Sermón del obispo san Agustín sobre el natalicio del mártir san Cuadrado
1. Ha amanecido el día de hoy, prenunciado a Vuestra Caridad, de la solemnidad de la corona de Cuadrado; celebrémoslo con la reunión y el sermón. Tan frecuentemente, pues, como frecuentemente celebramos las fiestas de los mártires, hablamos de su gloria ante Dios y los hombres.3La celebración asidua sea exhortación reiterada, para que pueda haber exultación. Hemos cantado un salmo realmente adecuado a la fiesta de los mártires: Cual montón de arena he sido empujado para que me cayera, y el Señor me ha protegido1. De hecho, esto dice el entero coro de los mártires, esto el cuerpo de Cristo en el mundo, al ver, como Lot mientras en Sodoma vivía entre tentaciones2, muchas cosas que no quiere, pero sin estar de acuerdo mínimamente con las acciones de los malos.4Sin duda, de diversos modos se empuja a pecar al ánimo humano: o por el atractivo del placer, o por el mordisco de la tribulación, y cualquiera que, para no pecar a causa del atractivo, haya vencido al placer, ha avanzado mucho. Sin embargo, aún no ha llevado a su perfección [al ánimo], pues el amor a la justicia debe ser tan intenso que a él ceda el placer, y él no ceda al dolor. Cualquiera que a tal [amor] ha llegado, a [su] perfección lo ha llevado. Porque los mártires han vencido, luchando no sólo contra los placeres del mundo, sino también contra las tribulaciones, por eso se cree que han salido del mundo perfectos. Por eso, como los fieles saben, durante los sacramentos cristianos no oramos por los mártires.4.5Además, no sólo no oramos por ellos, sino que nos encomendamos a sus oraciones.
2. Esta perfección la reclama increpando y exige la carta de Pablo a los Hebreos, donde se dice: Pues contra el pecado aún no habéis luchado hasta la sangre3. Con: Pues contra el pecado aún no habéis luchado hasta la sangre. En cambio, los mártires han luchado hasta la sangre. Ahora bien, han luchado no contra un hombre perseguidor, sino contra el diablo insidiador,6y, si comprendes la verdad, precisamente contra la debilidad de ellos. De hecho, en el hombre mismo se lleva a cabo un gran combate, donde está el escenario de la conciencia; ahora bien, espectador sumo [es] el inspector de la conciencia. Pero, si solo fuese inspector de la conciencia y no fuese auxiliador, fallaría todo luchador. Por ende, lo que digo lo tienes precisamente en las palabras mismas que hemos cantado. Afirma: Cual montón de arena he sido empujado para que me cayera4. ¿Por qué, pues, no te has caído? Y el Señor me ha protegido. Acerca de su debilidad ha dicho esto, cual si [la] confesase. Afirma: «Por cuanto a mí se refiere, caería, pero el Señor me ha protegido». Está, pues, [tú] en el Señor, permanece en el Señor y, aunque la tentación te empuje, no caerás porque no cedes. Si resistiendo no cedes, no consintiendo no caes.
