SERMÓN 15

Traductor: Pío de Luis, OSA

Comentario al Sal 25,8

1. 1. Amamos la hermosura de la casa de Dios y el lugar del tabernáculo de su gloria 1, si lo somos también nosotros. ¿Cuál es, entonces, la hermosura de la casa de Dios y el lugar del tabernáculo de su gloria, sino su mismo templo, del cual dice el Apóstol: Pues el templo de Dios es santo, templo que sois vosotros? 2Como vuestra vista corporal se recrea en los edificios construidos por el hombre 3, cuando son elegantes y suntuosos, del mismo modo, cuando las piedras vivas 4 -los corazones de los fieles-se sujetan con el vínculo de la caridad, se da la hermosura de la casa de Dios y el lugar del tabernáculo de su gloria 5. Por lo tanto, aprended qué debéis amar para que podáis amarlo. Pues no hay duda de que quien ama la hermosura de la casa de Dios ama a la Iglesia, no por sus paredes y bóvedas artísticamente construidas, ni por el esplendor de sus mármoles y artesonados de oro, sino por las personas fieles, santas, que aman a Dios con todo su corazón, y con toda su alma y con toda su mente, y su prójimo como a sí mismas 6.

2. 2. Pero en la asamblea cristiana, por lo que se refiere a la participación y a la comunión en los sacramentos, se han multiplicado por encima del número 7. Por tanto, una cosa es el número y otra cosa es el exceder el número. El número se refiere a aquellos de los que dice el Apóstol: El Señor conoce a los suyos 8. Al exceder el número, en cambio, se refieren estas palabras: Porque en una casa grande no solamente hay vasos de oro y plata, sino también de madera y de barro; unos para usos nobles, otros para usos viles 9. En consecuencia, el número son los vasos para usos nobles; el exceso en el número, los vasos para usos viles. Existiendo estas dos clases de vasos, ¿dudamos, por ventura, en dónde se halla la hermosura de la casa de Dios 10? Por tanto, si quieres amar la hermosura de la casa de Dios, haciendo realidad lo que has cantado: la hermosura de la casa de Dios y el lugar del tabernáculo de su gloria, busca los vasos para usos nobles. Y no quiero que digas: «Los busqué y no los encontré». Pues, si los buscaste y no los encontraste, se debe a que tú no eras aquello que buscabas. Lo semejante se adhiere a lo semejante y lo desemejante se aparta de lo desemejante. Si fueras vaso para uso vil, sin duda alguna te resultaría dificultoso incluso ver el vaso para uso noble. ¿No oyes lo que algunos dicen de otro: nos es penoso hasta el verlo 11? ¿Cómo va a estar a tu vista para que lo encuentres lo que te resulta molesto ver? Pues estos vasos pertenecen al interior del hombre. Ciertamente, el hecho de ver al justo no implica reconocerle como justo. Tanto el justo como el injusto tienen el mismo aspecto externo. Ambos son hombres, pero no son ambos casa de Dios. Y, aunque uno y otro se llamen cristianos, aunque uno y otro sean vaso, no son ambos vasos para honor: uno es vaso para uso noble, y otro es vaso para ignominia.

3. 3. ¿Acaso hay que abandonar la casa grande a causa de los vasos malos? Dios, es decir, el Señor de la gran casa, sabe utilizar de los vasos para usos nobles y de los vasos para usos viles 12. Así como es propio de los malos el usar mal hasta de los bienes, es propio de Dios el usar bien hasta de los males. ¡De cuántas cosas buenas usan los malos! Toda criatura de Dios es buena 13. ¿Cómo usan mal de ella los malos? Ved como los increpa severamente la Escritura al decir: Pedís y no recibís, porque pedís mal; para gastarlo en vuestras pasiones. ¿Qué nombre han recibido esos que usan mal de los bienes de Dios? A continuación los llama adúlteros. ¿Por qué adúlteros? ¿No sabéis que el amigo de este mundo se convierte en enemigo de Dios? 14. Adúlteros -dice-. Hay almas adúlteras, almas fornicarias: examinémoslas. Son almas fornicarias las que en cierto modo se prostituyen con muchos dioses falsos; las adúlteras son las que, ya unidas como en legítimo matrimonio, no mantienen la castidad a este legítimo matrimonio. Para decirlo más claramente: el alma del pagano es fornicaria; la del mal cristiano es adúltera. El alma fornicaria del pagano no tiene marido legítimo y está corrompida al prostituirse con diversos demonios; ¿por qué es adúltera, en cambio, el alma del mal cristiano? Porque ni ama la castidad ni abandona al marido. No digas, pues: «¿Por qué se hallan estas en la casa de Dios?» Se te responde: son vasos para usos viles. Dios sabe usar de ellas; el que las creó no se equivoca, porque quien pudo crearlas sabe también integrarlas en un orden: tienen su propio lugar en la gran casa. Y si me preguntas cómo Dios usa bien de ellas, confieso que, en cuanto hombre que soy, no puedo explicar lo que está en la mente de Dios. Sé, sí, sentir asombro igual que el apóstol Pablo; también él, al considerarlo, se llenó de asombro y, asombrado, exclamó: ¡Oh profundidad de las riquezas de la ciencia y de la sabiduría de Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios y cuán irrastreables sus caminos! Pues ¿quién conoció el pensamiento del Señor?, o ¿quién fue su consejero?, o ¿quién le dio a él en primer lugar, y se le retribuirá? Porque de él, por él y en él están todas las cosas; a él le sea dada la gloria por los siglos de los siglos 15. A nosotros sólo nos queda la reflexión, la admiración, el temblor, la exclamación pues no cabe penetrar en ello. Y a él ¿qué se le debe? La gloria por los siglos de los siglos. Ya sea con motivo de los vasos para usos nobles, ya con motivo de los vasos para usos viles: a él la gloria por los siglos de los siglos. A unos corona, a otros condena, pero en ninguno de ellos se equivoca; a unos los prueba, de los otros se sirve para probar, a todos los integra en un orden.

