Del libro de las Revisiones (1 19[20])
Sobre la presente obra
1. Compuse un salmo con la intención de que el proceso de los donatistas llegase al conocimiento incluso del vulgo más humilde y totalmente ignorante y rudo, y de esta forma, en cuanto de nosotros dependiera, se quedase grabado en su memoria, siendo cantado ante ellos. Lo hice siguiendo el orden de las letras latinas, llamado abecedario, pero sólo hasta la U. Omití las tres últimas, añadiendo en su lugar una parte final, a manera de epílogo, como si la Iglesia les hablase como madre. El estribillo que se va repitiendo, y el proemio del proceso, que hemos querido que se cantase, no siguen el orden de las letras. Este comienza después del proemio. No quise hacerlo en ninguna clase de versos métricos, para que las leyes de la medida no me obligasen a usar términos poco usados por el vulgo.
2. Este salmo comienza así: Omnes qui gaudetis de pace, modo uerum iudicate, que es su estribillo.
Salmo contra la secta de Donato*
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
Con acepción de personas |
|
es vergonzoso juzgar. |
|
Nunca podrán los injustos |
|
el Reino de Dios ganar. |
|
Que rasgues la ajena túnica |
|
nadie lo tolerará: |
|
5 |
¿Cuánto más reo es de muerte |
|
romper de Cristo la paz? |
Al autor de estos delitos |
|
busquémoslo sin errar. |
|
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
Atormenta a los hermanos |
|
la abundancia de malvados. |
|
Ya quiso nuestro Señor |
|
dejarnos bien avisados, |
|
10 |
asemejando una red |
|
con el celeste Reinado |
que por los mares recoge |
|
toda clase de pescados1. |
|
La sacan hasta la orilla, |
|
comienzan a separarlos: |
|
los buenos van a las cestas, |
|
al mar se tiran los malos. |
|
Quien conozca el Evangelio |
|
hallará, con temor santo, |
|
15 |
que en la red vemos la Iglesia, |
|
y el mar es el caos mundano2. |
La mezcla de peces dice |
|
que viven buenos con malos. |
|
El fin del mundo es la orilla: |
|
allí separarse han ambos. |
|
Quienes rompieron las redes |
|
mucho al mar se aficionaron. |
|
Las cestas son de los santos |
|
los tronos que no alcanzaron. |
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20 |
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
Buen hombre, tal vez preguntes: |
|
¿Y quiénes la red rompieron? |
|
-Los henchidos de soberbia, |
|
que se dicen justos ellos. |
|
Han creado divisiones, |
|
altar contra altar han puesto. |
|
Al diablo se han entregado, |
|
con altercados muy viejos, |
|
25 |
y el crimen que cometieron |
|
lo cargan a hombros ajenos. |
Entregaron la Escritura, |
|
mas con gran atrevimiento |
|
nos acusan a nosotros, |
|
quedando de manifiesto |
|
que es mayor hoy su pecado |
|
que lo fuera en otro tiempo |
|
Podrá excusarse la entrega |
|
de los Libros, por el miedo, |
|
que por temor a morir |
|
de Cristo renegó Pedro3. |
|
30 |
Pero ¿cómo excusarán |
|
ser causa de enfrentamiento |
de un altar contra otro altar? |
|
¿Y el culpable rompimiento |
|
de la paz que nos dio Cristo, |
|
sólo en el hombre poniendo4 |
|
su esperanza? Tanto daño |
|
a la Iglesia nunca hicieron |
|
todas las persecuciones, |
|
como ellos en paz le han hecho. |
|
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
Custodio nuestro, Dios grande: |
|
Tú nos puedes liberar |
|
35 |
de estos bastardos profetas |
|
que nos quieren devorar5. |
Negro corazón de lobo |
|
quieren ellos ocultar |
|
bajo piel de oveja mansa, |
|
con nombre de santidad, |
|
pero en sus entrañas fieras |
|
el cisma escondido está. |
|
Los que ignoran la Escritura |
|
se les suelen acercar; |
|
oyen hablar de «traidores» |
|
sin conocer la verdad |
|
40 |
de los hechos ya pasados. |
|
Si yo les digo: -«Probad |
lo que afirmáis como cierto», |
|
no saben qué contestar. |
|
Ellos dicen que a los suyos |
|
creyeron sin vacilar. |
|
Yo les digo que mintieron, |
|
pues nosotros, a la par, |
|
a los nuestros damos fe, |
|
que testimonio nos dan |
|
de ser vosotros «traidores». |
|
¿Quiénes dicen la verdad? |
|
