Revisión: Pío de Luis Vizcaíno, OSA
1. [v.1—2] ¿Para qué bramaron las naciones, y los pueblos hicieron proyectos vanos? Se irguieron los reyes de la tierra, y los príncipes se reunieron contra el Señor y contra su Cristo. «Para qué» está dicho como si se dijera en vez de inútilmente, pues no realizaron lo que quisieron: que Cristo fuese destruido. De hecho, esto se dice de los perseguidores del Señor, que se mencionan también en los Hechos de los apóstoles1.
2. [v.3] Rompamos sus grilletes y arrojemos de nosotros su yugo. aunque puede entenderse también de otra forma, sin embargo, más apropiadamente se comprende a propósito de la persona de aquellos respecto a los cuales ha dicho que hicieron proyectos vanos2, de modo que «rompamos sus grilletes y arrojemos de nosotros su yugo» significa: procuremos que la religión cristiana no nos ate moralmente ni se nos imponga.
3. [v.4] El que habita en los cielos se reirá de ellos y el Señor se burlará de ellos. Es una frase repetida. Efectivamente, en vez de «el que habita en los cielos», está puesto a continuación «el Señor», y en vez de «se reirá», está puesto a continuación «se burlará». Sin embargo, es preciso no entender3 materialmente nada de esto, como si Dios se riera con los carrillos o se burlase con la nariz, sino que hay que tomarlo por esta energía que da a sus santos4, para que, al percibir las cosas futuras, esto es, el nombre de cristo y su soberanía, que va a extenderse a la posteridad y va a conquistar todas las naciones, se den cuenta de que aquellos han hecho proyectos vanos5. En efecto, esta energía con que esas cosas son conocidas con antelación, es la risa y la burla de Dios. El que habita en los cielos se reirá de ellos. Si por cielos tomamos las almas santas, mediante estas dos, que, por supuesto, conoce con antelación qué va a pasar, se reirá y se burlará de ellos.
4. [v.5] Entonces les hablará con su ira y con su furor los conturbará. Por cierto, para mostrar más a las claras cómo les hablará, ha dicho «los conturbará», de modo que «con su ira», equivale a «con su furor». Pues bien, es preciso entender por ira y furor del Señor Dios no una perturbación de la mente, sino la energía con que justísimamente castiga, sometida a sí mismo toda criatura6, para el servicio7. De hecho, hay que examinar con detalle y mantener eso que está escrito8 en salomón: En cambio, tú, Señor de fuerza, juzgas con tranquilidad y nos gobiernas con gran respeto9. La ira de Dios es, pues, un movimiento que se produce en el alma que conoce la ley de Dios, cuando ve que el pecador no hace caso de esa misma ley. En efecto, mediante este movimiento de las almas justas se castigan muchas cosas. Sin embargo, por «ira de Dios» puede también entenderse con razón ese mismo oscurecimiento de la mente, que se apodera de los que transgreden la ley de Dios.
5. [v.6] Por mi parte, yo he sido constituido por él como rey sobre Sion, su monte santo, para proclamar el precepto del Señor. Esto resulta evidente por el papel del mismo señor nuestro, Jesucristo. Ahora bien, por Sion, si, como algunos traducen, significa contemplación, no debemos entender nada más que la Iglesia, donde cotidianamente se yergue la intención de contemplar la claridad de Dios, como dice el apóstol: En cambio, nosotros, descubierto el rostro, contemplamos la gloria del Señor10. El sentido es, pues, este: Por mi parte, yo he sido constituido por él como rey sobre su Iglesia santa, a la que nomina monte por su elevación y firmeza. Por mi parte, yo he sido constituido como rey por él: yo, cuyos grilletes y yugo11 proyectaban arrojar. Para proclamar su precepto. ¿Quién no entiende esto, pues se repite cotidianamente?
6. [v.7] El Señor me ha dicho: «Mi hijo eres tú; yo te he engendrado hoy». Aunque también puede parecer que en profecía12 se habla del día en que Jesucristo nació en cuanto hombre13, sin embargo, porque «hoy» indica el momento actual y en la eternidad no hay nada pasado, cual si hubiera dejado de existir, ni [nada] futuro, cual si aún no existiera, sino solo presente porque todo lo que es eterno existe siempre, se entiende que, según esto, por inspiración divina14 se haya dicho «yo te he engendrado hoy», con lo cual la fe purísima y católica proclama la sempiterna generación de la Fuerza y sabiduría de Dios15, que es el unigénito Hijo16.
