que al que llama se le abrirá1. No nos exhortaría a que llamásemos, si no quisiera abrir al que llama. Y si sucede alguna vez que el que estaba dispuesto a mantener cerrada la puerta, obligado por la insistencia del que llama, al fin se levanta contra su voluntad y abre, para no seguir soportando al que sigue llamando2, ¿cuánto más debemos nosotros tener esperanza de que nos abra pronto el que dice: Llamad y se os abrirá?3. Yo llamo ahora a la puerta del Señor Dios con todo el deseo de mi corazón, para que se digne revelarnos este misterio; que vuestra caridad, llame conmigo, con el deseo de escuchar y con una oración humilde por mí. Se trata, hay que confesarlo, de un profundo y gran misterio.

2. [v.1] Este es el título del salmo: Salmo de David, cuando mudó su rostro ante Abimelec, y abandonándolo se fue. Busquemos en la Escritura, refiriéndose a los hechos que de David se nos han transmitido, cuándo sucedió esto, y lo encontramos en el título de un salmo: cuando David huyó de la presencia de su hijo Absalón4. Leyendo los Libros de los Reyes, nos encontramos con el pasaje en que David tuvo que huir ante su hijo Absalón5; es del todo punto cierto que sucedió, y como tal fue escrito; y aunque el título del salmo esté envuelto en el misterio, está tomado de un acontecimiento sucedido. Así lo creo también de lo escrito en este salmo: Cuando mudó su rostro ante Abimelec, y abandonándolo se fue. Esto está escrito en los Libros de los Reyes, donde se nos relata todo lo concerniente a los hechos vividos por David6; sin embargo lo de este salmo no lo encontramos, aunque sí algún indicio de donde ha podido ser extraído este título. En efecto, leemos que cuando David huía de su perseguidor Saúl, fue a casa de Aquis, rey de Geth7, es decir, al rey de una región limítrofe del reino de Judea, donde permaneció oculto para escapar de la persecución de Saúl. Estaba reciente todavía el hecho glorioso de la muerte de Goliat. Había conquistado en singular combate la gloria y la seguridad del reino, tanto para el rey como para el pueblo. Saúl, que se sintió muy desazonado por la provocación de Goliat, y una vez abatido, comenzó a ser enemigo de aquel por cuya mano fue eliminado el enemigo: sintió envidia por la gloria de David; mucho más cuando el pueblo, lleno de júbilo, y formando un coro de mujeres, cantaron la gloria de David: Saúl hirió a millares, y David a decenas de millares8. Quedó desasosegado, porque un jovenzuelo por una sola lucha comenzaba a tener más gloria que él, y en los elogios de toda la gente, lo anteponían al rey: llevado por los pestilentes celos y la soberbia mundana, comenzó a tenerle envidia y a perseguirle. Fue entonces —como ya he dicho—, cuando recurrió al rey de Geth, llamado Aquis. Se le avisó al rey que tenía ante sí al que había comenzado a ganarse una gran gloria en el pueblo judío, y se le dijo: ¿No es este el David a quien un coro de mujeres le cantaban: Saúl hirió a miles, y David a decenas de miles?9 Y si por esta gloria había Saúl comenzado a tenerle envidia, ¿no debería David temer que el rey a quien había acudido, lo quisiera atacar, ya que se podría convertir en un enemigo de su vecino, si lo mantenía a salvo? Le tuvo David miedo también a él10, y, como está escrito, mudó su rostro ante ellos, afectaba (la locura), tocaba el tambor a las puertas de la ciudad, era llevado en sus manos, se tumbaba a las entradas de las puertas, y dejaba que la baba le cayera por la barba. Lo vio el rey aquel, en cuyas dependencias se ocultaba, y dijo a los suyos: ¿Cómo me habéis traído a este demente? ¿Voy a dejarlo entrar en mi casa?11 Y arrojándolo lo echó; y fue así como David salió incólume de allí, gracias a esta fingida locura. Teniendo en cuenta esta simulación de locura, parece que se refiere a esta misma historia lo que aquí tenemos escrito: Salmo de David, cuando mudó su rostro ante Abimelec, y abandonándolo se fue. Pero aquel era Aquis, no Abimelec. El nombre es únicamente lo que no parece coincidir, ya que los hechos aludidos en los salmos son muy parecidos, hasta casi con las mismas palabras que las escritas en el Libro de los Reyes. Por lo tanto con mayor razón nos debe impulsar a investigar el misterio, dado que el nombre ha sido cambiado. Porque todo eso no ha sucedido sin motivo, aunque haya sucedido, sino porque prefiguraba algo; y esto tampoco se escribió sin motivo, incluso con el cambio de nombre.

