La circuncisión del Señor
1. [Amadísimos hermanos]: La invisible excelsitud de nuestro Señor Jesucristo se ha hecho humildad visible. Su excelsitud carece de día, su debilidad aceptó tener un día. Donde hay humildad, allí hay debilidad. Pero la humildad de Dios es fortaleza para los humildes. Con su excelsitud hizo el mundo, con su humildad venció al mundo. Si Cristo no se hubiese dignado ser humilde, ningún fiel se signaría hoy con la señal de Cristo. Escuchasteis al Apóstol decir de él que, siendo Dios verdadero, no consideró objeto de rapiña ser igual a Dios1. ¿Cómo podía ser rapiña lo que pertenecía a su naturaleza? Pero ¿qué hizo? Se anonadó a sí mismo, tomando la forma de siervo2. Y esto es lo que celebramos hoy. Muchos despreciaron a Cristo humilde y no llegaron a la excelsitud de Cristo. Así, pues, según la costumbre, al octavo día el Señor fue circuncidado y por él se ofreció el sacrificio que ordenó Moisés3. Lo escuchan los judíos y dicen: «Cristo es nuestro». Si lo reconocisteis, ¿por qué le disteis muerte? ¡Proyecto grandioso, amadísimos! El que iba a abolir la circuncisión la aceptó en su persona. Aceptó la sombra el que iba a proporcionar la luz. Asumió la figura el que iba a realizar la verdad. En efecto, la circuncisión instituida para que se practicase al octavo día al niño aún sin habla significaba a Cristo. Pero me dices: «¿Cómo circuncida nuestro corazón la resurrección de Cristo?». Por eso se figuraba en el cuerpo lo que iba a tener lugar en el corazón. Refiriéndose a Cristo, el Señor, dice el apóstol Pablo que fue entregado por nuestros pecados y que resucitó por nuestra justificación4. La circuncisión es la justificación. ¿En qué consiste la circuncisión? En eliminar el afecto carnal, en despojarse del mundo, servir a Dios y poseer la verdad en el corazón. ¿Qué se le añade al hombre al que se le despoja de un trozo de piel de su carne? Pero se trata de un signo. Es un signo, y la verdad que significa está en Cristo. ¿Cómo en Cristo? Ya lo dije. Somos justificados con la justificación que él nos aporta. Así, pues, nuestro corazón resulta circuncidado merced a su justificación. Mira al octavo día del Señor. Cristo murió el sexto día de la semana, el séptimo fue sepultado y al día siguiente resucitó. Advierte, pues, que resucitó después del sábado, esto es, el día siguiente al sábado. Por tanto, si algún judío escuchó que Cristo fue circuncidado, venga y que Cristo le circuncide a él. Pero me dice: «Yo no me aparto de mi ley». ¿No habría querido Cristo mismo que se le practicara la circuncisión? ¿Condenaría lo que mandó practicar? ¿Dónde quedaría el que fue él mismo quien dio la ley? ¿O pensáis que Cristo comenzó a existir cuando nació de María? Cristo existía con anterioridad a su madre, puesto que él mismo la creó para que fuera su madre. Existía antes de Abrahán5. Poco es lo que estoy diciendo: Existía antes de Adán. También esto es poco: existía antes del cielo y de la tierra, puesto que todo fue hecho por él6. Así, pues, ¿pensáis que fue otro distinto del Unigénito del Padre, la Palabra de Dios, el que se sirvió de Moisés para dar la ley? Os ruego, amadísimos, ¿qué grandeza veía en aquel niño pequeño el anciano Simeón?7 Lo que él veía con sus ojos lo llevaba la madre; lo que percibía con su inteligencia gobernaba el mundo.
2. Dime cómo actuó Eliseo cuando resucitó al hijo de la mujer que le hospedó. En esa acción estaba figurado el don de la ley. ¿Qué fue lo que sucedió? Se le anunció al profeta que había muerto el niño. Entregó el bastón a su siervo y le dijo: Vete y ponlo sobre el muerto8. Recibió su siervo el bastón de él, lo colocó encima del muerto, pero no resucitó. Vino Eliseo en persona, ajustó su cuerpo al del muerto y éste resucitó9. Prestad atención, hermanos, prestad atención. El bastón llegó por medio del siervo, la ley por medio de Moisés. Se colocó el bastón encima del muerto y no resucitó. Los judíos pudieron recibir la ley, pero no pudieron vivir en ella. No desprecien, pues, la humildad de Cristo; no desprecien al que se les puso pensando en su debilidad. Ved que se da un acto de fe y es concebido, se reviste de carne, nace de una mujer, se le envuelve en pañales, se le coloca en un pesebre. No lo despreciéis cuando hace tales cosas. Se adapta al muerto. Advierte de qué te ríes. Si te conviertes, eso te dará vida. La humildad de Cristo se adaptó a nosotros como muertos a los que había que devolver la vida. Gracias a ello hemos resucitado de momento en la fe y algún día resucitaremos en la carne. «Pero yo -dice- retengo lo que Dios entregó a Moisés». Escuchad lo que dice Dios por medio del profeta. ¿Qué dice Dios a Jeremías? He aquí que llegarán días -dice el Señor- y estableceré un testamento nuevo con la casa de Jacob10. Despréndete del viejo, acepta el nuevo; ya ves que debes renunciar a la circuncisión, y a los ácimos carnales, y al sábado carnal, y a los sacrificios carnales. Escucha el nuevo testamento en las palabras con que se promete: He aquí que llegarán días -dice el Señor- y estableceré un testamento nuevo con la casa de Jacob, no como el que di a sus padres cuando los saqué del país de Egipto11, cuando se les dio la ley impuesta, cuando el pueblo fue conducido por el desierto. El nuevo testamento que les daré no se ajustará al antiguo. No lleves, pues, la túnica vieja. Fue ella la que crucificó a Cristo. Tu padre lo crucificó, tú le odias. Uno y otro cometisteis el crimen, él con las manos, tú con el corazón. Desagrádete, pues, tu padre y escucha lo que hizo tu Señor.
3. En atención a la solemnidad del día y a lo corto que es, han de bastaros estas pocas cosas. En efecto, los días en los que nació Cristo son los más cortos del año, pero también aquellos en que empiezan a crecer. Crezca, pues, Cristo en vuestros corazones. Progresad y creed para llegar a la vida eterna.