4. 4. ¿Qué hacen -dice- en este mundo los hombres malos? - Respóndeme: ¿Qué hace la paja en el horno del platero? Creo que la paja no está sin razón en el lugar en que se acrisola el oro. Consideremos todas las cosas que hay allí: hay un horno, hay paja, hay oro, hay fuego y hay un orfebre; pero las tres primeras: el oro, la paja y el fuego, están en el horno 16; el orfebre junto al horno. Considera también este mundo: el mundo es el horno, la paja son los hombres malos, el oro son los hombres buenos, el fuego es la tribulación, el orfebre Dios. Sigue atento y advierte: el oro no se purifica si no arde la paja. Mira el oro también en este salmo, en el que amamos la hermosura de la casa del Señor y el lugar del tabernáculo de su gloria 17, la voz del oro. Mira en él el oro, advierte su voz; desea purificarse: Pruébame, ¡oh Señor!, y tiéntame; abrasa mis riñones y mi corazón. Pruébame, Señor -dice-, y tiéntame. El que debió temer la tentación, la pide. Pruébame, Señor -dice-, y tiéntame. Y mira si no busca el fuego: Pruébame y tiéntame; abrasa mis riñones y mi corazón 18.-¿No temes desfallecer en el fuego? -No, dice. - ¿Por qué? Porque tu misericordia está ante mis ojos 19. He aquí -dice- por qué suplico con seguridad: Pruébame, Señor, y tiéntame; abrasa mis riñones y mi corazón:no porque sea yo capaz de soportar el fuego de la tentación con mis propias fuerzas, sino porque tu misericordia está delante de mis ojos. Tú -dice- que me concediste el ser probado como el oro 20, ¿permitirás que perezca en el horno? Por el contrario, me arrojas al horno para purificarme y me sacas purificado. El Señor guarde tu entrada y tu salida 21: advierte aquí la salida, advierte la entrada en el horno. Juzgad como un gran gozo, hermanos míos, el sufrir diversas pruebas 22.Ve que acabas de oir mencionado el ingreso; busca la salida. Pues si entrar es algo fácil, salir es algo grande. Pero no temas: Dios es fiel. En efecto, porque habías entrado pensabas ya en la salida. Dios es fiel que no permite que seáis probados por encima de lo que podéis soportar; sino que con la prueba os dará también la salida misma. ¿Qué significa la salida? Que podáis soportar la prueba 23. Entraste, te llegó la tentación; la soportaste, saliste de ella.