3. Sin duda, hermanos, que os dais cuenta de la profundidad de los misterios 8. Si no hay un misterio en la muerte de Goliat a manos de un muchacho12, tampoco hay misterio en la mutación de su rostro, en la simulación de la locura, en el hacer sonar los tambores, en el tumbarse a las entradas de la ciudad y en las puertas, en dejar caer la baba por su barba. ¿Cómo va a ser posible que todo esto no tuviera algún significado, siendo así que el Apóstol dice claramente: Todo esto a ellos les sucedía figuradamente; pero quedó escrito por nosotros, a quienes ha llegado la plenitud de los tiempos?13 Si nada significa el maná, del cual dice el Apóstol: Y se alimentaron de un majar espiritual14; si nada significa la división del mar, y el paso del pueblo, conducido por el medio, para eludir la persecución del Faraón, siendo así que el Apóstol dice: No quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, y todos recibieron el bautismo de Moisés en la nube y en el mar15; si nada significa que de la roca golpeada manó agua, cuando el Apóstol dice: Y la roca era Cristo16; si todas aquellas cosas nada significaban, aunque sucedieron; si no tienen ningún significado los dos hijos que le nacieron a Abrahán según el orden normal de los nacimientos humanos, y sin embargo el Apóstol llama a los mismos dos hijos Testamentos, el Antiguo y el Nuevo, diciendo: Estos representan alegóricamente los dos Testamentos17; si, pues, aquellas cosas, que veis avaladas por la autoridad apostólica como significando misteriosamente hechos futuros, no significan nada, debemos pensar que tampoco significan nada estas cosas que os acabo de contar del Libro de los Reyes acerca de David. Nada significaría, pues, el cambio de nombre y el haberse dicho que sucedió en presencia de Abimelec.

4. Prestad atención conmigo. Porque todo lo que ahora os he dicho, pertenece, por decirlo así, a la mano que está llamando, cuando todavía no se le ha abierto. Al oír esto, también vosotros habéis llamado; sigamos llamando aún con la oración para que el Señor nos abra. Contamos con la interpretación de los nombres hebreos; no faltaron doctos varones que nos tradujeron del hebreo al griego, y luego al latín estos nombres. Investigándolos, pues, nos encontramos con que Abimelec significa «el reno de mi padre», y Aquis «cómo es». Pongamos atención a estos nombres, porque por aquí se comienza a abrir la puerta a nuestras llamadas. ¿Qué significa Aquis? La respuesta es esta: «Cómo es». «Cómo es» resulta más bien una expresión de alguien que mira y no entiende. Abimelec: «el reino de mi padre». David: «de mano fuerte». David representa a Cristo, como Goliat representa al diablo. Y así como David abatió a Goliat, así también Cristo dio muerte al diablo. ¿Qué significa que Cristo dio muerte al diablo? Que la humildad eliminó a la soberbia. Cuando nombro a Cristo, hermanos míos, es sobre todo su humildad lo que se quiere destacar. Porque el camino que él nos trazó fue a base de la humildad, puesto que nos habíamos apartado de Dios por la soberbia, y no podíamos volver a él sino por la humildad, y carecíamos de un modelo a quien imitar. Todo hombre mortal se había hinchado por la soberbia. Y si existía algún hombre humilde de espíritu, como eran los profetas o los patriarcas, el género humano se desdeñaba de imitarlos. Y precisamente para que el hombre no sintiera desdén de imitar a un hombre humilde, Dios se humilló, para que la soberbia humana no sintiera reparo de seguir las huellas de Dios.

