EXPOSICIÓN DEL SALMO 8

Traducción: José Cosgaya García, OSA

Revisión: Pío de Luis Vizcaíno, OSA

1. [v.1] Para el fin, por los lagares, salmo de David mismo. Parece que en el texto de este salmo cuyo título es ese, no dice nada acerca de los lagares. Mediante esto se muestra que, en las Escrituras, muchas y variadas analogías dan frecuentemente a entender una e idéntica cosa. Por lagares, pues, podemos tomar las Iglesias, por idéntica razón por la que también entendemos por la era1 la Iglesia, porque ora en la era, ora en el lagar, no se hace otra cosa sino que los frutos se limpien de las envolturas, que eran necesarias para que [ellos] nacieran, crecieran y llegasen a la madurez de la cosecha o de la vendimia. Por tanto, se despoja de estas envolturas o soportes, esto es, de las pajas a los granos en la era, y de los orujos a los racimos en los lagares, igual que en las Iglesias se hace esto: mediante la actuación de los ministros de Dios, el amor espiritual separa de la muchedumbre de hombres mundanos que es congregada junto con los buenos, a los que esa muchedumbre era necesaria para que nacieran y resultasen aptos para la palabra divina. En efecto, ahora se hace que, de momento, los buenos se separen de los malos no en el espacio sino en la actitud, aunque en las Iglesias vivan juntos, en cuanto atañe a la presencia corporal. En cambio, habrá otro tiempo en que sean segregados en graneros los granos, o en bodegas los vinos. Afirma: guardará los granos en graneros; en cambio, quemará con fuego inextinguible las pajas2.Con otra analogía, esto mismo puede entenderse así, «guardará en almacenes los vinos, pero arrojará a los ganados los orujos», porque por analogía cabe entender por los castigos de los infiernos los vientres de los ganados.

2. Acerca de los lagares hay otra interpretación, con talque empero no se aparte de la alusión a las Iglesias. Efectivamente, por la uva puede entenderse la palabra divina, pues del Señor se ha dicho que es el racimo de uva que, colgado de un palo3, cual crucificado trajeron de la tierra de promisión quienes de entre el pueblo de Israel habían sido enviados por delante4. Así, pues, cuando la palabra divina emplea por necesidad de enunciación el sonido de la voz para que este la lleve a los oídos de los oyentes, ese mismo sonido de la voz, cual los orujos, incluye, cual al vino, el concepto, y así esa uva llega a los oídos cual a las prensas de los lagares. En efecto, ahí se produce la separación: el sonido influye hasta los oídos; el concepto, en cambio, es recogido, cual por cierta cisterna, por la memoria de quienes oyen; de allí pasa a la disciplina de las costumbres y al hábito de la mente, cual desde la cisterna a las bodegas en las que, si por negligencia no se hubiere avinagrado, el paso del tiempo lo consolidará. De hecho, se les avinagró a los judíos y con este vinagre5 dieron de beber al Señor. Efectivamente, es inevitable que el vino que del fruto de la vid6 del Nuevo Testamento va a beber con los santos7 suyos el Señor en el reino de su Padre8, sea suavísimo y solidísimo.

3. Por los lagares suelen también tomarse los martirios, como si, pisados por la aflicción de las persecuciones los que confesaron el nombre de Cristo, lo mortal de ellos, cual orujos, hubiere permanecido en la tierra y, en cambio, sus almas hubieren fluido al reposo de la habitación celeste9.Pero tampoco con esta interpretación se aparta uno de la fructificación de las Iglesias. Se salmodia, pues, por los lagares, por la fundación de la Iglesia, cuando nuestro Señor, después de haber resucitado10, subió a los cielos11.En efecto, entonces envió al Espíritu Santo, llenos del cual, los discípulos predicaron con aplomo la palabra de Dios, paraqué fuesen congregadas las Iglesias.