3. De acuerdo con el nombre de ese cuya fiesta celebramos, escucha [tú] una comparación. Se llamó Cuadrado. Cuando empujas una piedra cuadrada, cede, mas no cae; cede no resistiendo; ahora bien, porque en cualquiera de sus partes permanece en la derechura, no cae, pues un cuadrado está derecho en cada lado: por uno se le empuja, otro lo recibe, nunca puede caer. Con razón, también el Señor Dios ordenó al antiguo justo Noé fabricar de maderas cuadradas un arca5. Quiso que se empleasen para la fábrica maderas incorruptibles y cuadradas: incorruptibles a causa de la eternidad; cuadradas, para esquivar la tentación. Seamos cuadrados también nosotros, o mejor dicho, todo el cuerpo de Cristo sea la Masa de Cuadrado,8pues esta tiene, como se ha cantado, una piedra angular. Afirma: La piedra que reprobaron los constructores, ésta ha sido elegida para cabeza de ángulo6.9¿Cómo, pues, ha sido elegida para cabeza de ángulo la que reprobaron los constructores? Quiere que [por ellos] se entienda a fariseos, escribas y doctores de la Ley. Reprobaron esa [piedra] como si no fuese ella; dijeron: «No es ese; esperamos ciertamente al Cristo, pero no reconocemos [como tal] a este». Confesando que aguardaban al Cristo, eran, por así decirlo, los constructores; 6 en cambio, diciendo que no reconocían a ese que era el verdadero [Cristo], reprobaron la piedra angular, porque tampoco ellos estuvieron en la roca, sino en la arena.1Los constructores esos, pues, jactándose [de serlo] en vez de actuar [como tales], reprobaron la piedra angular. Pero, a fin de que tú no te extrañes de cómo la piedra reprobada por los constructores ha sido elegida para cabeza de ángulo, la Escritura ha añadido: Por el Señor ha sido hecho esto7. Reprobada, sí, por los famosos constructores, pero por el Señor elegida para cabeza de ángulo. Desde puntos opuestos —la circuncisión y el prepucio— las paredes se han extendido hasta este ángulo.1Si consideras de dónde vienen, ¿qué [hay] tan diverso? Si consideras dónde forman un todo orgánico, ¿qué tan uno?2En efecto, ángulo forman las paredes venidas de puntos opuestos, pero que, mediante el vínculo de la paz.3entre sí forman en un solo lugar un todo orgánico8. Ha sucedido: vinieron de la circuncisión, vinieron del prepucio, en la piedra angular se han unido entre sí. Se ha cumplido lo que el apóstol dice: Nuestra paz es ese que ha hecho de una y otra entidad una sola9.
4. Por ende, carísimos,1para que el constructor no os desapruebe, esforzaos en venir a la piedra angular cuadrados. Sin embargo, de Dios esperad todo: cuadra el mismo que reúne. Vosotros, afirma el apóstol Pedro, cual piedras vivas sois edificados con [los apóstoles y profetas] para [ser] templo santo de Dios.5A fin de que no nos imaginemos que hacemos a Dios el favor de que tenga donde permanecer, debemos pensar en el templo de Dios de forma que asimismo sepamos que Dios no necesita templo, sino que el templo necesita a Dios. Que Dios te habite, te aprovecha a ti. Así, habitando en ti, te hace dichoso, no le hace dichoso la vivienda. Así es, de hecho, un auténtico señor: no necesita siervo y, sin embargo, tiene un siervo al que no necesita, sino por quien mira. Por supuesto, la debilidad humana necesita un siervo, para que el siervo haga alguna obra que el señor no puede, y, en haciendo lo que puede, ayude al señor, que no puede. En realidad, Dios es omnipotente, no te necesita quien te ha hecho. Cierto, por transportar al Señor no mereces nada [tú], que merecías ser hecho por el Señor. No te imagines que, porque crees en Dios, le das algo. De hecho, si no creyeses, [serías] nocivo no para él, sino para ti. Esta frase está expresada en el salmo donde se dice: Dije al Señor: «Mi Dios eres tú, porque no careces de mis bienes»10. Por eso, mi Señor, [eres] verdadero Dios Señor, que no necesitas mis bienes, sino yo los tuyos.
