El segundo día de la creación1
Entendemos que, bajo el término luz, se designa, alegóricamente, a todos los justos y fieles, según las palabras del Apóstol: Fuisteis en otro tiempo tinieblas; ahora sois luz en el Señor2. Pero esta luz ha sido creada, pues existía la Luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo3; luz no creada, sino originada en Dios. Esta Luz no ha sido creada, y por la Luz no creada fue creada la otra. Dígase lo mismo del firmamento: como la luz fue creada por Dios?luz, así también el firmamento fue creado por Dios?firmeza4. Descubrimos que en la Iglesia ha de entenderse por firmamento la autoridad de las Escrituras divinas. Por este motivo, primero existió la luz y luego el firmamento: porque la Escritura la compusieron hombres justos, y, si no hubiesen sido justificados con anterioridad para hacerse luz, la Escritura no hubiese podido extenderse para que se formase el firmamento entre unas aguas y otras, como punto medio entre el pueblo inferior de los hombres y el superior de los ángeles. ¿Por qué? Porque los ángeles no están bajo el firmamento, es decir, bajo la autoridad de las Escrituras, ya que no desean progresar sirviéndose de ellas, dado que contemplan la hermosura de la divinidad y de la sabiduría. Nosotros, en cambio, con razón nos hallamos bajo el firmamento, pues la voluntad de Dios se nos descubre mediante las Escrituras.