7. [v.8] Pídeme y te daré en herencia tuya las naciones. Esto, temporalmente ya, según el hombre asumido, que se ofreció a sí mismo como sacrificio17 en vez de todos los sacrificios, y que también intercede por nosotros18. De este modo, precisamente a la entera gestión temporal realizada en favor del género humano se refiere lo que está dicho19 «pídeme»: evidentemente, [pídeme] que las naciones se unan al nombre cristiano y así sean redimidas de la muerte20 y poseídas por Dios. Te daré en herencia tuya las naciones, a fin de que las poseas para su salvación, y para que te rindan frutos espirituales. Y como posesión tuya los confines de la tierra. Está repetido lo mismo. «Confines de la tierra» está puesto en vez de lo que está dicho «naciones», pero esto más claramente, para que entendamos «todas las naciones». Por otra parte, «como posesión tuya», en vez de lo que está dicho «en herencia tuya».
8. [v.9—10] Los regirás con vara férrea: con justicia inflexible. Y cual a vasija de alfarero los pulverizarás, esto es, pulverizarás en ellos los apetitos terrenos, los negocios enlodados del hombre viejo21 y cuanto se ha contagiado y recrecido de la arcilla pecadora. Y ahora, reyes, entended. Y ahora, esto es, ya renovados, ya pulverizadas las envolturas de lodo, esto es, las vasijas carnales del error, que tienen que ver con la vida pasada. Ahora entended, reyes ya, esto es, ya capaces de regir cuanto en vosotros es servil y bestial, y ya capaces de luchar, no cual quienes golpean el aire, sino cual quienes castigáis vuestros cuerpos y los sometéis a servidumbre22. Dejaos instruir todos los que juzgáis la tierra. Esto mismo está repetido: «dejaos instruir», en vez de lo que está dicho23 «entended». Por otra parte, «los que juzgáis la tierra», en vez de lo que está dicho «reyes». En efecto, alude a los espirituales24, que juzgan la tierra, pues inferior a nosotros es cuanto juzgamos; en cambio, a cuanto está bajo el hombre espiritual, con razón se lo nomina «tierra», porque lo ha herido de muerte la ruina terrena.
9. [v.11] Servid al Señor con temor, para que no se convierta en soberbia lo que está dicho25: Reyes que juzgáis la tierra26. Y regocijaos ante él con temblor. Óptimamente se ha añadido «regocijaos», para que no pareciera que lo que está dicho «servid al Señor con temor» equivale a una desdicha. Pero a la inversa, para que eso mismo no fuese directamente a un desbordamiento de temeridad, se ha agregado «con temblor», de modo que equivaliera a la cautela y la circunspecta salvaguardia de la santificación. «Y ahora, reyes, entended»27 puede también interpretarse así, esto es: Y ahora, constituido yo como rey28, no estéis tristes, reyes de la tierra29, como si se os hubiera quitado vuestro bien, sino entended, más bien, y dejaos instruir30. En efecto, esto os conviene: estar bajo el poder de ese que os da inteligencia e instrucción. Y esto os conviene, para que no dominéis temerariamente, sino que sirváis con temor al Señor de todos31 y os regocijéis en la felicidad certísima y purísima, cautos y vigilantes atentamente, para que de ella no os caigáis por causa de la soberbia.
10. [v.12] Conquistad la instrucción, no sea que se aíre finalmente el Señor y desaparezcáis del camino justo. Esto equivale a lo que ha aseverado: Entended y dejaos instruir32. Efectivamente, entender y dejarse instruir equivalen a aprender la instrucción. Sin embargo, en lo que se dice «conquistad», se indica suficientemente que hay cierta fortificación o trinchera contra todo lo que podría perjudicar, si no se la conquistase con tanto ahínco. Por otra parte, porque con duda suelen pensar en la ira de Dios esos a quienes no se les revela abiertamente, «no sea que se aíre finalmente el Señor» está puesto con duda, no según la visión del profeta, para el cual es cierto, sino según esos mismos a los que se amonesta. Esos, pues, deben decirse esto: conquistemos la instrucción, no sea que se aíre finalmente el Señor y desaparezcamos del camino justo. Ahora bien, queda dicho arriba cómo hay que entender «se aíre el Señor». Y desaparezcáis del camino justo: gran castigo es este, que temen quienes han percibido algo de la dulzura de la justicia. De hecho, quien desaparece del camino de la justicia33, con gran ansiedad andará errante por los caminos de la iniquidad34.
11. Cuando en breve se haya inflamado su ira, ¡dichosos todos los que confían en él! esto es, cuando llegue el castigo que se prepara para impíos y pecadores, no sólo no afectará a los que confían en el Señor35, sino que les aprovechará para construir y dar altura al reino. En efecto, no ha dicho «cuando en breve se haya inflamado su ira, ¡seguros todos los que confían en él!», como si lo único que fueran a sacar en limpio es que no se los castigue; sino que ha dicho «dichosos», en lo cual está la suma y colmo de todos los bienes. Por otra parte, supongo que lo que está puesto «en breve», significa que será algo repentino, mientras que los pecadores lo estimarán remoto y venidero a largo plazo.