Los que en la raíz se injertan. |
|
¿Y quiénes la falsedad? |
|
Solamente quien no vive |
|
con todos en la unidad. |
|
45 |
Tiempo ha concluyó la causa |
|
¿Por qué no vivís en paz? |
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
Dijeron nuestros mayores, |
|
y pusieron por escrito |
|
los cargos que ahora os probamos: |
|
ellos fueron los testigos. |
|
Hubo algunos «traditores» |
|
de los Sacrosantos Libros. |
|
No eran hombres de la plebe: |
|
eran los propios obispos |
|
50 |
de la región de Numidia; |
|
en Cartago reunidos |
para ordenar nuevo obispo, |
|
encontraron que había sido |
|
ya ordenado Ceciliano |
|
y en su sede establecido; |
|
grande fue su indignación |
|
al verse ellos excluidos. |
|
Era Botro, era Celestio, |
|
de Ceciliano enemigos, |
|
55 |
-más vale de ellos no hablar- |
|
soberbios, truhanes, impíos. |
Se confabularon todos |
|
inventando este delito: |
|
Que su obispo consagrante |
|
entregó los Santos Libros |
|
¡La red de la paz rompieron |
|
y andan por la mar perdidos! |
|
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
60 |
¡Es tan dulce y delicioso |
|
el convivir como hermanos!6 |
Oíd la voz del profeta |
|
para que estéis aunados. |
|
¿Quiénes lograrán probar |
|
este tan viejo pecado? |
|
¿Quién fue su fiscal en juicio? |
|
¿Y qué jueces se sentaron? |
|
¿Quiénes fueron los testigos |
|
de quien osó confirmarlo? |
|
65 |
Pero todo es invención, |
|
porque en sus hechos pasados |
la fama bien claro hablaba |
|
de sus Libros entregados. |
|
Los verdaderos autores |
|
en este caos se ocultaron. |
|
Echaron a otros la culpa |
|
para esconder su pecado, |
|
y, a partir de sus mentiras, |
|
han vivido equivocados |
|
70 |
los jefes de su partido, |
|
por creerlos como a hermanos. |
¡Que se acabe ya el error |
|
y la unidad construyamos! |
|
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
Fueron sus antojos ley, |
|
sumidos en su ceguera: |
|
para juicio tan solemne, |
|
para una causa tan seria |
|
75 |
no eligieron sacerdotes |
|
en número según regla; |
el acusador y el reo |
|
no presentaron sus pruebas; |
|
no hubo escritos ni testigos |
|
que el crimen probar pudieran |
|
furor, engaño y tumulto |
|
se imponen en la tiniebla. |
|
¿Podéis mostrarnos las actas |
|
que todo concilio lleva? |
|
80 |
¿Qué obligó a nuestros altares |
|
enfrentar con violencia? |
Si era indigno el sacerdote, |
|
que antes removido fuera, |
|
y si esto no era posible, |
|
que en la red se mantuviera, |
|
como ahora mantenéis |
|
tantos malos, a fe cierta. |
|
Los que a muchos aguantáis |
|
por mor de vuestra fiereza, |
|
para que hagamos las paces, |
|
aguantad a uno siquiera |
|
85 |
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
Gozo inmenso nos daría |
|
saber que jamás antaño |
|
quisisteis vuestros errores. |
|
Mas si entonces no fue claro |
|
dónde estaba la verdad, |
|
vedlo ahora los letrados. |
|
Muchos malvados tenéis |
|
que soportáis de mal grado, |
|
mas de vuestra comunión |
|
no consentís separarlos |
|
90 |
No hablo -los podréis negar- |
|
de los famosos pecados: |
palizas, hogueras, muertes, |
|
obra de vuestros sicarios |
|
a la luz del pleno día. |
|
Y los sufrís, sin embargo, |
|
por error o por temor. |
|
Hubieran bien soportado |
|
vuestros padres, por la unión, |
|
a lo menos un malvado, |
|
si la protesta era tal |
|
que impidiese degradarlo. |
|
95 |
Añade que era inocente, |
|
sin nada en contra probado. |
Mas porque nadie moviese |
|
la verdad de su pecado, |
|
se fingieron los muy justos, |
|
siempre embrollos planeando. |
|
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
Honores vanos quien busca, |
|
con Cristo no ama reinar, |
|
100 |
como el jefe de esta plaga |
|
-«partido» nombrado le han- |
Sí, Donato ambicionaba |
|
toda África conquistar |
|
y pidió al Emperador |
|
jueces de allende del mar: |
|
petición esta muy justa, |
|
mas no según caridad. |
|
Da voces la verdad sola |
|
que ahora os voy a contar. |
|
105 |
Consiente el Emperador, |
|
prelados a Roma van, |
