Comentario a Jn 14,18-21, dictado en Hipona, probablemente el sábado 24 de enero de 420
No os dejaré huérfanos
1. Tras la promesa del Espíritu Santo, para que nadie supusiera que el Señor iba a darlo cual en vez de sí mismo de forma que con ellos no fuese a estar también él en persona, añadió y aseveró: No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros1. «Huérfanos» significa «pupilos», pues nombre de idéntica realidad es aquél, griego, y éste, latino; efectivamente, en el salmo donde leemos «Para el pupilo serás tú ayudador»2, el griego tiene huérfano. Aunque, pues, el Hijo de Dios nos haya adoptado como hijos para su Padre y haya querido que por gracia tengamos como Padre al mismo que por naturaleza es Padre suyo, sin embargo, también él mismo muestra en cierto modo, respecto a nosotros, afecto paterno cuando dice: No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. A esto se debe que nos nomine también hijos del Novio, donde dice: Vendrá la hora de que les sea quitado el Novio y entonces ayunarán los hijos del Novio3. Ahora bien, ¿quién es el Novio sino el Señor Cristo?
Diversas formas de ver a Cristo
2. Después sigue y dice: Aún un poco y el mundo ya no me ve4. Pues qué, ¿lo veía entonces el mundo, ya que quiere que mediante el nombre de «mundo» se entienda a estos de quienes arriba ha hablado al decir acerca del Espíritu Santo: A quien el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce?5 Conspicuo en la carne lo veía claramente con los ojos de la carne el mundo; en cambio, no veía a la Palabra que se escondía en la carne; veía a un hombre, no veía a Dios; veía el vestido, no veía al vestido. Pero, porque tras la resurrección tampoco quiso mostrar a los no suyos esa carne suya que mostró a los suyos para que no sólo la viesen, sino también la tocasen, quizá a partir de ahí ha de entenderse que está dicho: Aún un poco y el mundo ya no me ve; vosotros, en cambio, me veréis, porque yo vivo y vosotros viviréis6.
Vivimos por Cristo, morimos por nosotros
3. ¿Qué significa: Porque yo vivo y vosotros viviréis? ¿Por qué acerca del presente ha dicho que él vive y, en cambio, acerca del futuro, que ellos van a vivir, sino porque ha prometido que también para ellos va a seguir la vida de la carne que, evidentemente, resucitará cual en él precedía? Y, porque su resurrección iba a suceder pronto, para significar la celeridad ha puesto el verbo del tiempo presente; en cambio, porque la de ellos se difiere al final del mundo, no asevera «vivís», sino: Viviréis. Con dos verbos, pues, de tiempo presente y futuro ha prometido elegante y brevemente dos resurrecciones, a saber: la suya, que va a suceder pronto, y la nuestra, que va a llegar en el final del mundo. Afirma: «Porque yo vivo y vosotros viviréis»: precisamente porque él vive, viviremos también nosotros. En efecto, mediante un hombre muerte, y mediante un hombre resurrección de muertos, ya que, como en Adán todos mueren, así en el Mesías todos serán vivificados7. Porque nadie viene a la muerte sino a causa de aquél, nadie viene a la vida sino mediante Cristo. Porque nosotros hemos vivido, muertos estamos; porque vive él, viviremos nosotros. Muertos para él estamos cuando hemos vivido para nosotros; en cambio, él, porque murió por nosotros, vive para sí y para nosotros. En efecto, porque vive él, también nosotros viviremos porque, como por nosotros pudimos tener la muerte, no así podemos tener también por nosotros la vida.
La perfección del conocimiento y de la inhabitación de Cristo en nosotros
4. Aquel día, afirma, vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros8. ¿Qué día sino ese acerca del que asevera: Y vosotros viviréis? En efecto, entonces sucederá que podamos ver lo que creemos. Por cierto, también ahora está en nosotros y nosotros en él; pero esto lo creemos ahora, entonces lo conoceremos también, aunque también ahora lo hayamos conocido creyéndolo; pero entonces lo conoceremos contemplándolo. En efecto, mientras estamos en el cuerpo cual es ahora, esto es, corruptible, que embota al alma, estamos desterrados del Señor, pues caminamos en estado de fe, no en estado de visión9. Entonces, pues, en estado de visión, porque le veremos como es10. Por cierto, si en nosotros no estuviese también ahora Cristo, no diría el Apóstol: Si, en cambio, Cristo está en vosotros, el cuerpo está ciertamente muerto a causa del pecado; en cambio, el espíritu es vida a causa de la justicia11. Y, donde dice: «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos»12, muestra suficientemente que nosotros estamos de verdad en él. Aquel día, pues, cuando vivamos con esa vida por la que será engullida la muerte, conoceremos que él está en el Padre, nosotros en él y él en nosotros, porque entonces se hará completamente esto mismo que, también ahora, gracias a él ha comenzado ya: que esté en nosotros y nosotros en él.
El verdadero amor está en las obras
5. Quien tiene mis mandatos, afirma, y los guarda, ése es quien me quiere. Quien los tiene en la memoria y los guarda en la vida, quien los tiene en las palabras y los guarda en las costumbres, quien los tiene oyéndolos y los guarda cumpliéndolos, o quien los tiene cumpliéndolos y los guarda perseverando, ese mismo es, afirma, quien me quiere. Por la obra ha de demostrarse la dilección, para que no sea infructuosa la denominación del nombre. Y quien me quiere será querido por mi Padre y yo le querré y a él me manifestaré a mí mismo13. ¿Qué significa «querré», cual si va a quererle entonces, mas ahora no le quiere? ¡Ni pensarlo! En efecto, ¿cómo nos querrá sin el Hijo el Padre o sin el Padre el Hijo? Porque obran inseparablemente, ¿cómo aman separadamente? Pero «le querré» lo ha dicho en relación a lo que sigue: Y a él me manifestaré a mí mismo, esto es, le querré para manifestarme. En efecto, porque ahora también nosotros amamos creyendo lo que veremos y, en cambio, entonces amaremos viendo lo que creemos, ahora nos ha querido para que creamos y mantengamos el mandato de la fe; entonces nos querrá para esto, para que veamos y como salario de la fe recibamos la visión misma.