Comentario del Sal 145,2
1. Que el Señor me conceda que poder hablaros acerca de las palabras del salmo que acabamos de cantar. Dijimos: Alabaré al Señor en mi vida; le salmodiaré mientras viva 1. A propósito de estas palabras he de hacer a vuestra caridad una primera advertencia: cuando oís o decís mientras vivo, salmodiaré al Señor, no penséis que, una vez concluida esta vida, se acaba para nosotros la alabanza a Dios. Pues le alabaremos aún más entonces, cuando vivamos ya para siempre. Si le alabamos en esta peregrinación 2, en donde estamos de paso, ¿cómo le alabaremos en la casa de donde nunca saldremos? Así se dice, se lee y se canta en otro salmo: Dichosos quienes habitan en tu casa; te alabarán por los siglos de los siglos 3. Donde oyes: Por los siglos de los siglos, no habrá ningún fin. Y vivir una vida dichosa, donde Dios es contemplado sin amago de duda, donde es amado sin molestia y alabado sin fin, esto será nuestro vivir: ver a Dios, amarlo, alabarlo. Si ya le alabamos cuando creemos, ¿cómo le alabaremos cuando le veamos? ¿Cómo le alabará la visión, si la fe le alaba de este modo? Pues dice el Apóstol: Mientras vivimos en el cuerpo, somos peregrinos lejos del Señor; caminamos en fe, no en visión 4. Ahora es en la fe, luego será en la visión; ahora creemos lo que no vemos, entonces veremos lo que creíamos. No se siente confundido quien cree, porque es cierto que verá. Nuestro Señor edificó primeramente en nosotros la fe. Si se nos ha de dar la recompensa de la fe, no se la busque antes de lo debido, modificando los tiempos.
2. Argüirá alguien: «¿Por qué el salmo dijo: Salmodiaré a mi Dios mientras dure mi vida 5, y no dijo: Salmodiaré a mi Dios siempre?» Pues donde se dice: mientras dure mi vida, parece que se indica un término, pero sólo si no se entiende. Si piensas que se dijo de esta vida: mientras dure mi vida, examínala y ve si dura. Vivas lo que vivas, no es mucho tiempo. ¿Cómo va a ser mucho tiempo lo que no te sacia? Un niño dice que ha vivido mucho un hombre a quien ve anciano. Pero cuando llegue a donde llegó aquel, entonces verá que no era mucho. Los años pasan tan deprisa, los instantes se suceden a tal velocidad, que nos parece que anteayer éramos niños, ayer jóvenes y hoy ancianos. Si piensas que se referían a esta vida las palabras mientras dura mi vida salmodiaré al Señor, precisamente porque dice: mientras dura, sábete que una adecuada comprensión indica que no se decía de esta vida, precisamente porque dice mientras. Refiriéndose a esta vida en la que nada dura, la Verdad nunca diría mientras «dura» mi vida. ¿Pudieron comprender esto los sabios de este mundo y no pueden los cristianos? Cierto sabio de este mundo, un hombre elocuentísimo, dijo: ¿Se puede hablar de que algo dure donde existe un límite? Niega que en modo alguno pueda «durar» lo que en algún momento pueda tener fin. Precisamente en cualquier momento, no ya el término de tu vida si por casualidad alcanzaste una extrema senectud. La vida de un solo hombre, especialmente en esta época, es vapor que aparece por poco tiempo 6. Loque acabo de decir lo ha dicho la Escritura. Lo ha dicho la Escritura divina refiriéndose a los hombres que exultan de gozo y en su orgullo se prometen muchas cosas, sin saber si la muerte les llevará de inmediato 7. Fue un aviso para quienes así se ensoberbecen y ponen su confianza en las vanidades que les sugiere su transitoria fragilidad. ¿Qué es -dijo- vuestra vida? Es vapor que aparece por poco tiempo y luego se desvanece 8. Quien se eleva en su orgullo, confía en el vapor; se ensalza en su honor y perece con el vapor. El orgullo hay que contenerlo y pisotearlo con cuanta determinación podamos. Hemos de pensar que en esta tierra vivimos sujetos a la muerte y reflexionar en el fin en que no habrá fin. Pues -como había comenzado a decir- no ya si tú, seas quien seas que has alcanzado una larga vida, te enorgulleces no poco, si piensas que has vivido largo tiempo, tú que en algún momento has de morir; ni siquiera Adán en el caso de que aún viviese y muriese no ahora, sino al final del mundo, tendría algo de duradero, pues tendría un término. Con toda razón se ha dicho y sabiamente se ha comprendido. Y que es verdad, no sólo se proclama; también los oyentes lo reconocen.