que a Ceciliano y Donato |
|
puedan en juicio escuchar. |
|
Donato nada probó, |
|
pero se atreve a apelar: |
|
del juicio de sus colegas, |
|
al Emperador irá. |
|
La apelación por sí prueba |
|
no estar en la caridad |
|
110 |
Vencido, a los ya cristianos |
|
comenzó a rebautizar |
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
Investigad todo el caso, |
|
si queréis ser imparciales. |
|
Lo que luego hizo Donato, |
|
¿por qué no haberlo hecho antes? |
|
Los obispos africanos |
|
no lograban concordarse: |
|
115 |
Bien será, pues, que lo juzguen |
|
jueces de allende los mares. |
¿Por qué corristeis al cisma, |
|
enfrentando ambos altares, |
|
para cerrar los oídos |
|
a los fallos judiciales, |
|
y que vuestros propios jueces |
|
a apelar os obligasen, |
|
mientras por todos los medios |
|
procuráis que se proclame |
|
120 |
el imperio del error? |
|
Y ahora que en vosotros nadie |
ignora lo sucedido, |
|
os fingís los ignorantes; |
|
y si la verdad os urge, |
|
decís que erraron los padres, |
|
como si alguien impidiera |
|
que abjuréis las falsedades. |
|
Por la soberbia estáis presos |
|
a una cátedra infamante7. |
|
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
125 |
(K) Caridad cristiana tiene |
|
quien ante todo es pacífico. |
Prestadnos atención, pueblos, |
|
y a la concordia aveníos |
|
quienes carecéis de sede |
|
que defender con prejuicios: |
|
Si en un lugar contendiesen |
|
entre sí vuestros obispos, |
|
¿a qué jueces llamaríais, |
|
como ajenos al litigio, |
|
130 |
sino a obispos de otras tierras? |
|
Y si ellos en justo juicio |
condenasen una parte, |
|
¿no seríais vosotros mismos |
|
los primeros en romper |
|
vuestra unión con los obispos |
|
que a los jueces imparciales |
|
hicieran sordos oídos? |
|
¿Cómo, pues, sois partidarios |
|
de quienes, en tiempos idos, |
|
esto mismo realizaron? |
|
Ellos son quienes, sin tino, |
|
a los jueces de ultramar |
|
no les prestaron oídos |
|
135 |
en sentencia a favor nuestro; |
|
y nos están hoy unidos. |
¿Aún tendréis que replicar, |
|
si lo declara el Juez, Cristo? |
|
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
La verdad conoceréis, |
|
si hay luz en vuestro interior. |
|
Se conservan todavía |
|
para darnos la razón, |
|
Preces y Actas de Donato: |
|
comprobadlas, por favor, |
|
140 |
Si no las queréis creer, |
|
probad con otra razón, |
y si ésta la rechazamos, |
|
habrá eterna discusión. |
|
Abracemos, pues, la paz: |
|
¿Qué importa lo que pasó? |
|
Nos acusáis viejas faltas |
|
y ésta es la contestación: |
|
también vosotros faltasteis. |
|
Por Macario alzáis la voz |
|
y nosotros contestamos |
|
con lo del circuncelión |
|
145 |
Lo nuestro ya está pasado, |
|
mas lo vuestro sigue hoy. |
Si hay pajas en nuestra era, |
|
paja en ella sólo sois, |
|
cuando no queréis la paz; |
|
y esos otros el bastón |
|
levantan con amenazas. |
|
¡Y ojalá sólo el temor, |
|
sin las palizas diarias, |
|
infundieran! Pero no; |
|
porque si quitáis a éstos, |
|
vuestro reino terminó. |
|
150 |
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
Macario en su proceder |
|
si tal vez fue más allá |
|
de la mesura cristiana, |
|
luchaba por la unidad, |
|
haciendo cumplir las leyes |
|
que dio el edicto imperial. |
|
No digo que él no pecase, |
|
pero vosotros aún más. |
|
¿Quién ordenó a esos furiosos |
|
ensañarse con crueldad, |
|
como lo han hecho en el África? |
|
No invoquéis la autoridad, |
|
155 |
de Cristo ni del Imperio: |
|
no la podéis demostrar |
para quemas y apaleos |
|
y locuras sin piedad. |
|
El palo -dicen- no es crimen, |
|
porque sólo escrito está: |
|
Mete la espada en la vaina8. |
|
No es que lleguen a matar; |
|
les basta un duro apaleo: |
|
él solo se morirá |
|
entre crueles dolores. |
|
Si les mueve la piedad, |
|
160 |
se compadecen, sirviendo |
|
un solo golpe mortal. |
«Israel» llaman al palo: |
|
así Dios lo quiso honrar9 |
|
pero ultrajan más su nombre |
|
que el cuerpo que tundirán. |
|
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
