EXPOSICIÓN DEL SALMO 15

Traducción: José Cosgaya García, OSA

Revisión: Pío de Luis Vizcaíno, OSA

1. [v.1] Inscripción del título: «De David mismo». En este salmo habla, personificando la humanidad asumida, nuestro Rey, por encima del cual descolló el título regio escrito en el momento de la pasión.

2. [v.1—2] Pues bien, dice esto: Guárdame, Señor, porque he esperado en ti. He dicho al Señor: «Tú eres mi Dios, porque no necesitas mis bienes»: porque no aguardas que mis bienes te hagan dichoso.

3. [v.3] A los santos que están en su tierra: a los santos que pusieron su esperanza en la tierra de los vivos, a los ciudadanos de la Jerusalén celestial, cuya manera de vivir espiritual se clava, mediante el ancla de la esperanza, en aquella patria a la que con razón se nomina tierra de Dios, aunque todavía viven también con la carne en esta tierra. Ha hecho admirables todas mis decisiones respecto a ellos. Para estos santos hizo maravillosas todas mis decisiones en provecho suyo, porque han conocido de cuánta utilidad les ha sido la humanidad de mi divinidad para morir yo, y la divinidad de mi humanidad para resucitar.

4. [v.4] Se multiplicaron sus enfermedades, no para su ruina, sino para que suspirasen por el médico. Después se apresuraron. Así, pues, una vez multiplicadas sus enfermedades, se apresuraron a ser sanados. No reuniré sus asambleas bañadas en sangre, pues sus asambleas no serán carnales, ni los reuniré aplacado con la sangre de ganados. Ni me acordaré de sus nombres mediante mis labios, sino que merced a un cambio espiritual olvidarán qué habían sido y, gracias a mi paz, ya no los llamaré pecadores, enemigos u hombres, sino justos, hermanos míos 1 e hijos de Dios2.

5. [v.5] El Señor es la parte de mi herencia y de mi copa. En efecto, poseerán conmigo la herencia, el Señor en persona. Unos elijan para sí lotes terrenos y temporales de los que disfruten; la porción de los santos es el Señor eterno. Otros beban placeres mortíferos; la porción de mi copa es el Señor. Al decir «mi», asocio la Iglesia, porque donde está la cabeza, allí está también el cuerpo. Porque reuniré sus asambleas teniendo como objetivo la herencia, y por la embriaguez de la copa olvidaré sus viejos nombres. Eres tú quien me restituirás mi herencia, para que la gloria con la que existía junto a ti antes de ser hecho el mundo3, la conozcan estos a quienes libero. En efecto, no me restituirás lo que no he perdido, sino que, a estos que perdieron el conocimiento de esa gloria, se lo restituirás, y porque yo estoy en ellos, me lo restituirás.

6. [v.6] Las cuerdas han caído para mí en cosas deslumbrantes. Los linderos de mi posesión han caído, cual por sorteo, dentro de tu gloria, como Dios es la posesión de los sacerdotes y levitas4. Pues mi heredad es, para mí, deslumbrante: pues mi heredad es deslumbrante no para todos, sino para los que ven. Y porque yo estoy en ellos, lo es para mí.

7. [v.7] Bendeciré al Señor que me ha otorgado inteligencia, con la que puede verse y poseerse esta herencia. Por otra parte, además, mis riñones me han enmendado incluso hasta la noche: por otra parte, además de la inteligencia, mi parte inferior, la asunción de la carne, me ha instruido hasta la muerte, para que yo experimentase las tinieblas de la condición mortal, tinieblas que esa inteligencia no tiene.

8. [v.8] Delante veía siempre al Señor en mi presencia: pero, al venir yo a las realidades que pasan, no aparté mi ojo de aquel que permanece por siempre, mientras delante veía que regresaría rápidamente a él, una vez pasadas las realidades temporales. Porque él está a mi derecha, para que yo no me perturbe: porque me protege, para que permanezca en él establemente.

9. [v.9] Por eso, se alegró mi corazón y se regocijó mi lengua: por eso, hay alegría en mis pensamientos y en mis palabras regocijo. Además, incluso mi carne descansará en la esperanza: además, incluso mi carne no se aniquilará en la muerte, sino que se dormirá en la esperanza de la resurrección.

10. [v.10] Porque no abandonarás a mi alma en el infierno: porque tampoco entregarás a los infiernos mi alma para que la posean. Ni permitirás que tu santo vea la corrupción: ni tolerarás que el cuerpo santificado, mediante el cual han de ser santificados también otros, sufra la corrupción. Me has dado a conocer los caminos de la vida: por medio de mí has dado a conocer los caminos de la humildad, para que los hombres regresasen a la vida de la que se habían desplomado por soberbia, y porque yo estoy en ellos, me los has dado a conocer. Me llenarás de alegría con tu rostro: los llenarás de alegría, de modo que, cuando te hayan visto cara a cara5, no busquen nada más, y porque yo estoy en ellos, me llenarás. Deleite hasta el final en tu derecha: durante el viaje de esta vida, en tu favor y clemencia está el deleite que continúa hasta el final, la gloria de tu presencia.