4. [v.2] Así, pues,se dice: ¡Señor, Señor nuestro, cuán admirable es tu nombre en toda la tierra! Pregunto por qué es admirable su nombre en toda la tierra. Se responde «porque tu magnificencia se ha elevado sobre los cielos», de modo que el sentido es este: Señor, que eres Señor nuestro, cuánto te admiran todos los que habitan la tierra, porque desde la terrena bajeza tu magnificencia se ha elevado sobre los cielos. En efecto, precisamente cuando unos vieron adónde habías ascendido y los demás lo creyeron, se mostró claramente quién eras tú que habías descendido.

5. [v.3] Por boca de niños aún sin habla y lactantes completaste la alabanza, a causa de tus enemigos. No puedo entender por niños aún sin habla y lactantes, sino a esos a quienes dice el Apóstol: Como a pequeñines en Cristo os di a beber leche, no comida12. A estos aludían aquellos que precedían13 al Señor alabándolo14, respecto a los cuales el Señor mismo usó este testimonio cuando, a los judíos que decían que los censurase, respondió: ¿No habéis leído15: «Por boca de niños aún sin habla y lactantes completaste la alabanza?»16. Pues bien, atinadamente no asevera «hiciste», sino «completaste la alabanza». En efecto, en las Iglesias están también estos a los que no se abreva ya con leche, sino que se los alimenta con comida17, a los cuales alude el Apóstol, al decir: Hablamos de sabiduría entre los perfectos18. Pero las Iglesias no se completan por estos solos, porque, si estuviesen solos, no se miraría por el género humano. Pues bien, se mira [por él], cuando también a los aún no capaces del conocimiento de las realidades espirituales y eternas los nutre la fe en la historia temporal que, después de los patriarcas y profetas, por nuestra salvación dirigió, precisamente por el sacramento del hombre asumido, la excelentísima fuerza y sabiduría de Dios19, en la cual está la salvación para todo el que cree20, a fin de que cada uno, impulsado por la autoridad, esté al servicio de los preceptos, purificado por los cuales y enraizado y fundamentado en la caridad21 pueda, no ya pequeñín de leche, sino joven que come 4, correr con los santos, comprender la anchura, largura, altura y profundidad, conocer también el supereminente conocimiento de la caridad de Cristo22.

6. Por boca de niños aún sin habla y lactantes completaste la alabanza, a causa de tus enemigos. En general, a todos los que vetan creer lo desconocido y prometen conocimiento cierto, como hacen los herejes todos y esos a los que según la superstición de los gentiles se nomina filósofos, debemos tomarlos por enemigos de esta gestión que ha sido realizada mediante Jesucristo23 y éste crucificado24, no porque sea de censurar la promesa de conocimiento, sino porque suponen despreciable el peldaño de la fe, salubérrimo y necesario, mediante el cual es preciso que se ascienda a algo cierto, que no puede ser sino eterno. Por eso, resulta evidente que ni siquiera tienen ese conocimiento que, despreciada la fe, se promete, porque ignoran tan útil y necesario peldaño hacia ella. Por boca, pues, de niños aún sin habla y lactantes nuestro Señor ha completado la alabanza, primero, al mandar mediante un profeta: Sino creyereis, no entenderéis25; además, al decir presente él: Dichosos quienes no han visto y van a creer26.

A causa de los enemigos, contra los que se dice también aquello: Te confieso, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y las has revelado a los pequeñines27. Por cierto, «a los sabios» quiere decir no quienes son sabios, sino quienes suponen serlo.

Para que destruyas al enemigo y defensor. ¿A quién, sino al hereje? De hecho, precisamente es enemigo y defensor ese que, aunque ataca la fe cristiana, parece defenderla. Sin embargo, atinadamente se toma también por enemigos y defensores a los filósofos de este mundo28, pues el Hijo de Dios es la Fuerza y Sabiduría de Dios29, la cual ilumina a todo el que hace sabio la verdad. Amantes de esta se profesan ellos, por lo que se los nomina filósofos; y aunque son enemigos de ella, parecen defenderla, precisamente porque no cesan de abogar por supersticiones dañinas: que se adore y venere a los elementos de este mundo30.