No nos imputéis, hermanos, |
|
lo de tiempos de Macario. |
|
165 |
De su mucha crueldad |
|
estamos avergonzados; |
si de ellos dicen calumnias, |
|
Dios es quien puede juzgarlo. |
|
Amemos la paz de Cristo, |
|
jubilosos nos unamos. |
|
Nada nos podrá dañar |
|
que en la Iglesia queden malos, |
|
y si no pueden vivir |
|
entre nosotros mezclados, |
|
separados sean al punto, |
|
dejando la paz a salvo. |
|
170 |
Si esto no es posible, sean |
|
del corazón apartados |
Dijo el profeta Ezequiel |
|
que unos hombres señalados10 |
|
se lamentan de maldades |
|
causadas por sus hermanos; |
|
pero de ellos no se apartan, |
|
siguen viviendo a su lado. |
|
No nos apartemos, pues, |
|
por los hermanos malvados, |
|
de nuestra única madre. |
|
Esto lo hicieron antaño |
|
los impíos, erigiendo |
|
su propio altar separado, |
|
175 |
para contar en sus filas |
|
peores y más dañados |
que los que, fingiendo, dicen |
|
haber ellos evitado |
|
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
Ojeando la Escritura, |
|
verás de forma sencilla |
|
lo que pretendo explicar: |
|
que predicó Juan Bautista |
|
a los judíos, muy claro, |
|
que Cristo los limpiaría11 |
|
como se aventa la parva |
|
de la era preferida. |
|
180 |
A la mies, como operarios, |
|
sus discípulos envía12: |
tras recoger la cosecha, |
|
es la Cruz quien la ventila. |
|
El trigo -los justos- llenan |
|
la Iglesia de castas vidas; |
|
diciéndole adiós al mundo, |
|
vendieron cuanto tenían. |
|
Eran como la simiente |
|
por todo el mundo esparcida13, |
|
185 |
para que brote otra mies |
|
que sólo al final se limpia. |
Esta crece entre cizaña |
|
por doquier: las herejías. |
|
Quienes rompen la unidad |
|
son la paja de esta trilla. |
|
y si Macario en su tiempo |
|
se contaba entre sus filas, |
|
¿por qué razón nos queréis |
|
rebautizar todavía? |
|
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
190 |
Pon dentro del corazón |
|
las dos eras, para ver |
lo que quiero demostrar. |
|
Las Escrituras dan fe |
|
que en el Viejo Testamento |
|
había santos también: |
|
Dijo Dios que siete mil |
|
se guardaba para El14; |
|
sacerdotes, reyes, santos, |
|
muchos hay bajo la Ley. |
|
Allá ves muchos profetas, |
|
y de la plebe los ves. |
|
195 |
Mas, dime, ¿quién de estos justos |
|
su propio altar quiso hacer? |
Cometió muchos pecados |
|
el inicuo pueblo aquel: |
|
sacrificó a falsos dioses, |
|
mató a profetas también, |
|
pero nadie entre los santos |
|
la unidad quiso romper. |
|
A los malos soportaban |
|
todos los hombres de bien, |
|
en espera de que el bieldo |
|
supiera el grano escoger. |
|
200 |
Aunque en el templo mezclados, |
|
mezclada el alma no fue, |
y por más que los acusen, |
|
sólo un altar ha de haber. |
|
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
¿Qué pensáis de todo esto? |
|
Otra mies nueva nació: |
|
la Iglesia por todo el orbe, |
|
que ha de sufrir el dolor. |
|
205 |
En Jesús tiene un ejemplo |
|
con lo de Judas traidor15. |
Lo admitía entre los buenos |
|
y a predicar lo envió. |
|
Un mal siervo predicaba, |
|
pero la fe a Cristo vio, |
|
porque los que al juez creían, |
|
se olvidaban del pregón. |
|
Cuando dio la Santa Cena, |
|
ni siquiera lo excluyó16, |
|
210 |
y aunque antes salido hubiese, |
|
fuera también su traición |
quien a Jesús entregara. |
|
Pero ejemplo nos dejó, |
|
de tolerar a los malos, |
|
y si la separación |
|
no es posible, la ruptura |
|
sólo sea de corazón. |
|
Pero cual paja de espigas |
|
algunos soberbios son, |
|
que antes de ser aventados |
|
la tempestad arrastró. |
|
215 |
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
Responded: ¿Por qué razón |
|
nos queréis rebautizar? |
|
A vuestros obispos reos |
|
expulsáis de la unidad |
|
pero nadie después de ellos |
|
se atrevió a rebautizar, |
|
y a los que ellos bautizaron |
|
en vuestra unión aceptáis. |
|
220 |
¿Qué pudieron transmitirles |
|
si nada tenían que dar? |
Mirad cómo a los adúlteros |
|
la Ley manda castigar17. |
|
No podrán decir que el miedo |
|
