«Simón, ¿me amas?»1
1. Habéis oído la confesión del apóstol Pedro cuando el Señor le preguntó, como oísteis antes su negación cuando la criada lo llenó de espanto. Lleno él de presunción, el Señor le aseguró: Me negarás2; lleno de amor, le preguntó: ¿Me amas?3 La causa de que el apóstol Pedro vacilase está en que antes había presumido de las fuerzas de su alma. Ya lo había dicho el salmo con anterioridad: Los que confían en su valor4. Pedro se había hecho semejante a aquel de quien se canta en los Salmos: Yo dije en mi abundancia: No me moveré jamás5. En su abundancia había dicho a Cristo: Iré contigo hasta la muerte6; en su abundancia había dicho: No me moveré jamás. Pero el Señor, como médico y hacedor, conocía mejor que el enfermo mismo lo que pasaba en el enfermo. Los médicos hacen respecto de la salud física lo que el Señor puede hacer también respecto de la salud espiritual. Dime, te ruego, ¿qué te parece el que el enfermo tenga que esperar a que le diga el médico lo que pasa en él mismo? Él personalmente puede conocer los dolores que sufre; pero su peligrosidad, sus causas, la posibilidad de salir o no de ellos, no; el médico toma el pulso e informa al enfermo de lo que pasa en el enfermo mismo. Así, pues, cuando el Señor decía a Pedro: Me negarás tres veces7 auscultaba la vena de su corazón. Ved que se cumplió lo que predijo el médico y resultó ser falso lo que presumió el enfermo. Allí, en el mismo salmo, continúa el Espíritu Santo: Yo dije en mi abundancia: No me moveré jamás8, como quien presume de las fuerzas de su alma. Acto seguido añadió: Señor, por tu bondad diste vigor a mi hermosura. Apartaste tu rostro, y me llené de turbación9. ¿Qué dijo? «Lo que tenía lo había recibido de ti, pero creía que era de mí. Apartaste tu rostro: retiraste lo que me habías dado, y me llené de turbación. Cuando tú te apartaste, descubrí quién soy». El Señor se apartó temporalmente de Pedro para hacerle saludablemente humilde; mas cuando le dirigió la mirada, entonces Pedro lloró. Así lo encuentras en el evangelio. Después de haberle negado tres veces y después de haberse cumplido lo predicho por el Señor, ¿qué está escrito? Le miró el Señor, y Pedro se acordó10. Si el Señor no le hubiese vuelto la mirada, Pedro se hubiera olvidado totalmente. Le miró el Señor, y Pedro recordó que le había dicho Jesús: Antes de que el gallo cante, me negarás tres veces. Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente11. Pedro tenía necesidad del bautismo de lágrimas para lavar el pecado de su negación; pero ¿cómo podía obtenerlo si el Señor no se lo daba? Por eso dice el apóstol Pablo cuando advertía al pueblo sobre cómo debían comportarse con algunos que pensaban distintamente: Corrigiendo con suavidad a los que piensan distintamente, por si Dios les concede la penitencia12. Así, pues, también la penitencia es un don de Dios. Tierra dura es el corazón de un soberbio; no se ablanda para la penitencia si no llueve sobre él la gracia de Dios.
2. Ahora, ya después de la resurrección del Señor, Pedro es sometido a un interrogatorio. El Señor provoca su confesión y le predice su martirio; lo encuentra anclado en la caridad y lo fortalece en la virtud. Ya después de la resurrección, le dice: «Pedro, ¿me amas más que éstos?13 Tú que me negaste, ¿me amas? Bastantes cosas has pasado ya: ves en vida a quien viste ir a la muerte cuando temiste morir. Mira que estoy vivo, que soy yo; ¿por qué temiste morir? Cuando me negaste, no por eso me perdiste. Por tanto, puesto que soy yo mismo, ¿me amas?». Y él: «Señor, también tú sabes que te amo14. ¿Por qué me preguntas lo que ya sabes? Lo sabías cuando me predecías que iba a negarte. Tú sabías lo que yo ignoraba de mí mismo, y ¿vas a desconocer lo que yo sé? Veo en mi corazón que te amo, pero lo ves también tú; no puedes no ver mi actual amor, tú que viste mi temor futuro». También ahora lo sabe el Señor, y le pregunta no obstante; y, preguntándole de nuevo lo mismo, Pedro respondió de idéntica manera. El Señor le pregunta por tercera vez para borrar con la triple confesión la triple negación. Congratulémonos con el Apóstol: Había muerto, y volvió a la vida; se había perdido, y fue encontrado15.