3. Apliquemos la mente al salmo que hemos cantado. Descubramos que no habría dicho: Salmodiaré al Señor mientras dure mi vida 9 sino refiriéndose a aquella vida en la que se da la larga duración. Pues si en esta vida nada existe que dure, porque todo tiene un término, cuando nos hacemos cristianos, no se nos llama a desear esta vida. Pues no nos hacemos cristianos para que nos vaya bien precisamente en esta vida. Si juzgamos que nos hicimos cristianos para encontrarnos a gusto en esta vida temporal, con una felicidad pasajera y vaporosa, erramos no poco y vacilarán nuestros pies 10 al ver que alguien goza de tanta dignidad que destaca sobre los demás con quienes vive, que goza de salud física y alcanza la extrema senectud. Ve esto un cristiano pobre, de humilde condición, que suspira con lágrimas en medio de la fatiga cotidiana y, tal vez, dice en su corazón: «¿De qué me aprovecha el haberme hecho cristiano? ¿Acaso estoy mejor que aquel que no lo es, que aquel que no cree en Cristo, que aquel que blasfema contra mi Dios?» El salmo le advierte: No pongáis vuestra confianza en los príncipes 11. ¿Por qué te deleita la flor de heno? Toda carne es heno -dice el profeta 12-; no solamente habla, sino que grita. El Señor le gritó: Grita -ledijo-. Y le respondió: ¿Qué voy a gritar? Toda carne es heno y todo honor de la carne es como la flor del heno. El heno se secó, la flor cayó. Entonces, ¿perece todo? De ningún modo.La Palabra del Señor permanece para siempre 13. ¿Por qué te deleita el heno? Mira que perece. ¿Quieres no perecer? Agárrate a la Palabra. Así lo indica también este salmo. Tal vez el cristiano pobre y humilde ponía sus ojos en un pagano rico y poderoso; contemplaba la flor del heno y tal vez prefería elegir a aquél como protector antes que a Dios. A éste se dirige el salmo: No pongáis vuestra confianza en los príncipes ni en los hijos de los hombres, en quienes no hay salud 14. Acto seguido responde aquel: «¿Acaso lo dice de éste, que goza de buena salud? He aquí que está sano; hoy le estoy viendo pletórico de fuerzas. Yo soy el desgraciado, permanentemente enfermo». ¿Por qué miras estas cosas que te agradan y te deleitan? No es ésta la salud. Saldrá de él su espíritu y volverá a su tierra 15. Ved que todaesta salud es vapor que aparece por poco tiempo 16. Saldrá de él su espíritu y volverá a su tierra. Pasen algunos años. Fluya el río, como acostumbra, pasando por encima de los diversos sepulcros de los muertos. Distingue los huesos del rico de los del pobre. Una vez que salga de él su espíritu, regresa a su tierra. Con toda razón no dijo nada de su espíritu, porque también él, mientras vivía, no tuvo el más mínimo pensamiento espiritual. Volverá a su tierra, en su carne sin duda, en el cuerpo por el que sobresalía, del que enorgullecía, en el que te hechizaba y te engañaba mediante la felicidad de su carne. Saldrá de él su espíritu, y volverá a su tierra; en aquel día perecerán todos sus pensamientos 17. Pensamientos que eran terrenos: «Ve que actúo, que lleno, que llego, que compro esto, que adquiero aquello, que alcanzo tal y tal honor»: en aquel día perecerán todos sus pensamientos. Si, por el contrario, puesto que la Palabra del Señor permanece para siempre 18, te agarras a ella para que te dé la vida eterna, no sólo no perecerá entonces tu pensamiento, sino que entonces llega. Cuando perece el de aquel, entonces viene el tuyo. Pues él pensaba en cosas temporales y terrenas, en acumular riquezas sobre riquezas, en aumentar sus haberes pecuniarios, en apoyarse en los honores, en hincharse con el poder. Y porque pensaba en todas estas cosas, en aquel día perecerán todos sus pensamientos 19. Tú, por el contrario, si, puesto que eres cristiano, pensabas no en la felicidad temporal, sino en el descanso eterno, cuando tu cuerpo vuelva a tu tierra, entonces encontrará tu alma su descanso.