fue quien les hizo pecar. |
|
Si bautizan sólo santos, |
|
tras ésos rebautizad. |
|
¿Nos calumniáis a nosotros, |
|
que estamos en la unidad, |
|
225 |
y que no éramos nacidos |
|
cuando aquella crueldad? |
Los pecados de los padres |
|
los hijos no cargarán18. |
|
Esto dice la Escritura, |
|
y que buen fruto no da |
|
si el sarmiento de la vid |
|
cortado del tronco está19. |
|
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
Sabéis bien qué es «la Católica», |
|
y qué «de la vid cortado». |
|
230 |
Si de en medio de vosotros |
|
hay algunos avisados, |
que vuelvan, y vivirán |
|
en la raíz injertados, |
|
y, antes de ser ramas secas, |
|
serán del fuego librados20. |
|
La fe sólo tiene un signo, |
|
y a nadie rebautizamos, |
|
por usar la única fórmula, |
|
no por veros como a santos. |
|
Ambos la tienen: la cepa |
|
y el sarmiento separado. |
|
235 |
Mas ¿qué aprovecha la forma |
|
a quien está desgajado? |
Venid, si queréis hermanos, |
|
y a la vid incorporaos. |
|
Nos duele veros yacer |
|
por el suelo así cortados. |
|
A partir del mismo Pedro, |
|
si queréis, id numerando |
|
los pontífices, y ved |
|
qué padres antepasados |
|
en su cátedra se han ido |
|
uno tras otro sentando: |
|
240 |
Ella es la Roca invencible |
|
ante las fuerzas del Tártaro21. |
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
Tú, si un católico viene, |
|
hacia ti de buena fe, |
|
hombre santo, como todos |
|
aquellos hombres de bien |
|
que solemos escuchar, |
|
y te pregunta: «¿Por qué |
|
245 |
me quieres rebautizar? |
|
Del pasado yo no sé; |
sólo sé que ahora en Cristo |
|
tengo la auténtica fe. |
|
Si me mancha lo que ignoro, |
|
cómo eres hoy quiero ver. |
|
Muéstrame todas tus caras, |
|
que el corazón no se ve. |
|
250 |
Si me mancha lo que ignoro, |
|
me estás manchando tal vez. |
y si te tengo por santo, |
|
has de examinar muy bien |
|
con quiénes estás mezclado. |
|
Si pecamos sin saber |
|
los pecados que tu gente |
|
no cesa de cometer |
|
en secreto, te mancillan, |
|
y santo no puedes ser. |
|
y si de faltas que ignoras |
|
te despreocupas, también |
|
yo quiero despreocuparme |
|
de lo sucedido ayer.» |
|
¡Y a un cristiano así te atreves |
|
a bautizarlo otra vez! |
|
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
255 |
Vuestras sedes pretendéis |
|
mantener contra justicia. |
¡Ay de vosotros!, que sois |
|
-proclama vuestra osadía- |
|
los únicos hombres santos, |
|
aunque de forma distinta |
|
pensáis en el corazón, |
|
cuando veis en vuestras filas |
|
los malos por todas partes |
|
abundar en demasía. |
|
¿Podréis decirnos: «Estamos |
|
mezclados en la red misma»? |
|
Os respondemos bien pronto |
|
que rota la red habíais. |
|
260 |
No podréis decir que pajas |
|
soportáis en vuestra trilla: |
- «¿Por qué antaño no lo hicisteis?», |
|
nuestra respuesta sería. |
|
Los malos no eran peores |
|
que Judas traidor22, y un día |
|
los apóstoles aceptan |
|
tomar con él las primicias |
|
del misterio de la Cena, |
|
sabiendo, como sabían, |
|
todos ellos que era reo |
|
de tamaña felonía. |
|
265 |
Tampoco a ellos les manchaban |
|
pecados de ajena vida. |
¡Y a los cristianos osáis |
|
rebautizar todavía! |
|
Vosotros, que amáis la paz, |
|
juzgad ahora la verdad. |
|
Atendedme sin enojos |
|
a lo que os digo, hermanos: |
|
Nada hay falso en lo que oís, |
|
y podéis bien comprobarlo. |
|
270 |
¿Qué respondéis si la Iglesia |
|
como madre os fuese hablando. |
- Hijos míos, a qué viene |
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de vuestra madre quejaros? |
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Decidme más bien por qué |
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me abandonasteis antaño. |
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Culpáis a vuestros hermanos, |
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y es a mí a quien dais quebranto. |
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Antaño con los gentiles, |
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cuando sufrí males tantos, |