7. [v.4] Porque veré los cielos, obras de tus dedos. Leemos que la Ley fue escrita por el dedo de Dios31 y dada mediante Moisés32, su santo siervo33.Muchos interpretan que ese dedo de Dios es el Espíritu Santo. Por eso, si en atención a ese Espíritu mismo, el cual actúa en34 los ministros repletos de Espíritu Santo35, interpretamos con razón que, porque mediante los mismos nos ha sido confeccionada toda divina Escritura36, esos mismos son los dedos de Dios, de modo adecuado a este pasaje entendemos que se ha llamado cielos a los libros de uno y otro Testamento. Por otra parte, los magos del rey Faraón dijeron precisamente acerca de Moisés mismo porque los había superado, «Dedo de Dios es este»37; y lo que está escrito38, «El cielo se arrollará como un libro»39, aun si está dicho40 de este cielo etéreo, sin embargo, en virtud de esta misma comparación se nominarlos cielos41 con la alegoría de los libros. Afirma ?porque veré los cielos, obras de tus dedos», esto es, comprenderé y entenderé las Escrituras42 que, al actuar el Espíritu Santo43, has escrito mediante tus ministros.

8. Así, pues,también los cielos nombrados más arriba, donde asevera «porque tu magnificencia se ha elevado sobre los cielos»44, pueden tomarse por esos mismos libros, de modo que el sentido entero es éste: Porque tu magnificencia se ha elevado sobre los cielos pues tu magnificencia excede los dichos de todas las Escrituras, por boca de niños aún sin habla y lactantes completaste la alabanza45, para que a partir de la fe en las Escrituras comenzasen quienes ansían llegar al conocimiento de tu magnificencia, que se ha elevado sobre las Escrituras, porque deja atrás y supera los elogios de todas las palabras y lenguas.

Dios, pues, como se canta en otro salmo, «e inclinó el cielo y bajó»46, inclinó hasta la capacidad de niños aún sin habla y lactantes las Escrituras, e hizo esto a causa de los enemigos47 que, enemigos de la cruz de Cristo48 por la soberbia de49 [su] palabrería, incluso cuando dicen algo verdadero, sin embargo, no pueden aprovechar a pequeñines y lactantes. Así se destruye al enemigo y defensor50 que, aunque parece defender o la sabiduría o incluso el nombre de Cristo51, sin embargo, lejos del peldaño de esta fe ataca esa verdad que promete rapidísimamente. Queda convicto de no tenerla, precisamente porque, atacando su peldaño, que es la fe, ignora cómo se sube a ella.

Por tanto, el temerario y ciego prometedor de la verdad, el cual es enemigo y defensor, es destruido, precisamente cuando se ven los cielos, obras de los dedos52 de Dios53, esto es, [cuando] se entienden las Escrituras54, conducidas hasta la cortedad mental de los niños aún sin habla55, y a estos, [que] mediante la insignificancia de la fe histórica, que se llevó a cabo en el tiempo,[están] bien nutridos y robustecidos en cuanto a la altura dela comprensión56 de las cosas eternas, [los] yerguen hasta lo que aquella confirma. Sin duda, esos cielos, esto es, esos libros, son obras de los dedos de Dios pues han sido confeccionados, al actuar en los santos57 el Santo Espíritu58. Efectivamente, quienes se han ocupado de su gloria más que de la salvación de los hombres, han hablado sin el Espíritu Santo, en el cual están las entrañas de la misericordia de Dios59.

9. Porque veré los cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú fundamentaste. La luna y las estrellas están fundamentadas en los cielos, porque tanto la Iglesia universal, por alusión a la cual se pone frecuentemente «luna», cuanto las Iglesias —en detalle, a lo ancho de los lugares uno a uno—, insinuadas, supongo, por el nombre «estrellas», están colocadas en esas mismas Escrituras, las cuales, creemos, son insinuadas por el vocablo «cielos». Ahora bien, por qué laguna significa con razón la Iglesia, se considerará más oportunamente en otro salmo, donde está dicho60: Los pecadores tensaron el arco para asaetear durante la luna oscura a los rectos de corazón61.