5. El sacrificio de los judíos, según el rito de Aarón, como sabéis, consistía en víctimas de animales, y esto encerraba un misterio: todavía no existía el sacrificio del cuerpo y la sangre del Señor, como conocen los fieles y quienes han leído el evangelio, sacrificio que en la actualidad está ya extendido por todo el mundo. Poned ante vuestros ojos los dos sacrificios: el sacrificio según el rito de Aarón, y este otro, según el rito de Melquisedec. Así está escrito: El Señor lo ha jurado y no se arrepiente, tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec18. ¿A quién se refiere cuando dice: Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec? A nuestro Señor Jesucristo. ¿Quién era Melquisedec? Rey de Salem. Salem fue la ciudad antigua que, según nos han dado a conocer los entendidos, se llamó después Jerusalén. Por tanto, antes de que reinasen los judíos, ya era allí sacerdote el tal Melquisedec, que en el Génesis se le llama sacerdote del Dios Altísimo19. Él personalmente fue al encuentro de Abrahán, cuando liberó a Lot de la mano de sus perseguidores, humillando a los que lo tenían preso y liberando a su hermano. Después de la liberación del hermano se le acercó Melquisedec. Y era tan grande su excelencia, que fue él quien bendijo a Abrahán. Ofreció pan y vino y bendijo a Abrahán, que le dio el diezmo de sus posesiones. Fijaos en lo que ofrece y a quién bendice. Fue después cuando se dijo: Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Esto lo dijo David inspirado por el Espíritu, mucho después de Abrahán; Melquisedec fue contemporáneo de Abrahán. ¿Y de quién dijo: Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec, sino de aquel cuyo sacrificio vosotros conocéis?

6. Fue, pues, abolido el sacrificio de Aarón, y comenzó el sacrificio según el orden de Melquisedec. Así que mudó su rostro no sé quién. ¿Quién será este «no sé quién»? No digamos más que no sabemos quién, porque es bien conocido: El Señor nuestro Jesucristo. Con su cuerpo y su sangre quiso ser nuestra salvación. ¿Cómo pudo brindarnos su cuerpo y su sangre?20 Por su humildad. Si no hubiera sido humilde, no comeríamos su cuerpo ni beberíamos su sangre. Fíjate qué sublimidad tiene: En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios21. He aquí el manjar sempiterno; y lo comen las supremas Potestades, lo comen los Espíritus celestiales, y al comerlo quedan saciados, y sin embargo, eso mismo que los sacia y los colma de alegría, permanece íntegro. ¿Qué hombre podrá tener acceso a ese alimento? ¿Dónde habrá un corazón tan preparado para recibir ese manjar? Era necesario, sí, que ese banquete se transformase en leche, para poderlo ofrecer a los pequeños. ¿Cómo convertir el alimento en leche, si no es filtrándolo por la carne corporal? En efecto, es esto lo que hace la madre. Lo que come la madre, eso come su niño. Pero como el niño no está preparado para comer pan, el mismo pan la madre lo incorpora a sí, y por la humildad del pecho materno y el néctar de la leche, la madre alimenta a su niño con el pan. ¿Cómo nos alimentó de tal pan la Sabiduría de Dios? Porque la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros22. Mirad ya aquí la humildad, porque el hombre comió pan de ángeles, como está escrito: Les dio pan del cielo, y el hombre comió pan de ángeles23, es decir: aquella Palabra eterna de que se alimentan los ángeles, y que es igual al Padre, la comió el hombre; porque siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Se alimentan con ella los ángeles, sino que se anonadó a sí mismo, para que el pan de los ángeles lo comiese el hombre, tomando la condición de esclavo, presentándose como un hombre, fue tenido como hombre; se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz24, y así desde la cruz ofrecernos a nosotros el cuerpo y la sangre del Señor como el sacrificio nuevo. Porque mudó su rostro en presencia de Abimelec, es decir, ante el reino del padre. Porque el reino del padre era el reino de los judíos. ¿cómo es que era el reino de padre? El reino de David era reino de Abrahán. Porque el reino de Dios Padre es más bien la Iglesia que el pueblo judío; pero según la carne, el reino del Padre es el pueblo de Israel. Esto es, en efecto, lo que está dicho: Y le dará Dios el trono de David su padre25. Es evidente que según la carne, el padre del Señor es David; pero en cuanto a la divinidad, Cristo no es hijo, sino Señor de David. Los judíos conocieron a Cristo según la carne, pero no en su divinidad. Por eso les hizo esta pregunta: ¿De quién decís que es hijo Cristo? Le respondieron: es hijo de David. Y Jesús: ¿Cómo entonces David, bajo inspiración del Espíritu, le llama Señor, cuando dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos bajo tus pies? Si David, inspirado por el Espíritu, le llama Señor, ¿cómo va a ser hijo suyo?26 Y no fueron capaces de contestarle, porque no habían reconocido en Cristo el Señor más que lo que se veía con los ojos, no lo que se penetraba con el corazón. Si hubieran tenido ojos interiores, como los tenían exteriores, habrían reconocido al hijo de David por lo que se veía por fuera, y por lo que se discernía interiormente, al Señor de David.