3. Se le pertrecha para tareas más sublimes y mayores; se le dice: Apacienta mis ovejas16, tarea en que su carne iba a peligrar y su espíritu a ser glorificado. En efecto, ¡cuánto no iba a padecer por el nombre de Cristo en el oficio de apacentar las ovejas! Apacienta mis ovejas, apacienta mis corderos17. Pues a mí ¿qué puedes darme, si me amas? El príncipe de los pastores le constituyó pastor para que él, Pedro, apacentase las ovejas de Cristo, no las propias. Los mismos apóstoles convirtieron al sentido común a algunos que quisieron ser seguidores suyos. Eran ovejas de Cristo y querían serlo de los hombres, y decían unos y otros: Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas. Allí había también ovejas que reconocían al Señor: Yo, en cambio, soy de Cristo18. Pablo, conocedor de que Cristo confió a los apóstoles sus propias ovejas, no las de ellos, rechazó tal dominio; para estar con el Señor, confiesa que él no es el Señor. ¿Acaso fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O habéis sido, acaso, bautizados en el nombre de Pablo?19 Sois ovejas de Cristo, ¿no lo sabéis? Leed la señal con la que habéis sido marcados. Apacienta mis ovejas. ¿Por qué? Puesto que me amas, puesto que me tienes afecto, te confío mis ovejas; apaciéntalas, pero no olvides que son mías. Los cabecillas de las herejías quieren hacer propias las ovejas de Cristo; pero, quiéranlo o no, se ven obligados a ponerles la marca de Cristo; las hacen patrimonio propio, pero les ponen el nombre del Señor. ¿Qué dice la Escritura divina en el Cantar de los Cantares a quienes así obran? El esposo llama a la esposa, es decir, Cristo a la Iglesia, y le dice: Si no te conoces a ti misma, ¡oh hermosa entre las mujeres!20 ¿Qué significa hermosa entre las mujeres? La Iglesia católica en medio de las herejías. Mirad cómo la amenaza. Si no te conoces a ti misma: de quién eres, qué crees, a quién perteneces, por dónde estás extendida, con qué sangre has sido redimida; si no te conoces a ti misma, ¡oh hermosa entre las mujeres!, si no te conoces a ti misma, yo te expulso, sal tú21. ¿Qué significa sal tú? Lo que dice Juan en su carta: Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros22. Sal tú tras las huellas de los rebaños23; no tras las huellas del pastor, sino de los rebaños; siguiendo las huellas de los hombres, no las de Cristo. Y apacienta a tus cabritos24, no a mis ovejas, como Pedro. Apacienta tus cabritos, ¿dónde? En las tiendas de los pastores25; disgregada en las tiendas de los pastores, no en la del único pastor. Tengo también otras ovejas que no son de este redil. Conviene que yo las atraiga, y escucharán también mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor26.
4. Comunico a vuestra caridad que no resultó inútil mi severidad de ayer: con la dureza de la disciplina hemos ganado algo. Uno de aquellos cuatro ha anatematizado hoy la herejía arriana y eunomiana junto con Arrio y Eunomio, y se ha hecho católico. Así, pues, si ayer os lo mostraba como persona de la que debíais guardaros, hoy os lo muestro como persona que tenéis que amar. Os lo presento para que lo veáis con gozo, no con sospechas. Os suplico también que oréis por los demás.