10. [v.5] ¿Qué es el hombre, porque te acuerdas de él, o el hijo del hombre, porque tú le visitas? Puede preguntarse qué diferencia hay entre hombre e hijo del hombre, pues si no hubiera diferencia, no se pondría así mediante proposición disyuntiva: ?hombre o hijo del hombre». Efectivamente, si se hubiera escrito así, «qué es el hombre, porque te acuerdas de él, y el hijo del hombre, porque le visitas», parecería repetido lo que está dicho62 «hombre». En cambio, ahora, porque suena «el hombre o el hijo del hombre», se insinúa más claramente la diferencia. Desde luego, ha de mantenerse esto: que todo hijo de hombre es hombre, aunque no todo hombre puede ser tenido por hijo de hombre. Adán es ciertamente hombre, pero no hijo de hombre. Por eso, a partir de esto cabe observar y discernir qué diferencia hay, en este pasaje, entre hombre e hijo del hombre: a quienes llevan la imagen del hombre terreno que no es hijo de hombre, los designa el nombre «hombres»; a quienes, en cambio, llevan la imagen del hombre celestial63,se los nomina, más bien, hijos de los hombres. Por cierto, a aquel se le llama también hombre viejo64; al otro, en cambio, nuevo65. Pero el nuevo nace del viejo, porque la regeneración espiritual comienza por el cambio de la vida terrena y mundana y, por eso, a ese se le denomina hijo del hombre. Por tanto, en este pasaje, el hombre es el terrenal y, en cambio, el hijo del hombre es el celestial, y aquel está muy alejado de Dios y, el otro, en cambio, está presente a Dios y, por eso, [Dios] se acuerda de aquel, cual de alguien puesto en la lejanía, pero visita a quien, por estarle presente, ilumina con la luz de su rostro. En efecto, lejos de los pecadores [está] la salvación66, y ha sido grabada en nosotros la luz de tú rostro, Señor67.

Así, porque la salvación de los hombres carnales es como la de los ganados, en otro salmo dice que los hombres, asociados con los jumentos, son hechos salvos con los jumentos mismos no mediante la activa iluminación interior, sino mediante la multiplicación de la misericordia de Dios, gracias a la cual su bondad se extiende hasta lo más bajo. En cambio, cuando a los hijos de los hombres los distingue de esos a los que, en cuanto hombres, unió con los animales, proclama quede modo mucho más sublime los hace dichosos la iluminación de la verdad misma y cierta inundación de una fuente vivificadora. En efecto, dice así: A hombres y jumentos harás salvos, Señor, como ha sido multiplicada tu misericordia, Dios. En cambio, los hijos de los hombres esperarán en la protección de tus alas. Se embriagarán de la abundancia de tu casa y les darás a beber del torrente de tus delicias. Porque en ti está la fuente de la vida y en tu luz veremos la luz. Extiende tu misericordia ante quienes te conocen68.

Por tanto, del hombre como de los jumentos se acuerda mediante la multiplicación de su misericordia, porque la multiplicada misericordia llega incluso a los puestos lejos; en cambio visita al hijo del hombre, ante el cual, puesto bajo la protección de sus alas, extiende la misericordia y en su luz le suministra luz y le da a beber de sus delicias y lo embriaga dela abundancia de su casa, para que olvide las penas y errores de la vida pasada. A este hijo del hombre, esto es, al hombre nuevo69, lo da a luz con dolor y gemido70 la penitencia del viejo. A ese, aunque nuevo, sin embargo, se le llama carnal aún, cuando se lo nutre con leche71. Afirma el Apóstol: No pude hablaros cual a espirituales, sino cual a carnales. Y para mostrar que ya han sido regenerados, asevera: Como a pequeñines en Cristo, os di a beber leche, no [os di] comida72. Cuando aquel recae a la vida vieja, cosa que acaece frecuentemente, con reproche oye que es hombre: ¿No sois hombres y camináis según el hombre?73

11. [v.6—7] Por tanto, el hijo del hombre fue visitado por vez primera en el hombre del Señor en persona, nacido de María virgen. Acerca de él, precisamente a causa de la debilidad de la carne que la Sabiduría de Dios74 se dignó llevar sobre sí, y del abajamiento de la pasión, se dice con razón: Lo hiciste poco inferior a los ángeles. Pero se agrega aquella glorificación por la que después de resucitar ha subido al cielo75: De gloria y honor le coronaste, y le constituiste sobre las obras de tus manos. Puesto que también los ángeles son obras de las manos de Dios, entendemos que también sobre los ángeles ha sido constituido el Unigénito Hijo76, acerca del cual oímos y creemos que es poco inferior a los ángeles a causa del abajamiento de la generación carnal y de la pasión.

