Revisión: Pío de Luis Vizcaíno, OSA
1. [v.1] Para el fin, salmo de David mismo. No ha de repetirse tantas veces qué significa «para el fin». Pues el fin de la Ley es Cristo para justificación a favor de todo el que cree1, como el Apóstol dice. Creemos a aquel cuando comenzamos a entrar en el buen camino. Le veremos cuando hayamos llegado. Y, por eso, él es el fin.
2. Dijo el necio en su corazón: «No hay Dios». Por cierto, ni siquiera ciertos filósofos sacrílegos y detestables, que tienen una idea equivocada y falsa de Dios, se han atrevido a decir «No hay Dios». Dijo, pues, en su corazón, precisamente porque nadie se atreve a decirlo, aunque se haya atrevido a pensarlo. Se han corrompido y se han hecho abominables en sus afectos, es decir, mientras aman este mundo y no aman a Dios. Esos son los afectos que corrompen el alma y la ciegan, de modo que también el necio puede decir en su corazón: «No hay Dios». Pues como no mostraron conocer a Dios, Dios los entregó a un modo de pensar reprobable2.
No hay quien practique la bondad, no hay hasta uno. «Hasta uno» puede interpretarse o «con ese uno», de modo que se entienda «ninguno de los hombres», o «excepto uno», entendiendo por este uno el Señor Cristo, como decimos «esta finca llega hasta el mar», sin por ello incluir también el mar. Y esta es la mejor interpretación, de modo que se entienda que nadie ha practicado la bondad hasta Cristo, porque ningún hombre puede practicar la bondad, si ese mismo no se le ha enseñado. También es verdad que nadie puede practicar la bondad hasta tanto no conozca al Dios único.
3. [v.2] El Señor ha mirado desde el cielo sobre los hijos de los hombres, para ver si hay quien entienda o busque afanosamente a Dios. El pasaje puede entenderse acerca de los judíos, aceptando que el salmista los haya llamado —apelativo más honroso— hijos de los hombres, porque adoraban a un único Dios, comparándolos con los gentiles de quienes, pienso, se ha dicho más arriba: Dijo el necio en su corazón: «No hay Dios», etcétera. Pues bien, el Señor mira para ver mediante sus almas santas, significadas por «desde el cielo», ya que por sí mismo no se le oculta nada.
4. [v.3] Todos se han extraviado, juntos se han vuelto inútiles. Es decir, los judíos se han vuelto como los gentiles, de los cuales se ha hablado antes. «No hay quien obre el bien, no hay hasta uno solo» hay que interpretarlo similarmente como antes. Sepulcro abierto es su garganta: se alude o a la voracidad de la gula ansiosa o, en alegoría, a quienes matan y, después de matarlos, en cierto modo devoran a esos a los que impulsan [a seguir] la perversión de sus costumbres. Este pasaje tiene su similitud, pero a la inversa, con lo que se dijo a Pedro: Mata y come3, para que convirtiera a su fe y buenas costumbres a los gentiles. Con sus lenguas actuaban engañosamente. La adulación es compañera de los glotones y de todos los malvados. Veneno de áspides bajo sus labios. Llama veneno al engaño; por otra parte, «de áspides» porque no quieren oír los preceptos de la ley, como los áspides no quieren oír las palabras del encantador, lo cual se dice en otro salmo con mayor claridad4. Cuya boca está llena de maldición y amargura. Este es el veneno de áspides. Sus pies son veloces para derramar sangre, por su costumbre de hacer el mal. En sus caminos hay aplastamiento e infelicidad, pues todos los caminos de los hombres malos están llenos de fatigas y miseria. Por eso grita el Señor: Venid a mí todos los que estáis fatigados y abrumados, y yo os daré nuevas fuerzas. Llevad con mi yugo y aprended de mí, porque soy manso y humilde de corazón. Pues mi yugo es blando y mi carga leve5. Y no conocieron el camino de la paz, evidentemente, el que, como acabo de decir, el Señor recuerda a propósito del yugo blando y de la carga leve. No hay ante sus ojos temor de Dios. Estos no dicen «No hay Dios»6, pero en todo caso, no temen a Dios.
5. [v.4] ¿No aprenderán todos los que practican la iniquidad? Amenaza con el juicio. Quienes devoran a mi pueblo como alimento de pan, esto es, cotidianamente, pues el alimento de pan es cotidiano. Por otra parte, devoran al pueblo los que se aprovechan de él para su propio bien, sin referir su ministerio a la gloria de Dios y a la salvación de aquellos al frente de los cuales están.
6. [v.5] No invocaron al Señor. En efecto, no le invoca de verdad, quien desea lo que a aquel desagrada. Temblaron de temor allí donde no había motivo de temor, esto es, ante el daño en los bienes temporales. De hecho, dijeron: Si le dejamos así, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos quitarán el Lugar y la nación7. Temieron perder el reino terrenal, donde no había motivo de temor, y perdieron el reino de los cielos, cosa que debieron temer. Y esto ha de entenderse acerca de todo tipo de ventajas temporales. Cuando la gente teme perderlas, no accede a las eternas.
7. [v.6] Porque Dios está entre la generación de los justos, esto es, no está entre quienes aman el siglo. En efecto, es injusto abandonar al Creador de los siglos y amar el siglo y servir a la criatura, más bien que al Creador8. Avergonzasteis el plan del pobre, porque el Señor es su esperanza, esto es, despreciasteis la humilde venida del Hijo de Dios, porque en él no visteis la pompa del siglo. Vino así, para que estos a quienes llamaba pusieran solo en Dios la esperanza, no en las realidades transitorias.
8. [v.7] ¿Quién dará desde Sion la salvación a Israel? Se sobreentiende: ¿a no ser ese mismo cuya humildad despreciasteis? En efecto, él mismo va a venir con gloria para el juicio de vivos y muertos y para el reinado de los justos, a fin de que, porque en esa venida humilde tuvo lugar la ceguera parcial de Israel para que entrase la totalidad de los gentiles, en aquella otra tenga lugar lo que sigue: Y así sería puesto a salvo Israel entero9. En efecto, el Apóstol acoge en favor de los judíos también aquel testimonio de Isaías, que está dicho: Vendrá desde Sion quien aleje de Jacob la impiedad10, igual que aquí está puesto: ¿Quién dará desde Sion la salvación a Israel?
Cuando el Señor haya retirado el cautiverio de su pueblo, se regocijará Jacob y se alegrará Israel. Es una repetición, como suele. Efectivamente, opino que «se alegrará Israel» es lo mismo que «se regocijará Jacob».