La exaltación del Señor
1. [...] derramó. Lo he cumplido. Vuestro precio salió de su costado. De la cruz colgó la bolsa con el precio pagado por vosotros. He cumplido lo referente a la sangre de Cristo; he cumplido lo referente a la resurrección, lo referente al Espíritu Santo enviado por él. Prometí la destrucción de los ídolos y la demolición de los templos de los demonios. Es ya una realidad, la promesa está cumplida. Prometí que la Iglesia iba a ser probada por las herejías, aunque no perecería, y que la vid no sería talada, sino sólo podada de ciertos sarmientos inútiles. También esto lo cumplí; es una realidad. Prometí que los mártires derramarían la sangre y recibirían la corona. Cumplido está. Lo único de que soy deudor ante vosotros es del día del juicio. ¿A qué tanta prisa? También cumpliré esta promesa. ¡Y ojalá os encuentre preparados cuando llegue!
2. Hemos cantado refiriéndonos a Cristo: Tú, Señor, eres altísimo sobre toda la tierra. Has sido exaltado muy por encima de todos ellos1. ¿Quién fue exaltado sino el que había sido humillado? Contémplalo humillado y exaltado. El apóstol te lo presenta de ambos modos. Exaltado desde el principio, dado que la Palabra existía en el principio2. Esta altura carece de comienzo, carece de tiempo, puesto que por ella se hicieron todas las cosas3. ¿Qué dice, pues, de ella el Apóstol? Existiendo en la forma de Dios -dijo- no juzgó objeto de rapiña ser igual a Dios4; era su naturaleza, no un acto de rapiña. No reclamó para sí la igualdad con Dios, sino que fue siempre igual por haber nacido siendo igual; por tanto, existiendo en la forma de Dios, no juzgó objeto de rapiña ser igual a Dios.
Habéis oído su altura inefable. Escuchad también su humildad. Se anonadó -dijo- a sí mismo5. ¿Cómo? ¿Dejó entonces de ser lo que era? No. ¿Y cómo se anonadó a sí mismo? Tomando lo que no era sin perder lo que era. Escucha al Apóstol mismo que lo explica. Después de haber dicho: se anonadó a sí mismo, como si le preguntásemos de qué manera, añadió: tomando la forma de siervo6, tomando lo que no era sin perder lo que era; existiendo en la forma de Dios, tomó luego la forma de siervo. El anonadamiento, pues, consistió en asumir lo humilde, no en perder lo sublime. Se anonadó al tomar la forma de siervo. En el interior de aquel hombre se ocultaba Dios. Si hubiera sido visible lo que era interiormente, aquel hombre no hubiese sido crucificado. Si aquel hombre no hubiese sido crucificado, aquella sangre no hubiese sido derramada. Si aquella sangre no hubiese sido derramada, el mundo no hubiese sido redimido. Así, pues, se anonadó a sí mismo, tomando la forma de siervo, hecho hombre a semejanza de los hombres7 -pues en la forma de Dios no fue hecho, porque por él fueron hechas todas las cosas8; de ahí que no se dijera: «La Palabra fue hecha»-. Hecho hombre a semejanza de los hombres y hallado como hombre en su porte exterior. Se humilló, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz9.
Ved hasta dónde llegó su humillación. ¿Cómo sigue? Por lo cual, Dios lo exaltó y le dio un nombre sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, la tierra y los infiernos, y toda lengua proclame que Jesucristo el Señor está en la gloria de Dios Padre10. Has sido exaltado muy por encima de todos los dioses y sólo tú eres altísimo sobre toda la tierra11.