12. [v.8—9] Afirma: Todo lo sometiste bajo sus pies. Nada ha exceptuado cuando dice «todo». Y para que no cupiera entenderlo de otra manera, el Apóstol manda creerlo así, cuando dice: Excepto ese que le sometió todo77. Y precisamente del testimonio de este salmo se sirve [la carta] «A los hebreos», cuando sostiene que se entiende que todo está sometido al Señor nuestro, Jesucristo, de modo quenada78 está exceptuado. Sin embargo, no parece añadir algo importante, por así calificarlo, cuando dice: Ovejas y bueyes en su totalidad, además también los ganados del campo, las aves del cielo y los peces del mar, que recorren las sendas del mar. Parece, en efecto, que, silenciadas las fuerzas y potestades y todos los ejércitos de los ángeles79, silenciados también los hombres mismos, le ha sometido solos los ganados, a no ser que por ovejas y bueyes entendamos las almas santas, ora las que dan el fruto de la inocencia, ora también las que trabajan para que la tierra fructifique, esto es, para que los hombres terrenos80 sean regenerados en orden a la fecundidad espiritual. Es preciso, pues, que por estas almas santas tomemos no solo las de los hombres, sino también las de todos los ángeles, si queremos entender, a partir de eso, que todo está sometido al Señor nuestro, Jesucristo. En efecto, ninguna criatura dejará de estar sometida a ese al que se someten los espíritus próceres, por así llamarlos.

Pero ¿con qué demostraremos que por «ovejas» pueden también tomarse los espíritus de la creación angélica, dichosos en las alturas, no los hombres? ¿Acaso porque el Señor dice que él dejó noventa y nueve ovejas en los montes81, esto es, en los lugares más altos, y que bajó a causa de una sola? En efecto, si al alma humana caída en Adán82 la tomamos por la única oveja, porque del costado de él fue hecha también Eva83 —para tratar y considerar espiritualmente84 todo esto no hay tiempo ahora—, queda que por las noventa y nueve dejadas en los montes se entienda no los espíritus humanos, sino los angélicos. De hecho16, una explicación clara de esta máxima acerca de los bueyes es fácil: donde está dicho85 «no embridarás la boca del buey que trilla»86, a los hombres mismos se los ha llamado bueyes no por otra razón, sino porque proclamando la palabra87 de Dios imitan a los ángeles88. Por eso, ¡cuánto más fácilmente tomamos por bueyes a los ángeles mismos, mensajeros de la verdad, ya que por participación en su nombre se ha llamado bueyes a los evangelistas!

Sometiste, pues, afirma, ovejas y bueyes en su totalidad, esto es, toda la santa creación espiritual, en la cual percibimos también la de los hombres santos que hay en la Iglesia, o sea, en esos lagares que han sido dados a entender bajo otra analogía, la de la luna y las estrellas.

13. Asevera: Además también los ganados del campo. De ningún modo sobra lo que se ha añadido: además. Primero, porque por los ganados del campo puede entenderse ovejas y bueyes, de modo que, si las cabras son ganados de rocas y parajes escarpados, atinadamente se entiende por ovejas los ganados del campo. Así, pues, aunque estuviera puesto así: «Ovejas y bueyes en su totalidad y los ganados del campo», con razón se preguntaría qué significan los ganados del campo, pues por ellos también puede entenderse ovejas y bueyes. En verdad, incluso lo que está añadido, además, fuerza absolutamente a reconocer no sé qué diferencia. Pero bajo esta palabra que está puesta, además, ha de percibirse no solo a los ganados del campo, sino también a las aves del cielo y los peces del mar, que recorren las sendas del mar. Por tanto, ¿cuál es esta distancia? Vengan a la mente los lagares, que tienen orujos y vino; la era, que contiene pajas y grano89; las redes, en las que están cercados peces buenos y malos90, y el arca de Noé, en la que había animales impuros y puros91, y verás que, de momento, las Iglesias contienen durante este tiempo92 hasta el último tiempo, el del juicio, no solo ovejas y bueyes, esto es, laicos santos y ministros santos, sino además también los ganados del campo, las aves del cielo y los peces del mar que recorren las sendas del mar.