5. 5. La abundancia de los malos es una gran oportunidad de purificación para los buenos. Pues, aunque los buenos se hallen mezclados entre la multitud de los malos, el Señor conoce a los suyos 24. Bajo la habilidad de tan gran orfebre no puede perecer ni siquiera una mota de oro entre la abundante paja. ¡Cuánta paja hay allí y cuán poco oro! Pero no temas: el orfebre es tan cualificado, que puede purificar el oro, sin echarlo a perder. Contempla cómo es probado con dificultades el Apóstol, cual oro, en el horno de este mundo; así llegamos a los vasos para usos viles que hay dentro de la gran casa, de los que sabe usar bien el Señor de ella. ¿Qué decía el Apóstol cuando era probado en las dificultades? Peligros en el mar, peligros en el desierto, peligros de parte de mi linaje, peligros de parte de los gentiles. Todos estos peligros eran externos. Pero atiende ahora a los internos: peligros de parte de los falsos hermanos 25. Me dirijo, pues, al oro de Dios, me dirijo los vasos para usos nobles, me dirijo a los granos que se fatigan entre la paja en la trilla de la era. Me dirijo a ti, quienquiera que estés escuchando no a mí, sino a quien habla por mí. Sé bueno, tolera al malo. No digas: «¿Quién es bueno?» Mejor, quiero que lo digas, porque, por bueno que seas, no carecerás de algún mal. Por eso se dice con toda razón: Nadie es bueno sino el único Dios 26. Pero Dios es aquel bueno que hace las cosas buenas 27. Por tanto, si bueno es Dios que hace cosas buenas y sólo él es el buen hacedor de cosas buenas, ¿cómo es hacedor de cosas buenas si ningún hombre es bueno? Así, pues, según un modo adecuado a él también el hombre es bueno. Si no lo fuese, no diría el Señor mismo: El hombre bueno saca del buen tesoro de su corazón las cosas buenas 28.

6. 6. Sé, pues, bueno y tolera al malo. Sé bueno de un único modo y tolera al malo de dos maneras. El bueno sólo lo es en su interior, porque, si no lo es en su interior, en ningún lugar lo será. Sé, por tanto, bueno dentro, tolera al malo fuera y dentro. Tolera fuera al hereje, tolera al pagano, tolera al judío; tolera también dentro al mal cristiano, puesto que los enemigos del hombre son los de su propia casa 29. Aguantando dentro a muchos malos te incomodas, te indignas como si ya hubiese llegado el tiempo de la bielda 30. Te hallas en la trilla, aún estás en la trilla, aún se trilla; aún se amontonan en la era granos y gavillas cuando aceptan la fe los gentiles. ¿Piensas que, en cuanto trigo, puedes estar solo en la era? Te equivocas. Gime en la era para gozar en el granero 31. Muchas cosas malas hacen los malos cristianos; los que están fuera de la Iglesia y se niegan a hacerse cristianos, encuentran motivos de excusa. Al que le exhorta a creer le responde de esta manera: «¿Pretendes que yo sea como aquel y aquel otro cristiano?» Y va nombrando a uno y a otro. Y a veces lo que dice es verdad. Mas cuando no le es posible hallar algo verídico, ¿le es acaso difícil calumniar? Como no teme inventar calumnias, hace que otro sospeche lo que no está viendo. Cuando tú oigas a alguien que dice estas cosas, porque quizá sabes que tus hermanos son malos, dices para ti mismo: «Es verdad lo que dice». Peligros de parte de los falsos hermanos 32. Pero no desfallezcas; sé tú lo que él busca. Sé buen cristiano para convencer al pagano difamador.

7. 7. Pero el pagano difama, acusa de cosas falsas a los buenos y la mayor parte de las veces se le da crédito. ¿Qué hace el oro? Por todas partes está la paja, el fuego. Elimina las manchas, no la fe; hazte más limpio; que la misma prueba te haga más limpio. Considera al fuego un valor para ti porque elimina lo que te ensucia más, sin dañarte en tu ser oro. Porque si desfalleces, pereces entre la paja; y si pereces entre la paja, no eras oro, sino que fingías serlo. El Señor conoce a los suyos 33. En cuanto a los malos de dentro de los que te avergüenzas cuando te hallas entre los malos de fuera, recuerda que en la gran casa en la que te encuentras tú no son vasos para usos nobles, sino para usos viles 34. Una vez que ya te instruyó el Apóstol, ¡que Dios dirija tus pasos! 35. Si no hubiera habido malos por quienes orar, ¿cuándo se nos habría dicho: Orad por vuestros enemigos? 36. ¿O acaso queremos tener como enemigos a los buenos? ¿Cómo puede ser eso? No tendrás como enemigo a un bueno, a no ser que tú seas malo; pero si eres bueno, enemigo tuyo no será nadie sino el malo. Orad por vuestros enemigos. Siendo buenos, orad, pues, por los malos 37. Vuelve a tu corazón, ¡oh, tú que eres probado en este horno! y mira si pudo ser tuya aquella súplica: Pruébame, oh Señor, y tiéntame; abrasa mis riñones y mi corazón, porque tu misericordia está delante de mis ojos 38. Ea, vuelve a tu corazón. Estás bajo Dios; a él has de rogar. Aquel que te hirió, aquel que te oprimió, aquel que te despojó, aquel que te encarceló, ese tal te sale ahora a tu encuentro. ¡Ea, atiende a tu corazón! ¡Mira a tu Señor! Ve que tu enemigo es malo, ve que tu Señor es bueno: si tu enemigo te daña, ora por él, te dice tu Señor bueno 39. Puesto entre tu enemigo malo y tu Señor bueno, ¿qué vas a hacer? ¿Pedirás un mal para el primero, u obedecerás al segundo?