7. Mudó, pues, su rostro ante Abimelec. ¿Qué significa ante Abimelec? En presencia del reino del Padre. ¿Y esto qué quiere decir? En presencia de los judíos. Y lo dejó y se fue. ¿A quién dejó? Dejó al pueblo judío y se fue. Si ahora buscas a Cristo entre los judíos, no lo encuentras. ¿Cómo es que los dejó y se fue? Porque mudó su rostro. Los que se aferraron al antiguo sacrificio según el rito de Aarón, no retuvieron el sacrificio según el rito de Melquisedec27, y perdieron a Cristo; los gentiles comenzaron a poseerlo, aunque no les había enviado antes precursores. Porque a los judíos sí les había enviado emisarios: el mismo David, Abrahán, Isaac y Jacob, Isaías, Jeremías y el resto de los profetas. Sin embargo fueron pocos los que a través ellos lo conocieron; fueron, sí, pocos, en comparación con los que perecieron, porque en realidad fueron muchos. Millares hemos leído que fueron. Porque está escrito: Habrá un resto que se salvará28. Si ahora buscas cristianos circuncisos, no los encontrarás. Sin embargo en los comienzos de la fe, había muchos miles de cristianos venidos de la circuncisión. Búscalos ahora y no los encontrarás. Con razón no los encuentras. En efecto, Mudó su rostro en presencia de Abimelec, y, abandonándolo, se fue. Y también mudó su rostro en presencia de Aquis, y, abandonándolo, se fue. Para esto se cambiaron los nombres, para que este cambio nos estimulara a penetrar el significado del misterio, no fuéramos a pensar que en los salmos sólo se narran y se recuerdan los hechos que encontramos en el Libro de los Reyes, sin detenernos allí a buscar las figuraciones de acontecimientos futuros, si las miramos sólo como narración de hechos sucedidos. Cuando se cambian los nombres, ¿qué se te sugiere? Algo hay encerrado ahí. Llama, no te apegues a la letra, porque la letra mata; suspira por el espíritu; el espíritu da vida29; la interpretación espiritual salva al creyente.