En efecto, por los ganados del campo se toma muy convenientemente los hombres que se complacen en la satisfacción de la carne, donde no escalan nada arduo, nada laborioso. Por cierto, el campo significa también el ancho camino que lleva a93 la destrucción, y en el campo se asesina a Abel94. Por lo cual, es de temer que uno, tras bajar de los montes de la justicia de Dios —tu justicia, afirma, [es] como los montes de Dios95— para elegir las anchuras y ligerezas de la satisfacción carnal, sea degollado por el diablo.

Ahora mira también las aves del cielo, los soberbios, acerca de los cuales se dice: Pusieron contra el cielo su boca96.Mira cuán a lo alto transporta el viento a quienes dicen: «Engrandeceremos nuestra lengua, nuestros labios están en nosotros, ¿quién es nuestro amo?»97. Contempla también los peces del mar, esto es, los curiosos, que recorren las sendas del mar, esto es, en la profundidad de este mundo investigan las cosas temporales, que, cual sendas en el mar, se desvanecen y desaparecen tan rápidamente como vuelve a turbarse el agua tras haber dado paso a las naves que transitan, o a cualesquiera que andan o nadan. Por cierto, no asevera solo «andan por las sendas del mar», sino que ha dicho «recorren», para mostrar el pertinacísimo empeño de quienes buscan con afán cosas sin contenido y que se escapan.

Pues bien, estos tres géneros de vicios, esto es, la satisfacción de la carne, la soberbia y la curiosidad incluyen todas las clases de pecados. Aquellos me parecen enumerados por el apóstol Juan, cuando dice: No améis el mundo, porque todo lloque hay en el mundo es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y ambición del mundo98. Por cierto, principalmente a través de los ojos ejerce gran influjo la curiosidad; por otra parte, es evidente a qué se refiere lo restante.

También la tentación del hombre del Señor es tripartita. Mediante la comida, esto es, mediante la concupiscencia de la carne, donde se [le] sugiere: Di a esas piedras que se conviertan en panes99. Mediante la presuntuosa jactancia, cuando, situado en un monte100, le son mostrados todos los reinos de esta tierra101 y se le prometen, si hubiere adorado102. Mediante la curiosidad, cuando se le aconseja que se tire abajo para tratar de ver si es sostenido por los ángeles103. Así, pues, después que el enemigo104 no pudo influir en él con ninguna de estas tentativas, se dice acerca de aquel esto: Después que el diablo terminó toda clase de prueba105.

Así, pues,en atención al significado de los lagares están puestos bajo sus pies no solo los vinos, sino también los orujos, o sea, no solo ovejas y bueyes, esto es, las almas santas de los fieles, ora entre la plebe, ora entre los ministros, sino además también los ganados del placer y las aves de la soberbia y los peces de la curiosidad. Vemos que, ahora, en las Iglesias, todos estos géneros de pecadores están mezclados con los buenos y santos. Por tanto, actúe [el Señor] en sus Iglesias y separe delos orujos el vino. Nosotros esforcémonos en ser vino y ovejas y bueyes, no orujos o ganados del campo o aves del cielo o peces del mar, que recorren las sendas del mar. No es que esos nombres pueden entenderse y explicarse de ese solo modo, sino que [han de interpretarse] según los pasajes [bíblicos], pues en otro sitio significan otra cosa. Además, en toda alegoría hade mantenerse esta regla: que, pues esta es la enseñanza del Señor y la apostólica, según el sentido del pasaje que está a la vista, se considere lo que se dice mediante analogía.

Repitamos, pues, el último verso, que también se pone en el principio del salmo, y loemos a Dios, diciendo: Señor, Señor nuestro, ¡cuán admirable es tu nombre en toda la tierra! Convenientemente, sí, tras el texto del discurso se regresa al comienzo, al cual hay que referir este mismo discurso entero.