4. Pon atención al Evangelio. Mira y examina los pensamientos de dos hombres. Había un cierto rico que se vestía de púrpura y lino y banqueteaba a diario espléndidamente 20. A diario, heno y flor de heno. No te seduzca la felicidad de quien se vestía de púrpura y banqueteaba a diario espléndidamente. Era orgulloso, impío; pensaba en cosas vanas y las deseaba. El día en que murió murieron sus pensamientos 21. Había a su puerta cierto mendigo de nombre Lázaro 22. Calló el nombre del rico e indicó el del mendigo. Dios calló el nombre tan pregonado del primero; sin embargo, dio a conocer el del segundo, silenciado por todos. No te extrañes. Dios leyó en alto lo que encontró escrito en su libro. Pues de los impíos está dicho: No serán inscritos en tu libro 23. Del mismo modo, cuando los apóstoles se gloriaban de que en el nombre del Señor se les sometían los demonios 24, para que no se ensoberbecieran ni se jactaran de ello como los hombres, aunque se trataba de un hecho tan grande y de un poder tan notable, les dijo: No os alegréis de que los demonios se os sometan, alegraos más bien de que vuestros nombres están escritos en el cielo 25. Dios, morador del cielo, silenció el nombre del rico porque no lo halló escrito en el cielo; mencionó el del mendigo porque lo halló escrito allí; más aún, mandó que se escribiese. Pero mirad ahora al mendigo. A propósito de los pensamientos del rico impío, ilustre, que vestía púrpura y lino y banqueteaba a diario espléndidamente dije que con su muerte perecieron todos. En cambio, el mendigo Lázaro estaba a sus puertas, lleno de úlceras, y deseaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico, y nadie se las daba; pero venían los perros y lamían sus llagas 26. Aquí te quiero ver, cristiano: se ha expuesto cómo acabó uno y otro. Dios es ciertamente poderoso para dar al cristiano la salud en esta vida, para sacarlo de la pobreza y para concederle lo necesario; y con todo, si la realidad fuese otra, ¿qué elegirías: ser pobre como el uno o ser como el rico? No te dejes engañar: escucha cuál fue el final de ambos y advierte cuál es la elección equivocada. Sin duda, aquel mendigo, piadoso como era y agobiado por las fatigas temporales, pensaba que alguna vez acabaría aquella vida y alcanzaría el descanso eterno. Murieron ambos, pero no perecieron en aquel día los pensamientos del mendigo 27. Aconteció que murió el mendigo y fue llevado al seno de Abrahán 28: aquel día sanaron todos sus pensamientos. Y puesto que Lázaro, palabra hebrea, traducida al latín significa «ayudado», con motivo advirtió el salmo: Dichoso aquel a quien ayuda el Dios de Jacob 29. Cuando su espíritu lo abandone y su carne regrese a su tierra, no perecerán sus pensamientos, porque su esperanza está en el Señor, su Dios 30. Esto se aprende en la escuela del maestro Cristo; esto es lo que espera el alma del oyente fiel; ésta es la auténtica recompensa del Salvador.