8. Fijaos, hermanos, cómo abandonó David al rey Aquis. Ya os dije el significado de Aquis: «Cómo es». Recordad el Evangelio; cuando nuestro Señor Jesucristo hablaba de su cuerpo, decía: El que no coma mi carne y beba mi sangre, no tendrá vida en él; porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida30. Los discípulos que lo seguían quedaron espantados y horrorizados de tales palabras, y al no entender, pensaron que nuestro Señor Jesucristo decía cualquier cosa desagradable, considerando que su cuerpo, que estaban viendo, lo iban a comer, y a beber su sangre. No lo pudieron soportar. Se decían: ¿Cómo puede ser esto? Y ahora tenemos el error, la ignorancia y la estulticia en la persona del rey Aquis. Porque cuando se dice: Cómo puede ser, es que no se entiende; y cuando no se entiende, se está en las tinieblas de la ignorancia. Reinaba en ellos la ignorancia, como si fueran el rey Aquis, es decir, los dominaba el reino del error. Jesús decía: El que no coma mi carne y beba mi sangre31. Porque había mudado su rostro, parecía una perturbación y una locura dar a comer su carne a los hombres, y a beber su sangre. Por eso fue tomado por loco David, cuando dijo el rey Aquis: Me habéis presentado un demente. ¿No parece una locura: Comed mi carne y bebed mi sangre? Y al decir: El que no coma mi carne y beba mi sangre no tendrá vida en él32, parece estar loco. Pero a quien le parece locura es al rey Aquis, es decir, a los necios e ignorantes. Por eso los dejó y se marchó; desaparece del corazón de esa multitud la comprensión, quedando incapaces de entenderlo. ¿Y qué dijeron? Algo parecido a: Cómo es, o sea, lo que significa Aquis. Dijeron: ¿Cómo puede este darnos a comer su carne?33 Tomaron al Señor por un demente, que no sabía lo que decía, y estaba fuera de sus cabales. Pero él, que sabía muy bien lo que decía en aquella mutación de su rostro, y como si fuera un frenesí y una locura, estaba anunciando los sacramentos, afectaba (la locura) y tocaba el tambor frente a las puertas de la ciudad.

9. Busquemos el significado de aquel afectar (la locura) y de aquel sonar los tambores a las puertas de la ciudad. No se dice sin algún motivo que se tumbaba a la entrada de las puertas. Ni se dijo sin motivo que su baba le caía por la barba34. No, no se dijo esto sin razón alguna. Ya sé que lo entendéis, pero precisamente por eso mi palabra prolongada no se os debe hacer pesada. Como sabéis, hermanos, los mismos judíos, ante quienes Cristo mudó su rostro, y, dejándolos, se fue, hoy están de fiesta. Si ellos, que abandonaron a Cristo, y a quienes Cristo abandonó, celebran una fiesta sin sentido, nosotros sí tenemos una fiesta fructuosa, para que comprendamos a Cristo, que los abandonó a ellos y se vino con nosotros. No todo se ha hecho en vano, y en aquella locura de David, cuando se dice que afectaba (la locura), y hacía sonar los tambores a las entradas de la ciudad, y era llevado en sus manos, y se tumbaba a las entradas de las puertas, y se babeaba por la barba35. Afectaba (la locura). ¿Qué significa afectaba? Que tenía afecto. ¿Y qué es tener afecto? que se compadeció de nuestras debilidades; de ahí que se decidió a tomar nuestra carne, para en ella dar muerte a la muerte. Al compadecerse, pues, de nosotros, se puede decir que «afectó». El Apóstol, con razón, reprende a los que son duros y no tienen afecto. Reprendiendo a algunos dice: Sin afecto, sin misericordia36. Donde hay afecto, hay misericordia. ¿Dónde hay misericordia? Porque se ha compadecido de nosotros desde lo alto. Pues si él hubiera rehusado anonadarse, permaneciendo en la misma condición por la que era igual al eterno Padre, habríamos quedado sumergidos en la muerte para siempre; pero para librarnos de la muerte eterna, a la que nos había llevado la soberbia, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz37. Luego, tuvo afecto, porque llegó hasta la muerte de cruz. Y puesto que al crucificado se le extiende en el madero, su carne, o sea, su cuero es extendido en la cruz para hacerse un tambor, y se dice que hacía sonar el tambor, o sea, era crucificado, era extendido en el madero. Afectaba, es decir, nos tenía afecto, hasta dar su vida por sus ovejas38. Tocaba el tambor. ¿Cómo? A las puertas de la ciudad. La puerta es para nosotros aquello que se nos abre para que creamos en Dios. Le habíamos cerrado la puerta a Cristo y se la habíamos abierto al diablo; teníamos el corazón cerrado a la vida eterna; pero él, el Señor nuestro Dios, por tener nosotros, hombres, el corazón cerrado a la vida eterna, y ser incapaces de ver la Palabra que contemplan los ángeles, con su cruz abría los corazones de los mortales, es decir, tocaba el tambor a las puertas de la ciudad.