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me abandonaron, sí, muchos, |
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mas por miedo renegaron; |
¿Y quién os fuerza a vosotros |
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a estar contra mí luchando? |
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Decís estar de mi parte, |
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pero bien sabéis que es falso. |
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Yo me llamo la Católica, |
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vosotros los de Donato. |
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Rezar por todos los reyes |
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me mandó el apóstol Pablo23, |
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y a vosotros os da enojo |
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de ver que ya son cristianos. |
¿Cómo os doléis, si sois hijos, |
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de que Dios me haya escuchado? |
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Cuando trajeron sus dones, |
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no quisisteis aceptarlos, |
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olvidando a los profetas |
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que tiempo ha profetizaron |
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que grandes reyes gentiles |
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a la Iglesia harían regalos24. |
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Y al rechazar estos dones |
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dejasteis bien demostrado |
no ser parte de la Iglesia, |
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y obligasteis a Macario |
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dolido de tal desprecio |
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a vengar su desagrado. |
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Pero yo, madre de todos, |
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¿qué males os he causado? |
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Si puedo expulso a los malos, |
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y cuando no, los aguanto. |
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Los soporto hasta que sanen, |
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o sean al fin separados. |
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Vuestra muerte me atormenta; |
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¿por qué os habéis alejado? |
Si a los malos tanto odiáis, |
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en los que tenéis fijaos. |
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Pero si también vosotros |
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toleráis el tener malos, |
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¿por qué razón no ha de ser |
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en unidad hermanados, |
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donde nadie rebautiza, |
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ni hay altares enfrentados? |
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¡A cuántos malos sufrís!, |
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pero será sin salario, |
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pues que el sufrir lo debéis |
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no a Cristo, sino a Donato. |
Cantares de paz son éstos, |
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si escuchar queréis, hermanos. |
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Os recuerdo que algún día |
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llegará el Juez soberano: |
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Él es quien exige cuentas, |
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nosotros quienes las damos. |