8. 8. El precepto de tu Señor te manda orar por tu enemigo malo. ¿Qué has de hacer? El Señor te lo ha mandado: te ha mandado algo duro, pero te ha prometido algo grande. ¿Qué te ha mandado que sea duro? Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian, y orad por los que os persiguen 40. Es algo duro, pero en atención a las palabras de tus labios yo he mantenido tus caminos ásperos 41. ¿De dónde te vino el mantener esos ásperos caminos, sino de qué tu misericordia está ante mis ojos? 42.He aquí que mandó cosas penosas, mandó cosas amargas; ved lo que prometió. Orad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos 43. Si te dijera: ora por tu enemigo para que seas hijo de tu padre, para que no te desherede tu padre biológico, que va a dejarte lo que no va a llevarse consigo de aquí, tendrías miedo y lo harías. A cambio de estas cosas duras se te promete ser hijo del Altísimo 44: piensa en el Padre y reconoce la herencia. Dilo, pues; comienza a orar por ese gran enemigo tuyo que te causó tantos males, que tantos males acumuló contra ti; comienza a orar por él y advierte que tu corazón litiga contigo mismo. Así, pues, lo que quieres, lo que te agrada, lo que te deleita según el hombre interior, esto es, obedecer a tu Señor y orar por tu enemigo, es oro; en cambio, el que, al comenzar a orar, tu debilidad carnal empieza a litigar contigo, son las impurezas de que Dios te quiere purificar en el horno.

9. 9. Ejercítate en medio de los malos, ¡oh hombre bueno!, si es que lo eres; ejercítate en medio de los malos, no por ti mismo, ¡oh bueno que fuiste malo!, sino por dádiva de quien nunca es malo. Y tampoco quiero que me digas: «En el caso de que, para probarnos, sean necesarios los malos, que al menos sean pocos ellos y muchos los buenos». ¿No te das cuenta de que si los malos fuesen pocos no perjudicarían a muchos buenos? ¡Oh varón sabio!, piensa que sí hubiese muchos buenos y pocos malos, los pocos malos no se atreverían a perjudicar a los muchos buenos. Y si no se atreviesen, los buenos no se ejercitarían. Pero como existen muchos malos, los pocos buenos se fatigan entre los muchos malos; y cuando uno se fatiga, suda, y con el sudor se purifica el oro. Por tanto, contribuye a la hermosura de la casa del Señor 45. Tu debilidad ya entró en litigio contigo en tu interior; invoca a Dios para vencerla. ¡Qué te asista Dios, que te ayude quien te manda! Ya has vencido tu debilidad, ya recibiste el valor y el fruto de orar por tu enemigo 46. Advierte qué gran bien es; compara al enemigo contigo. Él trama insidias, pero tú derramas súplicas; él, si daña, daña a las claras; si tú oras por él, sólo lo sabe Dios; el enemigo no lo cree, porque no puede escudriñar tu corazón. Así, pues, cuando él te daña abiertamente, tú oras ocultamente. Considera si en esta almazara -puesto que la Iglesia ha sido comparada a ella 47- no es alpechín que fluye al descubierto el que te ofende a la luz del día. El alpechín fluye al descubierto; el aceite, por el contrario, va por canales ocultos al lugar que le corresponde. Y, en el hecho de fluir ocultamente, se manifiesta su gran valor. Pues, ¡cuántos, hermanos míos, cuántos en medio de esta situación de lucha, en medio de la maldad de este mundo, entre tantos malos, se aparataron de ellos, y se convirtieron a Dios, dijeron adiós al mundo y, de forma inesperada, comenzaron a donar sus bienes 48 los que poco antes robaban los ajenos! Pero todavía se manifiestan en público muchos ladrones, usurpadores, atracadores: son alpechín que fluye por las plazas. Otros, sin embargo, uno que viniendo de aquí, otro de allí, unidos en el corazón, se avergüenzan de permanecer siendo malos y de hacer el mal, piensan en las amonestaciones de Dios, desprecian la esperanza mundana y aguardan la esperanza celestial, cambian de amores y de costumbres: son aceite de santidad en la almazara, vasos para usos nobles en la gran casa 49, oro en el horno 50 y grano en el granero 51. Ahí está la hermosura de la casa de Dios.