5. Nadie se tenga por idóneo para cuadrarse, como fue idóneo para desfigurarse, porque nadie debe tenerse por idóneo para sanarse, aunque haya sido idóneo para herirse. A disposición del ojo están las tinieblas, pues se cierra y en ellas está. Cuando lo hayas cerrado, estarás en tinieblas. A tu poder, pues, correspondió estar en tinieblas, cerrando los ojos; ¿acaso, si no hay luz con que puedas ver, está a tu disposición ver cuando abras los ojos? El cierre de tus ojos no necesitó ayuda para no ver; en cambio, la apertura de los ojos necesita ayuda para ver ya que, si no hay luz o del sol o de lámpara o de la luna o del cualquier género de farol, si [la luz] no secunda a la apertura, tus ojos, incluso abiertos, no ven nada.16.17Nuestro, pues, es recibir, nuestro es tener. Pero ¿qué tienes que no hayas recibido?11
6. Por eso, la piadosa frase «cual montón de arena»:18no «montón de arena», sino cual montón de arena. En efecto, al cuerpo de Cristo, aunque era consistente y estaba perfectamente ajustado, los ciegos lo tuvieron por un montón de arena y, porque lo tuvieron por un montón de arena, por eso no cayó. Y, sin embargo, tampoco esto lo ha atribuido a sus fuerzas, porque ha añadido: El Señor me ha protegido12. Por tanto, en medio de todas estas tentaciones del mundo, por cierto, Sodoma, indudablemente la otra gran Sodoma, no ha ardido ya. Efectivamente, aquella ardió para ejemplo, la otra está guardada para el juicio,19en medio, pues, de estas tentaciones del mundo pensemos cotidianamente en luchar contra el pecado hasta la sangre13, porque otro dicho dice: Por la verdad lucha hasta la muerte14. Lo que está dicho allí, «contra el pecado», esto está dicho aquí, «por la verdad», y lo que está dicho allí, «hasta la sangre», esto está dicho aquí, «hasta la muerte». Precisamente ese debe ser el pensamiento del mártir, pues Dios no se deleita en la sangre derramada. Tiene en lo oculto muchos mártires: En la tierra paz a los hombres de voluntad buena15.20
7. Y no ha de desearse la persecución que nuestros mayores, para llegar a ser mártires, padecieron de los poderes terrenos. No cesa el mundo, no cesa la abundancia de tentaciones. A veces tienes fiebre y [tú] luchas —para omitir las varias demostraciones hostiles de adversarios, las varias tentaciones de cada uno en particular—; lo que había yo empezado a decir: tienes fiebre y luchas. Estás en cama y eres atleta; estás enfermo, combates y vences. En efecto, qué decir si, con fiebre [tú] y constituido en peligro de muerte, [a ti] llega alguien que promete expulsar con ciertos encantamientos tu fiebre, mas esos encantamientos son ilícitos, diabólicos, detestables y dignos de ser anatematizados. Además, quien esto aconseja, te propone muchos ejemplos de quienes así han sido sanados, y se te dice: «Cuando fulano tenía esto, [un hechicero] le hizo [encantamientos], le hechizó, le lavó, le asistió y quedó hecho sano. Pregúntale, interrógale, óyele». Le dicen también: «Verdaderamente ha sucedido; estábamos casi muertos y así hemos quedado libres. ¡Despiértese también en ti la confianza en que, si admites ese encantamiento, al punto serás librado de esa peste!». Si no consientes [tú] que, más bien, elegiste morir y no consentiste con el sacrílego, ¿acaso no serás mártir, pues lo que un juez inicuo decía al mártir constituido en cadenas o en la parrilla —«Consiente con el sacrificio, y te libraré de esta tribulación»—, esto dice en lo oculto el diablo al que tiene fiebre: «Consiente con este sacrilegio y te libraré de esta fiebre»?
8. Si, pues, no consientes; si vences no a un hombre, sino al diablo, no a cualquier pecador, tu igual, sino al príncipe mismo de los pecadores; más bien porque tu lucha cuerpo a cuerpo es no contra la carne y la sangre, o sea, contra hombres a manos de los cuales padeces las molestias o de [sus] recomendaciones o de las tribulaciones, sino contra los príncipes y las potestades y los rectores del mundo, no del cielo y de la tierra, sino de estas tinieblas16, o sea, de los inmundos e inicuos, a los liberados de las cuales dice el apóstol «Fuisteis otrora tinieblas»17;2si, pues, no consientes, no estimes que no eres mártir.2Ciertamente, no se celebra tu solemnidad, pero está preparada tu corona. En efecto, es costumbre celebrar la solemnidad de quienes lucharon públicamente. ¡Cuán numerosos [son quienes] del lecho han salido mártires y, vencedores, desde esa enfermedad han pasado al cielo! Sabe, pues, que se te tienta, si padeces algo semejante, si se te aconseja algo semejante. Es preciso que entonces tengas ánimo de mártir, porque te contempla quien te ha hecho, y te ayuda quien te ha llamado. Entonces has de decir la frase de los santos: Potente es Dios incluso para librarme de esta fiebre mortífera, pero y si no18. Tu lucha sea el hechicero, porque ese a quien hablas no es prevaricador. Así, tras estas palabras, sucederá lo que respecto a ti agrade a tu Señor: serás devuelto a la vida o unido a los ángeles. Él hará lo que respecto a ti haya elegido: para una y otra cosa estate preparado si quieres ser cuadrado.