10. Y era llevado en sus manos. Pero esto, hermanos, ¿cómo puede concebirse que le suceda a un hombre? ¿Quién será llevado en sus propias manos? Todavía en manos ajenas podrá un hombre ser llevado, pero nadie puede en sus propias manos. Cómo habrá que entenderlo literalmente de David, no lo imagino; pero de Cristo sí. Cristo era llevado en sus propias manos, cuando ofreciendo su propio cuerpo, dijo: Esto es mi cuerpo39. Llevaba, en efecto, su cuerpo en sus propias manos. Esta es la humildad de nuestro Señor Jesucristo, que tanto encomiamos a los hombres. Se nos exhorta, hermanos, a que vivamos esa humildad, a que imitemos su humildad, a que derribemos a Goliat, y manteniendo a Cristo, venzamos la soberbia. Se tumbaba a las entradas de las puertas. ¿Qué significa que se tumbaba? Que se abajaba con humildad. ¿Y qué quiere decir a las entradas de las puertas? En los inicios de la fe, que son los que nos traen la salvación. Nadie comienza sino por los inicios de la fe, como se dice en el Cantar de los Cantares: Vendrás y pasarás desde el inicio de la fe40. Hemos de llegar a ver cara a cara, como está escrito: Queridos, somos hijos de Dios, y todavía no se ha manifestado lo que seremos; sabemos que cuando aparezca, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es41. ¿Lo veremos cuándo? Cuando todo esto haya pasado. Escucha también al apóstol Pablo: Ahora vemos confusamente, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara42. Así que antes de que veamos la Palabra cara a cara, como la ven los ángeles, debemos estar todavía a la entrada de la puerta, a las que el Señor se arrojó, humillándose hasta la muerte.

11. ¿Y qué quiere decir lo de la baba le caía por la barba? Porque fue aquí donde mudó su rostro en presencia de Abimelec, o de Aquis, y dejándolo se fue. Como no le entendían, se marchó. ¿Y a quiénes se dirigió? A los gentiles. Comprendamos, pues nosotros lo que ellos no fueron capaces de comprender. Se le caía la baba a David. ¿Qué es esta baba? Es como las palabras de los niños pequeños. A los niños les pasa esto de la baba. ¿Es que no eran como palabras infantiles: Comed mi carne y bebed mi sangre? Pero estas palabras infantiles ocultaban su fortaleza. La barba significa fortaleza. Si la saliva le corría sobre la barba, ¿qué significa, sino que las palabras débiles escondían su fortaleza?

Creo que vuestra santidad ha entendido ya el título de este salmo. Si quisiera ahora seguir y exponeros el salmo, me temo que todo lo que habéis oído se os vaya del corazón. Os he expuesto el título de este salmo en nombre de nuestro Señor Jesucristo, porque mañana es domingo, y debo dejar para mañana la predicación, a fin de que escuchéis de buen grado también el texto del salmo.