Real Centro Universitario Escorial—María Cristina
— Si te dedicas al estudio, mantén limpio tu cuerpo y tu espíritu. Aliméntate de comida sana, vístete con sencillez y no gastes lo innecesario.
— A la sobriedad en las costrumbres, le debe corresponder la moderación en las actitudes, la tolerancia en el trato, la honradez en el comportamiento y la exigencia para contigo mismo.
— Ten siempre presente que la obsesión por el dinero mata toda esperanza.
— No actúes con debilidad, ni tampoco con atrevimiento.
— Aleja de ti toda ira, o trata de controlarla, cuando corrijas las faltas de los demás.
— Sé el centinela de ti mismo. Vigila tu sentimientos y tus deseos para que no te traicionen.
— Reconoce tus defectos y procura corregirlos.
— No seas excesivo en el castigo ni poco generoso en el perdón.
— No insistas ni molestes a los que no quieren corregirse.
— Evita las enemistades, sopórtalas serenamente, termínalas cuanto antes.
— No busques puestos de mando si no estás dispuesto a servir.
— Procura progresar siempre, no importa la edad y las circunstancias en las que te encuentres.
— Durante toda la vida, en todo tiempo y lugar, ten amigos de verdad o búscalos.
— Da honor a quien se lo merece, aunque él no lo desee.
— Vive con dignidad y en armonía con todo y con todos.
— Busca a Dios. Que su conocimiento llene tu existencia y su amor colme tu corazón.
— Desea la tranquilidad y el orden para poder estudiar tú y tus compañeros.
— Pide para ti y para todos, una mente sana, un espíritu sosegado y una vida llena de paz.
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Texto de San Agustín donde se inspiran los consejos1:
"Los jóvenes dedicados al estudio de la sabiduría se abstengan de todo lo venéreo, de los placeres de la mesa, del cuidado excesivo y superfluo ornato de su cuerpo, de la vana afición a los espectáculos, de la pesadez del sueño y la pigricia, de la emulación, murmuración, envidia, ambición de honra y mando, del inmoderado deseo de alabanza. Sepan que el amor al dinero es la ruina cierta de todas sus esperanzas. No sean ni flojos ni audaces para obrar. En las faltas de sus familiares no den lugar a la ira o la refrenen de modo que parezca vencida. A nadie aborrezcan. Anden alerta con las malas inclinaciones. Ni sean excesivos en la vindicación ni tacaños en perdonar. No castiguen a nadie sino para mejorarlo, ni usen la indulgencia cuando es ocasión de más ruina. Amen como familiares a todos los que viven bajo su potestad. Sirvan de modo que se avergüencen de ejercer dominio; dominen de modo que les deleite servirles. En los pecados ajenos no importunen a los que reciban mal la corrección. Eviten las enemistades con suma cautela, súfranlas con calma, termínenlas lo antes posible. En todo trato y conversación con los hombres aténganse al proverbio común: "No hagan a nadie lo que no quieren para sí". No busquen los cargos de la administración del Estado sino los perfectos. Y traten de perfeccionarse antes de llegar a la edad senatorial, o mejor, en la juventud. Y los que se dedican tarde a estas cosas no crean que no les conciernen estos preceptos, porque los guardarán mejor en la edad avanzada. En toda condición, lugar, tiempo, o tengan amigos o búsquenlos. Muestren deferencia a los dignos, aun cuando no la exijan ellos. Hagan menos caso de los soberbios y de ningún modo lo sean ellos. Vivan con orden y armonía; sirvan a Dios; en Él piensen; búsquenlo con el apoyo de la fe, esperanza y caridad. Deseen la tranquilidad y el seguro curso de sus estudios y de sus compañeros; y para sí y para cuantos puedan, pidan la rectitud del alma y la tranquilidad de la vida".