3. Has sido exaltado muy por encima de todos los dioses.¿Por encima de qué dioses? Hay, pues, dioses. Nos lo muestra el salmo: Dios estuvo en la asamblea de los dioses12, llamando dioses a hombres nacidos de hombre. Pero los mismos son hijos adoptivos. Uno es hijo por naturaleza, los otros lo son por gracia. El Hijo único lo es por naturaleza; los restantes, por gracia. Nuestro Señor Jesucristo es Hijo por naturaleza, en cuanto es la Palabra. ¿Quiénes son los hijos adoptados? Los demás que han creído en él. Hombres son éstos y hombre es él, pero exaltado muy por encima de todos los dioses. Grande es la diferencia entre tú y ellos. Naciste tú, nacieron ellos; pero una cosa es nacer conforme a la propia condición, y otra nacer por benevolencia. Mueres tú, mueren ellos; pero una cosa es la necesidad y otra la bondad. Todos morimos por necesidad, sólo tú moriste por bondad. Todos hemos nacido conforme a nuestra condición, sólo él nació por benevolencia. Así, pues, has sido exaltado muy por encima de todos los dioses13, puesto que eres hombre y hombres son, como si pudiesen compararse contigo; pero una cosa es el parto virginal y otra la concepción resultado de la concupiscencia. Resucitaste tú, han de resucitar ellos; pero una cosa es: Su carne no vio la corrupción14, y otra: Fue sepultado junto a sus antepasados y vio la corrupción15. La carne de todos los que mueren va a parar en la corrupción; tú resucitaste al tercer día, y nada pudo obrar en ti la corrupción. Los has precedido en el cielo, estás sentado a la derecha del Padre; todos te confiesan: los ángeles, los hombres, los cielos, la tierra, los infiernos.
4. Has sido exaltado muy por encima de todos los dioses16: con razón y justísimamente se le ha dicho esto proféticamente, porque las palabras: Has sido exaltado muy por encima de todos los dioses se refieren a lo que vemos que se está cumpliendo, a saber: Levántate sobre los cielos, ¡oh Dios!17 -aquí se cumple también aquello de: Escucha, hija, y ve18.
¿A quién dijo: Has sido exaltado muy por encima de todos los dioses?19 A Cristo. ¿Y qué dijo respecto a la Iglesia? Y su gloria sobre la tierra20.
Levántate sobre los cielos, ¡oh Dios! Nosotros no hemos visto a Cristo. Lo vieron los apóstoles. Ellos estaban presentes. Los condujo al monte de los Olivos21 y le preguntaron sobre el fin del mundo; él les dijo: No os corresponde a vosotros conocer el momento que el Padre se ha reservado en su poder; pero recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y hasta los confines de la tierra. Tras decir esto, una nube lo arrebató22. A estas palabras, nada más quiso añadir. Éstas fueron sus últimas palabras, que quiso recomendar vivamente a nuestro corazón; palabras que se refieren a la Iglesia, que iba a estar presente en todo el orbe de la tierra, puesto que muchos formarían sus propios rebaños, reunirían discípulos que los siguiesen y darían origen a herejías y cismas en distintos lugares. La vid misma lo ocupa todo, incluso el lugar donde se le podaron algunos sarmientos. El sarmiento queda allí mismo donde se separa. La vid crece y ocupa todo, se extiende por doquier. Así ha hecho la Iglesia.
5. En consecuencia, como prometió, el esposo donó la esposa: la Iglesia. Levántate sobre los cielos, ¡oh Dios! ¿Qué Dios? ¿De quién sino de Cristo dijimos hoy: Has sido exaltado sobre todos los dioses, y su gloria sobre la tierra? ¿Cuál es tu gloria? Tu Iglesia, tu esposa. Sobre ello dice el Apóstol: El varón no debe cubrir su cabeza, porque es la imagen y gloria de Dios. La mujer, a su vez, es la gloria del marido23. La esposa es la gloria del marido. ¿Cuál es la esposa de tan gran rey? La Iglesia entera. ¿Dónde está él? Levántate sobre los cielos, ¡oh Dios!24 ¿Dónde está él? Exaltado muy por encima de todos los dioses25. ¿Dónde ella? Y tu gloria sobre toda la tierra.
¡Grandioso misterio! Hemos sido invitados a la boda y nosotros mismos somos la boda. En las bodas humanas, una es la esposa y otros los invitados. Nosotros somos, a la vez, los invitados y la esposa, pues somos Iglesia e invitados en la Iglesia. ¿Y a qué estamos invitados? Amadísimos, ¿qué seremos cuando él venga, si ya se ha realizado, si lo vemos ahora, si vemos ahora que se ha cumplido, si no puede negarse lo que decimos: Tu gloria sobre toda la tierra? Mas, si algo hemos recibido, custodiémoslo.