El seguimiento de Jesús1
Cuando el pastor ve que una persona, que tal vez dona algo a la Iglesia, vive mal, y no la corrige, huye en su espíritu. ¿Qué significa «huir en el espíritu»? Tener miedo. El miedo es una fuga interior. ¿Por qué teme? Porque es un asalariado2. Teme que quizá tome a mal la corrección y deje de dar lo que acostumbraba. Ve venir al lobo, esto es, al diablo que estrangula el cuello del que vive mal, y huye en su espíritu lleno de temor, se abstiene de una corrección útil. Pero quien es pastor y se preocupa de las ovejas, no se desentiende de él y hace lo que dice el Apóstol: Corregid a los indisciplinados, alentad a los abatidos3, etc. Por tanto, un pastor, o que se dice pastor, no juzgue que ama a los que le han sido confiados porque no devuelve mal por mal, cuando más bien está devolviendo mal por bien. El otro, aunque es un pecador malvado, da de sus bienes a la Iglesia; el pastor, en cambio, devuelve mal por bien al que priva de la corrección. Mas como la corrección ha de realizarse desde el amor, mientras que, a veces, los hombres tienen por enemigos personales a los que los corrigen, después de decir: Corregid a los indisciplinados, añadió: Alentad a los abatidos. Pues tal vez a causa de la corrección uno comienza a desanimarse y a perder la paz. Entonces conviene que lo consueles. Sostened a los débiles4 para que su debilidad no les haga caer. Si la debilidad le hizo vacilar, que la caridad lo acoja en su seno. Y después de haber dicho todo eso, añadió para terminar: Estad atentos a que nadie devuelva mal por mal a nadie5. Luego la corrección, si se da, no es algo malo. La oveja buena, cuando la corrige su pastor, ¿qué dice? El justo me enmendará con misericordia6.