9. ¿Supones, en efecto, que son frase solo de Daniel, que cerró las bocas de los leones,23las palabras del salmo que has oído hace un momento: El Señor me corrigió severamente, mas no me entregó a la muerte?19 ¿Supones que esta frase es sólo de los tres muchachos que con la fe atacaron las llamas entre las que pasearon?20.2¿Supones que esta frase, El Señor me corrigió severamente, mas no me entregó a la muerte, es sólo de ellos, porque los leones no devoraron a aquél ni los fuegos quemaron a estos?21 ¡Ni hablar! No opines esto, no es sólo de ellos esta frase, ella es también de los Macabeos,2pues no es uno el Dios de estos, otro el de aquellos, ni asistió a estos [y] desasistió a esos, ni ayudó a unos ni se airó contra otros. Idéntico Dios es él, capaz de librar de uno y otro modo, para mostrar que él tiene todo en [su] poder. Corrigió con humillación a Daniel, pero, cerrando las bocas de los leones, no lo entregó a la muerte. Corrigió con humillación a los tres muchachos, pero, refrigerando los fuegos, no los entregó a la muerte.2Haciendo vencedores en el fuego a los Macabeos, de forma que no cediesen a los tormentos, sino que hasta la sangre luchasen contra el pecado, los corrigió severamente, mas no los entregó a la muerte, pues todos ellos viven.7¿A qué muerte, pregunto, no los ha entregado? Quería el diablo entregarlos a la muerte segunda22, muerte eterna, no transitoria. A unos libró, pues, abiertamente, a otros coronó ocultamente, ni a estos ni a esos los entregó a la muerte.
10. Siempre, pues, debemos estar preparados para una y otra cosa, he dicho,8pues potente es Dios para librar de toda tribulación23. Pero, sobre todo, debemos derogar para pecar. No te tengas por mártir, solamente si se te dice «Niega a Cristo», y no lo niegas. Cuando piensas hacer algo contra la justicia, ninguna otra cosa se te dice, sino «Niega a Cristo». Mártir ciertamente grande es Juan Bautista, decapitado y, sin embargo, no se le dijo «Niega a Cristo». Decía él al mal rey la verdad; el rey, airado, mandó que lo encerrasen; complacido, mandó que lo asesinasen. En efecto, se bailó, de forma que aquél fuese asesinado: aquella bailó24, él cayó ya que, más bien, asesinando al justo cayó, pues no cayó el asesinado, sino quien mandó asesinarlo. Sin embargo, no se le dijo «Niega a Cristo», sino que, por haber muerto por la verdad, murió por Cristo, el cual ha dicho: Yo soy el camino y la verdad y la vida25.
11. Y quien te dice «Di en mi favor un testimonio falso», ninguna otra cosa te dice sino «Niega a Cristo». En efecto, si con la lengua confiesas a Cristo, y dices un testimonio falso, sucede en ti lo que Pablo asevera: Pues confiesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan26. Has confesado con la palabra, has negado con el hecho. Ya que los hechos valen más que las palabras, más juzga Dios a quien niega con el hecho, que a quien confiesa con la palabra. Hacer y decir es bueno; no, en cambio, decir y no hacer. Te tienes, pues, por mártir si luchas. «Di en mi favor un testimonio falso». «No lo digo». «Recibe tanto y dilo». «No lo recibo». Has vencido la codicia. Si vences también el temor, contra el pecado has luchado hasta la sangre.3Quien con el premio no te ha seducido, intentará doblegarte con amenazas, diciendo que se enemistará [contigo], que [te] dañará muy gravemente, y que, cuando tenga poder —y quizás lo tiene ya— [te] asesinará. ¿Qué harás? Tampoco [este] dice «Niega a Cristo»; sin embargo, dice «Actúa contra Cristo», o sea, contra quien ha dicho: No digas testimonio falso27. ¡Cuán numerosas [son] cotidianamente tales tentaciones, no contra todos a la vez —contra la Iglesia entera, digamos—, como si se empujase un montón de arena —al que se tiene por un montón de arena,31sino que, casi siempre, el enemigo lucha contra granos individuales, [y] a veces los tienta uno por uno! ¿Qué importa, si los tienta uno por uno o fuerza a todos en conjunto? No falta tentador, pero tampoco falte luchador, porque no faltará coronador. Vueltos al Señor...